Estuvimos ahí en la apertura de esa histórica muestra el suroeste caraqueño, presenciando como el teatro comercial, ese que se hace con artistas que tienen elevados ratings en la televisión y con aportes financieros privados, llega a una comunidad que tradicionalmente no visita las salas del este o que con recelo acude a las salas del Ateneo de Caracas. Vimos, pues, como lo hemos hecho desde hace 11 años, a Franklin Virgüez convertido en el travestido Susanita Pons y su urticante show en homenaje al legendario cantante ecuatoriano Julio Jaramillo.
A Jorgita le surgió esa idea de hacer una muestra con varios de los montajes que ella ha producido y exhibido en las tradicionales salas del circuito comercial caraqueño, para así romper con ese aislamiento que existe entre dos sectores importantes de Caracas, el suroeste y el este, y así demostrar que hay un sólo pueblo distribuido en diversos espacios geográficos, pero con los mismos gustos y exigencias, especialmente en cuanto a las manifestaciones de las artes escénicas, ya que la televisión tiene su innegable fuerza culturizadota y fijadora de gustos.
Esta Primera Muestra de Comedia, que arrancó el pasado viernes con Mister Juramento, de Néstor Caballero, con la desopilante interpretación de Virgüez, es un proyecto que pretende llevar, una vez al año pero todos los años, un grupo de montajes memorables producidos por Talento Femenino al Teatro San Martín. Eso permitirá que ahí se presenten monólogos y piezas tales como Locas, trasnochadas y melancólicas, de Indira Páez, con Lourdes Valera y Nohely Arteaga; La coleccionista, de Manuel Mendoza y Alejandro Aragón, con la participación de Tania Sarabia y Sheila Monterola; Pony, de Gustavo Ott, actuado por Verónica Arellano y Salomón Adames; Las aventuras de Don Quijote y Sancho Panza, de Humberto Orsini; Rosario Prieto, viuda de... escrita, dirigida y actuada por Rosario Prieto; El hombre chiste, de Carlos Sánchez Delgado, encarnado por César Bencid; Entiéndeme tú a mí, de Eloy Arenas, y la protagonización de Karl Hoffmann y Carlos Montilla, y ese estrujante monologo que Romano Rodríguez escribió para su hermana Ruddy sobre la saga de Joanel, mujer exitosa y llena de cualidades y virtudes, a quien el destino la pone en la compleja elección de qué hacer con el esperma de su marido, en un momento y trascendental de su vida.
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