miércoles, octubre 03, 2018

De la calle al teatro

Pablo García Gámez, dramaturgo criollo que vive en Nueva York.

 El teatro venezolano del siglo XXI tiene otro dramaturgo comprobado desde el escenario como consecuencia de un sensato y dinámico proyecto de las artes escénicas del Ministerio del Poder Popular para la Cultura, por intermedio del Concurso de Dramaturgia Apacuana y el montaje del texto galardonado. Ya se hizo antes con Peludas en el cielo de Gustavo Ott (Caracas, 14 de enero, 1963), exhibido en la temporada 2016, y ahora prosigue Oscuro, de noche de Pablo García Gámez (Caracas, 22 de septiembre de 1961), el cual hace temporada en la sala Alberto de Paz y Mateos, en su programación 2018.
La historia del teatro, que en ocasiones termina siendo una glosa de la saga social, política y económica del país que lo hace posible, se encargará algún día de redondear la merecida información y reacción sobre cada una de esas dos obras venezolanísimas, además de su proyección en las comunidades donde sean exhibidas, las cuales tuvieron la suerte de ser convertidas en estremecedores espectáculos por el director Carlos Arroyo y con valiosos elencos profesionales de la Compañía Nacional de Teatro (CNT).
OSCURO, DE NOCHE
 Contar el texto teatral que ahora se representa no es lo adecuado, porque debe el espectador escucharlo y ver su interpretación escénica, para asimilarlo y esperar que se dé la indispensable catarsis. No obstante podemos advertirle al lector de estas líneas que se trata de un drama -donde además hay una peculiar “música urbana contemporánea”, más dirigida a los sentidos que a la razón- sobre la conocida y bastante sufrida violencia urbana, que no es exclusiva de Caracas. Ahí, en la tarde noche de un viernes, Kenny Barrios (25 años) fue asaltado y muerto para robarle su recién adquirida motocicleta. Sus padres, Cristóbal y Zenobia, se enteran de la macabra noticia y comienzan a luchar contra las imágenes negativas que brotaron sobre su unigénito. Ellos hacen lo posible para cumplir con los rituales funerarios, pero encuentran una kafkiana serie de obstáculos burocráticos, mientras que la preguntona abuela paterna, Mercedes, que está seriamente enferma, agudiza la crisis familiar. Los medios de comunicación mencionan que la víctima tenía actividades ilegales, al tiempo que el   proceso en la morgue dura más de lo debido y en las funerarias se niegan a velar el cadáver. Sus deudos tratan de resolver cada problema en la marcha, buscando encontrar una paz que no llega.  Mientras tanto, tres testigos cuentan sus versiones sobre ese crimen y   se niegan a compartirlas con las autoridades.  Y como el héroe tenía una amada, Lucía (Ariana León), ella narra cómo fueron sus amores. El final, además del prólogo, actuado por un payaso (Andy Pérez), sirve para reiterar que es una historia de la vida real, a la que todo el mundo le tiene miedo porque le puede pasar a cualquiera. No hay moraleja ni tampoco mensaje, solo una advertencia: que lo dice todo en su título: Oscuro, de noche.
AUTOR DE OBRAS PROPIAS
García Gámez asegura que Oscuro, de noche es su texto 16 y por primera vez se le presenta su teatro a lo grande en Caracas, aunque ya ante le montaron una pieza breve, por lo que viene desde Nueva York para verlo. El revela que esta pieza nació de un hecho real que lo contó su madre durante noche de un domingo, hacia el año 2010.  “Ella estaba afectada porque un familiar había sido victima de un acto violento de noche y en la calle.  Me dio detalles. Esto se convirtió en imágenes recurrentes, que me perseguían.  Tal vez al año, quizás dos, llegó el momento de conjurarlas: me puse a escribir. La investigación sobre los hechos, más que investigación fue la voz de mi madre, Graciela Margarita, extraordinaria narradora oral que nunca se reconoció como tal, pero cuando contaba una historia lo hacía con propiedad y convicción. Nunca hablé directamente con los padres o hermanos de Kenny; a pesar de los años tuve y tengo temor porque ese tipo de dolor no se cura; sin embargo, cuando terminé la pieza, ellos la leyeron, no les pregunté qué les parecía y ellos tampoco me dijeron.  Después me enteré, de cosas que decían los personajes, que llegaron a decir los padres; por ejemplo, supe que la madre una vez gritó: “¡Dios, no existes!” como dice Cristóbal, el personaje en el texto; claro, son situaciones límite.  Los padres irán a la obra: espero que tenga un efecto positivo para ellos.  También pude cotejar la parte informativa de algunos los medios y encontré bastante material, especialmente en El Universal”. No es la primera vez que la realidad venezolana nutre a su teatro, ya que Román Chalbaud y Rodolfo Santana, para citar a estos célebres autores, tienen varios textos que lo demuestran.
