jueves, febrero 28, 2008

Venezuela y Soto en un avión

Gustavo Ott (Caracas, 1963) no sólo representa con lujo a la nueva dramaturgia venezolana en el exterior (Tu ternura Molotov, en Washington), sino que también funge de director y ahora la exhibe. Y la prueba está en el caraqueño Teatro San Martín, donde con su grupo Textoteatro hace otra temporada con su pieza 120 vidas x minuto, la cual recibiera el Segundo Premio del Concurso Nacional de Creación Contemporánea y Dramaturgia Innovadora de 2006 del IAEM, en el 2007.
Ott combina en su pieza el día de la muerte del artista cinético Jesús Soto y, al mismo tiempo, el aciago accidente aéreo que, por falta de combustible, ocurrió en la Sierra de Perijá, Venezuela, donde perecieron 120 pasajeros. Ese avión, que paradójicamente cayó por falta de gasolina en esa inmensa cuenca de petróleo y energía, se convirtió en una metáfora fantástica donde el dramaturgo, utilizando unos acordes brecthianos, hace que sus personajes oscilen desde la esquizofrenia colectiva a las ideas del triunfalismo; de una generación amputada hacia el fin del afecto; de las rivalidades a las excusas y de los odios y la insensibilidad a la muerte del lenguaje. Es decir: un país en posición de desastre por una tragedia que, como en un cuadro de Soto, ya ha sucedido y que al tiempo, está por suceder. Y entre ellos, esta la voz del creador enseñando su arte y la trascendencia del mismo, tratando de rescatarlos a todos de la catástrofe.
Esto es importante recordarlo ahora, porque Jesús Soto falleció el 14 de enero de 2005 en París y el 16 de agosto de ese mismo año un avión colombiano se estrelló con sus 120 pasajeros en la sierra de Perijá. Esas noticias, reseñadas en un lapso de siete meses por la prensa, dieron carne, sangre e ideas para que Ott, periodista y autor exitoso, escribiera y estrenara su obra. No pretendió ser una copia de Bertold Brecht o de César Rengifo, ni un emulo de Miguel Mihura o Isaac Chocrón, pero de ellos captó sus habilidades para informar y propalar, además de mostrar, ideas desde la escena: pero el oficio para diseñar una crónica o un relato audiovisual lo aprendió en la escuela de comunicación social de la UCAB. La ñapa es un poco de “carpintería teatral”, como enseña el patriarca de la crítica José Monleón, pero ya él tiene sus propios aportes, esta dejando atrás la etapa de la reproducción de los modelos y se atreve a mostrar, tímidamente, sus creaciones, a pesar de la precariedad de los recursos técnicos, los cuales existen pero no están disponibles por factores económicos.
¿Cómo hizo la metáfora escénica de su texto a partir de esas informaciones que dieron dolorosos titulares? Como lo ha hecho durante las dos décadas de su carrera dramatúrgica: dando el preciso valor a las palabras, a la manera y la velocidad de cómo estas se emitan y buscando nuevas, aunque vetustas, maneras, de apoderarse de la escena con sus diestros actores. ¿Qué como lo hizo? Haciendo lo que los teatreros han ejecutado durante los últimos cuatro mil años: sin temor a equivocarse y esperando siempre que el público entienda todo o parte de lo que pretendió decir o que sea capaz de disfrutar con cosas que no están sobre el escenario. Esa es la magia del teatro del siglo XXI: echar bien un cuento, utilizando todos los recursos concretos y reales que existen, además de usar un el intelecto de los espectadores, agudizado por imágenes preñadas de significados que le llegan por la televisión y el cine. ¡Nunca jamás la humanidad tuvo semejante banquete visual!
¿Dónde está su creación ? Metió a todos los venezolanos en un avión, con sus torturas mentales y demás fantasías, y los puso a viajar con el fantasma del más creativo de los artistas plásticos del mundo, Soto, que deambula en esa aeronave, sentenciada a estrellarse, mientras lanza su sabia perorata sobre el arte y la no existencia de Dios desde que el hombre pudo razonar y crear. José Gabriel Núñez hizo algo parecido en 1966: metió a Venezuela en un estanque y la mostró conflictuada con el ser y el no el ser de la guerrilla y otras menudencias, como se detecta en su pieza Los peces del acuario.
No es una obra fácil esta que ahora Ott ha repuesto en ese importante espacio cultural del suroeste. Ahí no hay espectáculo grato ni fácil para los ojos sino para la mente de los espectadores lúcidos e informados, porque combina dos realidades sucedidas en escenarios diferentes, como el accidente aéreo y el fallecimiento del artista, y los hace viajar en una aeronave, que es la metáfora de un país que va hacia una hecatombe. Es un texto de advertencia sobre los riesgos de las posiciones extremas.
Reiteramos que no es fácil ni se digiere en la primera dentellada esta pieza. Tiene un subtexto político de advertencia sobre lo que pueda pasar al colectivo entero sino cambia y se asume como un país de la modernidad, además su discurso y su escenificación no juegan con esa realidad escénica tradicional. ¡El crítico de las mil cabezas materializara su opinión siempre y cuando acuda al Teatro San Martín, allá en el suroeste caraqueño!
Este montaje, que cuenta con los actores María Brito, Gonzalo Cubero, Luis Domingo González, David Villegas y Carolina Torres estará en cartelera hasta el 3 de marzo, por una serie de compromisos internacionales Se trata de uno de los espectáculos más vistos en ese espacio teatral, y además es una pulcra producción con la cual festejan sus primeros 15 años de labores.

martes, febrero 26, 2008

En Washington esperan más teatro venezolano

Terminó la temporada de cuatro semanas en Washington D.C. de la pieza teatral Tu ternura Molotov del venezolano Gustavo Ott con positivos resultados de público y de críticas especializadas, como lo declara Hugo Medrano, productor del espectáculo que se exhibió en el GALA Teatro Hispano, desde el pasado 31 de enero
Medrano comenta que no ha presentado hasta ahora tantas obras venezolanas como le hubiera gustado, “porque me gusta mucho el teatro de tu país, sobretodo el del gran trío: Rodolfo Santana, José Ignacio Cabrujas (hicimos Acto Cultural) e Isaac Chocrón (pusimos algo de él en los primeros tiempos) y, por supuesto, Ott, de quien, a lo largo de nuestra trayectoria hemos exhibido: Pavlov: 2 minutos antes del crimen, Nunca dije que era una niña buena, Divorciadas, evangélicas y vegetarianas, y ahora Tu ternura Molotov. Por cierto, salieron las críticas de The Washington Post y el City Paper, los más importantes periódicos, sin contar los blogs, y han sido buenísimas para Gustavo y la producción. Estoy supercontento”.
-¿Cuántos montajes hasta ahora?
-No podría decir la cantidad exacta ahora mismo, pero considerando que hemos mostrado como mínimo cuatro producciones (de GALA, no de artistas invitados, que son muchas más) por temporada, en 31 años da un total de 124, ¡Vaya, qué lindo número, no termina ni en cero ni en cinco, que suena a aniversario!
-¿Cómo escoge las piezas?
-El diseño de la temporada, la selección de piezas, ha sido siempre la parte más difícil de mi trabajo. Para ello tenemos en cuenta que debemos incluir la dramaturgos de diferentes países, propuestas variadas en cuanto a estilo o temática, un clásico y, desde luego, una creación original musical. Para todo esto, tenemos varios consejeros literarios que reciben y leen obras y luego aportan sus comentarios y sugerencias. Finalmente nos reunimos el productor asociado, director administrativo y de desarrollo y yo, y ahí cocinamos la temporada total.
-¿Cuál es la programación de este 2008?
-Después de Tu ternura Molotov presentamos un montaje mío, Bodas de sangre, de Federico García Lorca, con actores invitados de España; tenemos un musical Boleros & Blues: El legado de Lara; viene la presentación de La Bruja, fascinante artista latina del hip-hop underground de Nueva York y en diciembre realizamos nuestro Festival Anual de Flamenco Contemporáneo: Fuego Flamenco 4. Todo esto salpicado con las presentaciones del taller de jóvenes “Paso Nuevo” y las obras para niños de nuestro programa GALita, dedicado al teatro para los niños y los jovencitos, ya que hay que preparar el publico del mañana.
-¿Cuál ha sido la respuesta o la reacción del público a los 31 años de labores de Gala?
- Desde el principio la respuesta de los estadounidenses ha sido muy amplia. Hay en ella varios elementos como la solidaridad, la curiosidad, el interés intelectual, y sobretodo la necesidad de disfrutar de una expresión artística auténtica. Saben que en GALA, que no es otra cosa que Grupo de Artistas Latinoamericanos, no funcionamos con estereotipos. La visión de Latinoamérica que reflejan nuestros artistas no es la de Disneylandia o la de la Casablanca. La nuestra es una visión honesta, real, actualizada, auténtica. Y nuestro público de origen anglosajón lo sabe y por eso pueden apreciar obras de una Griselda Gambaro, un Marco Antonio de la Parra o un Gustavo Ott. Por el lado del apoyo financiero, tanto el auspicio oficial, de la ciudad y federal, como del ámbito privado y corporativo, ha sido muy bueno y espontáneo desde que comenzamos. Así son aquí las entidades de asistencia a las artes: si te apoyan la primera vez y ven que les cumples, que eres responsable y comprometido con lo que haces, te adoptan para siempre.
-¿Han captado público suficiente?
-Washington tiene una comunidad anglosajona bastante grande que habla español. Hay que tener en cuenta que, como capital del país, es sede de organismos internacionales y nacionales donde es necesario hablar castellano y cuyos funcionarios han vivido o tenido experiencias en diferentes países de Latinoamérica. Para ellos, nuestra cultura les es familiar y GALA les permite mantenerla fresca. Además, en los últimos años Washington ha experimentado un importante aumento de hispanoamericanos y de jóvenes profesionales, en particular. Muchos necesitan “cepillar” su castellano y GALA les ofrece esa oportunidad.
Con respecto al público latino, Medrano (nació en Argentina y salió en los años 60) explica que, desde nuestro “nacimiento hasta ahora ha variado. Y eso tiene que ver con los cambios de las comunidades inmigratorias a esta zona. En los 70 teníamos a refugiados políticos e intelectuales del cono Sur y podíamos presentar obras de cierto calibre y contenido, pero en los 80 y 90 llegaron las grandes olas de inmigrantes centroamericanos con otros tipo de necesidades y eso cambió el perfil de nuestra comunidad y, por ende, la composición de nuestro mensaje y la estructura artística y programática de nuestra organización. Por tal razón, hemos creado, por ejemplo, talleres de dramaturgia e interpretación para jóvenes de estudios secundarios que han resultado muy eficaces no sólo para canalizar el interés de los estudiantes hacia un quehacer artístico, sino también atraer a ellos y sus familiares a nuestras programaciones profesionales”.
-¿Ha pensado producir solamente piezas en inglés?
-No. Nunca presentamos ni presentaremos solamente obras en inglés. Ocurre que alguna de nuestras producciones o presentaciones de artistas invitados son inglés, pero ello se debe a que son artistas hispano-americanos, cuyo idioma primero y su proceso de creación es en inglés.

