jueves, agosto 31, 2006

Tres teatros eróticos

Hace 33 o 32 años nadie apostaba un centavo por ellos. Nos referimos a un peculiar grupúsculo de jóvenes que, liderizados por José Simón Escalona y Pilar Romero, incursionaban en las artes escénicas con la única pieza del poeta Pablo Neruda, Fulgor y muerte de Joaquín Murrieta, la cual mostraron, exitosamente, en el festival estudiantil de teatro, de esos que otrora organizaba el profesor J.A. Porte Acero para el Ateneo de Caracas. Ellos recién habían fundado en el liceo José Avalos al grupo Theja y puesto en marcha así, sin siquiera sospechar su futuro, una organización que se convertiría en puntual para el desarrollo del teatro criollo con el paso del tiempo y en cantera de actores y dramaturgos, además de una escuela moderna y multisápida para los espectadores.
No vamos a detenernos aquí a reiterar la positiva saga del Theja, pero es importante recordar sus orígenes y que además han producido y exhibido 82 montajes desde entonces, para que sirva como abrebocas al nuevo espectáculo Tr3s, con el cual cierran la temporada 2006. Un montaje con tres eróticas piezas cortas, escritas, respectivamente, por Javier Vidal (1953), José Simón Escalona (1954) y Román Chalbaud (1931), las cuales fueron estrenadas, junto a otros textos mínimos, durante el I Festival de Dramaturgia Breve, en 1999, realizado en el Teatro Alberto de Paz y Mateos.
En esta ocasión, Tr3s, o sea Yamal el anticuario (1995), A María Queras, todos las llaman Mari (1998) y Preguntas (1997) ha recibido una exhaustiva y novedosa puesta en escena de manos del director Javier Vidal y además un especial tratamiento actoral por parte de Gerardo Soto, Nacarid Escalona, Maigualida Escalona y Emerson Rondón.
Vidal, que además es un versátil comediante, apunta que para las tres piezas se ha utilizado el mismo espacio escénico, el cual se transforma en función de sus argumentos que van desde los deseos prohibidos de una dama en una sociedad corrupta y decadente hasta las desaforadas conductas sexuales, sin dejar por fuera una extraña relación de amor platónico. “Son tres tramas diferentes que se interrelacionan además porque sus actores Gerardo, Emerson, Nacarid y Maigualida son los que cambian o intercambian las acciones y así podemos ofrecer un gustoso menú teatral cuyos ingredientes son misterio, melodrama y humor del absurdo”, además de las deducciones sentimentales que “el critico de las mil cabezas” sacará de cada una de ellas.
Se trata, pues, de una pequeña antología escénica, con autores que tienen especiales experiencias en los medios audiovisuales y además provienen todos del teatro, por lo cual son textos más jugados hacia la imagen, buscando ese primer impacto en la audiencia, pero sustentados en las palabras precisas y en su virulencia.¿Es un teatro para este siglo XXI donde lo audiovisual se encarga de pensar y decidir por la audiencia?
Yamal el anticuario, una comedia con suspenso, presenta a tres seres atrapados por una especie de telaraña de la corrupción típica en un país subdesarrollado, donde se permite, donde todo se puede, siempre y cuando se respeten las apariencias. Es la historia de Miranda (Nacarid), esposa insatisfecha y además engañada por su marido, próspero banquero. Ella, para acompañar su hastío, paga su chulo Jorge (Emerson) y hasta lo negocia con el anticuario Yamal (Gerardo) con tal de salvarse de la justicia. No hay que hacer mucho esfuerzo para encontrar la similitud de esos tres entes teatrales con otros de carne y hueso que son reconocidos en el mundillo sociopolítico venezolano. La “moraleja” es que el poder del dinero todo lo puede y hay de aquellos que no lo tengan. También se destaca la bisexualidad, sin disfraces, de los personajes masculinos
A María Queras, todos la llaman Mari es la rocambolesca historia de amor de la costurerita María (Maigualida), que hace su fantasía erótica, nunca satisfecha, con el dueño y diseñador jefe de una casa de modas. Un personaje homosexual, portador de sida, que para cerrar su historia pública y morir en paz, dejando además una viuda, decide casarse con la mujer Queras que lo ha amado toda una vida, para lo cual él diseña el traje de bodas. Cruel texto, no exento de un tanto de poesía wildeana, por rotularlo algo de alguna forma. Es un texto fuerte, como ha dicho Vidal, que se traga de un solo bocado, por la crudeza de la situación y porque también tiene nexos con la realidad criolla.
Preguntas es un delicioso y habilidoso juego estilítisco de Chalbaud al estructurar una pieza con puras preguntas, hilvanar diálogos coherentes pero siempre interrogantes y además centrados en un alucinante juego erótico heterosexual de los jóvenes Rita (Nacarid) y Mario(Emerson) que los lleva de emergencia al consultorio de un odontólogo y como ahí se combina con el homosexual Esteban (Gerardo) y su impactante final: la enfermera(Maigualida) se levanta a Rita, mientras Mario y Esteban se marchan a un lugar muy especial, que no es precisamente una sala odontológica.¡Dos parejas homosexuales: qué modernidad!
En resumen, Tr3s es un triángulo cómico o de humor sobre la necesidad de amar de los seres humanos, una necesidad que se disfraza, que asume disfraces y que utiliza escenarios diversos, pero que al final concluye en lo mismo: la cópula sexual como preámbulo básico o fundamental para lo que vendrá después: la compañía para la soledad, o la soledad para otra soledad menos acentuada.
Para aquellos exigentes de un teatro con escenografías y vestuarios, este Tr3s es un deleite visual, pues comienza con una ambientación millonaria, lujosa y de buen gusto, donde destacan las lámparas y las alfombras, además de los muebles que son de verdad y no de utilería teatral. Todo eso va cambiando y culmina con mínimos elementos, pero antes hay un derroche de vestuario de firma.
En síntesis: un espectáculo que dará mucho que decir, porque en clave de comedia le recuerda al público que el amor tiene múltiples caretas y que siempre hay una dosis de sufrimientos hasta que se consigue. ¡Una trilogía erótica para todos los gustos!

martes, agosto 29, 2006

Souki sube la cuesta en Nueva York

Juan Carlos Souki, instalado desde hace dos años en Nueva York, para hacer una maestría de dirección teatral en la Universidad de Columbia, ya mostró su primer trabajo. Ahora espera trabajar en Caracas
No ha llegado aún a su primer cuarto de siglo y ya tiene definido lo que hará con su vida: será director de teatro, por ahora, y después, si puede, hará cine. Es un joven caraqueño que desde los festivales liceístas de teatro, de esos que inventó el profesor J.A. Porte Acero para el Ateneo de Caracas, se propuso estudiar en Nueva York y allá llegó en septiembre de 2004, luego de recibir una invitación de la directora Anne Bogart, para formar parte de su décima promoción de estudiantes en la maestría de dirección teatral que ofrece Columbia University, “que es una de las mejores cosas que me ha pasado en la vida”, comenta.
Souki explica que cada año Anne Bogart selecciona a seis directores de distintas partes del mundo y les ofrece la oportunidad de convivir con un grupo de maestros y profesionales durante tres años. “Ella se ha convertido en mi mentora y guía en esta nueva etapa de mi vida. La experiencia de estar en Columbia ha cambiado mi forma de pensar en muchos aspectos, tanto personales como creativos, porque cada día viene cargado con un alto nivel de intensidad, con una abundancia de información que es difícil de procesar. Siempre está sucediendo algo. Recuerdo una tarde, después de unos dos o tres meses en la escuela, venía saliendo de un ensayo largísimo y en un pasillo veo a un señor bajito de pelo blanco caminando hacia la oficina del rector… después supe que ese señor era, o es, porque aún vive, Peter Brook. Él estuvo varias semanas como artista residente en la Universidad de Columbia”.
Reitera que para su capacitación o formación ha sido muy valioso el poder recibir información de primera mano de teóricos y profesionales que tienen un prestigio comprobado para la escena contemporánea mundial. “El contacto con esa gente nos presenta una perspectiva aterradora de la complejidad del camino y de la vasta distancia que nos queda por recorrer hasta llegar a asumir el teatro como arte”.
Puntualiza que su estadía en Nueva York le ha dado una serie de herramientas teóricas y prácticas a las que no había tenido acceso previamente. “Mi programa de estudios está enfocado en el proceso individual de cada director. Así hay que desarrollar mecanismos para conectar con el material teórico desde nuestra propia sensibilidad. Tener la oportunidad de pasar por ese proceso bajo las alas de la academia es algo único por lo que me siento muy agradecido”.
Y el primer trabajo en grande, que Souki hace público, es La Trilogía del Uhaul, ya mostrado en Filadelfia. Después lo exhibirá en Nueva York y en Nueva Jersey. “Son tres piezas de danza-teatro, las cuales se realizan dentro de un camión de mudanzas. Es un experimento de colaboración con varios bailarines, actores, escritores y artistas visuales con los que he venido trabajando en estos últimos dos años. En cuanto a su temática, esta trilogía tiene que ver con las relaciones truncadas, el movimiento constante, la claustrofobia, el ejercicio de la memoria, el abandono de los lugares. Son varias cosas o conductas o comportamientos que suenan complicadas cuando se dicen, pero son denominadores comunes en el día a día de millones de personas en cualquier ciudad, bien sea Caracas o Nueva York”.
Aclara que ese trabajo lo inició para “intentar buscar la teatralidad en lugares que por naturaleza no son teatrales, en elementos que son parte de nuestra vida cotidiana y dejamos de ver en ellos el potencial de convertirse en algo más, en una obra de arte. Me interesaba también investigar cómo el actor y la audiencia negocian estar encerrados en ese espacio reducido. ¿Cómo es ese proceso de adaptación? ¿Qué significa? ¿Cómo reaccionan ambos? Tiene algo que ver con esa negociación del tiempo y el espacio que es parte de cualquier relación”.
Reconoce que parte de su proceso creativo ha sido también la tarea de mezclar distintas tendencias. “Durante algunos ensayos me siento más un curador que un director. Estamos utilizando fotografías de cinco colaboradores de Venezuela, Alemania, Estados Unidos y Argentina; hay sesiones en las que mi trabajo tiene más que ver con hacer de cada minihistoria contada en esas fotografías un pedazo de la historia de mayores dimensiones que estamos tratando de contar… una historia que involucra el uso de la palabra y el cuerpo del actor en el espacio”.
“También estoy trabajando con Martha Voulgari, bailarina griega entrenada en ballet clásico y Xavier Losada, compositor venezolano con quien empecé a trabajar hace nueve años, cuando aún estaba en el bachillerato. Lo interesante en ese proceso ha sido encontrar la esencia que une el trabajo de los tres. Para todos la especialidad del otro es territorio desconocido. A partir de esa fusión, cosas interesantes empiezan a pasar. Finalmente me contenta estar trabajando con un equipo tan internacional, hay algo que me atrae en eso de crear con personas que tienen sensibilidades distintas, le da un carácter más universal al producto final. En el equipo hay gente de todos los continentes y por supuesto varios venezolanos: la fotógrafa Katz Hernández, caraqueña radicada en Brooklyn; el ingeniero de sonido Marcelo Áñez, quien hoy en día se ha ganado ya tres premios Grammy, pero muchos años antes fue sonidista de la sala Ríos Reyna; y finalmente Luber Mujica, un video-artista también caraqueño que es parte de los sospechosos habituales.
Souki por supuesto que sueña y organiza el porvenir. Tiene una serie de proyectos que se han alineado para el final de este 2006 y el principio del que viene. “Creo que he tenido mucha suerte y le doy gracias a Dios por eso, lo que queda es continuar trabajando para completar la maestría y empezar a pensar en el futuro. Estoy tratando de dirigir al menos un espectáculo en Venezuela durante el venidero 2007”.

