martes, octubre 29, 2019

Simón Rodriguez festejó 250 años de su natalicio en Caracas

Aníbal Grunn encarna a Simón Rodríguez,

Ayer, 28 de octubre, en Venezuela se le recordó y se lo materializo teatralmente. A las 2:30PM lo mostró en el escenario de la sala Anna Julia Rojas, y a las 6PM, en cadena nacional de radio y televisión, desde el Palacio de Miraflores,  se hizo lo mismo bajo la batuta del Jefe de Estado, Nicolás  Maduro Moros, y se le homenajeó en nombre de nuestra patria y de toda la gente agradecida de otras repúblicas como Colombia, Ecuador, Bolivia y Perú.
El espectáculo Robinson en la casa de Asterión, de Tomás Jurado Zabala, con las actuaciones de Aníbal Grunn y Wilfredo Peraza y la dirección general de Carlos Arroyo, producido ahora por la Compañía Nacional de Teatro,  logró hacer vivo el pensamiento del maestro de América, Simón Rodríguez, padre intelectual  de Simón Bolívar, porque sin él la saga latinoamericana habría sido otra.
Sucede, o transcurre en el momento exacto en que Simón Rodríguez muere en Amotape, Perú y se enfrenta, en ese espacio que existe entre el cielo y el infierno, a purgar sus culpas enfrentado a su propio ser, encarnado en la figura del minotauro. Es una refinada obra que rescata el pensamiento filosófico, educador y político de la figura más controversial en la historia de América. Su pensamiento se hace vivo y se vuelve actual, vigente.
Robinson en la casa de Asterión, producción de la Compañía Regional de Portuguesa, reivindica a Simón Rodríguez y lo exalta como lo que fue: un gran pensador, revolucionario que desafió a toda la naciente sociedad latinoamericana al desarrollar y poner en práctica, arriesgando hasta su vida misma, por su original concepción- bajo la influencia de Jean Jacques Rousseau- lo que deseaba: educar a las nuevas naciones liberadas del yugo español por la espada de Bolívar y sus generales. Educación para derrumbar la herencia colonial y formar auténticos ciudadanos republicanos como seres del conocimiento y expertos en diversos oficios.
Jurado Zavala ficciona y combina al mitológico Asterión, según el cuento de Jorge Luis Borges, con las peripecias existenciales  del brillante intelectual (Caracas, 28 de octubre de 1769/Amotape, Perú, 28 de febrero de 1854), e invita al espectador a revisar sus conocimientos y análisis sobre quien “enseñaba divirtiendo”.
El espectáculo, creado en Guanare, durante la temporada de 2016, se desarrolla en un espacio vacío y sobre un piso que reproduce, con líneas blancas, al laberinto del minotauro de Creta, donde irrumpe Robinson para enfrentarse con el Asterión (hombre con cabeza de toro, el fantástico minotauro), momentos antes de morir y drenar sus fracasos y las culpas de quienes a lo largo de su vida tuvieron que ver con la ruina de los mismos, con el mariscal Sucre a la cabeza. 
Gracias a la concepción minimalista del montaje y la desenfadada actuación de Aníbal y Wilfredo, lo vemos desafiar a quienes lo acusaron de ladrón, de hereje, de promiscuo, cuando su objetivo era educar y crear hombres libres para formar verdaderas repúblicas en la América española. Al final se da cuenta que su salvación está en sus escritos que leyó tantas veces y que nadie supo comprender. Logra demostrar una vez más que, el hombre es grande y trasciende en la historia y el tiempo por sus pensamientos y   sus saberes.
La saga y el legado de Simón Rodríguez o Samuel Robinson no se perdieron, estamos seguros, en los largos y angustiosos 200 años de historia de esta república. Es una referencia obligatoria en todo lo referente a la educación de la sociedad y es por eso que en Caracas, hacia octubre de 1971, se fundó la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez y en más reciente fecha se creó la Misión Robinson, un programa social del gobierno nacional durante la presidencia del comandante Hugo Chávez.
 Robinson en la casa de Asterión sucede en el momento exacto en que Simón Rodríguez o Samuel Robinson (nombre que usa tras la ruina de la conspiración de Gual y España, 1797), muere en Amotape, Perú y se enfrenta, en ese espacio que existe entre el cielo y el infierno, a purgar sus culpas enfrentado a su propio ser, encarnado en la figura del Minotauro. Es una obra que rescata el pensamiento filosófico, educador y político de la figura más controversial en la historia de América. Su pensamiento se hace vivo y se vuelve actual, vigente.