-¿Por qué se instala en Washington y cómo creó GALA?
-Bueno, a Washington llegué arrastrado por las fuerzas del amor. En esa época era muy apasionado. Ahora, casado y con tres hijos varones, estoy más calmado en ese aspecto. La pasión y los riesgos los dejó para mis proyectos y producciones con GALA. Llegué en 1971 y la relación se cortó a los seis meses, o algo así. No quise volver a Madrid; había abandonado precipitadamente a un grupo de teatro infantil y me sentía (y sigo sintiéndome) muy culpable. Así que me quedé aquí. Claro, el panorama no era muy halagüeño. Yo no hablaba una palabra de inglés. En ese tiempo Washington era una ciudad muy pueblerina. Los únicos teatros existentes eran el National, el Wagner, el Arena Stage, el Kennedy Center que se acababa de abrir, y unos pocos e incipientes teatros alternativos como el Theatre Lobby y el Back Alley. De teatro latino no había nada. Así que me tuve que remangar la camisa y ponerme a trabajar en esta gran aventura que se convirtió GALA.
-¿Contra qué luchó y quienes trabajaron en esa etapa inicial tan fundamental para llegar a donde está?
-Primero tuve que luchar contra el idioma. De modo que tuve que ponerme a estudiarlo a todo vapor; era la única manera de sobrevivir y llevar a cabo cualquier empresa. La segunda y más importante para mi concepto de un teatro latino en este país, era la aculturación de nuestro pueblo, de nuestra comunidad en Washington. En ese momento, Estados Unidos mantenían la premisa del melting pot, o sea una sociedad donde todas las culturas se asimilaran a la cultura dominante. Mi idea fue siempre la de un teatro auténticamente latino, en cuanto a su temática, su estructura, lenguaje artístico, estilo y formación actoral. Nuestras producciones son en español con traducción simultánea al inglés, y las que se presentan en inglés (porque son de autores hispanoamericanos que escriben originalmente en ese idioma) van con traducción simultánea al español.La mayor dificultad en los comienzos fue conseguir actores con alguna experiencia que se comprometieran a trabajar en esta enorme tarea. Poco a poco fui descubriendo actores o ex-actores, pintores, escritores, en fin, artistas escondidos en nuestra comunidad. Organicé talleres de teatro, y empezamos a ensayar y presentar obras que tuvieron una acogida increíble. Y así nació GALA, que son las siglas de “Grupo de Artistas Latinoamericanos”, en el año 1976. Mi esposa Rebecca era, y es, el motor administrativo y de desarrollo del grupo. Una mujer infatigable, pura dinamita, a quien adoro y con la cual llevo 34 chispeantes años de casado. Con la ayuda de mis suegros conseguimos una casa de tres pisos que adaptamos a una especie de teatro, café concert de 80 localidades que inmediatamente se convirtió en el foco cultural de la comunidad latina de la ciudad y donde se presentaron artistas no solamente de nuestra comunidad sino también importantes figuras del teatro y las letras latinoamericanas.
-¿Cómo llegó a tener un espacio como el Teatro Tivoli?
-Después de muchos años, muchos esfuerzos y mucha pasión.Durante mucho tiempo estuvimos de un lado al otro como gitanos, montado un espacio allí, reconstruyéndolo en otro lugar, y vuelta a montarlo en otro edificio. Pero a cada uno de ellos lo convertimos en un “must”, en la cita obligada del hispano amante de su cultura. Hasta que después de haber pagado nuestro “derecho de piso” nos comprometimos a construir nuestro propio y flamante espacio teatral , dentro del Tívoli, un legendario teatro de los años 20. Comenzamos una formidable campaña de recaudación de fondos que tomó más de dos años y colectó más de cuatro millones de dólares para la construcción de los que es ahora una acogedora sala de 300 localidades cuyo diseño recoge elementos arquitectónicos del antiguo teatro y los funde dentro de una construcción moderna.
-¿Han preparado una generación de relevo?
Estamos en el proceso. Cuesta mucho conseguir gente comprometida con el arte en esta ciudad, especialmente latinos, y específicamente actores. Afortunadamente la ciudad se ha desarrollado muchísimo a nivel cultural y cosmopolita. Además, su cercanía a Nueva York la hace más atractiva. Y ahora que estamos establecidos como unos de los teatros hispanos más importantes del país, y con la nueva visibilidad que nos da la nueva sala, es más fácil atraer artistas y administradores jóvenes. La gran lucha, sin embargo, continúa siendo el monstruo de la aculturación. Y eso toma su tiempo y preparación.
-¿Cómo se prepara para los próximos 30 años?
-Dispuestos al alcanzar nuestra meta de ser un auténtico y estimulante centro de creación artística latinoamericana a nivel nacional. Para ello estamos trabajando para crear redes de intercambio cultural con los organismos culturales de Latinoamérica y Estados Unidos y desarrollando puentes de apoyo financiero y desarrollo internacional.
- ¿De dónde viene Hugo Medrano, dónde estudio o dónde trabajo en Argentina? ¿Qué lo hizo emigrar y que lo lleva a Estados Unidos?
-Soy argentino y estudié teatro allí. Soy egresado de la Escuela de Teatro de La Plata, donde recibí una educación teatral integral muy solida: técnica de la improvisación, método Stanislawsky, técnica de la voz y canto, expresión corporal, historia del teatro; y además, maquillaje y nociones de escenografía, iluminación y vestuario.Los maestros de la escuela eran realmente de primera, venían de Buenos Aires a dictar sus clases a la capital de la provincia. Entre ellos podría citar al que más me formó, el querido Francisco Javier, y tambien Norberto Manzanos. De La Plata, pasé a Buenos Aires donde estuve haciendo teatro, café concert y espectáculos para niños, junto con algún que otro “bolo”en televisión y mi gran debut en el cine: una espectacular producción de la famosa novela Una excursión a los indios ranqueles, donde tuve la oportunidad de compartir la pantalla con las grandes estrellas del momento, Alfredo Alcón, Ignacio Quirós, Graciela Borges y otros tantos. Desgraciadamente la productora quebró y nunca se alcanzó a distribuir. Más adelante hice otras películas en Argentina, España y aquí en Estados Unidos; nada muy importante porque nunca me interesó mucho el campo de cine, o televisión (yo me considero un hombre de teatro, más bien), pero ésa con Alcón me quedó grabada para siempre porque tenía muchas escenas con él, que era mi ídolo (y lo sigue siendo). En 1965 fui seleccionado por Carlos Augusto Fernandez para integrar sus clases, pero solo pude aprovecharlas por tres meses ya que me salió una beca del Instituto de Cultura Hispánica para hacer estudios de teatro en Madrid. Así llegué a España donde viví por seis años. Allí estudié en el Teatro Estudio con William Layton y Miguel Narros, y luego con José Monleón y técnica de Grotowsky con Renzo Casali. También, y muy importante para mi preparación como director teatral, hice clases maestras con los grandes directores españoles José Osuna, José Tamayo y Adolfo Marsillach. En 1968 me embarqué en un romance que me llevó a atracar en Lima y allí, con un grupo de actores de gran entusiasmo, fundé el colectivo HADA que presentó algunos trabajos pero que por falta de dedicación no alcanzó a tener una larga vida. Hice unos pocos trabajos como actor en el Corral de Miraflores y en televisión y después de 9 meses volví a España, que ya me estaba ”tirando” mucho. Continué trabajando en Madrid y fuí co-fundador y miembro del grupo de teatro itinerante para niños Nuevo Teatro Infantil (NIT), con el cual recorrimos todo España con mucho éxito.

