lunes, noviembre 26, 2018

Venezuela presente en el teatro de Pablo García Gámez

Otro autor que piensa en su país.

Pablo García Gámez no se duerme en los laureles, que en este caso serían los dólares que se gana con su trabajo artístico en Nueva York, donde vive desde hace ya un cuarto de siglo. El estreno y la temporada de premiada pieza Oscuro, de noche, la más reciente producción de la Compañía Nacional de Teatro, lo ha revitalizado ante el público venezolano. Por eso lo entrevistamos.
¿Te hemos notado muy activo en estos días?
He estado activo en teatro, pero no con la intensidad que quisiera.  Después de dirigir Cariaquito Morao en Nueva York y de ver las funciones de Oscuro, de noche en Caracas, tuve que centrarme en las clases de español que doy en York College (CUNY) y concentrarme con la tesis que debo defender a comienzos de 2019; paso el día dando clases, preparando la lección siguiente, corrigiendo exámenes, tareas.  Fuera de eso, el grupo Harlem 9 publicó 48Hours… in The Bronx, antología de las dos experiencias de esta actividad con autores latinos en la que participé a comienzos de año; escribí Eclipse Total en G.T.s. de 10 minutos en 10 horas para estrenarla al día siguiente de la entrega en Pregones y el Teatro Rodante Puertorriqueño.  Ver la obra publicada fue una grata sorpresa. 
¿Qué nueva obra hay para montar?
Al momento, no tengo nada pautado para realizar en Nueva York.  Siempre digo eso a fin de año y después paso el año metido en varios proyectos a la vez. Los proyectos concretos los tengo en Caracas y en Madrid. Para la escena caraqueña van dos monólogos: Taller de Actuación Espina, con Francis Rueda bajo la dirección de Oscar Acosta, que se estrena en la Sala Experimental del Celarg el 8 de marzo 2019, Día Internacional de la Mujer.  Demás está decirte la contentura que me da ese proyecto porque Oscar es un teatrero que respeto por su talento, saberes y verticalidad; a Francis la admiro hace décadas: es una actriz de inmensas posibilidades que se entrega de lleno a los retos que asume.  Es un trabajo en el que Francis interpreta a una maestra que, al ofrecer una utopía para sobrevivir a la rutina, crea situaciones completamente neuróticas.
El segundo monólogo es Cheily: princesa de Catia, cuyo estreno está pautado en abril 2019.  En él trabaja Annie Ferrer, actriz que conocí hace unos años; Annie vive empecinada en aprender diversos códigos, experimentar en escena y además tiene gran potencial.  La dirección está a cargo de un viejo amigo: Maenys Pérez Rojas, teatrero underground cuyas propuestas se orientan por el rigor y el trabajo artesanal para brindar lecturas alternas, lo que redunda en beneficio del sueño Cheily: encontrar su príncipe catire.
 Está el proyecto Juego a ser realizado en Madrid.  La producción está a cargo de Globo Teatro de Luis Garván.  Es un proyecto en el que confluyen grupos migratorios de diversas regiones del mundo y las respuestas que reciben en los espacios donde buscan protección.  A Luis agradezco haberme invitado a participar junto a los autores Pepe Domínguez, César Eduardo Rojas y Alfonso Pindado. Hemos intercambiado borradores y el asunto es ambicioso porque las historias constantemente se cruzan.  La pieza que desarrollo para el proyecto, Busca-la-vida está bastante adelantada.
¿Qué haces en este invierno 2018?
El invierno, además de pasar frío, será para la tesis.  Tengo la energía concentrada en finalizar ese proyecto. 
¿No preguntas por lo que acá se cocina en los escenarios? 
Mira, sigo de cerca lo que por allá se hace.  Escribir implica curiosidad. Cuando puedo, entro a las redes sociales.  Me gusta ver imágenes de los diferentes montajes, hay fotos impactantes.  También reviso los títulos de la cartelera, comentarios, críticas para tener idea de qué se representa y por qué: por qué determinada obra, qué cosas puede sugerir al espectador, qué impacto puede tener en él.  Ello me lleva a tener una idea del país a partir del teatro. Ese país está conmigo.

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