miércoles, octubre 24, 2018

José Gil Fortoul ha regresado

José Tomas Angola Heredia en su rol del histórico Gil Fortoul.

Sus cultivados cacúmenes les han permitido materializar en diversos escenarios, para el natural disfrute de los espectadores, sus versiones y visiones teatrales sobre Cipriano Castro, Juan Vicente Gómez, Diógenes Escalante, Camilo José Cela, Marcos Pérez Jiménez, Isaías Medina Angarita, Estrella Serfati (la romántica madre biológica de Isaac Chocrón) y, más recientemente, a José Gil Fortoul.
Nos referimos, por supuesto a Javier Vidal Prada y Federico Pacanins, respetables artistas de la escena vernácula empeñados en acrecentar la teatralidad criolla a partir de las conspicuas sagas de esos personajes históricos a quienes lograron evocar en sendos textos representados durante las últimas temporadas. Una prueba innegable de que sí aman y quieren lo mejor para sus connacionales.
El más reciente  de  los eventos teatrales que aquí hemos evocado es precisamente una  pulcra aproximación de Pacanins sobre el legendario Gil Fortoul, nacido en Barquisimeto, en 1861 y muerto en Caracas, hacia 1943, cuyo fin último es, nada más y nada menos, que   representar, de una manera emblemática las contradicciones de los intelectuales venezolanos de los últimos 200 años, esos que quisieron estar con Dios y con el Diablo sin comprometerse para no salir canonizados ni chamuscados, como bien nos apuntó  precisamente el primer actor José Tomás Angola Heredia, quien le ha dado una respetable presencia escénica para la breve temporada de El duelista, en el excelente espacio teatral que dispone la Asociación Cultural Humboldt, en la avenida Juan Germán Roscio de San Bernardino.
 Angola Heredia ha subrayado que Gil Fortoul era un hombre de enorme cultura, quien cultivó casi todas las áreas humanísticas de su tiempo, sin embargo, aunque fue un adelantado y descolló en unas áreas de la historia y el derecho, fue menos que un mediocre en otras, como la poesía. Hombre al servicio de la pluma, no escatimó en tomar la espada para lances personales. Librepensador y creyente ferviente de la libertad individual, respaldó, apoyó y colaboró con dos regímenes políticos autocráticos y brutales como lo fueron el de Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez. En el de este último llegó a ser incluso Presidente "de utilería" y armarle todo el tinglado constitucional para que el general Gómez se quedara en el poder de forma vitalicia, como subrayara el mismo Angola Heredia, aunque como mandatario firmo un decreto que estimó a la educación primaria como una condición primordial para las instituciones republicanas y democráticas.
 Para el autor Pacanins, Gil Fortoul, quien escribió pensando en la posteridad, vivió siempre pendiente de la fugaz y efímera apariencia personal, usando un estrafalario bisoñé para tapar la temprana calva, o bañándose en perfume francés dizque para huirle a la vejez. Se ha dicho que en Gil Fortoul cohabitó lo divino y lo profano en una dialéctica perpetua y sin solución. Era un bastión del positivismo, que aunque está superado permitió cimentar a la razón, la ciencia y la experiencia como fuentes del conocimiento, desechó el espectro intangible, metafísico y espiritual del hombre. La hermenéutica se encargaría luego de ampliar los caminos del conocimiento e integrar todos estos ámbitos con la racionalidad, diría Angola Heredia, quien viene precisamente de teatralizar y encarnar a Ernest Hemingway, nada menos.
El montaje de este unipersonal, donde el personaje real es el propio Gil Fortoul en el baño de su casa, a quien lo acompaña la aparición de Lola, una significativa mujer, podría haber sido más rico o placentero si se hubiese usado el video mapping para recrear algunas de las facetas de este hombre que murió a los 82 años en su residencia, en el Country Club. No obstante fluye sin mayores contratiempos por la fuerte presencia que le da Angola Heredia.
Este espectáculo sobre Gil Fortoul obliga a pensar y repensar, pues, lo que han sido, lo que son y lo que pueden llegar a ser los intelectuales en la vida pública de Venezuela, especialmente por sus relaciones en el Poder. Un tema fantástico para cualquier dramaturgo, un tema que es necesario para la cultura misma del pais venezolano, un tema que Shakespeare y Moliere afrontaron y lucharon para superar a sus jefes o reyes. Pero eso será con otra obra, por supuesto.
Por ahora El duelista cumple con su cometido: una faceta, en el postrer momento de la vida misma del protagonista, toda una personalidad que tuvo su vital importancia y por lo cual se le recuerda ahora.

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