viernes, agosto 25, 2006

Un show con ángeles para los 30 del Altosf

Vimos en la noche del 1 de noviembre de 1976, en la Sala Rajatabla, al espectáculo teatral El señor y los pobres. Nuestra memoria se ha encargado de no dejarnos olvidar el buen rato físico y mental que constituyó ponderar aquel extraño trabajo artístico, especie de ceremonia litúrgica cristiana al estilo de las catacumbas romanas, el cual había sido logrado por unos desconocidos criollos y extranjeros, quienes la trajeron, desde Altos de Santa Fe, un poblado ubicado en las cercanías de Cumana.
Al frente de ellos estaba -y aún sigue ahí- Juan Carlos De Petre, para ese entonces un cuarentón argentino que se negó a escenificar las piezas teatrales convencionales, no quería hacer lo mismo que sus colegas y se opuso a trabajar con métodos carcomidos por el tiempo. Quería inventar algo. Y creemos que la persistencia en sus ideas y el trabajo inclemente han dado su fruto: 30 años más tarde tiene un estilo o una técnica original, por así denominarla, que lo distingue de los otros artistas, al mismo tiempo que ha formado actores y hasta seguidores de su método. No ha sido egoísta con sus discípulos y les ha dado la semilla para que aprendan a cultivarla y así logren difundir el producto en los años venideros. Él es un extraño anacoreta de las artes escénicas criollas que ha encontrado seguidores y hasta conseguido recursos porque algo de verdad o de sabiduría ha propalado, al tiempo que se ha dedicado a formar comediantes, pero antes de fomentar valores dentro de esas ánimas, no los ha dejado convertirse precisamente en maquinas para la diversión ajena. Es, por supuesto, un creador respetable entre los críticos y un sector de los teatreros.
PERIPLO Ese grupo, al que bautizaron Altosf, contracción del nombre de aquel poblado sucrense, para no olvidar sus orígenes y perpetuar así sus relaciones con la naturaleza y el mundo, se vino al Distrito Capital y fijó su sede en la Colonia Tovar, durante la década de los 80, para ahí sobrevivir con la agricultura y la ebanistería –artesanos y artistas unidos-, además de proseguir investigaciones teóricas y practicas sobre eso que ya iban perfilando como “teatro desconocido”. Pero siguió creando y desde entonces no se ha detenido y por eso tiene ahora toda una impresionante serie de montajes novedosos y por ende originales, que es una de sus características más resaltantes.
Porque el grupo Altosf no se ha preocupado en sus 30 años de labores de crear y exhibir un teatro bien hecho o mal hecho, nada de teatro de arte o teatro comercial, nada de teatro con rótulos. Simplemente ha logrado y mostrado un “teatro desconocido”, como desconocido es todo lo que brota de una auténtica experimentación o una búsqueda. Un teatro que persigue no sólo un final, sino más bien un camino, una huella o una senda para proseguir una marcha que solo culmina con el mutis final. Ya que sus espectáculos provocan, casi siempre, una reflexión sobre el sin sentido de la vida misma, que no es más que indagar sobre el origen y el destino del hombre y su única obligación: vivir y procurar dejar una huella para los que vienen atrás a proseguir en lo mismo.
TEORÍA Y PRÁCTICA ¿Eso que hace el grupo Altosf es jipismo o cristianismo primitivo o un singular sincretismo con las teorías orientalistas o una versión latinoamericana de la new age? No sabemos e invitamos a que otros lo identifiquen y le pongan etiquetas, pero siempre a partir de sus experimentos teatrales, de sus maneras de hacer las cosas dentro de sus técnicas o procedimientos, donde el trabajo interior del actor, como punto fundamental, es lo màs importante. Después viene lo exterior y la elaboración, colectiva, del borrador de un texto que será la guía del trabajo que se asuma, un texto no exento de poesía y hasta de fe.
Es, pues, Altosf una especie de comuna que predica desde el escenario y en estas semanas de julio y agosto de 2006 lo ha logrado con sendos espectáculos: Meridiano de Greenwich y Show. Uno de alto contenido metafísico y muy dentro de la onda cristiana o religiosa en general, y otro jugado hacia el trabajo actoral en un especie de vodevil grotesco.
Ana Emilia Lyon, Augusto Marcano y José Gregorio Magdaleno concibieron y montaron en la sede del Altofs –sotano1 del edificio San Martín de Parque Central- un juego, por así llamarlo, con una pareja angelical que baja a la Tierra para buscar a un hombre, un tal Leonardo con una conciencia diferente a la del común, un ser que a pesar de las derrotas y otras tantas frustraciones tiene todavía la esperanza de reiniciar su camino al día siguiente. La metáfora de los ángeles que descienden para salvar a los terrestres o darles buenas o malas noticias, tiene sus polivalentes lecturas religiosas, aunque se llame, cabalísticamente, Meridiano de Greenwich, el cual se desarrolla sin elementos escenografitos en una cámara oscura y con luces bien utilizadas y apuntalado con una especial música y efectos incidentales. La Sala Altofs resulta perfecta para esta práctica de investigación.
Lo mejor de este trabajo es la composición de los personajes, a cargo de Marcano y Lyon, apoyados en los consejos de Magdaleno. Habrá que verlos màs adelante en otros ejercicios escénicos y con la respectiva propuesta ideología del nuevo espectáculo, que ojala no sea tan metafísica.
Show es en apariencia un teatro básico, de ese que se consigue en cualquier ciudad de este convulso planeta, pero que se diferencia de todos ellos porque ahí sus comediantes no pretender agradar ni exhibir sus dotes hiperdesarrolladas tras especiales adiestramientos. No nada de eso. Buscan todo lo contrario y además pretenden conmocionar al público. Buscan incomodar al espectador, porque materializan a cómicos frustrados o decadentes o carentes de gracia y hasta de técnicas. Es como ver a un trapecista estrella que ni siquiera puede agarrar bien los arneses para sus acrobacias aéreas y termina estrellándose. Y eso, aunque pueda parecer patético, tiene su sentido. Para otros puede ser una burla a tanto teatro burgués que se vende y que lo único que pretende es impactar al público haciéndole creer que es “arte”.
Este Show, que se exhibe en la Sala Horacio Peterson del Ateneo de Caracas, se realiza en un espacio teatral que combina a unas 13 mesitas, con lamparitas y licor para unas 36 personas, y un mínimo escenario. Ahí participan, bajo la dirección de Juan Carlos De Petre: Daniela Pérez, Maruma Rodríguez, Leticia Dávila y José Luis Rosales, además de José Gutiérrez.
En síntesis: dos muestras del ya treintañero Altosf dirigidas a un auditorio que podrá aplaudirlas o repudiarlas, o encontrar en ellas cosas que nunca antes vio y por lo tanto hasta llegar a convertirse en un devoto o un fanático de esa organización cultural. No hay que olvidar que el teatro, sea como sea, requiere de una audiencia para que exista. Y eso lo saben muy bien en Altosf.