lunes, febrero 25, 2008

El drama de los machos solitarios

El histrión favorito de José Ignacio Cabrujas regresó 14 años después al escenario de la Sala Anna Julia Rojas para exaltar la utilidad del amor en el fiero combate contra la soledad por intermedio de sus piezas Todos los hombres son mortales, dijo Simone de Beauvoir y ¡....Las mujeres también! Pero Fausto Verdial ya no las dirige ni las actúa -falleció el 19 de octubre de 1996, tras haber nacido en Madrid el 11 de enero de 1933- y es ahora gracias al director y actor Héctor Manrique (Madrid, 14 de enero de 1963), que dichos espectáculos, producidos por Carolina Rincón para el Grupo Actoral 80 y el Grupo Teatral de Caracas, se exhiben en conjunto, pero en horarios diferentes, con la participación de los actores Juan Manuel Montesinos, Carlos Cruz, Héctor Manrique y Héctor Palma; y las actrices Fabiola Colmenares, Beatriz Valdés, Lourdes Valera y Marisa Román.
Verdial, quien tenía y no disfrazaba una sensibilidad especial para la escritura, por lo que se destacó además como libretista para la televisión, escribió otras dos obras teatrales, Los hombros de América y ¡Qué me llamen loca! y hasta se habla de una quinta que estaría desaparecida. Pero en las comedias que ahora se han repuesto hay que resaltar como el ausente logró plasmar el melodrama, en clave cómica, de cuatro generaciones de hombres y de mujeres en el día más crítico de la semana: el domingo, precisamente cuando sus rutinas existenciales giran en torno a las esperadas llamadas telefónicas de las mujeres y los hombres de quienes están enamorados o pretenden.
En Todos los hombres son mortales, dijo Simone de Beauvoir hay tres hombres maduros ( 50, 40 y 30 años) y uno más joven (sobre los 20), que comparten un apartamento. Tres han estado casados y ahora o están divorciados o separados legalmente. Uno de ellos está enamorado de una mujer tan joven que él le dobla la edad. Mientras que el otro es el eterno machista, que tiene una novia desesperada por casarse. Un fin de semana ella no aparece, lo cual le crea una sospecha que es verdadera, de que ella lo dejó definitivamente por un hombre más resuelto. El otro está separado de su esposa y se enteró que, en una visita que le hizo para ver a sus hijos en común, ella ha quedó embarazada, lo cual lo tiene muy afectado, pues debe volver al hogar que dejó. El más joven disfruta de una noviazgo sano y sueña con casarse en cualquier momento.
Y... ¡Las mujeres también! es un drama similar al de los hombres, donde cuatro mujeres exponen los mismos conflictos y ambicionan ser felices. Una cincuentona que sale con un muchacho menor que ella, otra es la supermujer que se las sabe todas y se devora a cuanto hombre elige y por otro lado está la separada que se dejó preñar de su ex marido. La más joven del grupo se burla de lo que les pasa a ellas e insiste en perseguir la felicidad en compañía de su novio, conciente de lo que puede ocurrir.
Profundo conocer de las conductas humanas, el autor Verdial exacerba las emociones y las necesidades afectivas y lo demuestra con esos patéticos personajes que intentan engañarse pero que al final caen rendidos y esperando que durante la semana próxima tengan mejor suerte o la situación les cambie dramáticamente, ya que la vida se les terminará cualquier día porque son mortales, y quieren al menos conocer y disfrutar la felicidad que deparan casi siempre los amores. Como comedias son perfectas y tienen mayor o menor impacto cuando los actores y las actrices están inspirados o tienen las posibilidades de improvisar o morcillear en función del contexto social actual o de sucesos cotidianos recientes. No pueden jamarse tomarse en serio las críticas situaciones que les toca encarnar, porque el espectáculo se tornaría en tragicomedia insoportable.
Para esta reposición de las obras de Verdial, el director Manrique quitó la coletilla del título de la primera pieza, dijo Simone de Beauvoir, no sabemos porque razón, ya que el autor se la puso porque leyó la novela Todos los hombres son mortales, de esa famosa filosofa existencialista (Francia, 1908-1986), donde ella plasma,entre otras cosas, su prédica sobre la imposible inmortalidad humana mediante una saga, ambientada en el año 1311, donde el príncipe de Carmona, Raymond Fosca, lleva a cabo o realiza un ambicioso proyecto político y resuelve, al mismo tiempo, sus problemas amorosos; pero ésta es también la historia de una desilusión, porque a través de sus viajes y de su participación en episodios rocambolescos, se tiene que enfrentar al único enemigo capaz de derrotar al hombre y a la humanidad: el tiempo, lo cual además le recuerda la no perennidad del genero humano. Y de ahí, Verdial tomó ese titulo para recordar que el tiempo pasa y que los seres humanos envejecen y se debilitan y se acercan más hacia la imparable muerte biológica. ¡Nadie escapa de ese destino y es tonto pretender evadirlo!
Hay que destacar que estos montajes se desarrollan en el livingroom de un apartamento que comparten los cuatro caballeros o en el salón de estar que utilizan cuatro damas. Y donde -esto es clave y caprichoso- nadie utiliza los modernos teléfonos celulares sino un clásico teléfono fijo, aunque sea inalámbrico, lo cual puede parecer anticuado pero ayuda a la tensión de las respectivas situaciones.
Por supuesto que estos ocho personajes no son populares y pertenecen a la golpeada y vituperada clase media venezolana, esa cuya meta principal es tener una familia formal y por lo menos una parejita de hijos, pero sus problemas no son económicos solamente, sino tambien las respectivas conductas, generadas a su vez por problemas culturales. Todos están condenados de antemano y solo medio se salvan los más jóvenes, por aquello de la falta de experiencia o por la ignorancia.Aunque,nos atrevemos,a sospechar que las mujeres tienen más fortaleza para superar tan amargas situaciones y buena parte de su sobrevivencia descansa en esa especial amistad que desarrollan con su acosado género.
El montaje ,que resulta placentero, obedece a las didascalias originales del dramaturgo, aunque Manrique le ha dado una mayor ritmo a las escenas y puso más énfasis en la dirección de los actores. En el elenco femenino falta una actriz de las características de Tania Sarabia, aunque las cómicas ahí presentes hacen sus roles con solvencia. Pero, sin lugar a dudas, el espectáculo más conmovedor es el masculino, porque es el auténtico melodrama de los solitarios o de los machos solitarios, como lo canta Cabrujas en su obra Acto cultural, pero ese es otro tema.

