viernes, septiembre 08, 2006

Sin miedo a la muerte

Tete, o María Teresa Sánchez Fombona, buena moza o de buen ver, con 47 años, divorciada y madre de dos adolescentes, se prepara adecuadamente porque esa noche tendrá, lo más seguro, un encuentro íntimo con Juan Pedro, un arquitecto a quien conoce desde hace un tiempo. “Un hombre que no está mal, que se preocupa por mis hijos o del funcionamiento de mi carro”. Pero su mayor preocupación no es lo que pueda pasar entre ellos, particularmente en lo erótico, sino que ella se verá obligada, “antes de que pase lo que tiene que pesar”, a revelarle a él su secreto: hace ocho años fue sometida a una mastectomía para salvarla de un cáncer. Hasta ahora todos los chequeos posteriores le han reiterado que está sana y que no hay señales de una reaparición de la enfermedad. Está sana y puede que sea para siempre, pero ella ha perdido uno de sus senos y no sabe lo que eso pueda afectar a su enamorado.
Tete es el único personaje de la obra teatral Pechos de seda, escrita por Belén Santaella, que hace temporada en la Sala Experimental de la Casa de Rómulo Gallegos, de jueves a sábados, a las 8:00 pm, y los domingos a las 6:00 pm. Este monólogo, encarnado por la primera actriz Virginia Urdaneta, quien ha sido dirigida por el veterano teatrero Armando Göta, fue estrenado el año pasado en París, en el marco del Festival de Teatro Venezolano. En él le plantea al público, a lo largo de 65 minutos, una situación límite en la vida de Tete, un auténtico personaje que demuestra cómo el humor, la valentía y la esperanza constituyen, hasta ahora, las únicas herramientas fundamentales para sobrevivir a una situación tan difícil, como ha sido la de su cáncer mamario, y derrotar así al miedo ancestral que los seres humanos tenemos a la muerte.
Intérprete y personaje
Virginia Urdaneta, que es arquitecta egresada de la Universidad Simón Bolívar, donde además se encaminó por los meandros del teatro, azuzada por sus maestros Omar Gonzalo y Pedro Marthan, en el año 1977, cuenta que solamente trabajó dos años en su profesión y que después se dedicó de lleno a las artes escénicas. “He actuado innumerables veces en el cine, la televisión y el teatro. Si quisiera ingresar a la arquitectura tendría que estudiar de nuevo y aprehender todas esas técnicas con las computadoras. Es posible que lo haga algún día, porque quisiera trabajar haciendo escenografías. Por ahora estoy viviendo de la actuación teatral y con este monólogo llevo un año que no me bajo del escenario, a Dios gracias. Yo soy viuda y de mi esposo Anatole Goldberg me quedaron dos criaturitas: Erika, de 13, y Alan, de 10, por lo que tengo que trabajar para ellos y para mí”.
No niega que el tema y la argumentación de Pechos de seda son asuntos bien serios y calcados casi de muchos hechos de la vida real, pero gracias a su experiencia personal ha podido enfrentar a su personaje y hacerlo creíble desde la escena. “Acepté hacerlo porque está muy bien descrito o plasmado el mundo de nosotras las mujeres, y en especial todo lo que pasa o le ocurre a Tete: una divorciada que ha tenido que echarle pichón a todo, como la crianza de sus hijos y, por si fuera poco, afrontar el drama del cáncer al seno. Ella, pues, debe desafiar a la muerte, a ese miedo ancestral a lo desconocido de la muerte, ese pánico que tenemos todos los seres humanos, pero al cual hay que hacerle frente y derrotarlo, ya que es la única manera de salir adelante, porque si nos escondemos o nos deprimimos no hay terapia que nos ayude a recuperarnos. Ella, mi Tete, comienza a jugar con sus hijos y a soñar con verlos grandes, porque si se hunde no podrá superar su dramática situación”.
Una lección para todos
Tete, como lo cuenta Virginia, tiene su corazoncito y es por eso que acepta los amoríos, “muy castos además”, de Juan Pedro, “un arquitecto, bellísima persona, que puede ser una pareja seria. Ella ha evadido tener momentos íntimos con su novio, porque le da miedo contarle las peripecias de su enfermedad y además la pérdida de su seno. Pero como tiene que vivir bien su presente, ha optado por aceptarle una invitación y está dispuesta a todo, a todo, incluso hasta a contarle las incidencias de su cáncer. La obra, pues, transcurre entre los preparativos de Tete para ponerse bonita y muy perfumada para ese encuentro que será definitivo para su relación. Sí, porque ella tomó la decisión de decirlo todo, con la esperanza de que él la siga amando”.
La actriz admite que el espectáculo transcurre entre la risa y el llanto, pero su lenguaje es muy sincero y hay momentos en los que es conmovedor por su veracidad. “El público, y nos hemos presentado además en México, integrado por hombres y mujeres, se comporta con sinceridad, llora cuando tiene que llorar y ríe a mandíbula batiente cuando le llega su momento”.
Lamenta que Tete no haya sido más vista en los escenarios de Caracas, “pero es que hay muy pocas salas disponibles, unos verdaderos teatros donde se pueda organizar una temporada como Dios manda. Creo que esto es algo más que teatro, es una lección pedagógica de vida, una lección útil para mujeres y hombres, porque pueden llegar a vivir situaciones similares o presenciarlas en sus familias o en los hogares de sus familias”.
En esencia, reitera la conmovida actriz, Pechos de seda es la confrontación del personaje Tete con su realidad y al asumir su situación y aceptarla, logra su victoria sobre el miedo a la muerte. “Ella podrá seguir sola o acompañada, pero es dueña de su propio destino”.
Cancer
Pechos de seda
es un monólogo derivado de la experiencia de su autora, Belén Santaella, quien hace unos 11 años enfrentó un cáncer mamario, se sometió a la terapia y ha logrado sobrevivir, gracias a su fe, su tesón, a su sano sentido del humor y especialmente por el apoyo de su familia. La obra teatral está basada en su libro El seno luminoso, el cual fue publicado por El Nacional. “El cáncer fue el comienzo de la más bella transformación que hubiese esperado. Aprendí a disfrutar cada momento. Con él entendí que la humildad es un don, que los amigos son un regalo y que los hijos son los peldaños que nos hacen crecer y al final nos dan sombra para reposar”. Los recursos económicos recaudados por el espectáculo serán destinados a Fundaseno, una fundación sin ánimo de lucro.

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