jueves, agosto 24, 2006

Chocrón, encantador de serpientes

Desde el 9 de marzo de 1959 el éxito lo acompaña. Romeo Costea (Braila, Rumania, 12 de enero de 1922) le montó su primera obra, Mónica y el florentino, en el Teatro de Bolsillo, que pertenecía al Instituto Cultural Venezolano Francés, el cual para ese entonces funcionaba en la avenida Buenos Aires, de Los Caobos, y desde aquella época no se ha detenido, aunque ya antes, en 1956, había publicado también su primera novela, Pasaje.
Ahora que su más reciente pieza, Los navegaos, recibe el reconocimiento del público y de la crítica, Isaac Chocrón (Maracay, 25 de septiembre de 1930), admite que cada vez le es más difícil escribir, bien sea teatro, novela o ensayo, las especialidades donde ha descollado y que le han permitido escenificar o publicar más de una treintena de textos, en los últimos 50 años. “Porque la suerte del éxito es que te estimula, pero lo difícil del éxito es que te exige. Te da confianza y te estimula a continuar, pero cada vez hay que ser más preciso, más lúcido, más cuidadoso del lenguaje, porque la maravilla y la tortura de escribir es que cada vez uno quiere escribir más limpio, más sin basuritas y sin gorduras. Una de las satisfacciones que se tiene como escritor es cómo la gente, el público o los lectores, le descubren a uno cosas que no se había dadocuenta. Para mí, son muy estimulantes los comentarios o las opiniones que uno recibe”.
Afirma que en el caso de Los navegaos ha sido unánime el aplauso, “además el público sale compungido por la historia de Juan y Brauni, felizmente encarnados por Javier Vidal y Juan Carlos Gardié, esa pareja que se han ido a una especie de isla, yo no digo que es Margarita, porque lo obvio no se nombra, para curarse de sus dolencias o esperar que les llegue la muerte, porque son gente mayor y ya tienen problemas de salud”.
Chocrón comenta que esa vida de retiro o de espera en que están Juan y Brauni, acompañados por la cachifa Luz (Annabelle Brun) se ve alterada por la visita de un muchacho mudo, Parole (Juan Carlos Alarcón), pero al final, cuando se marchan, mandan a cortar las trinitarias que supuestamente afectan una pared de la casa donde se han recluido. "Hay quienes se emocionan con todo eso del mudo y del corte de las trinitarias y hasta me han dicho que es una metáfora sobre lo que esta pasando en este país. Algunos dicen que la poda de las trinitarias es la reiteración de que ellos, Juan y Brauni, si se van, pero la vida llega o continúa con Parole. Yo sabía que iba a gustar el personaje del mudo, por lo novedoso, pero nunca esperé que fuese tan mágico como ha resultado. Nunca esperé que Parole gustase tanto”.
Confirma que Juan y Brauni están basados en personajes de la vida real y que ellos si son amantes desde hace muchas décadas. “Son mis amigos de toda una vida. Ellos se quedaron maravillados de verse en la escena teatral, lo cual además les ha servido para quererse mucho más, pues ahora evitan hacerse lo que vieron en la obra”.
Hay que recordar que Chocrón ha convertido, en muchas de sus obras anteriores, en personajes teatrales a sus amigos y familiares, pero cuando ellos están muertos les conserva sus nombres para que vivan eternamente, pero cuando aún viven les cambia sus nombres, como sucedió con Juan y Brauni, que son especies de seudónimos.
Él no se duerme en los laureles, pero tampoco tiene apuro en escribir y estrenar, como ocurre con la gente joven. ”No estoy apurado, pero si tengo por ahí algo que estoy haciendo, pero no revelo nada porque soy supersticioso en eso”
CLAVES Para los que quieran seguir el camino teatral de Chocrón, él les recuerda que el teatro es inmediatez. "Lo màs importante en el teatro, como en la vida, no es lo que uno dice, sino los tonos, los tonos con que se habla. Explica que los personajes teatrales si están bien escritos parecen vivos porque cada personaje tiene que hablar a su manera. Cuando escribo teatro o novela, uno se desdobla, se va desdoblando a la par de los personajes. A mi me importa más el cómo que el qué. Quizá por eso mucha gente dice que yo soy un encantador de serpientes: yo se cual tono usar para decir cada cosa. Eso lo aprendí en el teatro”, como se lo dijo en una entrevista a Stefanìa Mosca.
Él es de los que piensa que “uno tiene la responsabilidad civil de hacer lo que públicamente pueda por el lugar del mundo donde uno vive” Y con respecto al actual teatro venezolano, el cree que el secreto de su sobrevivencia y de su posible futuro éxito, es la juventud que hoy en día hace teatro sin que sea un estigma, como lo fue para nosotros. pero puntualiza que “si uno es honesto y digno ,la gente te respeta. La gente entiende que tu no eres ningún closet, ni nada de eso”.
Y para concluir nada mejor que el comentario de la escritora Victoria de Stefano: "el teatro no es solo texto y puesta en escena, es también e inevitablemente publico que se renueva constantemente. Su humor, sus exigencias, los cambios de su sensibilidad son los que se dan cita para la fidelidad o la posterior indiferencia o rechazo. En cuanto a la indiferencia o rechazo, éste no ha sido el caso de Chocrón, a su teatro nunca le han faltado fieles, viejos y nuevos, que acudan a la sala”.
Y ella, tiene razón: desde aquel montaje que le hizo Romeo Costea con su primogénita Mónica y el florentino, siempre ha tenido audiencia, cada vez más creciente y cada vez más exquisita.

lunes, agosto 21, 2006

¿Cuántas Fedras en el mundo han sido?

Desde hace 37 años somos testigos de una larga reyerta entre los miembros de la mínima familia de hacedores de teatro en Venezuela. Es una polémica que, al parecer, comenzó a finales de los años 50 del siglo pasado por ese huracán con faldas que era la argentina Juana Sujo, actriz culta que pretendió convertir a Caracas en urbe moderna en lo que a espectáculos teatrales se refería, quitándoles los sainetes criollos y los refritos de las comedias españolas a los pacientes capitalinos adocenados por la larga serie de dictaduras a que habían estado sometidos, para exhibirles los últimos éxitos de capitales modernas como Roma, París, Londres, Nueva York o Buenos Aires.
Hoy, como ayer, los unos fustigan a los otros porque hacen teatro comercial y los aludidos ni siquiera responden, al tiempo que estos prosiguen entregados a lo suyo, creando los espectáculos que les gusta o que les viene en gana y que el público, para el cual trabajan, les compra y les deja pingues ganancias, cosa que pareciera ser el verdadero objetivo de la disputa, una versión criolla del mítico toisón de oro. En esa lucha también estuvieron teatreros ilustres como Carlos Giménez, Horacio Peterson, José Ignacio Cabrujas, Fausto Verdial y paremos de contar, con la peculiaridad de que ellos, a veces se cambiaban de bando y las polémicas se hacían más intensas y hasta ilustradoras.
En fin, como es una lucha bizantina y hasta cainítica, creemos que lo mejor sería, ahora que este siglo amenaza convertirse en más salvaje o más cruel que el anterior, que los dos sectores en disputa deberían sentarse frente a una mesa, con unas cuantas botellas de vino de por medio o con unas cuantas jarras de café colombiano, para evitar excesos etílicos, y dedicarse a poner sobre el papel los motivos de las agrias disputas, en las cuales han consumido ya varias generaciones y nadie ha dado su brazo a torcer, pero en cambio si han ayudado o contribuido a disminuir la presencia del teatro como auténtica disciplina culturizadora como tal. ¡Recordamos aquí lo que cantó Oscar Wilde: ‘el hombre mata lo que más ama…’!
Con ese encuentro entre “los rivales eternos”, se podrían contar, amenamente, los unos a los otros, lo que no les gusta: como aquello de que se utilicen histriones de comprobado prestigio en la televisión y el cine, o sea con altos rating de sintonía, quienes, supuestamente, no son diestros sino meras caritas y cuerpecitos bonitos; y que además se utilicen comedias banales carentes de elevadas cimas de propuestas filosóficas, humanísticas, políticas, etcétera, etcétera. Los otros, que no son lerdos, sino que están bien informados y se han insertado celulares satelitales y demás aparatos cibernéticos, les recomendarían que naveguen más por la Internet para que se enteren de cuales son las tendencias mundiales en aquello del teatro de arte y el teatro comercial, quienes son los que pagan o financian tales actividades, cuales son los resultados medibles o cuantificables en números de espectadores y depósitos por las taquillas de las temporadas, y además que les pedirían ser menos intolerantes o menos talibanes, y que estuvieran más con los tiempos que se viven, salvo que pretendan imponer sistemas esclavistas, donde hay un esteta que decide los que todos deben hacer y lo que el pueblo, sin diferenciaciones posibles, deberán consumir, bien sea pagado o regalado.
LA LEY NECESARIA Si hubiese ese dialogo de gente inteligente y verdaderamente apasionada por el teatro sin adjetivos, podrían surgir soluciones sensatas, tales como un proyecto de ley que resguarde la actividad teatral vital para el desarrollo humanístico de una nación, tal como se hizo con el cine, y la cual haga énfasis en la educación sistemática de las nuevas generaciones de actores, autores y técnicos, así como los estímulos para la escritura de textos cónsonos con la realidad social y política de la nación o del continente, y por supuesto, apuntalar la construcción de salas y, como es lógico, contribuir a la producción de montajes de textos de autores consagrados y de piezas de jóvenes creadores.
En síntesis: Venezuela, con más de 400 años de historiografía teatral, carece de una ley que ayude o que procure recursos de diversa índole para la actividad teatral, que a su vez le permita al público un mayor abanico de posibilidades para degustar, que estimule a los investigadores de estéticas, tal como sucede en otras naciones, especialmente las europeas, o en la hermana Argentina. Hay que copiar siempre lo bueno y desechar lo que tenga tintes tiránicos, como es excluir al otro que “no hace lo que a mi me gusta” o “lo que yo no puedo hacer”.
¿ARTE O COMERCIO? Hemos hecho este introito, porque está en cartelera un espectáculo de teatro de arte, que no es comercial, según su versionista y director Costa Palamides. Ha llevado a escena, con su agrupación Teatrela, el texto Fedra del francés Jean Racine (1639-1699), quien, entre otras cosas escribía, para demostrar las ventajas o desventajas de la pasión entre los seres humanos, como le ocurrió a su heroína Fedra (encarnada ahora por Diana Volpe,) al enamorarse de Hipólito (Oswaldo Maccio), el hijo de su esposo Teseo (Ludwig Pineda), y de su “cobardía” al no asumir su amor “delictuoso” con lo cual llevó a la muerte a su hijastro que la rechazó.
Nos parece muy bien que se escenifique un texto con tanta historia a sus pies y con tantas lecciones humanísticas que puede aún transmitir algún estremecimiento a las audiencias del caraqueño siglo XXI, pero lo que no compartimos es el poco riesgo artístico que asumió el director-versionista, la poca audacia para abordar un texto con tantas lecciones morales que exigían mayor claridad, mayor fluidez para hacerlo verdaderamente útil, que obligaba incluso hasta un didactismo, cosa en Venezuela siempre hace falta.¡El teatrero es un educador, un maestro!
En fin, era peligroso montar a esta Fedra sin una ruptura del texto. Habría sido mejor ponerlo en prosa y dejar de lado el verso, no sólo para ayudar a los actores –con muy poca o ninguna experiencia en tales menesteres de tirar sus líneas en alejandrinos- sino para impedir el aburrimiento de los espectadores poco acostumbrados en escuchar teatro versificado. Además no hubo ninguna experimentación en la puesta en escena y el vestuario, algo que trajese esa crisis pasional de la protagonista a los tiempos actuales y la hiciera más detectable en la Caracas contemporánea, donde esos amores no solo son posibles sino frecuentes, sin que se pretende ser antimoralista, sino que al público no hay que alejarlo de su realidad, sino todo lo contrario, hacerle ver que esos personajes están al otro lado de su apartamento y que además no hay para que tomar decisiones tan rotundas, ya que las pasiones no tiene porque llevar a la muerte y generar tales catástrofes, que el amor, aunque no sea lo recomendable, no debe ir contra ciertos postulados sociales, salvo que se quiera estar en la línea amarilla de lo peligroso por el choque con el rival o el castigo de la ley.
Por supuesto que este espectáculo con un concepto y una realización de puesta en escena más contemporáneos y verdaderamente creativos, con atuendos menos museísticos, pensado no sólo en el lucimiento de los actores –vimos un ensayo general donde se desató una competencia de “furzios”(errores) - sino también en "el crítico de las mil cabezas" , como es el público, para el cual trabajan, habría sido más placentero por lo didáctico y además permitido un mayor acercamiento al personaje femenino y generar, incluso, una discusión en torno al drama de la mujer que no puede amar hasta más allá de lo permitido y que si lo hace se la lleva el demonio, cosa que no sucede con el hombre, pero eso ya seria otra obra, porque para Racine las mujeres no podían pensar ni tener pasiones, salvo que quisieran condenarse. Lo único que les estaba permitido era reproducirse y entregarse al marido dado por la iglesia.¡Misógino era el caballero!
Creemos que “un teatro de arte”, como este que ha pretendido Costa Palamides, debe generar siempre preguntas entre la audiencia, y no ese plúmbeo aburrimiento, porque nunca el teatro debe hacer cabecear al espectador, sino todo lo contrario: mantenerlo despierto en el cuerpo y en la mente.
¿Como habría sido este texto Fedra, montado por una productora de “espectáculos comerciales”? Estamos seguros que no cambiarían ni un alejandrino y utilizarían a los actores más populares -ayudados por un apuntador- con trajes de firma y exhibiéndose o modelando en un lujoso livingroom. Como es previsible, la taquilla reventaría, ya que estamos seguros que el público acudiría en masa, aunque después se burlaría de “los furores uterinos de esa vieja empeñada en echarle los perros al pavo”, pero muy difícilmente se compadecería de las pobres Fedras que en el mundo han sido.
¡Solamente un montaje altamente creativo puede reivindicar a las mujeres, en este caso Fedra!