domingo, febrero 24, 2008

La música nueva de Eduardo Marturet

Eduardo Marturet es un venezolano que tiene sonidos propios para hacerse oír y brillar en los escenarios donde se coloque o sea invitado. No sólo tiene habilidades como director, compositor, percusionista y pianista. Piensa y formula sus ideas, ya que es un intelectual que difunde sus opiniones sobre el arte musical y el futuro del mismo. Y, por si fuera poco, lo enseña o lo predica. De ahí su valor e importancia para todos aquellos que se niegan a congelar y meter en museos a la música como arte creativa. Desde 1976 es creador y defensor de la nueva música y en eso está ahora, sin descuidar la otra, la tradicional.
Y como piensa e insiste que el arte musical no ha concluido y que éste debe seguir creciendo o desarrollándose con el paso del tiempo, sin descuidar a los músicos mismos y al público que la degusta o la rechaza, mientras trabaja en Florida como director de la Orquesta Sinfónica de Miami (MSO) -cargo que ocupará hasta el 2012, pero es seguro que le será renovado el contrato- adelanta toda una investigación teórica-práctica sobre la música nueva con ese gran laboratorio que es el Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela.
Aclara que es feliz con su desempeño en Miami, porque antes iba a esa urbe sólo de vacaciones, pero que ahora ha detenido la velocidad de los viajes y la ha tomado como sólida plataforma para su carrera profesional y su creatividad, doble actividad en la cual no se ha detenido en sus casi cuatro décadas como artista de la música. “Mi trabajo en Miami, gracias a una oferta deseada y lograda, me ha permitido una estabilidad a nivel de los viajes. Es un reconocimiento o un premio y la vez una tranquilidad para concretarme a una obra especifica, que se esta dando, porque es una ciudad que necesitaba una orquesta de nivel y por eso la estamos construyendo, ya que además de músicos y público, cuenta con un fantástico complejo teatral: el Art Performing Center. A mí me interesaba tener un trabajo más enfocado en la orquesta y se dio. Aquí tengo a la Sinfónica Simón Bolívar y en Estados Unidos estoy al frente de la MSO. Sigo viajando a otros sitios, pero menos, mi trabajo ahora es más reflexivo, ya con tantos años de carrera uno como que quiere ver la retrospectiva de cómo han ocurrido las cosas y reajustarlas”.
Insiste en que su labor en Miami ha sido como una bendición y eso le ha permitido revisar todo lo hecho y darle otro enfoque a su carrera musical y hacer trabajos de composición más maduros o mejor terminados, porque el problema de dirigir orquestas aquí o allá, es que uno nunca tiene el tiempo de hacer un trabajo profundo. En Miami estoy creando un repertorio y capacitando a una comunidad. A medida que incorporo repertorio clásico le meto cosas nuevas que antes no aceptaban escuchar y eso me ha dado satisfacciones. También esta el hecho en si de que la calidad de vida, por lo menos para mi caso, depende mucho de no viajar demasiado”.
Reitera que no está instalado de lleno en Miami, “una ciudad donde todo el mundo está corriendo de un lado para otro, por aquello de las distancias enormes que tienen que salvar sus habitantes entre sus trabajo y sus residencias. Sigo vinculado a Caracas por razones familiares y además tiene una energía impresionante, hay una energía vital, de la cual me nutro”.
Futuro mediato
Marturet, nacido hace 55 años en Caracas, explica que la música nueva es un proyecto educativo muy interesante que le he propuesto al maestro José Antonio Abreu, porque el éxito de las orquestas juveniles e infantiles necesita una especie de quinta pata, ya que a nivel de composición el mundo entero tiene un gran desfase con la música nueva. “No es que no haya suficientes compositores, lo que ocurre es que al público tradicional no le interesa la música nueva porque no se la hacen escuchar y a las orquestas tampoco les atrae la música nueva. En el fondo hay un gran desfase y es la primera vez en la historia de la música que no se escucha música de nuestro tiempo. Hasta el siglo XIX era inconcebible escuchar otra música que no fuera la de su presente, con mínimas excepciones. Pero en el siglo XX las orquestas no tienen en su agenda diaria la música nueva, porque no les interesa, no la entienden, siguen con los mismos instrumentos que vienen de siglos anteriores y no tienen nada que ver con los instrumentos que se usan ahora”.
Dice que en junio del 2007 hizo el primer proyecto piloto y fue extraordinario, se hizo un aula abierta y se exigieron elevados conceptos de composición. “Fue tan exitoso que incluso hasta el mismo Gustavo Dudamel le gustó. Ahora vamos a llevarlo a todo el país, antes de mostrarlo afuera. Con esos buscamos que una generación de músicos que tiene orquestas y que si están que preparadas para la música nueva y que además les gusta la música nueva. Dentro de 100 años la música será otra y ese será el aporte de Venezuela”.