Jurado Zavala ficciona y combina al mitológico Asterión, según el cuento de Jorge Luis Borges, con las peripecias del brillante intelectual (Caracas, 28 de octubre de 1769/Amotape, Perú, 28 de febrero de 1854), e invita al espectador a revisar sus conocimientos sobre quien “enseñaba divirtiendo”.
Robinson en la casa de Asterión reivindica a Simón Rodríguez y lo exalta como lo que fue: gran pensador, revolucionario que desafió a toda la naciente sociedad latinoamericana al desarrollar y poner en práctica, arriesgando hasta su vida misma, por su original concepción- bajo la influencia de Jean Jacques Rousseau- lo que deseaba: educar a las nuevas naciones liberadas del yugo español por la espada de Bolívar y sus generales.
Educación para derrumbar la herencia colonial y formar auténticos ciudadanos republicanos como seres del conocimiento y expertos en diversos oficios fue lo que predico aquel extraordinario hombre.
El espectáculo, creado en Guanare, se desarrolla en un espacio vacío y sobre un piso que reproduce, con líneas blancas, al laberinto del minotauro de Creta, donde irrumpe Robinson para enfrentarse con el Asterión (hombre con cabeza de toro, un minotauro fantástico), momentos antes de morir y drenar sus fracasos y las culpas de quienes a lo largo de su vida tuvieron que ver con la ruina de los mismos, con el mariscal Sucre a la cabeza. 
Gracias a la concepción minimalista del montaje y la desenfadada actuación de Aníbal   y Wilfredo, lo vemos desafiar a quienes lo acusaron de ladrón, de hereje, de promiscuo, cuando su objetivo era educar y crear hombres libres para formar verdaderas repúblicas en la América española. Al final se da cuenta que su salvación está en sus escritos que leyó tantas veces y que nadie supo comprender. Logra demostrar una vez más que, el hombre es grande y trasciende en la historia y el tiempo por sus pensamientos y   sus saberes.
La saga y el legado de Simón Rodríguez o Samuel Robinson no se perdieron en los largos y angustiosos 200 años de historia de esta república. Es una referencia obligatoria en todo lo referente a la educación de la sociedad y es por eso que en Caracas, hacia octubre de 1971, se fundó la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez y en más reciente fecha se creó la Misión Robinson, un programa social del gobierno nacional durante la presidencia del comandante Hugo Chávez.
LABERINTO DEL MINOTAURO
Para algunos críticos, gracias a Jurado Zavala hay en la escena teatral un paralelismo entre Simón Rodríguez o Samuel Robinson y el minotauro Asterión, personajes separados por el tiempo y las culturas, pero amalgamados en el mismo devenir, para relatarnos en una especie de delirum tremens el tránsito de Samuel Robinson, ya liberado y convertido otra vez en Simón Rodríguez.  
Ahí el dramaturgo lo recrea en el instante final de la vida de Rodríguez y lo traslada al famoso laberinto de Creta, lugar de destierro del minotauro Asterión y en el cual ambos se encuentran en una especie de ritual simbólico que atraviesa la vida entera del maestro del Libertador y lo lleva al encuentro con sus demonios personales para acabar liberado de culpas. ¿Acaso no es la vida misma el laberinto y el minotauro un reflejo de nuestra propia oscuridad,  grita el maestro y mentor del Genio de América, hablando así de una realidad que después de 200 años sigue  tan vigente  que dan la impresión que el tiempo no ha transcurrido.
Este Robinson en la casa de Asterión es una obra concebida no para públicos exigentes, en la forma banal del espectáculo, como tal, sino en un producto teatral de contenido exigente frente a sus espectadores. No es un texto complaciente en ningún sentido y ese quizás sea el argumento mayor peso en estos tiempos oscuros en los cuales requerimos de artistas capaces de provocar reflexiones, de tentarnos al ejercicio del pensamiento crítico.
Este espectáculo, que se exhibe desde la temporada de 2016, en varias ciudades venezolanas y latinoamericanas, tuvo  una única presentación ayer 28 de octubre en la sala de Anna Julia Rojas de Unearte, y que se perdone la reiteración.
¡Creemos que hay Simón Rodríguez o Samuel Robinson para muchas décadas más!



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