Éxito con otra pareja gay que envejece

El éxito nunca se puede garantizar, a pesar de que es lo más anhelado por los artistas. No han patentado aún la formula mágica que asegure los sanos aplausos y las prósperas taquillas. Los teatreros trabajan anhelando que nunca se empañe la felicidad de poder mostrar un espectáculo. Pero cuando el público y la crítica festejan simultáneamente los óptimos resultados, a todos los involucrados en tal o cual montaje se les cambia la cara y se les acelera el pulso, porque han logrado ese objetivo para el cual trabajaron sin flaquear: hacer arte, contribuir a la catarsis de su colectivo y apuntalar a la empresa siguiente.
Todo eso se desprende de una conversación que mantuvimos con el director Michel Hausmann (25 años), feliz conductor de la pieza teatral Los navegaos, de Isaac Chocrón, la cual lleva casi tres meses de temporada en el “santo santorum” del teatro comercial -ese que se hace sin financiamiento del Estado- o sea en el Teatro Trasnocho, en el sótano del Centro Comercial El Paseo, de las Mercedes.
Hausmann admite que Los navegaos es la cuarta pieza que dirige, al igual que es la cuarta obra “fabricada”en Producciones Palo de Agua. “Si uno ve la ficha técnica de nuestra primera obra Tócala de nuevo, y la compara con Los navegaos va a encontrar muchos nombres en común. El tesoro más grande que tenemos en Palo de Agua es el fantástico grupo de profesionales que está a nuestro lado y creo que en Los navegaos logramos tener al ‘dream team’ completo: Edwin Erminy como diseñador de escenografía, Carolina Puig en el diseño de la iluminación, la incansable Eva Ivanyi con el vestuario y la música incidental de Salomón Lerner. El productor de la obra, como siempre, es mi amigo, socio y co-fundador de Palo de Agua, Yair Rosemberg. Y, por supuesto, actores de la talla de Javier Vidal, Juan Carlos Gardié, Juan Carlos Alarcón y Annabelle Brun”.
Para Hausmann, que viene de estudiar en Nueva York, su carrera como director de teatro empezó en el año 2004, con el estreno de Tócala de nuevo, (14 semanas en el Trasnocho y otras 6 mas en el Ateneo). Luego en abril del 2005 estrenó El favorito de Dios (13 semanas en el Trasnocho). En octubre de ese mismo año exhibieron El violinista sobre el tejado, una obra monumental en comparación con los trabajos anteriores que venían realizando, volvieron a hacer una temporada en abril del 2006, y todavía tienen ganas de seguir haciéndola, porque durante sus exhibiciones en el Aula Magna reventaron la taquilla ante la respuesta del público.
Confiesa que el texto de Los navegaos “me llegó a la bandeja de entrada de mi e-mail con el título ‘Regalo de cumpleaños anticipado’, dos días antes de mi cumpleaños, el 28 de julio de 2005. No me acuerdo qué otros regalos recibí ese año, pero este, proveniente de Isaac Chocrón, nuestro patriarca teatral, era extraordinario y mucho más después de lo que ha pasado con el espectáculo”.
Advierte que ya conocía el teatro y algunas de las novelas de Chocrón. “La verdad es que no he leido toda la obra de Isaac que representa medio siglo de incansable trabajo artístico. Pero cada cierto tiempo eligo otra pieza con la esperanza de terminar la colección chocroniana antes de que se acabe esta insólita década que estamos viviendo todos los venezolanos”.
Comenta que son muchos los temas recurrentes en la literatura de Isaac, tales como la pertenencia, la familia, la alienación, el amor y la amistad. “Pero no considero prudente hacer un mayor análisis de cada uno de ellos, porque otros más preparados han escrito miles de páginas al respecto y los ofendería con mi vago análisis. Tendré tiempo para profundizar,ya que yo recién comienzo”.
No obstante, advierte que muchas de esas tendencias o características del teatro chocroniano se presentan, como es obvio, en Los navegaos, su más reciente texto. “Sí, hay muchos elementos de sus obras previas, pero lo que más me llama la atención de esta obra es que ha sido escrita con la misma magra sencillez que su reciente novela, El Vergel. Ambas obras, una dramática y otra literaria, poseen una belleza que deriva de su forma tan pura de hablar de temas tan trascendentes. Hay varios aspectos de Los navegaos que me llamaron mucho la atención. En primer lugar esta el tema del envejecimiento de la pareja homosexual, Juan y Brauni, felizmente encarnados por Javier Vidal y Juan Carlos Gardié. Un tema que Isaac lo trata de manera latente, muy sutil. No está en la superficie de la obra, pero sí está presente todo el tiempo. Juan y Brauni tienen décadas viviendo como pareja y el amor o pasión que pudieron haber sentido en un momento se ha transformado a lo largo de los años en una amistad. Una pareja heterosexual después de 20 años de relación también pasaría por una metamorfosis parecida, pero de esa relación saldrán hijos y eventualmente nietos, y se crea un arraigo que va más allá de dos personas. Juan y Brauni no tienen hijos ni nietos, se tienen a ellos mismos, a una casa, una sirvienta y unas trinitarias que Chocrón utiliza como una genial metáfora teatral en la obra . Esas trinitarias son bellas, le dan vida a la casa, pero están tumbando el muro sobre el cual crecen. Juan y Brauni recuerdan sus viejos tiempos bebiendo y fumando, pero como están enfermos, les ocurre igual que a las trinitarias Lo que les da ‘vida’ es el mismo elemento que los trae mas cercano a la muerte”.
Para materializar a este texto, se propuso respetar dos elementos importantes de la obra: “en primer lugar la teatralidad con la que fue escrita, todo dentro de un naturalismo inglés. La otra fue la pureza con la que Isaac escribió la pieza. Mi trabajo fue preservar la elegancia de la obra y no entorpecer la pureza con la que fue escrita”.
El trabajo con los actores, según Hausmann, ha sido una de las experiencias más nutritivas o ricas. “Poder compartir con actores a quienes respeto y a quienes he visto sobre las tablas desde niño como Vidal y Gardié. Sumado a eso pude compartir con el increíble talento de las figuras más jóvenes de la obra, Alarcón y Brun. Los escuchaba mucho a todos ellos cuando estábamos trabajando. Hubo mucha retroalimentación durante los ensayos. Creo que ayudó mucho que todos estábamos muy claros sobre a dónde debería ir el montaje y todos sentíamos una profunda admiración por Isaac y nos sentíamos muy afortunados de poder ser nosotros quienes estrenábamos su más reciente obra. Estoy sumamente satisfecho con la obra y lo obtenido, y me encantaría en algún otro momento volver a trabajar con una obra de Isaac. Se aprende”.
Sobre las reacciones del público, comenta que han sido variadas. “Escucho muchos halagos para con los actores. La escenografía también ha recibido muchas flores. Creo que en general la gente sale muy contenta y aparentemente han comentado la obra con más personas, porque a tres meses de estrenada todavía cuenta con una alta asistencia. Eso, según me han dicho, no es frecuente, por lo que se deduce que es un éxito. Este es el teatro que me gustaría escenificar. En mi corta carrera como director he tenido mucha diversidad en los géneros que he trabajado. Esta obra en particular posee elementos de naturalidad muy parecidos a los que se encuentran en la estética del cine que es realmente el medio que yo estudié académicamente y esta pieza me hizo reflexionar sobre cuáles deben ser mis próximos proyectos. Por ahora quiero sentarme a escribir algo... Han pasado unos meses y todavía no lo he hecho... creo que es hora de hacerlo. Todo este trabajo y el público se combinaron para este éxito que es del teatro venezolano, más nada”.

