La parca, por
accidentes o enfermedades, o la temible hampa, se ha encargado de
acelerar algunos procesos de cambios que en otros países son más lentos y
menos traumáticos. Recordamos esto porque el tan esperado relevo teatral ya
comenzó.
Nuevos actores, directores
y dramaturgos se pelean los escasos escenarios caraqueños comerciales,
desatando, como es lógico, angustias y alegrías por los que se marchan o se
autojubilan y ante los nuevos, los que llegan o empiezan a consolidar
lo que han conquistado.
En fin, a la noria de la vida, que es
también la del progreso, no la detiene nadie y es ahora, precisamente, cuando el
director Vladimir Vera (Caracas, 1978) ha sido designado como flamante
director artístico del grupo Rajatabla, el cual preside el productor William
López.
Vera siempre nos llamó la atención porque es
una máquina de buen trabajo artístico, tal como lo revela en este dialogo que
aquí plasmamos, en ocasión de inaugurar la temporada 2013:
-¿Qué hizo para
estrenar dos piezas en la etapa inaugural de la temporada 2013?
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-¿Cómo
distribuye tiempo, vida y sentimientos entre los elencos de esas obras cuya
telón de fondo es la política, invento de los humanos para dominar y/o
manipular a sus congéneres?
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-Bueno, la
organización es vital para la realización del trabajo teatral. Y en relación al
tema político, creo que es necesario en determinados momentos recordar el
pasado y ver hacia otras fronteras, porque el ayer y la experiencia de los
otros se convierten en determinados momentos en cercanos espejos de nuestra
realidad. Aparte, tener el apoyo de dos productoras de primera línea como
Jorgita y Gladys hace que el trabajo sea más fácil de afrontar.
-¿Qué le dicen a
los venezolanos esas piezas?
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En relación a Los
taxistas... a veces es interesante repasar capítulos de nuestra
historia para entender nuestra realidad. Y Rock and roll… es
un paseo delicioso por los años de rebeldía de Europa (desde el 1968 hasta la desintegración
de la Unión Soviética), la cual nos habla de la caída de las
utopías y como la historia de Europa tiene fuertes puntos de conexión con la
realidad nacional. Hay un punto de conexión en ambas obras que va más allá de
lo político y es que el amor es lo que realmente nos mueve, nos hace libre, nos
da la fuerza para vivir; y ese amor (infinito, puro, eterno) está moviendo
constantemente a los protagonistas de ambas obras.
-¿Cree qué el
teatro sirve para algo en estos tiempos?
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-El teatro habla.
Y creo que en este momento es necesario hablar, gritar, generar posturas, crear
debates, incomodar... Ese es nuestra tarea obligatoria como creadores
-¿Cómo
encuentra al teatro caraqueño y qué se puede hacer?
- Luce polvoriento y vestido como una virgen
encorsetada. Hay intentos interesantes, sobretodo en creadores jóvenes, de romper los discursos impuestos por las
vacas sagradas y creo que poco a poco se está gestando un grupo que quiere
arriesgarse, a no irse por lo seguro y ensuciarse. La búsqueda, la
experimentación, el vértigo es la respuesta a esta crisis creativa. Países como
Argentina se nutrieron de la crisis para hacer un teatro de calidad. Creo que es la hora de
tratar de dialogar con el público en un idioma moderno, fuerte, pero ante todo
verdadero. Si el público escapa del teatro es por culpa de nosotros, los
creadores. Tenemos que reconquistarlos con el riesgo, sin dejarlos respirar. Lo
más importante: el teatro merece un estudio constante, no podemos solo mirar a
nuestros ombligos. Cuando nos alimentemos de las últimas tendencias, nuestro
teatro crecerá y volveremos al mapa mundial con creaciones de calidad.
“Caracas
puede y va a volver a tener un pulmón teatral. Existen personas que quieren
nuevos retos y público que espera por
ellos. La renovación teatral se está gestando
con nuevos creadores en espacios no convencionales y buscando la emancipación frente a las estéticas
caducas; de tal manera que no me extrañaría que en los años venideros nos
sentemos a hablar, y sea sobre un nuevo horizonte teatral sobre el que
divaguemos”.
-¿El
teatro copia a la vida o interpreta la vida?
-El
teatro es vida. Lo que pasa en escena debe ser real, más que la vida misma. No
creo en la actuación en escena. Trato de llevar a que los actores experimenten
la otredad al máximo para que puedan dejarse invadir por esos mundos invisibles
que detentan los personajes, dándole paso a que todo lo que veamos, sea verdad,
que lo que siente el actor no sea impuesto, sino un tránsito emocional.
Vladimir
Vera pide un poco de paciencia mientras estudia con William López la agenda de actividades
con el grupo o la fundación Rajatabla.
Que gran Director, el mejor de los exitos a Rajatabla!
ResponderBorrarQue gran Director, todo el exito para Rajatabla!
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