lunes, abril 07, 2008

Venezuela fabrica el cine que se merece

Juan Carlos Lossada, presidente del Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (CNAC), analizó la situación de tan importante industria cultural y se mostró esperazandor con los logros de la gestión que él realiza actualmente.
—¿Tiene Venezuela el cine que se merece?
—Creo que estamos empezando a tener el cine que se merece el pueblo venezolano. Es decir, estamos empezando a producir más cine, más variedad y estamos obteniendo más aceptación por parte de la audiencia venezolana hacia sus propias películas. Creo que esas condiciones apuntan hacia un camino importante de búsqueda estética o artística, porque también habría que preguntarse: ¿Cuál es el cine qué se merecen los venezolanos? Me da la impresión de que la respuesta la debe dar nuestro público. Si me remito a las cifras que dejan las taquillas y otros controles, esos importantes datos nos señalan que, durante el 2006, unos 700 mil venezolanos fueron a las salas para ver las producciones nacionales, y que durante el 2007 esa cifra se duplicó, y que de acuerdo a las tendencias actuales estamos seguros de que durante este 2008 se puede duplicar esa audiencia que está viendo su cine nacional o criollo. Todo eso me reafirma la percepción que tengo de que, al menos, hay una mejor o mayor receptividad por parte de la audiencia con respecto a su cinematografía. Eso es un buen logro. Y es por eso que para este año esperamos exhibir o producir no menos de 40 películas con sello venezolano.
—El Estado venezolano está obligado por ley a dar apoyo financiero al desarrollo de la cinematografía. ¿Es suficiente ese presupuesto que le otorga por intermedio del CNAC y el cual está ahora por orden de los 50 millones de bolívares fuertes?
—Hay que aclarar que producir cine es muy costoso. En Hollywood una película está por el orden de los 200 millones de dólares, como mínimo. Una película de los productores independientes en Estados Unidos debe estar por el orden de los cuatro millones de dólares. Un largometraje en Europa, de factura moderada, debe costar tres millones de euros o cinco millones de dólares. En América Latina esos números varían de acuerdo al tamaño de la industria y la capacidad de producción en escala.
—¿Cuánto cuesta una película en Venezuela?
—En Venezuela estamos produciendo a un costo aproximado de tres millones de bolívares fuertes. En Ecuador y Perú es distinto porque sus costos están por el orden de los 500 mil dólares; y en el caso de Argentina vale no menos de los 800 mil dólares, pero en México las cifras son mayores.Enfatizó que actualmente en Venezuela “estamos empezando a cambiar una importante situación, tanto en lo social como en lo reivindicativo, ya que el mayor costo de las producciones está asociado, en este momento, al pago de rubros que hasta ahora se hacían, para decirlo en términos coloquiales, entre panas. Es decir, que nadie cobraba nada o cobraba muy poco, no se hacía con criterio industrialista o en progresión hacia la industria —porque el cine es arte e industria—, sino que se hacia como un acto de entrega absoluta, porque de lo contrario no se producía cine”.
Insistió en que la escalada de los costos del cine en Venezuela tiene mucho que ver con un proceso de sinceración social de pagos. “Y es porque ahora sí se le puede pagar a un camarógrafo, al guionista o al director de arte, ahora sí se le puede paga a profesionales que antes no cobraban por su trabajo”.
—¿Qué pasa con el alquiler de los equipos?
—Los costos por los alquileres de los equipos necesarios se cargan en los costos de producción y no superan el 2% o el 3% de los costos totales. Igual que los gastos del laboratorio que debe estar por debajo del 3%.
—¿Qué otros rubros elevan los presupuestos?
—Los otros rubros que elevan los costos tienen que ver con los gastos de alimentación, la transportación del personal artístico a las locaciones fundamentales para el rodaje, además del hospedaje cuando los rodajes se realizan en el interior del país. Y por otra parte están los costos asociados a los procesos de postproducción, porque se aplican algunas tecnologías que no se tienen en el país y eso conlleva al pago en divisas. Pero creo que estamos llegando a sincerar considerablemente los costos. Y por eso el directorio del CNAC fijo un costo promedio de tres millones de bolívares para un largometraje, lo cual no puede ser interpretado como un costo demasiado elevado, sino simplemente que se esta haciendo justicia en cuanto a los pagos que antes no se realizaban. Quiero decir con esto que empezamos a tener razones para pensar que en Venezuela podemos ir caminando hacia la consolidación de una industria propia que pueda generar sus propios flujos internos y que pueda derivar en un mayor desarrollo cinematográfico que favorecerá a todos.
—¿Las películas se hacen cien por cien en el país?
—Las cosas están cambiando, pues hasta unos dos años en Venezuela no era posible hacer transferencias de imagen. Es decir, si se hacían registros en video, que es lo que más se hace en estos tiempos, eso había que transferirlo al formato de cine y obligaba a que el Estado venezolano gastara inmensas cantidades de divisas en ese proceso de cambio de formato que se hacía en Europa, en Estados Unidos o en alguna nación latinoamericana, como Argentina o Chile. Pero los tiempos cambiaron y ahora se hacen en tres sitios de Venezuela. Uno es La Villa del Cine, donde hay un equipo de transferencia de altísima calidad; los otros son dos laboratorios privadas favorecidos por créditos blandos para la adquisición de esos instrumentos. Hay, pues, capacidad para servir al mercado venezolano y también a productores del resto del continente. Hemos avanzado.