jueves, febrero 21, 2008

Cabrujas se niega a desaparecer

Difícilmente las nuevas generaciones de dramaturgos venezolanos podrán escribir o copiar a José Ignacio Cabrujas, pero sí hay un amplio grupo de guionistas de televisión que aprendieron de su maestro y ahora así lo demuestran. Eso lo dice el escritor y crítico Alí Rondón, quien conversó sobre la vigencia de ese intelectual que Venezuela entera aún extraña, durante una especial conferencia que dictó en el Instituto Pedagógico de Caracas.
-¿A que se dedica ahora Ali E. Rondón?
Hace unos días dicté la conferencia Ars Poética de Cabrujas en TV en el Pedagógico de Caracas. Soy docente de postgrado en la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Católica Andrés Bello y la Academia de Artes y Ciencias del Cine y la TV. Recién concluí las reseñas de El código Da Vinci: la película de A. Goldsman, Historias fantásticas de S. King, Mandrake. La Biblia y el bastón de R. Fonseca, 1001 Libros que hay que leer antes de morir de P. Boxall y J.C. Mainer, El Capitán Alatriste de A. Pérez-Reverte, Azucena de noche de A. Puerta Marín, Así se escribe una telenovela de V. Álvarez, Olor a rosas invisibles de L. Restrepo, Latidos de humor de Rayma y La loca de la casa de R. Montero. Son una decena de ensayos breves para su publicación en revistas literarias arbitradas. Fue muy bueno haber consignado todo ese material. Así puedo dedicarle más tiempo a la relectura del manuscrito sobre telenovelas argentinas, brasileñas, colombianas, mexicanas y venezolanas que estoy terminando. Se trata de una investigación documental ambiciosa donde sigo muy de cerca esa amalgama de sueños y fantasía con que las historias latinoamericanas entretienen hoy al resto del mundo. Por otra parte, narro programas de TV —Biografía y Megadesastres— para Biography y The History Channel. Estoy en conversaciones con dos universidades del exterior para el ciclo de charlas “Las telenovelas: el nuevo señorío de la literatura de folletín”.
-¿Por qué recordar a Cabrujas ahora en 2008?
-Quizás por la misma razón que la Fundación para la Cultura Urbana organizó, durante el 2007, el seminario Cabrujas: las múltiples facetas y convocó a Yoyiana Ahumada, Isabel Palacios, Pablo Antillano, Manuel Bermúdez, Isaac Chocrón, Tulio Hernández, Rodolfo Izaguirre y Teodoro Petkoff. Digamos que a casi 12 años de la desaparición del dramaturgo, actor, director de teatro, ensayista, cronista, libretista de TV y guionista de cine, su voz aún resuena entre nosotros. Por eso ahora la Universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL) decidió editar un libro con las ponencias presentadas entre el 21 y 24 de enero, de este 2008, bajo los auspicios de la Subdirección de Investigación y Postgrado del Instituto Pedagógico. Inicialmente quisimos hacerlo el año pasado cuando Cabrujas habría cumplido 70 años, pero el clima político del país nos obligó a diferir la fecha.
-¿Qué fue lo que hizo Cabrujas?
-Si pensamos en su dramaturgia y le echamos un vistazo a Profundo (1971) notaremos que al excavar poniendo en peligro los cimientos de la casa, los personajes de esa pieza teatral adquieren la dimensión metafórica del país petrolero donde sus habitantes no asumen a la riqueza como resultado de un esfuerzo constante y decidido, sino como un golpe de suerte. Todo cambiará el día que encontremos la botija llena de oro y las morocotas enterradas por la huida precipitada de algún español en tiempos de la Independencia, como diría Rodolfo Izaguirre. Si pensamos en su cine allí está El rebaño de los ángeles (1979), basada en la pieza homónima de Román Chalbaud donde el país es visto como campamento provisional de refugiados, los liceos son “fábricas de demoras” y las aulas “ámbito de resignaciones”. En dos platos: hay un insalvable abismo entre la rigidez moral de los maestros que nada tiene que ver con la insatisfecha y difícil vida de sus estudiantes. ¿Qué tan lejos puede llegar un país en el que sus educadores se vuelvan disco rayado, repetidores del caletre memorizado que no oyen al alumnado? Ese ejercicio patético de ecolalia, de locuacidad incontinente, de monólogo aburrido e interminable es otra de las tantas reflexiones ácidas que Cabrujas dejaba en boca de sus personajes. Ahí tienes a Pío Miranda en El día que me quieras (1978), un resentido social totalmente alucinado que sueña con el glorioso día en que la bandera roja de la hoz y el martillo se exhiba sobre la cúpula del capitolio. En su desvarío ese guiñapo de hombre lleva años cortejando a María Luisa Ancízar, hermana menor de Elvira quien —con mucha razón— odia a ese parásito hablador de paja que debate, arguye, cuenta, pero en la práctica es un cero a la izquierda. Quiere arreglar el mundo, se desvela por el bien colectivo, pero su vida a nivel individual inspira lástima, tristeza, fracaso. ¡Quién sabe si hasta buena parte de insomnio y onanismo! Vive con un pie aquí y otro en Rusia; ésa es su noción del paraíso. ¡De ese tamaño es su delirio! Alertarnos sobre semejantes revolucionarios fue lo que hizo Cabrujas. Advertirnos sobre esos fraudes que de llegar al gobierno se vuelven calamidad.
-¿Cómo se puede explicar lo que hizo Cabrujas?
-Cuando uno lee un texto como El país según Cabrujas -recopilación de sus ensayos publicados en los matutinos El Nacional y El Diario de Caracas e inexplicablemente no reeditada hasta hoy por el sello Monte Ávila- se puede demostrar de manera impecable algo de lo que logró Cabrujas a nivel periodístico. Expuso en columnas dominicales las grandes tribulaciones del venezolano de a pie. Tocaba sin recato alguno, los tópicos que nadie más se atrevía a dilucidar en la prensa escrita venezolana: El caso Lamaletto, la famosa lista de Piñerúa, una estatua al primer corrupto condenado por el gobierno, la quiebra del Banco Latino, por qué Claudio Fermín nunca se arrechaba, la vigencia de la totonacracia, etcétera. Tras esas crónicas había un escritor enamorado del idioma, un lector impenitente empeñado en sazonar nuestros fines de semana con opiniones frescas, insólitas, documentadas, demoledoras, repletas de ironía y muy buen humor. Sentía la furiosa llamada de esa pulsión armando en un tarde -una mañana, quizás- esos artículos en el mismo estado de deliciosa enajenación con que a menudo se zambullía en el capítulo de alguna telenovela, entregaba el alma a una pieza teatral, y se obsesionaba con la puesta en escena de Gluck o Mozart. Pero eso no es todo, Cabrujas también fue el responsable de esa rara avis que batía sus alas por Radio Nacional de Venezuela los domingos por la tarde. Me refiero a La aventura de la ópera, programa semanal que el dramaturgo escribía, narraba y musicalizaba convocando a los amantes del bel canto a una suerte de ritual donde la ternura daba paso a la melancolía, al análisis o la sonrisa. En fin, él fue ese prestidigitador que logró acercarnos a algo tan poco cotidiano como el olimpo musical donde reinan las voces de María Callas, Southerland y Pavarotti, entre otros. Así se puede explicar un fragmento de lo que hizo Cabrujas, un caraqueño con un ristra de oficios.
-¿Dejó un legado o una enseñanza en la TV?
-Por supuesto que dejó un legado, una escuela en correspondencia con el nivel de expectativas que genera la telenovela en estos tiempos. Cabrujas sostenía a pie juntillas que ese género latinoamericano por excelencia debía hacerse cada día mejor sin necesidad de transformarse en “maestrica de escuela”. Se explayaba al decir que había llegado la hora de acabar con tantos agobios (la protagonista quedaba ciega, la arrollaba un carro, después la ponían presa). Insistía en que la audiencia también quería ver algo ameno, querían verse en términos de una gracia y un humor. Recomendaba enfatizar la construcción de un galán que tuviera tanto peso como la heroína de la historia., y que se le diera mayor peso a las subtramas secundarias para que no todo recayera sobre la historia de amor. Esa especie de decálogo suyo incluido en Y Latinoamérica inventó la telenovela (2002) finalizaba con la idea de subirles el nivel de exigencia a los actores, hacerles ver que éstos debían interiorizar, profundizar y emocionarse más al momento de construir sus personajes para un espacio dramático tan importante. No en balde el maestro apeló siempre al mejor talento actoral del país. En sus culebrones y miniseries aplaudimos a Doris Wells, Miguel Ángel Landa, Marina Baura, Gustavo Rodríguez, Tomás Henríquez, Alberto Marín, Luis Salazar, María Cristina Lozada, María Teresa Acosta, Enrique Benshimol, Rafael Briceño, Amalia Pérez Díaz, Rosita Vásquez, Gladys Cáceres, Virgilio Galindo, Eduardo Serrano, Raúl Amundaray, Luis Rivas, Marisela Berti, Héctor Myerston, Caridad Canelón, Flavio Caballero, Carlos Márquez, Freddy Galavis, Carlota Sosa, Daniel Alvarado, Nohely Arteaga, Carlos Mata, Jeanette Rodríguez y Jean Carlo Simancas, porque desde la condición e historia particular de cada personaje todos ellos sonaban lo mejor posible. Y cuando uno pasaba frente al televisor nos sorprendían hablándonos desde la parcela de nuestros afectos. Había mucho de jolgorio y felicidad en sus parlamentos. Hablo de apuestas teatrales en la pantalla chica que encontraron seguidoras incondicionales en domésticas como la Yesenia (Beatriz Valdez) inventada por Mónica Montañez en Voltea pa’que te enamores, por citar un ejemplo apenas.
-¿Alguien sigue esos derroteros?
-A nivel internacional habría que mencionar a Perla Farías, Cristina Policastro, Mariela Romero y a Fernando Gaitán. Entre los escritores del patio -con idéntica impronta cabrujiana- figuran: Fausto Verdial, Ibsen Martínez, Leonardo Padrón, Alberto Barrera Tyszka, Pilar Romero, Iris Dubs, Luis Colmenares, Benilde Ávila, Iraida Tapia, Roxana Negrín, Carolina Espada y Xiomara Moreno. A excepción del difunto Verdial (1933-1997) y del periodista colombiano, los que no viven en México o Estados Unidos están allí en la trinchera de algún canal (RCTV, Telemundo, Univisión, RTI, Venevisión, Televisa) inventando historias que llevarán a los elencos de Miami a Santo Domingo, Ciudad de Panamá, Cartagena de Indias, Caracas, Canaima, Distrito Federal o San Juan de Puerto Rico para enriquecer el amplio espectro de la producción en 2008. Todos sin excepción se enfrentan a nuevas búsquedas, hallazgos, revisiones críticas y remakes que sometidas a replanteos o revalorizaciones darán más caña al trapiche de la polémica escritura audiovisual latinoamericana. Todos multiplican y diversifican la genealogía de sus historias, fantasean, pero eso sí sin perder de vista la complejidad de nuestra sociedad en los umbrales del nuevo milenio. Sus proyectos son la hiedra que ha trepado lo muros del siglo XXI, pongámoslo así. Más que el papel gramsciano de intelectuales orgánicos ellos se están acercando a la gente, a la inmensa mayoría.
-¿Se puede reproducir la fórmula Cabrujas?
-Se puede. Claro que se puede, pero antes que enjundioso análisis valorativo de su fórmula habría que decir que sus personajes trajinaban afanosamente por su libertad interior. Pilar de Cárdenas, Silvia Rivas, Dulce María Acevedo, Tirso Maldonado, Adriana Rigores, Constitución Méndez, Mauricio Lofiego, Purificación Burgos, Gabriela Suárez y Tito Clemente poseían auténtica entraña humana. No eran criaturas sin cuajo ni estilo. Cada quien tenía su modo propio y personal de afrontar, de resolver la opcionalidad continua de la vida. Poseían temple y estatura de personajes dramáticos con calidad y validez intrínsecas. Si a todo eso le añadimos la apasionante aventura de hablar como seres de carne y hueso, como gente con señorío de su voluntad para imponerse al inframundo de la mentira, la maldad, la injuria y el desamor ya tienes el mandado hecho. La audiencia seguirá esa fábula aquí y en la Cochinchina, porque -como dijera Faulkner al recibir el Nobel de Literatura- les estás hablando con verdades universales como el amor, el honor, la piedad, el orgullo, el sacrificio. Así lo entendió Inés Rodena en México, Bernardo Romero en Colombia, Carlos Migré en Argentina y Benedito Ruy Barboza en Brasil. Así lo entendió aquí en Venezuela José Ignacio Cabrujas al momento de asumir su coartada existencial como autor de telenovelas que traducían una filosofía popular nada epidérmica.

