jueves, agosto 06, 2009

Uneartes en escena


La necesidad imperiosa de crearla existía desde hace muchas décadas, pero en octubre de 2006 fue cuando la anunciaron y se logró su oficialización en 2008. Su debut fue precisamente con las graduaciones decembrinas de sus primeros licenciados. Había nacido, así la Universidad Nacional Experimental de las Artes (Uneartes), la cual en este 2009 es una realidad que anhela marcar un cambio en la formación cultural de Venezuela, por la fuerza de sus estudiantes, profesores y autoridades académicas.
Se le anuncia, y eso es realidad, como una nueva institución de educación superior, nacida o gestada por la integración del Instituto Universitario de Teatro, de Estudios Musicales, de Danza y el de Estudios Superiores de Artes Plásticas Armando Reverón, y estará bajo la tutela conjunta de los ministerios del Poder Popular para la Cultura y el de Educación Superior.
Las carreras y las materias que se ofrecen se mantendrán: Licenciatura en Música con menciones en Composición, Musicología, Educación Musical, Dirección Orquestal, Dirección Coral, Canto Lírico, Etnomusicología y Técnico Superior en Ejecución Instrumental. También Licenciatura en Teatro con menciones en Actuación, Diseño, Dirección Teatral, Dramaturgia, Gerencia y Producción Teatral, y Docencia; Licenciatura en Danza con menciones en Docente en Danza Contemporánea, Intérprete de Danza Contemporánea, Docente en Danza Clásica e Intérprete de Danza Clásica; Licenciatura en Artes Plásticas con menciones en Medios Mixtos, Pintura, Cerámica, Escultura y Artes Gráficas.
Por ahora cuenta con una sede –el edificio del Estado que el Ateneo de Caracas ocupó durante 26 años y del cual salió por fin del comodato- para el rectorado, oficinas administrativas y salones para los estudios de teatro y danza. Un elegante espacio dotado además de una sala de cine y tres salas adecuadas para espectáculos profesionales, semiprofesionales y estudiantiles, precisamente en la zona cultural caraqueña.
La definitiva puesta en marcha de Uneartes, en medio de una singular turbulencia mediática, constituye un punto culminante de las artes en Venezuela a lo largo de toda su historiografía. Esta aseveración, que se desprende después de un hermanado dialogo con el teatrero Ibrahim Guerra, pudiera resultar temeraria si se considera que en dicha saga el trabajo en materia musical, teatral dancística y plástica, además de otras que no citamos aquí, se han desarrollado sin que antes existiera una plataforma académica superior.
Los artistas venezolanos y los agregados han sustentado su obra tan solo en una mermada profesionalización carente de industria y de una tradición escolar que permitía el aprendizaje de oficios, solventada, a medias, por la que aportaban los institutos universitarios a partir de la capacitación investigativa. Venezuela, sin embargo, que cuenta con una rica diversidad cultural artística popular basada en las visiones, imaginerías, prácticas mágicas y religiosas y espiritualidades de las comunidades y culturas del pasado, ha carecido de auténticos centros de investigación que codifiquen y promuevan sus creaciones.

Las caras artes criollas
¿De donde, entonces, salieron sus autores?, le preguntamos a Guerra y este, que es un verdadero “pico de plata”, nos recuerda que la gran mayoría de ellos desarrollaron sus creaciones a partir de vocaciones que tuvieron que enfrentar a las convenciones, formulismos y simplismos de la educación tradicional, encontrando formación académica en otras latitudes. México le dio albergue, entre otros, a dos de nuestros más grandes pintores, Zapata y Rengifo, insuflándoseles a sus obras referencias plásticas, estéticas y hasta ideológicas. Otros, desde el más grande de los pintores figurativos de todos los tiempos en el país, Arturo Michelena, hasta el cinético más importante del mundo, Jesús Soto, canalizaron en Paris, y otros lugares de Europa, en diferentes épocas, sus búsquedas y sus intenciones.
Contamos en música con, tal vez, el genio mas asombroso de todos los tiempos en conducción orquestal, Gustavo Dudamel, de quien tampoco se podría decir que, a pesar de su origen, que lo dignifica, carece de formación académica. El sistema de orquestas infantiles y juveniles, aparte de permitir el desarrollo y aplicación vocacional musical, para que muchos niños y jóvenes encuentren salidas a sus necesidades educativas, aunque sus recintos y metodologías docentes se alejen radicalmente de los usados en la educación tradicional.
En el teatro, específicamente, cientos de venezolanos y venezolanas dieron sus primeros pasos al lado de maestros de la actuación, la dirección escénica y la dramaturgia contemporánea como el maestro mexicano Jesús Gómez Obregón, la argentina Juana Sujo, el español Alberto de Paz y Mateos, los chilenos Horacio Peterson y Lily Álvarez Sierra (con increíble descendencia criolla) y el persistente rumano Romeo Costea. Esta tradición y formas específicas de formación, más tarde, se vieron enaltecidas con la presencia del también argentino Carlos Giménez, de una fuerte formación y orientación universitaria, quien llegó a Caracas en 1969 con “El Juglar” y se quedó, hasta el Día del Juicio Final, legando una profunda huella.
Guerra insiste en que todos esos teatreros extranjeros, venezolanizados por la creación y la docencia, además del amor que recibieron y conjugaron, quienes fueron increíbles fuentes metodológicas y técnicas de inspiración y trabajos, además tuvieron en común el gran bagaje cultural que evidentemente les provenía de una visión superior, universitaria, docta, del arte. A través de los primeros se conocieron los dramaturgos escandinavos, ingleses, españoles y norteamericanos. Y no es que en Venezuela antes de la sorprendentemente coincidente llegada de esa diáspora de creadores, casi todos ellos en su panorama artístico fuesen primarios. No, ya existían intentos sumamente válidos de criollización de la comedia y el sainete español. Entre otros, entre otros, Rafael Guinand, Francisco Pimentel, y, más adelante, Aquiles Nazoa nadaron a sus anchas, solo que este criollismo, sin llegar a ser del todo primitivo, no contaban con las herramientas estructurales de la dramaturgia y la estética escénica que dominaba el mundo contemporáneo de sus respectivas épocas.
Más adelante desembarcaron las extraordinarias referencias de los festivales internacionales de teatro. Gracias a ellos, nuestros creadores pudieron enfrentarse a nuevas formas escénicas de ver y hacer teatro y, como es el caso de algunos artistas, se definieron rumbos y estéticas emergentes. El público entendía que este no era solo cuestión de bambalinas, diablas y telones de boca que subían y bajaban, sino que también era magia espacial trabajada y lograda a través de modernas posibilidades tecnológicas. Todo esto lo alejaba de lo primario y de lo ingenuo, para acercarlo lo más posible a la dignificación académica, y, además a la simplificación más absoluta de la esencia artística del teatro.