Y aquí cabe dejar constancia que el texto de García Gámez carece de las tradicionales didascalias y la común estructura general de una introducción, la exposición, el clímax y un desenlace; solo unas líneas semiperdidas en 30 apretadas páginas, destinadas a plasmar un obra de un largo acto único y 32 fragmentos para ser ubicables en el tiempo y el tiempo circulares. La modernidad reclama la suyo, pero al final lo clásico emerge, está ahí.
VERSIÓN ESCÉNICA
Es, pues, un texto no convencional donde García Gámez apunta a la médula de la esfera privada de la familia de Kenny que ha sido desequilibrada o herida.  El detonante es el hecho que le ocurre al Kenny y lo que importaba era ver qué pasaba en el mundo de Zenobia (Francis Rueda y Adriana Bustamante), Cristóbal Luis Domingo González, Lucía (Ariana León lanzando sus románticas líneas desde la lira circense) y la anciana Mercedes (María Brito), cual abuela lorquiana.  Encontró que necesitaba un narrador, una especie de juglar o payaso contemporáneo para guiar la historia, donde Andy Perez quedo perfecto. Mucho trabajo en escaso tiempo para el trabajo global.
Así lo entendieron el director Arroyo y su elenco de más de 13 actores que durante dos meses lucharon para darle vida escénica o teatral. Y nosotros estuvimos ahí, cual “mirones de palo”, presenciando esa lucha contra tiempos, verbos y espacios físicos donde se desarrollaban las acciones preñadas de emociones y lágrimas. Una experiencia que nos dejó mucha enseñanza sobre el arte de la dirección y la actuación.  
Diremos que valió la pena acompañar ese proceso, el cual terminó siendo también nuestro de tanto leer y releer cada línea y poder así lograr ponderar las pugnas de cada actor con sus personajes, cuyas historias inventaron ellos. No se puede ni se debe hacer crítica desde la comodidad de una butaca. No, porque dirigir y actuar no son tareas fáciles para ningún profesional del teatro, aunque algunos se burlan o incluso se quejan.
Mención especial merece el director Arroyo que se fabricó su monumental y piramidal cerro caraqueño, para asimilarlo y ahí enclavar la casa de Kenny, a los vecinos curiosos, la morgue, la funeraria y el cementerio, todos definidos en sus espacios y con sus atmósferas temporales necesarias, además de una atmósfera general impactante. No sé si debo escribirlo, pero nos recordó a ciertos montajes espectaculares que hiciera Carlos Giménez en los años 80 y los 90 (La muerte de García Lorca, La honesta persona de Se-Chuan, etcétera) por el desafío a las reglas mismas del teatro y porque se buscó una especie de encuadre de imagen para esa cámara cinematográfica que todos llevamos en nuestros ojos, aunado al uso inolvidable de la iluminación. Y el director hizo lo suyo: ordenar o reordenar según las necesidades de la anécdota general. Una discreta, respetuosa y contundente versión escénica, tarea compleja por el compromiso que genera.
Dicho, de otra manera, en Oscuro, de noche, los actores, con mínimas excepciones, cumplieron perfectamente con las exigencias de un montaje didáctico o aleccionador y un tanto lúdico ante las características mismas del texto, ya que se trata de un circo que vaga por llanuras o montañas venezolanas.
Las funciones posteriores, hasta finales de octubre, pulirán las actuaciones y redondearán el tiempo escénico necesario para estos tiempos donde el miedo nos ha hecho construir muros invisibles donde estamos con otros millones de almas, procurando encerrarnos hasta que asumamos el ejercicio ciudadano que permita al colectivo conjurar ese miedo a partir de la práctica, como pide García Gámez, desde Nueva York. 
ELENCO
Hay que dejar constancia, pues, de que ahí participaron los comediantes Francis Rueda, Adriana Bustamante, Luis Domingo González, Gustavo Rengel, Ariana León, Dora Farias,  Marxlenin Cipriani, Randymar Guevara, Gustavo Meléndez, Trino Rojas, Kala Fuenmayor, Adrián Jiménez, Angélica Rinaldi, Yordano Marquina, María Tellis, María Brito, Andy Pérez, Vito Lonardo y Jorge Canelón, integrantes del elenco estable de la CNT. La música es, sin duda alguna, un creativo ensamble y el vestuario es de la CNT.
La temporada de Oscuro de noche, es de jueves a domingo, a las 4PM, a lo largo del venidero octubre, en el teatro Alberto de Paz y Mateos, el cual está ubicado, entre la Avenida La Colina y la avenida Andrés Bello, en la  Prolongación Los Manolos.  Urbanización Las Palmas. Metro Plaza Venezuela, conexión Metrobus Nº 314.

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