domingo, febrero 17, 2008

Microguerra civil en Rajatabla

Desde aquel histórico espectáculo musicoteatral Tu país está feliz, creado por el poeta Antonio Miranda, el director Carlos Giménez y el músico Xulio Formoso, con el cual debutó la agrupación Rajatabla, un 28 de febrero, han pasado ya 37 años y Venezuela por supuesto es otra.
Pero ahí continúa, en una esquina entre el Ateneo de Caracas y el Teatro Teresa Carreño, Rajatabla convertido o transformado en valioso centro de investigación para las artes escénicas criollas, liderizado desde el 28 de marzo de 1993 por Francisco Alfaro, tras el mutis de su líder fundador y esteta Carlos Giménez.
Para estar de acuerdo con los tiempos venezolanos que se viven, Rajatabla decidió dedicarse a lo largo de este 2008 a la promoción y difusión de la dramaturgia criolla y para eso realizó un concurso de autores, el cual le permitió seleccionar cuatro textos que montará a partir del venidero abril. Las obras premiadas Los dioses del sur de Vicente Lira, Contacto de Carmen García Vilar, La jaula big show de Héctor Castro, y José Amindra de Roberto Azuaje, serán dirigidas por José Domínguez, Rufino Dorta, José Sánchez y Dairo Piñeres, respectivamente.
Pero antes, el pasado 7 de febrero, Rajatabla abrió su temporada 2008 con la pieza El peligroso encanto de la ociosidad de Gilberto Pinto (Caracas, 1929), Premio Nacional de Teatro de 1999. Puesta en escena por Germán Mendieta e interpretada por los nuevos comediantes Gabriel Agüero, Elvis Chaveinte, Tatiana Mabo, Eliseo Pereira, Verlú Briceño, Carolina Gentile y Rossana Hernández, esta obra es una voz airada contra los gritos histéricos proferidos por la contracultura de los años 60, esa que pretendió destruir la palabra en el teatro y convertirlo en un incesante happening o en un espectáculo sólo para los ojos y los sentidos y negado a la reflexión. Es un alegato contra una manera de materializar el teatro y las costumbres de una sociedad en decadencia o jugando al suicidio. La palabra o el discurso están en íntima comunión con las formas o los códigos visuales. ¡Una obra escrita en los años 60,que por fin ahora llega a la escena!
La anécdota de El peligroso encanto de la ociosidad se centra en la fiesta o la rumba de un grupo de jóvenes de clase alta que para combatir el ocio de sus cómodas vidas se convierten en verdugos de los delincuentes y al mismo tiempo optan por grabar para el cine o la televisión todas sus locas vicisitudes. Sin lugar a dudas se trata de toda una generación influenciada por los cómics sobre los héroes que Hollywood propuso como modelos de conductas, aunque siglos atrás la literatura se encargó de promoverlos como deshacedores de entuertos y luchadores contra molinos de viento.
Ese argumento teatral ahora ha sido “popularizado” por los medios de comunicación, tal como lo publicó el diario El Universal, de Caracas, el pasado domingo 17 de febrero, en su pagina 4-16, en una extensa crónica roja, o de sucesos, sobre el método aplicado por algunas pandillas caraqueñas de delincuentes juveniles para ejecutar sus fechorías, entre ellas unas cuantas violaciones sexuales, las cuales grabaron con las cámaras de sus celulares y después las pusieron o las subieron a sus blogs o páginas webs, para así pretender hacerse famosos al difundir por tales medios sus hazañas, al tiempo que hacían terrorismo cibernético, más nada.
Esa crónica periodística que aquí reseñamos ahonda en aquellos sórdidos detalles al recontar el método de trabajo de tales facinerosos o disociados, pertenecientes a la pandilla Los Capriseros. O sea que la ficción de Pinto se hizo realidad, o la realidad terminó inspirándose en la ficción, una vez más.
Pero más allá de que si el teatro copia a la vida o la vida imita al teatro, hay que detenerse en lo más importante, según nuestro criterio, y es en la insurgencia de un nuevo grupo de comediantes, gracias al trabajo de la agrupación Rajatabla, y al empeño que ha puesto esa muchachada al denunciar esa cruda situación que se viene materializando cotidianamente en las barriadas caraqueñas, la cual ha generado, como es obvio, el pánico entre la población que asiste conmovida e inerte ante esa especie de microguerra civil que se libra en las grandes urbes, tal como lo advirtiera el filósofo germano Hans Magnus Enzensberg, pero que ahora algunos sociólogos de “café con leche” rotulan como simples manifestaciones de delincuentes juveniles, pero que en verdad son la huella de que algo sí está podrido en sus respectivos conglomerados y está creciendo de tal manera que se teme algo peor.
El espectáculo, felizmente logrado por el actor Germán Mendieta ahora fungiendo como director, resulta placentero por la música, las imágenes que se suscitan cual si fuese un ensayo para una grabación fílmica y por la abierta entrega actoral de ese puñado de caras nuevas que se asoman desde la sala Rajatabla y así piden un espacio para hacerse conocer como comediantes, apuntalados en su capacitación y en las buenas intenciones de la institución. ¡Tienen futuro por construir!
Rajatabla, pues, al llegar a sus 37 de incesantes labores se abre a una nueva forma o manera de concebir y hacer la representación teatral, que ojalá le atraiga nuevos y abundantes espectadores.

Omar Gonzalo se va de gira a Estados Unidos

Viaja con su esposa a Estados Unidos y no sabe cuando retorna. Lleva, además del equipaje, los unipersonales Número 174517 Auschwitz y Puro cuento; uno es la recreación que hizo del libro Si esto es un hombre del judío Primo Levy, que revela lo ocurrido en las ergástulas que los nazis inventaron para “la solución final”; y el otro es un ensamblaje con los relatos Médium, La farsa del castillo, El cocodrilo y El corazón delator, escritos por Pío Baroja, Jean Cocteau, Alberto Moravia y Edgard Allan Poe, respectivamente. Con esos espectáculos, cuya duración escénica no pasa de 70 minutos, se mostrará en Miami, Los Ángeles y Nueva York, sin contar otras urbes y poblaciones, después del próximo 23 de febrero.
Esa es la agenda profesional del primer actor Omar Gonzalo para las comunidades de inmigrantes latinoamericanos o hispanos que lo esperan en bibliotecas, auditorios y salas teatrales. Así repite la experiencia a que realizó durante 1985, en Estados Unidos y España, cuando llevó en su valija de comediante el monólogo El teatro soy yo. “Esta idea de irme de gira se la copié al actor venezolano Luis Julio Bermúdez, ya desaparecido, quien tomaba un autobús desde Caracas y rodaba por ciudades y poblaciones con su monólogo El circulo dorado para exhibirse en los escenarios que pudiera. Se instalaba en las pensiones que conseguía y solía vender su espectáculo para pagar sus gastos y ahorrar algo de lo ganado. Era un gran cómico que iba en pos de sus espectadores. Y eso es lo que ahora hago, porque nutre mucho y además sirve para difundir nuestro teatro en esas tierras”. Cuando retorne, porque siempre vuelve a Itaca, como dice el poeta, abordará sendas propuestas que le hicieron los directores Costa Palamides y Orlando Arocha.
A este singular artista le contaron que nació en Maparí, Distrito Federación, cuya capital es Churuguara, el 24 de diciembre de 1937, a las 11:30 de la noche. “Soy de la sierra falconiana, donde mi mamá Eva María Saavedra se casó a los 14 años con Manuel López, mucho mayor que ella, y quien ya tenía un hijo, Antonio José, procreado con Verónica, descendiente de los indios Ayamanes. Eva María enviudó a los cuatro años y para preservar la herencia, una pequeña hacienda cafetalera, se desposó con su hijastro. Ese matrimonio no funcionó bien, aunque nacimos cuatro hijos, porque papá era parrandero y jugador y se bebió en alcohol el café de la hacienda. A los cinco años tuve que irme de peón a una hacienda tabacalera. En resumen: viví mis primeros nueve años entre Santa Cruz de Bucaral, La Taza, La Sabana y Maparí. Y por eso me llamo Omar Gonzalo López Saavedra”.
Eva llevó a Omar Gonzalo a la casa de un familiar en Barquisimeto, porque en Maparí no había ni trabajo ni un claustro adecuado para estudiar. Trabajó como mandadero y vendedor de chucherías. Cuando aprendió a leer, a los 11 años, y por influencia de Manuel Felipe López, locutor y recitador, se hizo a la vez recitador y así conoció al público. “En 1952 ví la primera obra de teatro de mi vida: La ardiente oscuridad de Antonio Buero Vallejo, dirigida por Luis Peraza. Me hice lector y en busca de mejores horizontes, me vine a Caracas a finales de 1952 y trabajé como librero”.
Llegó al teatro por la poesía, porque la presentaron a Romeo Costea y este lo invitó a una velada poética el 1 de abril de 1955, pero el 9 de junio de ese mismo año lo hizo actuar por primera vez en un espectáculo teatral: El velo de preces, del repertorio japonés en el Centro Venezolano-Francés. “Me he considerado un privilegiado del teatro criollo porque el día de mi debut estuvieron presentes Alberto de Paz y Mateos, Juana Sujo y Horacio Peterson. Fue clave haber conocido a Costea, no sólo para mi debut sino porque desde entonces hemos mantenido una amistad profesional excepcional y en ese tiempo y con su grupo Compás hice no menos de 20 espectáculos, además de giras por las cárceles, cuarteles, colegios y salas teatrales. En 1970 me fui a la Escuela Superior de Teatro de Strasbourg, Francia y tres años después ya tenia un diploma. En actuación uno nunca sabe todo. Hay que partir de cero para cada personaje y tratar de olvidar al anterior para no ser contaminado por el. A mis 53 años teatrales sigo en la búsqueda de la perfección del instrumento y del actor que quiero ser”.
Mas de 80 mil palabras
Recibió el Premio Nacional de Teatro en 2006. Ha trabajado en no menos de 131 espectáculos, como actor, director, asistente de dirección y versionista. Acepta que hay una epidemia de “monologuista” en la cartelera, pero no cree que eso este matando al teatro. “Además el teatro venezolano comenzó hacia 1801 con el monólogo Luis XVI de Domingo José Díaz. Yo en estos momentos tengo ocho monólogos para presentarlos cuando me lo soliciten, lo que significa en que mi memoria andan más de 80 mil palabras. Yo monologo desde 1962”.