jueves, agosto 17, 2006

Garcia Lorca, poeta mártir

Hace 70 años, España se desangraba en fratricida contienda. Una guerra civil por injustificables motivos escindía la historia de una nación que había imperado en Europa y América, pero que por la intolerancia de los bandos enfrentados se convirtió en cadalso de caínes y abeles.
Las consecuencias todavía atormentan a unos cuantos de sus protagonistas y desvelan a descendientes de víctimas y vencedores. Nadie quiere otra brecha igual. En la larga lista de ese millón de muertos que dejó como saldo, hay un nombre en especial que queremos evocar, porque, precisamente, el 18 de agosto de 1936 fue fusilado el poeta y dramaturgo Federico García Lorca, a los 38 años. Todo un artista de sólidos principios y no un soldado o un guerrillero de pacotilla, a quien los fascistas eliminaran, creyendo que así lo borrarían de la historia. ¡Jamás!
EVOCACION Según el intelectual estadounidense Jaime Manrique Ardila (Barranquilla, 1949), autor de una novela sobre Manuela Sáenz (La vida es como los ríos) y profesor de la Universidad de Columbia de Nueva York, afirma que la mejor forma de evocar a un escritor es siempre a través de su obra. “Federico García Lorca es uno de esos artistas de quien casi todo el mundo ha oído hablar pero al que, lamentablemente, muy pocas personas han leído a fondo. Su personalidad extravagante, además de la forma tan trágica como murió, desgraciadamente ha opacado sus verdaderos logros y su importancia como escritor de vanguardia. Algunos recuerdan más su sórdido final y no lo otro, lo que rompe el silencio de los tiempos, su obra”.
Sobre las razones o las sinrazones que tuvieron sus “enemigos” para matarlo, o “darle un poco de café”, Manrique Ardila dice que “Federico, por muchas declaraciones escandalosas que había hecho para defender al socialismo de la república española, y por haberse convertido en una ‘loca pública’, había despertado el odio de los conservadores y reaccionarios españoles. A mí me da la impresión de que estaba marcado y que sus enemigos querían deshacerse de él, a cualquier precio. Y así lo hicieron, pero su obra ha derrotado al tiempo, una victoria por encima de la muerte”.
POETA Y DRAMATURGO Comenta que en la obra literaria de Federico destaca, de tal manera, El poeta en Nueva York, que se le puede considerar como uno de los libros más influyentes de la poesía del siglo XX. “Por ejemplo, gran parte de los poetas Ginsberg, Corso y Ferlingheti, además de otros vates beats, no existirían si estos no hubiesen conocido y admirado a El poeta en Nueva York. Este poemario y los Sonetos del amor oscuro todavía pueden ser leídos con admiración en este proceloso siglo XXI. Pero el otro García Lorca, el folklórico es menos interesante. Sin embargo, la musicalidad y el colorido de su poesía tradicional influyeron la obra de poetas norteamericanos como Langston Hughes. Como dramaturgo, la trilogía compuesta por Yerma, Bodas de sangre y La casa de Bernarda Alba, fueron esenciales en el desarrollo del teatro de Tennessee Williams, especialmente en su forma para enfocar a los personajes femeninos. Para mí, La casa de Bernarda Alba es una obra maestra, perfecta en su estructura, arrolladora como una tragedia griega, y tan perspicaz acerca de la psicología femenina como las mejores obras de Ibsen y Strindberg. Sus dos obras de teatro surrealista, Así que pasen cinco años y El público se adelantaron al teatro del absurdo de Inoesco y Genet. Tal vez no sean sus obras mayores, pero sí se están entre las piezas teatrales más innovadoras del siglo XX".
Manifiesta que “la estadía de Federico en Nueva York, entre el 29 de junio de 1929 y el 4 de marzo de 1930, le fue muy importante en dos aspectos: lo liberó para siempre de los horrores de la homofobia que había encontrado en España, entre otros, de parte de su amigo Luis Buñuel, y le dio permiso para que empezara a escribir acerca de su sexualidad atormentada. También su estadía en Manhattan le permitió entrar en contacto directo con la modernidad de Nueva York, en esos años gloriosos del cine, el jazz, la cultura negra de Harlem y las obras de teatro que enfrentaban directamente a la sexualidad. Además, pudo vivir por primera vez en medio de una comunidad gay como la neoyorquina de esos años. Federico será otro en los seis años venideros, salió del closet, para decirlo en lenguaje contemporáneo y creció como hombre y como poeta. Creo también que él fue también un mártir gay, ya que aunque durante los últimos 25 o 30 años se ha hablado y se ha escrito sin tapujos sobre las homosexualidades masculinas y femeninas, las generaciones de los años 50 y 60, las que estuvieron al frente de la generación que luchó por la liberación sexual en Estados Unidos, desconocían en gran parte, con la excepción de Ginsberg, esa saga de su vida. Tal vez ahora lo podamos ver como un precursor".
POPULAR La obra poética de Federico, según Manrique Ardila, en Estados Unidos, es muy conocida y apreciada por las nuevas generaciones. “Sin embargo, no me parece que haya muchos escritores jóvenes tratando de escribir en las venas que él exploró”.
HOMOFOBIA ¿Quiénes mataron a García Lorca? El documental Lorca. El mar deja de moverse, de Emilio R. Barrachina, que se estrenará durante en septiembre, desvela que la muerte del célebre escritor “nació en el seno familiar”, puntualiza una información de Europa Press, del pasado 26 de julio. Ahí se afirma que Juan Luis Trescastros Medina, casado con una prima lejana del padre del poeta y dramaturgo de Fuentevaqueros, sería el autor material de su muerte, “Fue quien, después del asesinato, fue contando por ahí que le había metido dos balas en el culo por maricón”, dijo el hispanista Ian Gibson, uno de los historiadores que más profundamente ha investigado este episodio. Los orígenes del asesinato estarían fundamentados en las rencillas entre los García Rodríguez, los Roldán y los Alba, las grandes familias de caciques de la Vega de Granda que mantenían viejas rencillas, incluidas discusiones por repartos de tierras compradas a medias, a las que sumaron sus distintas tendencias y ambiciones políticas. O sea que un cóctel de odio, política y homofobia se habría conjugado en una tragedia de la que ahora se cumplen 70 años. El cineasta Barrachina dijo que se necesitaron dos años y medio de trabajos para realizar este filme, basado en las investigaciones de Gibson y en las recientes y desveladoras realizadas por Miguel Caballero y Pilar Góngora. En este documental están las palabras de 25 personas y las de Rafael Amargo, quien declara que a Lorca lo mataron sus primos. “El run, run popular de que los familiares eran los instigadores, ahora se confirma”, dice. El documental acredita que la homofobia “como componente político” es también “una de las causas de la muerte del poeta. Siempre se ha tratado de tapar su homosexualidad, incluso por parte de la izquierda, porque un mártir de izquierda no podía ser homosexual”, dice Barrachina.

miércoles, agosto 16, 2006

Tania,la coleccionista

José Ignacio Cabrujas y Fausto Verdial la catapultaron a la fama, le pusieron los textos adecuados para que ellas les diera vida y los convirtiera en personajes teatrales de antología. Acto cultural y El día que me quieras, Los hombros de América y ¡Qué me llamen loca! , son algunas de las piezas teatrales que desde los años 70 hicieron brillar, y no es exagerado el término, a Tania Sarabia (Caracas, 1947), la dilecta hija de Aura Sarabia, que era uno de los puntales del viejo Ateneo de Caracas. Con toda esta revisión histórica o recordatorio queremos enfatizar que no es desde una cajetilla de cigarrillos ni de una bolsa de arroz como emerge una actriz como ella, que antes de cualquier excusa debe existir un talento natural que recibe una oportunidad y de ese encuentro brota una comedianta única como ella, que llegó al teatro sin pretenderlo, que se hizo actriz al acudir de mirona a un ensayo y ahí quedarse, para siempre, pues era lo suyo, como lo ha manifestado ante los periodistas y demostrado, fehacientemente, ante su público, desde entonces.
Tania Sarabia, repartiéndose entre el cine y la televisión, porque tiene que vivir y el teatro no contribuye mucho con sus bolívares, aceptó darle vida a un personaje caro para Manuel Mendoza, quien, a la limón con Alejandro Aragón, escribió el texto La coleccionista, hecho teatro gracias a la diligencia del director Daniel Uribe Osío, y por la producción de Jorgita Rodríguez.
El origen de La coleccionista lo revela así Mendoza:"¿Quién no se ha tropezado alguna vez con un cuarto de los peroles o cachivaches? ¿O el cuarto de los juguetes? ¿O el "ex" cuarto de la señora de servicio que ahora es el otro cuarto de los peroles? Yo sólo no me he tropezado con un cuarto así, sino con una casa completa. Me he visto sumergido en ella, ahogado con tanto polvo, con tanto recuerdo inservible, con ese pasado que sólo nos saca una sonrisa suspirada pero por ningún lado nos arregla el presente. ¿Por qué mi mamá Tania Salazar no pudo ser una mujer normal y adaptarse a la moda del Fen shui? Todo lo contrario, ella prefirió los potes de compota, los zapatos de mi infancia, los cuadernos de primaria de mi hermana, el vestido de novia de mi prima y una lista interminable de objetos sin ningún valor económico o… ¿sentimental? Y ustedes se preguntarán: ¿por qué es así? Pues, no existen respuestas a las preguntas que fueron las mías hace un tiempo: ¿Manía? Tal vez ¿Enfermedad? Creo que no ¿Locura? A lo mejor ¿O sólo la nostalgia de una época que ya fue y a la que no regresaremos? Seguramente. Seguramente todas o ninguna de las anteriores. Ya ha pasado el tiempo, he crecido y, finalmente, me he dado por vencido. Mis compañeros de lucha: mi papá y mi hermana han tirado la toalla. Ahora solo nos queda divertirnos. Entender que esta experiencia familiar me ha servido de algo: escribir un nuevo espectáculo".
La coleccionista que concibió Mendoza es Violeta Rincón, una señora casada, que pasa de los 50 años, entregada, en gran parte de los 50 minutos que dura el show, a un estrujante monólogo desde la fría e inhóspita sala de un asilo para enfermos mentales, donde ha sido recluida por su familia. Ella fue obligada por las circunstancias sociales a convertirse en ama de casa y poco a poco se transformó en un ser que guarda todo lo que después puede encontrarle una utilidad, aunque sean objetos desechables o inservibles. Es un ser que guarda cuanta caja, periódico, trasto o frasco aparece en su círculo doméstico. Eso, dentro de su lógica, le crea no solo problemas de espacio para almacenar ese maremagnum de cosas en un apartamento de clase media, sino que poco a poco altera sus relaciones personales, y al final termina mal: abandonada y solitaria en un sanatorio para orates, mientras afuera la vida continua con otros seres que también se hacen coleccionistas, sin saberlo inicialmente, como único recurso para sentirse dueños o responsables de algo.
Como pieza teatral tiene una sólida estructura y utiliza a una actriz principal y a un actor o actriz soporte (César Betancourt, en la función que vimos) para unas cuantas tareas escénicas. Tania Sarabia saca fácilmente su personaje, gracias a sus dotes histriónicas, aunque podría darle mayores matices y jugar más con las anécdotas de sus personajes, pero optó por el camino más convencional, al parecer por un poco de cansancio físico.
La dirección es precisa para obtener tanto el tiempo y el ritmo escénicos, aunque Uribe Osío podría ser menos convencional, más audaz.
El público, femenino en un 90 por ciento, en la sala 1 del Celarg, aplaudió a rabiar a su actriz.
¡Y los monólogos o los unipersonales seguirán dando la pauta durante mucho tiempo!

