jueves, abril 15, 2010

Pollesch más allá de Brecht

Tan mal no está el teatro caraqueño, aunque algunos lo tilden de “subdesarrollado” o “netamente banal y comercial”. Pretenden ignorar que, actualmente, dos dramaturgos alemanes, de diferentes generaciones, lanzan sus consejos revolucionarios por intermedio de sus obras, desde la Sala Rajatabla -¿ya pertenece a Unearte?-y la Sala Experimental del Celarg, respectivamente. Nos referimos a Bertold Brecht (Ausburgo, 1898/Berlín, 1956) y René Pollesch (Friedberg/Hessen, 1962).Predican: el más consagrado contra los horrores del capitalismo, donde los ciudadanos están condenados a morir sino tienen dinero; y el otro, vivo y escandalizador, explica como el capitalismo de una manera más sofisticada utiliza el sexo para manipular a los seres humanos y hacerlos consumidores hasta de sentimientos disfrazados de amor y otros afines.
Nos referimos, pues, a la versión libérrima de Auge y caída de la ciudad de Mahagonny (1927), lograda por el autor escénico o director Dairo Piñeres (Caracas, 1975), donde Brecht demuestra como todos los valores de la vida humana en una urbe capitalista son cuantificables en dinero o en oro, y, además reitera, gracias a las verdades de su humor, que sin ellos los seres humanos son menos que las cosas.
Mientras que Pollesch, con su Sexo (2001), propone, a partir del osado discurso de tres personajes “femeninos”, una reflexión sobre los problemas del individuo en el mundo de hoy. Además, “el texto es propicio para interrogar al público de manera directa y descarnada, acerca de los valores y condicionamientos que impone la cultura y sus dinámicas de poder”, como apunta el director Francisco Denis (Caracas, 1962),
Teatro de tesis
Pollesch, que visitó América Latina, especialmente Chile y Argentina para los montajes de varias de sus obras, como Sexo, explicó a la prensa del Cono Sur, que si en una obra se une sexualidad con dinero, seguramente no habría problemas, porque todos estarán de acuerdo, pero si relacionamos amor con dinero, veremos que “la sociedad no lo tolera, aunque si lo practica, abiertamente o de manera camuflada”. Y puntualiza que Sexo trata de unir justamente esos dos conceptos. Y se pregunta y se auto responde: ¿por qué no aceptar que el amor y el dinero mantienen unido a un matrimonio y que eso no significa que se destruya el amor?
Nosotros decimos, como espectadores: ¿por qué no formalizar esa realidad? Él, Pollesch insiste en que “el amor es enigmático, pero todo el mundo habla del amor como si supiera qué es. Quisiera que fuera todavía más misterioso y contradictorio. Un buen ejemplo de ligereza es la película Moulin Rouge, de Baz Luhrmann, donde Nicole Kidman interpreta a una prostituta cortejada por un poeta pobre y un empresario rico. Como es una historia convencional, la hetaira se queda con el vate, porque eso asegura el final feliz necesario para convencer al público que el dinero contamina el amor y así el productor pueda ganar millones”.
Se crean falsos paradigmas en la sociedad capitalista para explotar el sexo y el amor, o la pasión y las conductas sexuales hasta más no poder, afirmamos nosotros, ya que Pollesch reitera, no solo con sus declaraciones sino con lo que “enseña” su texto, que el actual modelo económico pretedermina a la mujer y al hombre de hoy, impone leyes o normas para “pautar” las vidas intimas de los seres humanos como si estuviese gerenciando un supermercado,”donde sexo y amor no son más que servicios negociables”.
Raro montaje
Francisco Denis es uno de los más extraños teatristas criollos. Su rareza consiste en que lleva, no menos de una década, haciendo un teatro contracorriente, una mezcla de circo de salón con teatro de texto. Eso gusta o disgusta, pero es imposible ignorarlo. Ahora se “fajó”, como criollo que es, y estudió a Pollesch para mostrarlo, después de haberlo consultado y trabajado con él en Alemania, con su desopilante montaje de Sexo.Una extenuante e hiperkinética ceremonia donde hay cine, televisión, teatro puro y hasta vodka en pico de botella, para demostrar así el estremecedor discurso de ese germano sobre las verdades y las mentiras del amor y el sexo en la sociedad capitalista, esas pulsiones físicas y psicológicas que mueven a todos los seres humanos y lo convierten en esclavos de quienes las manipulen.
Fue grato ver su doble performance, como puestista y actor travestido, porque demostró que es un magnifico comediante versátil y sólido director, capaz de provocar todas las emociones posibles entre el público, al tiempo que obliga a pensar o reflexionar sobre el amargo sabor del sexo convertido con mercancía, sobre ese cóctel de amor y hormonas que quita el seso y es capaz de enloquecer, tras haberlo materializado con unas relaciones sexuales amparadas o legalizadas por la comunidad, incluso a regañadientes.
El espectáculo, no mayor de 70 minutos, permite el lucimiento de todo su elenco, pero es ahí donde la colombiana Ana María Vallejo convence y advierte que no todo es sexo ni amor, que todos los seres humanos aún seguimos siendo undívagos, inescrutables e incomprensibles, cruzando siempre esa raya amarilla entre la cordura y la locura, dependiendo del tiempo y el espacio donde nos desplacemos. Es teatro para pensar y mirar más allá de lo que sucede en ese escenario bifrontal, especie de discoteca, set de televisión o ese supermercado donde se vive actualmente.
Ficha artística
Obra:Sexo. Autor: René Pollesch. Versionista y director: Francisco Denis. Escenografía: Gonzalo Denis y Teresa Mulet. Video: Beto Benites. Música: Leo Castillo, Miguel Denis y la cantante Janis Denis. Elenco: Ana María Vallejo, Talía Falconi y Francisco Denis. Asistencia y producción: Delbis Cardona para Río Teatro Caribe.







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