jueves, febrero 14, 2008

El maestro de Lutero enseña a los venezolanos

Diez años de pacientes estudios le han dado al escritor Atanasio Alegre el inigualable placer de ver y acariciar el primer ejemplar de El crepúsculo del hebraísta, su más reciente novela histórica. Son 304 folios que ahora entrega Editorial Alfa a los difíciles lectores venezolanos con la seguridad que ayudarán a combatir las sombras que aún quedan sobre la compleja saga el Renacimiento y su importancia para la cultura universal, especialmente por algunos ignorados protagonistas, como ese Johannes Reuchlin que mereció una sentida despedida del humanista, filósofo, filólogo y teólogo neerlandés Erasmo de Rotterdam (1466/ 1536), con la cual cierra esta novedosa publicación.
Atanasio Alegre, que nació en la castellana León hace 77 años y supo de Venezuela al promediar los 19, lleva medio siglo en esta Tierra de Gracia, donde además nacieron sus hijos. Es psicólogo clínico, filósofo y profesor jubilado de la UCV. Se dedicó al pensamiento reflexivo a través del ensayo, pero su vena literaria afloró para dejar también un legado de novelas históricas. En Alfa ha publicado Las tentaciones de una señora decente y la trilogía conformada por Las luciérnagas de Cerro Colorado, El club de la caoba y Flores de trapo. Su anterior publicación, en 2007, Falsas claridades, compila 16 cuentos distribuidos en 154 páginas, impreso por Grupo Editorial Norma.
Admite que escogió a Venezuela porque quería vivir y trabajar y lo hizo, a la caída de Marcos Pérez Jiménez, armado con una licenciatura en filosofía, la cual le sirvió para ganarse la vida y después volcarse sobre la psicología.
NOVELA
“Esta vez he prescindido de la mesita plegable de madera de los Pirineos que me regaló Erasmo hace ya muchos años para escribir durante las interminables jornadas de viaje. En una mesita como esta preparó Erasmo las notas para redactar El elogio de la locura durante el trayecto de uno de sus viajes desde tierra firme hasta Londres. (…) Me faltan arrestos para cualquier cosa que no sea esta ensoñación un tanto delirante que me sitúa ante lo que ha sido mi vida que parece agotarse como si fuera una vela a la que se le está consumiendo la cera. (…) Pero la mía parece que no tenía otra duración que estos sesenta y seis años vividos”
Así comienza esta novela sobre Reuchlin, que, como ha dicho el autor, aunque se remonta al siglo XV tiene una vigencia aterradora. “Una apasionante novela histórica donde la fe, la corrupción, la intolerancia y la ambigüedad del ser humano se disputan el reino de la tierra”.
-¿Psicólogo y ensayista ahora con una novela histórica?
-Vengo del ensayo, del pensamiento más o menos reflexivo, pero desde que escribí El mercado de los gansos, que se transformó en una novela histórica sobre un personaje real, me di cuenta que lo que se lee realmente, y sobre todo hoy, es todo aquello que de alguna manera tiene que ver más con la imaginación que con el intelecto.
Sobre los orígenes de su reciente novela histórica, cuenta que es la consecuencia de la metódica búsqueda de materiales y lecturas de libros hasta que sacó sus conclusiones. Tenía que preparar una conferencia sobre Martín Lutero (Eisleben 1483 / 1546), el Padre de la Reforma Protestante, pero gracias a esa investigación descubrió a un personaje, que no es otro que Johannes Reuchlin (1445-, 1522), que le llamó la atención. Así abrió otra indagación y de ahí brotó de El crepúsculo del hebraísta, tras diez años de anhelos y miradas hacia el horizonte.
Reitera que en sus estudios sobre el Padre de la Reforma Protestante le llamó la atención que ya al final, cuando se establece todo el sistema de esa gran reforma eclesiástica que escindió para siempre al catolicismo, Lutero escribe una carta a su “maestro de hebreo”, con quien había tenido muy poco contacto, “una especie de compañero de viaje, donde dejó este comentario”: `que listo son los romanos, primero crean los pobres y luego construyen los hospitales`. “A mi me llamó la atención esa misiva a Reuchlin, el hombre que le trae el estudio del griego y del hebreo, y termina siendo su maestro y tambien el de Erasmo”.
-¿Quién fue verdaderamente Reuchlin?
- Si ese hombre no aparece, estoy seguro que Martín Lutero no hubiera sido lo que fue. Era tan importante que Erasmo le hace una elegía funeraria, que yo he convertido en epílogo para mi obra, donde dice cosas como estas: “Al principio no fue más que un rumor: uno de los imprescindibles entre los seis mil humanistas que deben componer el campo de quien hemos dado ese paso ha muerto. Se trata de Johannes Reuchlin, el San Jerónimo de estos tiempos, el hombre que mejor dominaba los tres idiomas bíblicos, y, de manera especial el hebreo, el único de entre los alemanes que escribió una gramática por la cual estudiaron los pocos que se han dedicado a ese idioma, que a mi tampoco me intereso gran cosa”.
DRAMA DEL NOVELISTA
-¿Por qué una novela y no un ensayo o una biografía?
-El novelista escribe las vidas que el no ha podido vivir. Es también lo que decía Stendhal de la novela: un espejo para el camino. Y en estos tiempos y en esta sociedad y en este aquí y ahora, eso muy necesario. Hay muchos escritores que piensan que decir es decir y no es así. Decir es escribir y se dice más cuando se insinúa que cuando se quiere ser expresamente claro. He tenido una identificación con este personaje. Me identifico con su pensamiento y porque escribe en latín y en alemán comprometido. Es una auténtica novela histórica que plantea una reflexión sobre lo que hubiera podido suceder si este hombre no aparece. Novelizar a este personaje es aludir al descubrimiento de la imprenta, porque sin ella no se hubiese dado la Reforma Protestante, ya que le permitió a Lutero publicar 600 mil copias de sus escritos. Es el maestro de Lutero, quien escinde la Iglesia Católica Romana, el mismo que predicaba que había que divinizar al hombre y humanizar a Dios. Y para eso aprendió de Reuchlin el hebreo, lo cual permitió leer los manuscritos antiguos y así la Biblia fue mejor comprendida y popularizada gracias la imprenta de Gutemberg, que aparece hacia 1450. Mi novela aborda un personaje del cual se habla poco. Un hombre muy recto, que no era judío, que vio la corrupción de la Iglesia Católica Romana, que incubo las reformas que propuso Lutero. Es una novela que da una visión sobre el poder y la corrupción, algo que esta muy de moda en estos tiempos. Pero no es una biografía. Es un relato lleno de intrigas, persecuciones y crímenes.