Fedra contra el teatro comercial de Caracas

Costa Palamides, meritorio teatrero criollo, de orígen griego, utiliza la situación melodramática, para estos tiempos, de los amores prohibidos de una madrastra hacia su hijastro, como lo cantaron los poetas antiguos, y arremete -desde su óptica y su conocimiento- contra el actual estado de cosas del teatro vernáculo, en especial contra ell llamado "comercial". Y para ello , lleva a escena su versión del texto que Racine escribió sobre Fedra. Pero dejemos que ahora sea este artista quien exprese sus racionamientos, porque después el público pensará y dirá lo suyo, como tambien corresponderá a los críticos:
"El teatro venezolano de los últimos 50 años nunca ha llevado a escena la Fedra de Racine. Siendo la tragedia quizás más importante del clasicismo francés (con el perdón de Corneille) y uno de los grandes clásicos del teatro universal, Teatrela ha querido escoger, por fin montar esta pieza en su repertorio, donde se destacan otras piezas clásicas como El astrólogo fingido de Pedro Calderón de la Barca, (España), Los rústicos de Carlo Goldoni, (Italia), Gitanas, celestinas y hechiceras de Gil Vicente (Portugal) y Santa Plata o la riqueza de Aristófanes (Grecia). Por primera vez incorporamos pues una obra francesa a nuestro repertorio ligado a la idiosincrasia del ser latinoamericano. Una obra y un autor que además ha movido el interés de los grandes ensayistas literarios del siglo XX como Lucien Goldmann, Rolad Barthes y Jean Duvignaud".
- ¿Por qué Fedra hoy?
- Teatrela también ha sido exponente de la dramaturgia latinoamericana de los últimos tiempos: Jardín de pulpos de Arístides Vargas, Una vez más, por favor de Michel Tremblay y El ángel de la culpa de Marco Antonio de la Parra, entre otros. Con Fedra volvemos a lo que denominamos "clásicos latinos" en su mayor escala y retornamos a la tragedia después de diez años, cuando hicimos Bodas de Sangre de Federico García Lorca. Para nosotros es fundamental correr riesgos, enfrentarnos a nuevos retos y comprometernos con el teatro de arte, en un momento en que estamos entre el éxito fácil de teatro comercial con cartel televisivo y entre el teatro populista, dirigido por el estado, para sus efectos demagógicos. Permanecer ajenos y a contracorriente frente a esos nefastos tipos de teatro ha sido nuestro objetivo durante todos estos años. Los más importantes grupos de teatro del país han estado en este camino, llevando a los escenarios a Shakespeare, Cervantes, Moliere, Chejov, Eurípides, Beckett, Cabrujas, Yourcenar, Lorca, Belbel, para nombrar algunos autores, sin importarles la inmensa dificultad que existe para hacer teatro de arte en la época del pan, circo y magia de la cultura del estado y por otra parte la denigrante evasión con lenguaje televisivo del teatro comercial que intenta hacer teatro pseudointelectual con lecturas dramatizadas y cuentos de hadas revisitados. Manejar el teatro con criterios masivos y el monólogo fácil tipo stand-comedy es realmente friqueante. El teatro es mucho más que eso. Es búsqueda de nuevos lenguajes, es apertura a fronteras expresivas inexploradas, es encuentro con los grandes textos y las grandes escuelas de interpretación, es estrenar a nuestros autores, es hacer danzateatro con las mil y unas noches y con Sor Juana Inés de la Cruz y con Carlos Fuentes. ¿Entonces, por que no la Fedra de Racine, un manantial de palabra poética que habla sobre la pasión, el honor y la traición? Yo invito al público caraqueño a que se olvide por un rato de los festivales gratuitos bolivarianos y de las historias de sexo y perversión de los libretistas de televisión y asista a una noche diferente de teatro de arte.
-Pero a pesar de todo, Racine y Moliere competirán ahora en la cartelera del Ateneo de Caracas ¿Coincidencias?
-En primer lugar, el público caraqueño tiene la oportunidad única de ir al Ateneo de Caracas y ver un Moliere, con El enfermo imaginario, y un Racine, que para más colmo fueron al principio maestro y discípulo y después archienemigos de la escena. Una comedia y una tragedia de dos grandes autores que se amaron y odiaron. Creo es una maravillosa coincidencia, que nunca se ha visto en los escenarios caraqueños. Sabina Berman ha escrito una pieza maravillosa sobre la relación Moliere-Racine. En segundo lugar, Fedra ha sido inspiración de grandes autores universales. Una de las obras de Sarah Kane, el último grito de la escena inglesa, está basada en el argumento de Fedra. Desde Eurípides hasta la autora británica prematuramente fallecida, grandes autores (Séneca, Kleist, Unamuno, Espriú, entre otros) han tocado los que yo llamaría "la saga del laberinto" donde se unen las historias de Minos, Egeo,Teseo, Fedra, Ariadna y el Minotauro. Para muestra en Latinoamérica, autores de distintas épocas como Germán Luco Cruchaga (Chile), Sor Juana Inés de la Cruz, Xavier Villaurrutia y Emilio Carballido (México) Julio Cortázar (Argentina) y León Febres Cordero (Venezuela) han tratado con sagaz pluma esta saga mítica proveniente de la antigüedad griega.
- ¿Quienes son los integrantes del montaje de Fedra?
-La pieza está protagonizada por Diana Volpe, quien además de ser la última ganadora del Premio Municipal de Teatro 2005 a la mejor actriz por Una vez mas por favor y Trópico del Crimen, acaba de triunfar en los teatros de Londres y Manchester con la obra Night, Mother de Marsha Norman. Las críticas han sido espectaculares con la actriz venezolana y haría falta una reseña sobre este triunfo. Está escudada por Haydee Faverola, nada más y nada menos que la Liuba de El Jardín de los cerezos (Premio Municipal de Teatro 2003 a la mejor actriz) dirigida por Eduardo Gil. Teseo es interpretado por Ludwig Pineda quien viene de hacer el Agamenón de Cien pares de ojos, bajo la dirección emblemática de Diana Peñalver y en el 2002 interpretó a Taltibio y Menelao en Las Troyanas de Eurípides con la dirección del maestro griego Stavros Doufexis. Secunda firmemente la planta histriónica, la primera actriz Nirma Prieto (Medea, Las Troyanas, Los Rústicos, Lisístrata y Premio Municipal de Teatro 2004 a la mejor actriz secundaria por Jardín de pulpos. Oswaldo Maccio (actor de La Bacante y Orestes en Cien pares de ojos) y Migle González (Feroz, La muerte de Danton, y Galileo Galilei entre otras) completan un staff escénico comprometido con el teatro de arte, en los papeles de Hipólito y Aricia respectivamente. La planta artística está compuesta por Raquel Ríos en el vestuario, Oscar Salomón en la escenografía, Pantelis Palamides en los cantos originales, David Blanco en la iluminación, Rafael Bethancurt en el diseño gráfico, Coco Seijas en la producción artística, Juan Carlos Azuaje en la producción general y yo, en la adaptación y puesta en escena. La traducción al castellano es del gran autor argentino Manuel Mujica Láinez.
-¿Qué significa o qué se propone con ests Fedra?
-Fedra es una obra de resistencia, de reconstrucción de los laberintos de la palabra, de atrincheramiento frente a los subterfugios del poder, pero por sobre todo un mural de pasiones humanas, donde reina el deseo amoroso, que rompe los esquemas y obliga a los protagonistas a tomar decisiones equivocadas. Afrontan el sino trágico de sus existencias con vehemencia, tratando de no perder la dignidad y la cordura. Sin embargo los acontecimientos se precipitan implacables sobre ellos. Ella, Fedra, es el triunfo del instinto amoroso sobre la razón; esta última combate hasta el final para caer doblegada. Veo a los personajes a punto de caer o caídos tratando de reconstruir sus vidas frente a la execración, la traición o el destierro. Mientras el amor hiere por todos los costados, la razón sucumbe en un torbellino de poesía, de palabra hecha carne y sangre.

