domingo, julio 08, 2007

Elvira la abandonada

No se requiere conocer con exactitud los cuatro dígitos de su fecha de nacimiento en El Tocuyo. ¿Para qué? Basta saber que invirtió cinco años en Londres y París aprendiendo lo mejor de las técnicas teatrales y que en 1970 “debutó” en La ópera de tres centavos de Bertold Brecht, memorable montaje de Herman Lejter, y prosiguió con Tío Vania de Antón Chejov, dirigida por su fraternal José Antonio Gutiérrez. Antes había trabajado con Horacio Peterson en Vidas privadas de Noel Coward, y durante los años 60, cuando estudiaba ingeniería en la UCV, fue la actriz favorita para los montajes de Nicolás Curiel y aquel Teatro Universitario que dejó huella. Desde entonces nunca jamás salió de la escena, aunque sí hizo de la televisión su segundo escenario y ahí creó personajes memorables de telenovelas irrepetibles, como Purificación Burgos en La dueña de José Ignacio Cabrujas (Caracas, 17 de julio de 1937/ Porlamar, 21 de octubre de 1995).
Ahora, cuando reconoce que tiene 37 años de matrimonio, “lavando mejor nuestra ropa”, con Iván Garmendia y procreando a Vanesa (33) e Iván (32), “pero aún sin nietos”, María Cristina Lozada disfruta de uno los personajes más hermosos y más difíciles del teatro venezolano: Elvira Ancizar de Galárraga o Elvira la abandonada. Especie de Bernarda Alba tropical que Cabrujas inventó para ese melodrama de mujeres, donde los hombres se destacan por sus partes femeninas, o sea El día que me quieras. Pieza que aún hace temporada en el Celarg, según el montaje del maestro argentino Juan Carlos Gené, donde Eulalia Siso, Héctor Manrique, Martha Estrada, Marisa Román, Basilio Álvarez, Juan Carlos Ogando e Iván Tamayo la acompañan.
Admite que Cabrujas siempre escribió para las mujeres y por eso sus féminas están llenas de una humanidad impresionante, pero ella siempre tuvo la sensación de que eran asexuadas, como lo es su Elvira, además de ser extremadamente inteligente. No les interesaba el sexo, aunque el virgo sí, como eran las mujeres de esa época que él quiso mostrar, lapso que no conoció, pero que él intentó reflejar. No hay felicidad conyugal posible y las mujeres de Cabrujas no son felices en el lecho, o al menos en El dia que me quieras, donde María Luisa Ancizar ve en Pío Miranda su último autobús y no se sabe hasta donde a ella le importa la revolución comunista, sino que ella ve al hombre que le va permitir no quedarse solterona ni para vestir santos. Y a la otra, Matilde Ancizar, o la futura, no tiene ninguna posibilidad dentro de ese claustro donde estas metidas, casi monjil, que es la casa pastoreña de los Ancizar. Ellas idealizan a Carlos Gardel, pero no por lo sexual, sino por ser una luz, una esperanza y como dice su personaje: para respirar un poquito de esperanza.
Cabrujas fue una especie de profeta, asegura María Cristina. Fue el marxista con El capital debajo del brazo, en su época, muchos tambien lo fueron, y cometieron muchos errores y muchas equivocaciones, pero con mucha verdad. Él nunca hubiese escrito El día que me quieras (1979) antes de la invasión a Checoslovaquia, en 1968, porque aquello significó la ruptura con un cúmulo de discursos aprendidos, memorizados, discursos traídos por los cabellos. Pero sino hubiera ocurrido esa invasión, él no hubiese creado a Pío Miranda. Porque la invasión a Checoslovaquia fue la que deslastró a la izquierda venezolana de ese romanticismo mal entendido. Cuando aquí vieron la apertura checa y después la entrada de los tanques rusos se acabó todo. De ahí salieron todos los creadores del MAS, por lo que Pío Miranda es un gran mea culpa, puntualiza la actriz.
La abandonada Elvira insiste en que el socialismo real es la manera perfecta de gobierno para un país y es mejor incluso que la democracia, pero lo que nunca convienen son los híbridos, como aquel nacionalsocialismo que provocó millones de muertos y una guerra mundial. El marxismo de la URSS no se hunde solamente por la entrada de los tanques a Praga, sino por otros muchos desatinos. Y recuerda que la actriz Lozada salió de la nación checoslovaca en la víspera de esa invasión. ¡Salvada por la campana!
Supersticiosa y mandona
Maria Cristina Lozada de Garmendia no es para nada como Elvira la abandonada, salvo que presta su voz y su cuerpo para esa heroína cabrujiana que deberá comandar hasta el final a los Ancizar o hasta que llegue la revolución comunista de 1947,como lo canta el poeta. En una ocasión, reconoció, ante el periodista Aquilino José Mata, que sí era supersticiosa, por lo que toca madera y hasta se persigna. Es equilibrada y reflexiva. Organizada y nada incoherente. Bastante mandona y además autoritaria. Advierte que no sabe guardar secretos, porque es muy cobarde con el dolor físico y apenas la amenazan con torturarla comienza a “cantarlo” todo, aunque no perdona la traición a un compañero o compañera. Garantiza que su vida es con mucho color, aunque le encantan las fotografías en blanco y negro. Reconoce que la violencia genera violencia, pero no sabe perdonar al terrorismo, del cual hay muchos tipos, y sugiere que la población venezolana debe esta atenta para combatirlo. Insiste en que adora la televisión, porque es lo inmediato, pero en el teatro repite y tiene la posibilidad de mejorarlo cada día de función, como lo hace en El dia que me quieras, desde el 2005.

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