—Román Chalbaud se queja porque las salas de exhibición o las pantallas son insuficientes e inadecuadas para exhibir el cine nacional, ya que el Estado no tiene circuitos propios para mostrarlo y debe recurrir o negociar con el sector privado. ¿Qué se hace desde el CNAC para solucionar o matizar esa compleja situación?
—La Ley del Cine le da competencia al CNAC para actuar en la supervisión de la calidad de servicio de las salas de cine. Es decir, no se abre un cinematógrafo en Venezuela sin la autorización del CNAC y, además, el CNAC tiene la atribución de cerrar aquellos establecimientos que no cumplan con las normativas técnicas o incumplan con el proceso de liquidación de los ingresos por taquilla que están destinados al apoyo del cine nacional. Y aquí debo recordar que durante la temporada del 2007 hubo tres películas venezolanas cuyos altos ingresos por taquilla fueron la consecuencia del millón de espectadores que lograron convocar.
—¿Un millón de espectadores cada una? ¿Cuáles películas?
—No, las tres sumaron ese millón de espectadores y eso es considerado un alto promedio. Fueron La abuela virgen, de Olegario Barrera; 13 segundos, de Freddy Fadel, y Puras joyitas, de César Oropeza. Y todo eso lo constatamos porque mantuvimos una supervisión constante de nuestros inspectores de sala, un equipo adiestrado que enviamos a revisar si se estaban cumpliendo los promedios de audiencia de las salas.
—¿Cuáles son los promedios en las salas donde se muestra el cine nacional?
—Debo recordar que hace tres años hicimos algo que nos parecía justo y que aún lo sostenemos y lo aplicamos, a pesar de que nos han amenazado con llevarnos ante los respectivos tribunales. Exigimos que toda película venezolana tenga derecho por ley ha permanecer por lo menos dos semanas en cartelera, así haya dos espectadores promedio en cada función o proyección. Tiene derecho a ser conocida por el público criollo durante dos semanas continuas, como mínimo. Y puede, incluso, llegar a permanecer una tercera semana siempre y cuando cumpla con ese “promedio”, el cual es una medida aritmética que resulta del rendimiento de las salas comerciales. Para nadie es un secreto que en Venezuela y en el resto del mundo el cine de Hollywood es avasallante y además viene empaquetado con una presentación global y una feroz promoción contra la cual todavía no podemos competir. Como eso, en términos comerciales, se llama dumping, entonces nosotros en el CNAC sostuvimos y sostenemos que una obra nacional es incapaz de poder competir en condiciones licitas y justas con ese promedio comercial. Fue por eso que sacamos una providencia administrativa de tal manera que una obra nacional solo tiene que cumplir el 60% de ese “promedio” para permanecer una tercera semana. Como consecuencia, el promedio de permanencia de una película criolla en pantalla en este momento es de ocho o nueve semanas. Antes sacaban a nuestro cine a las dos semanas de proyección, pero ahora su promedio se incrementó a ocho o nueve semanas. Lo cual es una cifra récord en America Latina, porque no lo han logrado ni los argentinos, ni los colombianos, ni tampoco los mexicanos.
Bastión criollo
Juan Carlos Lossada (1970), casado y padre de una bebita de un año, recuerda que el CNAC fue creado por el Estado venezolano por ley del año 1993, pero inició sus actividades el 1° de agosto de 1994, para ser el ente rector de la cinematografía nacional. Tiene una directiva integrada por siete directores: tres son designados por el sector privado y tres por el Gobierno; el séptimo es el presidente designado por el Poder Ejecutivo. Sus decisiones son colegiadas, pero siempre se busca el acuerdo final sin recurrir a la severidad de los estatutos. Entre sus atribuciones se encuentra la selección de la película que representará a Venezuela en premios internacionales como los Oscar o los Premios Goya de España. Con la reforma de Ley de Cine, en noviembre del 2005, pasó a encargarse del Registro de la Cinematografía Nacional, en el cual se lleva el control de las personas naturales y jurídicas relacionadas con el quehacer cinematográfico, así como producciones audiovisuales realizadas en Venezuela. El CNAC tiene entre sus proyectos especiales el nacimiento del Laboratorio del Cine y el Audiovisual, el cual realiza talleres de diversas áreas cinematográficas. Otro proyecto especial es la creación de Amazonia Films, una compañía de distribución cinematográfica que se encarga de exhibir películas producidas fuera del sistema de los grandes estudios de Hollywood. Lossada es también el presidente de la Plataforma de Cine y Audiovisuales del Ministerio del Poder Popular para la Cultura, que esta integrada, además del CNAC, por la Villa del Cine, Amazonia Films, la Cinemateca Nacional y el Centro Nacional del Disco.
Financiamiento para largometrajes
El CNAC ajustó el marcador de referencia para cuantificar el presupuesto promedio de obra cinematográfica nacional de largometraje, el cual ha sido llevado a tres millones de bolívares fuertes. Este valor en ningún caso significa que el costo de las películas se sitúa en ese monto, sino que es un sistema de referencia para la consideración de los proyectos y del otorgamiento de financiamientos. Con esto se busca hacer posible el otorgamiento de una mayor cantidad de recursos a los productores cinematográficos, lo que permite emprender la producción con mayor holgura y menores dificultades, además de sincerar los niveles de remuneración a los distintos talentos técnicos y artísticos que forman parte de una producción cinematográfica. Se aplicará para dos vertientes: la primera para los realizadores que ya tienen al menos un largometraje, quienes pueden aspirar hasta el 50% de este marcador (Bs. F. 1,5 millones). La otra vertiente es válida para los directores debutantes, quienes podrán obtener hasta el 100% del presupuesto de producción para su película.

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