sábado, agosto 12, 2006

Un actor no se retira

El Premio Nacional de Teatro 2006, conquistado por “su dedicación y disciplina en la creación de personajes emblemáticos del teatro, unido a un espíritu y a una visión humanista”, según el jurado que integraron Nicolás Curiel, José Gabriel Núñez y Eduardo Gil, es un histórico y auténtico reconocimiento de la sociedad venezolana para los largos 50 años de excelente vida artística del actor Omar Gonzalo.
ORÍGENES En medio de la humana emoción por haber sido premiado, Omar Gonzalo cuenta que llegó al teatro por la poesía, porque cuando conoció a Romeo Costea lo presentaron como recitador, y como tal, lo invitó a participar en su primera incursión en el teatro venezolano (porque venía de una actividad teatral en Europa), Velada poética, el 1 de abril de 1955 y el 9 de junio de ese mismo año, al primer espectáculo propiamente teatral, El velo de preces del repertorio clásico japonés en el Centro Venezolano-Francés. “Me he considerado siempre como un privilegiado del teatro venezolano porque el día de mi debut estuvieron presentes Alberto de Paz y Mateos, Juana Sujo, y Horacio Peterson, quienes desde entonces me brindaron su apoyo y amistad. Fue fundamental haber conocido a Romeo Costea, no solo para mi debut en el teatro sino que durante 50 años hemos mantenido una amistad profesional excepcional y en este tiempo y con el grupo Compás he hecho 18 obras y giras por todas las cárceles, cuarteles y colegios (además de teatros) del país, y además participé en el primer Festival Panamericano de Teatro en México 1958. Todas esas obras de teatro iniciales se hicieron también para la televisión en vivo”.
Admite que su proceso formativo en lo teatral fue sobre las tablas, donde recibió la influencia de sus compañeros de escena. “Luego, como tenía buena dicción, que adquirí como recitador, y por mi propio interés en la materia, me hice profesor de dicción en las escuelas Juana Sujo y otros cursos de teatro que se daban en la época. En 1970 me fui a Francia y me aceptaron en la Escuela Superior Nacional de Teatro de Strasbourg, de donde salí diplomado tres años después. En total permanecí cuatro años en Europa recorriendo teatros, escuelas, talleres, festivales, etcétera. En actuación uno nunca sabe todo. Hay que partir de cero para cada personaje y tratar de olvidar el anterior para no ser contaminado por él. A mis 50 años de carrera, sigo en la búsqueda de la perfección de mi instrumento y del actor que quiero ser”.
OFICIO Ha trabajado en 131 espectáculos hasta ahora (como actor, director, asistente de dirección y versionista), y en 105 como actor solamente, entre ellos 14 monólogos, actividad que hace desde 1962.
Acepta que hay una epidemia de “monologuitis” que hace monótona la cartelera teatral, pero no cree que eso esté matando al teatro. Además, subraya, “el teatro venezolano registra como su primera obra conocida, hacia 1801, el monólogo Luis XVI de Domingo José Díaz, y durante ese mismo año se conoció a Vejamen en el grado doctoral de Salvador Delgado, también un monólogo, de José Antonio Montenegro. Esos monólogos, y perdona la reiteración, son anteriores a Venezuela consolada de Andrés Bello, que es considerada por la mayoría como el primer texto del teatro criollo. Y el primer actor del teatro occidental también se inició con monólogos, el griego Thespis. Yo, en este momento tengo ocho monólogos para presentarlos cuando me los soliciten, lo que significa que en mi memoria de actor andan más de 80.000 palabras”.
Opina que el teatro actual es mejor en cuanto a cantidad, pero no así en la calidad. “En mis inicios éramos menos, se hacía menos teatro evidentemente, pero lo hacíamos con pasión, amor y disciplina, que no veo en la actualidad. Debe ser, pienso yo, que en ese momento hacíamos el teatro desinteresadamente, porque pensábamos en él y en nosotros mismos, y ahora las nuevas generaciones piensan más en la televisión y en sus facilidades”.
Sí esta satisfecho por lo obtenido en 50 años de ejercicio profesional. Logró tres cosas sin proponérmelas: un debut excepcional registrado por la prensa nacional en su momento, estudiar en una academia europea, y recibir el Premio Nacional de Teatro. “Siempre queda mucho por hacer, proyectos que quedaron en gaveta. Por ejemplo, Jesús Gómez Obregón, cuando me vio actuar en México en 1958, le recomendó a Romeo y a mi mismo que hiciéramos [ITALICAS] Arlequín, servidor de dos patrones de Goldoni, Las trapacerías de Escapín de Moliere y Las bodas de Fígaro , obras que nunca hice”.
Él, como otros profesionales destacados no piensa en el retiro, porque “los actores no se retiran sino que nos retiran, por falta de trabajo, porque el público no nos soporta o por nuestras carencias físicas. En mi caso, por voluntad y fe, pienso todavía continuar”.
Y como prueba de su capacidad de trabajo, en noviembre próximo debe estrenar Yo, Satán, de Antonio Álamo. Para el 2007 tiene otro espectáculo unipersonal, Puro cuento y una obra sobre Segismund Freud. “Y por supuesto hay varias reposiciones de algunos de mis unipersonales”.
Expresa que, “milagrosamente”, ha vivido del teatro. “Claro, no sólo por actuar sino que en vez de hacer otra profesión paralela distinta al teatro, me he dedicado durante 34 años a la pedagogía teatral en escuelas de teatro, liceos y universidades”.
A las nuevas generaciones de actores les recomienda que comprueben en la práctica si realmente tienen vocación para el teatro, que es lo único que los sostendrá en las largas esperas de un papel a otro o de una toma a otra. “Para mí, las condiciones para hacer teatro no dependen de la inteligencia, hay muchos muy buenos actores brutos, ni de la cultura académica, porque hay actores incultos que han hecho grandes actuaciones. No depende de la belleza porque felizmente los feos también podemos actuar, ni depende de la simpatía personal, porque hay gente que en las fiestas son muy divertidos pero los subes al escenario y pierden el encanto. Se trata de algo misterioso que algunos llaman talento, ángel, duende o carisma, y eso no lo puede saber uno mismo, sino que alguien de afuera lo vea por uno”.
Omar Gonzalo define así su método de actuar o de atrapar a un personaje: “Soy ecléctico totalmente. Algunos roles los hago reflexivamente, otros intuitivamente, y en el mejor de los casos, mezclo intuición y reflexión. Pero lo más importante es la dedicación, disciplina....y la comprobada vocación”.
LA ARDIENTE OSCURIDAD “Nací en Mapararí, Distrito Federación (Capital Churuguara), estado Falcón. Soy, pues, de la sierra falconiana.Fue el 24 de diciembre de 1937, a las 11:30 de la noche. Según me contaron, mi mamá Eva María Saavedra se casó, en primeras nupcias, a los 14 años con Manuel López , mucho mayor que ella. Este Manuel ya tenía un hijo, Antonio José López, con otra mujer descendiente de los indios Ayamanes. llamada Verónica. Manuel López, tres o cuatro años después de casarse con Eva María, murió sin haber tenido hijos con ella. Al quedar viuda mi mamá, como había una pequeña hacienda de café de por medio, (entre los herederos Antonio José y mi mamá), mis abuelos maternos recomendaron que en vez de pelearse por la hacienda se casaran. Este matrimonio no funcionó muy bien, aunque nacieron en total cuatro hijos, porque papá era parrandero y jugador y se bebió en alcohol el café de la hacienda. Razón por la cual, a los cinco años yo tuve que salir a trabajar en una hacienda de tabaco. En total, viví mis primeros 9 años entre Santa Cruz de Bucaral, La Taza, La Sabana y Mapararí. Y por eso me llamo, pues, Omar Gonzalo López Saavedra. Salí de Mapararí porque no había posibilidades de estudio ni de un trabajo mejor remunerado, y mi mamá me llevó a casa de un familiar que tenía una pensión en Barquisimeto. Allí trabajé primeramente como muchacho de los mandados y vendedor de chucherías en los cines. Cuando aprendí a leer a los 11 años, y por influencia de Manuel Felipe López, quien era locutor y recitador, me hice a la vez recitador. Así empecé a tener contacto con el público. Estudié la primaria en Barquisimeto, viví solo durante tres años, conseguí trabajos mejor remunerados y en el año 52 vi la primera obra de teatro en mi vida, La ardiente oscuridad de Antonio Buero Vallejo, dirigida por Luis Peraza (Pepepito). Como me hice lector y en busca de mejores horizontes, me vine a Caracas a finales de 1952 y trabajé como librero”.