Cultura “académica”
Guerra insiste en que el arte no solo lo es por ser académico, antes de eso, debe también serlo, a partir de su esencia, y uso, popular. Aunque lo elitesco, valga de paso, también es popular, aunque, tal vez, no masivo. Solo que en dichas proposiciones inciden visiones elaboradas, tecnificadas y sumamente referenciadas de las estéticas y las estructuras que han movido a la humanidad a lo largo de todo su tránsito sobre el planeta.
Si bien es cierto que en dramaturgia, la producción y la dirección, muchos de sus diferentes realizadores no contaron con centros superiores de enseñanza, y han hecho y hacen arte, ellos tuvieron que invertir muchos esfuerzos para alcanzar sus respectivas depuraciones. Hay la creencia de estos procesos de búsquedas son necesarios, pero es que la universidad no los descarta, solo los acelera
La universidad, en este caso Uneartes, no excluye, ni excluirá jamás, al artista natural, espontáneo, autodidacta, carente de instrucción, que realiza su obra a partir de su propia conciencia, ajeno a cualquier influencia académica, ingenuo, como erróneamente se les llama, y hasta considera. Este seguirá describiendo a su manera la realidad que lo rodea con la intención sublime que solo el arte posee de entender esa realidad a través de su recreación.
El término autodidacta lo consideramos altamente peyorativo e ineficaz, pues no se trata de ingenuidad lo que bien podría ser pureza espiritual. A este artista por lo general se le coloca en un plano intermedio entre el arte altamente depurado generado por las grandes civilizaciones ancestrales (mayas, aztecas, incas, pemones, etruscos, griegos, etcétera) y los mas elaborados artistas escolásticos de épocas reseñadas, por haber convivido con ellas, por la historia, considerándose a estos artistas legítimos de origen, suponiendo, por un lado, a los ancestrales creados por generación espontánea y a los supuestamente ingenuos, como naturales, es decir, ilegítimos, equivalente en todas las culturas del mundo a bastardos. De allí el error terminológico, puntualiza Guerra.
En todo caso, aunque la Luna siga teniendo a sus cantores, tenga o no universidad, al ser humano ella le seguirá perturbando hasta el fin de sus días. El lobo se limita a aullarle y el género humano a cantarle. La referencia es necesaria, si no para tomarla de inspiración, si para crear y desarrollar nuevas opciones artísticas a partir de ella, metaforiza Guerra.

Expectativas

Uneartes, por nacional y por experimental, ofrece posibilidades estéticas y técnicas de formación ya decantadas por grandes maestros en calidad de profesores que han transitado diferentes caminos del arte a través de sus propios, y decantados códigos de creación, que, para ellos, han significado toda una vida de estudios y búsquedas personales.
Los planes de estudios y la conciencia estudiantil en esta nueva universidad es otra, distinta a la que convencionalmente mueve u ofrece cualquier otro claustro humanístico, o relacionado con la actividad y la investigación científica. Se trazó a partir de la existencia y necesidad del arte en el núcleo social en el que se desarrolla, vive y convive el estudiante. Se entiende en ella el arte como una actividad genética, natural, que parte del individuo y lo conecta con el mundo a través de su inmediatez social.
Pero mas allá de los encuadres, visiones y opciones que el arte ofrece, y, más aun, la educación que de el se desprende, no hay que olvidar que es distinto a todas las demás áreas del saber, porque es la que, por naturaleza, le pertenece al género humano, porque los perros saben sanar sus heridas con su propia saliva, o ladrar cuando los astros adquieren determinadas configuraciones, los animales, en general, tienen sus propias leyes de comportamiento y que saben como soportarse y respetarse a si mismos, ninguno de ellos se acerca a lo divino a través de lo que no son, de lo que imaginan que pudieran ser sus orígenes divinos, sus presentes sociales y afectivos, y, sobre todo, los futuros de su propia existencia.
Los animales se limitan a vivir y morir, y, si acaso, como los elefantes, a reencontrarse con los residuos de sus antepasados, pero el hombre y la mujer no entienden por que esas cosas ocurren, y tratan de explicarlas a través del arte. Por eso hay que aprenderlo en los mejores espacios inventados para su formación, los recintos universitarios.
¡El futuro se forja a partir de un estremecedor presente y un pretérito reposado, pero siempre habrá que tener en cuenta que nunca tantos dependerán de tan pocos y que la gran historia de las civilizaciones la escriben sus artistas!

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