miércoles, agosto 09, 2006

El enfermo imaginario de Carmelo Castro

Lo conocimos durante una breve pasantía que realizamos en la Escuela de Arte Escénico Juana Sujo, durante los años 1977 y 1978. Él es Carmelo Castro (Caracas, 6 de diciembre de 1954), actor, director, dramaturgo, guionista de televisión y productor, además el cofundador, junto a José Manuel Ascensao, del grupo Thalía (18 de septiembre de 1982), importante agrupación de espectáculos para niños y persistente productora de montajes destinados a los adultos, siempre con intenciones didácticas, la cual a su vez ha sido cantera de comediantes. O sea que nuestro ex compañero de estudios sí logró caminar en la ruta de los 30 años de labores continúas y de perenne crecimiento o capacitación. ¡Tremenda tarea lograda!
Hacemos toda esta presentación porque al cabo de tantos años de conocer a Carmelo y de observar y evaluar su carrera profesional, nos ha sorprendido gratamente con un espectáculo donde se atreve a versionar y montar, con una estética màs contemporánea, El enfermo imaginario, la ultima obra de Moliere (Jean Baptiste Poquelin); precisamente la pieza que estrenó siete días antes de morir en escena, mientras encarnaba al protagonista Argán, el 17 de febrero de 1673, a los 52 años, en aquel París de reyes consagrados por la divinidad, esa ciudad-luz que germinaba una revolución que terminaría por cambiar a Europa e incendiar desde entonces a la colonial América.
Carmelo -cuyo tío abuelo era el general Cipriano Castro-no le ha sido fácil pergeñar su currículo. No se ha doblegado y sigue trabajando en pos de una obra o de un montaje que lo consagre, al mismo tiempo que ahora se sacrifica para obtener un pregrado en el Instituto Universitario de Teatro. Creemos que su mayor crecimiento artístico se cerca, especialmente ahora que ha decantado El enfermo imaginario y lo ha dejado en su esencia: una diatriba contra la manipulación descarada de aquellos médicos, inventores de enfermedades con tal de sacarle el dinero a sus ignorantes pacientes.
Como lo comenta el mismo Carmelo, en esta pieza, especie de testamento, Moliére expone más que en ninguna otra su posición ante la medicina de su tiempo a la que llegó a considerar y con toda razón, como una ciencia falsa, peligrosa y ridícula. Pero El enfermo imaginario es algo más que una diatriba contra los médicos, que aquí los utiliza más bien como un pretexto. Es una crítica a los que no aceptan la finitud de la vida, a lo que son capaces de pactar con el diablo para ser eternos y jovenes. Es, pues, una crítica feroz que Moliere hace a sus contemporáneos, desde el rey hasta el mas humilde siervo, pero es todavía una frasca metáfora para los que vivimos los actuales tiempos bolivarianos... con tantos inmortales juntos!
Hay que recordar que en El enfermo imaginario todo comienza en París, a finales del siglo XVII, en la residencia de Argán (Salomón Adames), que pretende desposar a su hija Angélica (Erika Medina) con Tomás (Luis Serrano), hijo de su médico, Diafoirus (Roberto Castro). Pero la muchacha está enamorada de Cleanto (Juan Carlos Martínez), amigo de su profesor de música, a quien suplanta. Angélica se lo presenta a su padre, y le revela que ha tenido un sueño en el que un caballero exactamente igual a Cleanto la sacaba de un apuro tras haberle pedido auxilio.
A Argán le cae en gracia el sustituto del profesor de música, y aprovecha para invitarle a que conozca a sus consuegros, los Diafoirus, pues el hijo de estos, el pedante Tomás, va a casarse con Angélica. Para amenizar la reunión, Cleanto inventa un entretenimiento para declararse mutuamente su amor. Argán se da cuenta y manda callar a Cleanto. A continuación insiste en que se acelere el matrimonio de Tomás con Angélica, y ante la resistencia de esta, la amenaza con encerrarla en un convento. Aquí aparece el lado hipocondríaco de Argán, que consulta con los Diafoirus, padre e hijo, sus malestares físicos, y acaba haciendo patente que si desea el matrimonio de Angélica con Tomás es para tener a los médicos metidos en casa. Por otro lado su segunda esposa, la madrastra Belisa (Flor Elena González) estimula al máximo las imaginarias dolencias de su marido, porque espera heredar lo antes posible su considerable fortuna.
Interviene Toñita (Norma Monasterios), la sirvienta, quien trama con el hermano de Argán, Beraldo (José Manuel Ascensao), otra treta para evitar el matrimonio de Angélica con Tomás. A los doctores Diafoirus y Purgón (Robert Castro) que diagnostican graves dolencias al aprensivo Argán, se une ahora otro doctor desconocido, que no es otro que Toñita disfrazada. Critica a Purgón. De vez en cuando Toñita, para evitar que Argán desconfié, cambia su disfraz por su vestimenta habitual. En un momento que es Toñita, le dice a su amo que se tumbe en su sofá y se haga el muerto, para que vea cual es la reacción de su mujer.
Belisa entra y al escuchar que su marido ha muerto, celebra y hace planes para apropiarse de ciertos papeles y una suma de dinero. Al oír esto, Argán revive y reniega ásperamente la reacción de su mujer. Toñita le pide repetir la experiencia con su hija Angélica. Esta se conduele sinceramente de la muerte de su padre, y llora. En ese momento entra Cleanto, quien lamenta no haber podido pedirle a Argán, cuando aun vivía, que le permitiera casarse con su hija. Este conmovido “resucita” de nuevo y abraza a su hija, quien, junto con Cleanto, se arrodilla a sus pies para suplicarle que consienta su matrimonio, a lo que responde Argán que lo consentirá siempre y cuando Cleanto se haga medico. Y está dispuesto a aceptar, pero Beraldo (Ascensao), el hermano de Argán, le convence de que es mejor que el enfermo se haga médico y así podrá cuidar de si mismo.
En síntesis, el argumento molieresco - resumido para subrayar ese estilo genial de una época- es exhaustivo no sólo para ser leído sino representado, pero he ahí la sapiencia de Carmelo al “podarlo” y “acelerar” las acciones físicas, para hacer menos aburrida la función ante el estresado publico caraqueño. Buen parte de este trabajo escénico, que debe llegar a unos 90 minutos, sin intermedio, se hace llevadero por el correcto trabajo actoral en general y por los lucimientos de profesionales como Adames y la Monasterios -ella se merece que le escriban un buen monólogo, porque está en su mejor momento-sin desechar las caracterizaciones de los jóvenes y los otros intérpretes ahí presentes. ¡Lograron un fino ambiente de sátira!
En esta producción, Carmelo ha “quemado” varios millones de bolívares para obtener un espectáculo además bien vestido y de impacto estético, pues se apuntaló en la tarea escenográfica - un inmenso módulo que hace de puerta o de muro o de simple adorno- de una súper profesional como Silvia Inés Vallejo, la misma que se cubrió de gloria al lado de Carlos Giménez, y en el preciosista trabajo de Altagracia Martínez para resolver los diseños del vestuario creado también por la Vallejo.
¿Por qué hemos sido tan extensos en esta reseña sobre el montaje de Camelo Castro? Por un puñado de razones: es todo un auténtico y aplomado trabajo profesional, como pocas veces hemos visto en Caracas, logrado gracias al sacrificio, el tesón y el estudio de una gente enamorada de su proyecto, como es el grupo Thalía, y porque además lo ha obtenido uno de nuestros compañeros de estudios, de aquellos ya lejanos años 70. Estas cosas no se deben silenciar jamás, porque es pretender ignorar que sí se ha levantado, un tanto en silencio, una generación de relevo, que sí asumió su rol y que a su vez está capacitando a otra nueva generación. El tiempo, pues no se ha perdido y la historia del teatro criollo avanza, con sus altibajos, pero ahí va. ¡Vendrán otros y otros... pero esto no se detiene jamás!

martes, agosto 01, 2006

El barrio sigue vivo y rumbeando

Bertold Brecht, Jean Baptiste Poquelin (Moliere) y William Shakespeare, para citar tres de los más emblemáticos dramaturgos universales hicieron numerosos trabajos teatrales de compromiso o solicitados por con los gobernantes de turno. Se dejaron de pruritos y halagaron el gusto o el disgusto de sus poderosos jerarcas o las instituciones que se habían impuesto, sin hacer jaculatorias, pero además manifestaron sus más sentidos respetos, porque creían en ellos, a los que detentaban el máximo poder, no eran traidores a sus consciencias. Hicieron arte porque se sobrepusieron a las veleidades humanas y buscaron dejar un decantado testimonio para los habitantes del futuro, usando auténticas metáforas de creación, y es por eso que ocupan lugares destacados en la historia cultural de la humanidad. Ellos sobreviven a sus períodos históricos signados por el poder totalitario de ideologías y de monarquías de origen divino.
Algo parecido podría ocurrir, guardando las distancias, con el venezolano Franklin Tovar, o los que lo imiten o superen, quien desde noviembre de 2004 ha estado exhibiendo, en la Sala Ríos Reyna del Teatro Teresa Carreño, su espectáculo A barrio vivo, el musical, el cual, como su título no deja dudas, es una colosal viñeta, con música, canciones, bailarines y actores, donde se exaltan, de habilidosa manera didáctica, los cambios socioeconómicos y culturales que han ido ocurriendo en la Republica Bolivariana de Venezuela, desde el 2 de febrero de 1999, cuando se emprendió un complejo camino de reformas sociales y políticas. Desde entonces muchas cosas han cambiado y otras están en trance de ser alcanzadas.
Recordamos eso, porque hemos visto, hasta ahora, tres versiones de A barrio vivo, el musical: en su estreno del 2004, después una reposición durante el 2005 y otra, ahora en este ultimo semestre del electoral 2006. Cuando hemos degustado esas tres versiones no nos queda duda alguna que se trata de un audaz show musical, ambientado en una barriada caraqueña, donde sus personajes aman, disfrutan, sufren y hasta luchan para superarse en lo personal, mientras que en lo colectivo desafían una grave amenaza: el desalojo de todos sus habitantes, con el derribe de sus casas incluido, porque invadieron, hace muchos años, esos terrenos pertenecientes a un particular.
Tovar se inspiró en hechos reales, como es la auténtica historia de una barriada en el oeste caraqueño que se salvó de ser desalojado porque, al final, el propietario de esas tierras optó por regalárselos o vendérselos simbólicamente. De esa historia, que alimentó las páginas en los periódicos, este polifacético artista sacó los ingredientes para su A barrio vivo, el musical donde colocó además el drama del borracho consuetudinario, el conflicto angustioso de algunos jóvenes que usan y trafican con los psicotrópicos y la delincuencia rampante, además de las peripecias de dos familias rivales, por necedades, cuando sus hijos se enamoran y terminan por huir de sus respectivos hogares.
Por supuesto que en ese A barrio vivo, el musical se alude a las misiones Robinson, Ribas y Barrio Adentro, pero no se las cita por su nombre, sino que se les ve en marcha, como son los prestos servicios médicos de los galenos cubanos o el malandrín que reconoce que está estudiando, etcétera. El autor-director eliminó lo enunciativo o propagandístico, y optò por teatralizar, porque de eso se trata, los logros. También se refiere a los programas de las asambleas populares con fines sociales y de mejoramiento del hábitat. La peripecia de los liceístas enamorados por encima de la rivalidad de sus familias, algo que recuerda a los musicales gringos West Side History o Romeo y Julieta, una situación que las telenovelas han manoseado hasta lo insaciable, tiene un final feliz: los viejos se reconcilian y los cachorros siguen amándose.
En síntesis A barrio vivo, el musical está muy inmerso en la actualidad sociopolítica venezolana, sin caer en el panfleto. Además está bien hecho en lo teatral, en lo musical y en lo coreográfico, las tres patas de un musical al estilo Broadway. ¡Y si por fuera poco: tiene humor y del bueno!
En el montaje, en lo musical, con la participación de la Orquesta Sinfónica Venezuela, comandada por el maestro Angelo Pagliuca, hay que subrayar que se interpretaron felizmente las partituras de las rumbosas creaciones populares del destacado compositor Alberto Vergara. Hay un buen trabajo en la dirección general del espectáculo por parte de Tovar, apoyado en las coreografías y en las aplomadas actuaciones de los veteranos José León y Dilia Waikarán; también se destacan: un lucimiento especial por parte Israel Moreno, como Teófilo, el peligroso pesimista a la venezolana;Verónica Arellano, como la chismosa Amparo y de José Gregorio Martínez con su malandro Willy, y muchos otros actores que estaban excluidos de los escenarios.
También, y eso es imposible olvidarlo, mejoró notablemente el cuerpo de baile y en general todo el entramado coreográfico. Esta tercera versión viene a ser la màs ajustada, las màs profesional que les hayamos ponderado, aunque siguen fallando los soportes tecnológicos, como son las pantallas para los videos que glosan las acciones teatrales. Hay, pues, una madurez del montaje, el cual debería estar màs fines de semana en la escena, especialmente en estos meses de vacaciones en Caracas...¡Y gratispara el soberano!
Ya lo habíamos escrito y ahora lo reiteramos: Franklin Tovar (Caracas, 9 de abril de 1952) debe hacer un espectáculo más amplio, donde aparezcan los otros sectores de la sociedad criolla. Así habrá realizado un extraordinario fresco sobre toda esta Nación de finales del siglo XX e inicios del siglo XXI. Tiene talento y ahora ha podido demostrarlo, pues en el Teatro Teresa Carreño creyeron en él y le dieron los recursos económicos para hacer su creación.