lunes, febrero 11, 2008

Rajatabla contra la peligrosa ociosidad juvenil

Es en Venezuela donde más obras de sus dramaturgos deben representarse y no esperar que sea en el extranjero donde nuestros autores sean mas conocidos. Y es por eso que el histórico grupo Rajatabla tiene en su sala El peligroso encanto de la ociosidad, una pieza de Gilberto Pinto (Caracas, 1929) que conforma una trilogía que este escritor iniciara en la década de los 60 con El hombre de la rata (1963) y La noche moribunda (1966). Ahí, este revolucionario pensador trata de contestar con voz airada a los gritos histéricos de la contra cultura, de exacerbación erótica, de su "muerte a la palabra" y de propagación de lo más nocivo de la televisión.
Pinto, quien obtuvo por sus méritos el Premio Nacional de Teatro en 1999, afirma que "lo más grave es que la juventud sin talento se arrojó en brazos de esa contra-cultura, olvidándose de que el papel del artista, como dice el filósofo Karl Popper, no es estar a la moda. Empezaron los happening y la desaparición del contenido, tratando de imponer una cultura de garabato y de balbuceos. En algún momento hasta se llegó a considerar que provocar al espectador era el único medio de alcanzar un teatro activo"”..
“Esta tercera pieza constituye una especie de climax de las dos anteriores. Hay asomos de que la contra-cultura está dando pasos a un humanismo que nos hace soñar con una nueva utopía. Algo esta cambiando, y el contenido de El peligroso encanto de la ociosidad parece, paradójicamente estimar que no será posible ir más allá. Desde que asumí su creación soñé con un elenco de jóvenes que hubiesen padecido los avatares de alguna de esas décadas. Los encontré en el taller del Grupo Rajatabla. A esto se suma el innegable talento de mi ex -alumno Germán Mendieta, encargado de dirigirlos, y que ha vivido también esos años".
RAJATABLA HACIA SUS 37 AÑOS
Los proyectos culturales en Venezuela están condenados a la desaparición por la insuperable mortalidad de sus dirigentes o lideres. Pueden sobrevivir siempre y cuando los fundadores o creadores logren la institucionalización, la cual pasa por la formación de una capaz y honesta junta directiva que los releve o sustituya cuando sea necesario o conveniente. Carlos Giménez al poner en marcha al grupo teatral Rajatabla nunca sospechó que solamente podría comandarlo durante 22 años, pero, tras su desaparición, ese equipo que él había formado y probado continuó y ahora, prepara la celebración de 37 años de labores artísticas, el próximo 28 de febrero
Así piensa y lo manifiesta Francisco Alfaro, el presidente de la institución rajatablina que desde los años 70 colocó al teatro venezolano en la escena internacional al convertirse en la insustituible plataforma realizadora de los Festivales Internacionales de Caracas, al tiempo que se erigió en una impresionante factoría de espectáculos de novedosas estéticas, la cual que no se ha detenido ni cerrado a pesar de diversos y complejos factores socioeconómicos.
RELEVO
Francisco (Paco) -nacido en Madrid el 17 de octubre de 1950 y venezolanizado por la vida y las leyes, desde 1958- asumió la dirección de Rajatabla el 28 de marzo de 1993 y “no he abandonado la nave”, ni aún cuando haya tenido que operarse de aquellas dolencias típicas de los hombres. “Participé en el espectáculo inaugural, Tu país está feliz, el 28 de febrero de 1971, y me quedé aquí, tras abandonar mis estudios de sociología en la UCV. Sigo siendo actor y no me arrepiento de nada. Me casé con Miriam Pareja y procreamos un hijo”.
Reconoce que las desapariciones de Giménez y del primer actor José Tejera (1992) fueron golpes severos para la institución. “Hubo que tomar urgentes decisiones, como era la temporada de 1993 dedicada a la dramaturguia de Isaac Chocrón, centrada en sus piezas Animales feroces, Mesopotamia y Asia y el Lejano Oriente. Pero la dinámica interna de la agrupación y la crisis interna de ese año nos llevó a desechar dos obras de ese proyecto y nos dedicamos a la producción de La cándida Eréndira y su abuela desalmada, versión que el director Raúl Brambilla escribió a partir del texto de Gabriel García Márquez; la estrenamos y nunca suspendimos a pesar del duelo. Seguimos con una gira por diversos escenarios argentinos con El coronel no tiene quien le escriba y logramos un fenomenal éxito de taquilla y de crítica. El espíritu de Carlos nos acompañó y desde entonces nunca nos ha abandonado”.
Comenta que por esa razón todavía llevan a escena algunos de los montajes gimenianos, “además queremos que las nuevas generaciones los aprecien. Por eso hemos remontado otros espectáculos memorables como El señor presidente y Tu país está feliz. Esa es una forma de mantenerlo vivo en la escena. También hemos producido no menos de 50 obras, incluso con las reposiciones de algunos de estética gimeniana. Además continuamos con los talleres de formación para las nuevas generaciones, las giras internacionales y las visitas periódicas a diversas poblaciones venezolanas. En síntesis: la institución vive y en escena y para este año tenemos una programación sumamente nacionalista. Y como somos un grupo representativo de nuestro teatro, Pdvsa nos ha ayudado a mejorar notablemente la planta física del edificio Rajatabla y además crear una placita con el busto de Carlos Giménez. Noble gesto que nos compromete mucho más con la comunidad”.
TEMPORADA 2008
Paco, que se ha caracterizado por hablar poco y trabajar bastante, anunció que montarán durante eso año, por ahora, cuatro piezas, seleccionadas en un concurso de dramaturgia nacional. ”Entre un total de 52 textos enviados por criollos que participaron así en la convocatoria para la Primera Muestra Concurso Rajatabla de la Nueva Dramaturgia Venezolana en homenaje a Gilberto Pinto. Las obras serán producidas y llevadas a escena por la institución durante este año. Abrimos en abril con Los dioses del sur, de Vicente Lira, dirigida por José Domínguez. Proseguimos con Contacto de Carmen García Vilar, bajo la dirección de Rufino Dorta. Y vienen: La jaula big show de Héctor Castro y José Amindra de Roberto Azuaje, puestas por José Sánchez y Dairo Piñeres, respectivamente. Con esto sólo pretendemos promover y llevar a la cartelera la nueva dramaturgia venezolana del siglo XXI, cosa que debe preocuparnos e interesarnos a todos los teatreros”.
Pero las actividades en el edificio Rajatabla ya comenzaron, desde el pasado 7 de febrero, con El peligroso encanto de la ociosidad, un melodrama de Gilberto Pinto, dirigido por Germán Mendieta. “Con esta producción la Fundación Rajatabla quiere rendirle un merecido homenaje a ese gran maestro, dramaturgo, director, teórico y una de las glorias vivas que más ha influido en el quehacer del teatro venezolano en los últimos 60 años. Ahí actúa una nueva generación de histriones integrada por Rossana Hernández, Carolina Gentile, Gabriel Agüero, Elvis Chaveinte, Eliseo Pereira, Tatiana Mabo y Berluz Briceño. La Iluminación es de José Domínguez y Víctor Reyes. Yo hago la producción y me acompaña Gerardo Luongo. Las funciones serán de jueves a sábado a las ocho de la noche y los domingos a las seis de la tarde”.
Y para despedirse, Paco comenta que también quieren reponer Oficina No.1, el último montaje de Giménez, en ocasión del centenario del poeta Miguel Otero Silva, o Casas muertas, otro de sus textos.

domingo, febrero 10, 2008

Chao no se marcha de Venezuela

Quedó fascinado por la leyenda de aquel “bandido honorable” que se transformó en un Robin Hood latinoamericano en la California de la “fiebre del oro” de la década de los años 1850. Y en octubre de 1973, con su incipiente grupo Theja, comenzó los ensayos de esa única pieza teatral que se le conoce al gran Pablo Neruda. Fulgor y muerte de Joaquín Murieta, escrita y estrenada en 1967,es una cantata donde el poeta reivindica para Chile la leyenda de ese héroe de carne y hueso, muerto a los 24 años por ser un singular defensor de sus compatriotas, una especie de símbolo de resistencia de los inmigrantes ante la dominación económica y cultural de los estadounidenses.
Así José Simon Escalona (Ciudad Bolívar, 17 de mayo de 1954), conocido familiarmente como Chao, explica el arranque de su Theja, integrado por amigos y algunos alumnos del Liceo José Avalos, de El Valle, a donde había ido para desarrollar una agrupación estudiantil. Estrenaron la cantata nerudiana en mayo de 1974 en el viejo Ateneo de Caracas y prosiguieron varios meses exhibiéndola durante los fines de semana. Después se trasladaron al recién estrenado espacio escénico de la Casa de Bello donde, con la participación de Edgar Mejías, mostraron Mientras se espera la muerte, espectáculo creado a partir de la hermosa pieza Mariana Pineda, de Federico García Lorca. De esa manera comenzó la marcha de una agrupación que al cabo de 35 años es una de las más importantes del teatro de búsqueda o de experimentación. Se trata de un grupo, como lo dice Escalona, de artistas que se encuentran y que a través del estudio de las estéticas y de posturas éticas, así como de la discusión, la disciplina y la búsqueda de temáticas de contemporaneidad. Han creado el perfil de una institución que cada dos años hace unos talleres de capacitación para las nuevas generaciones y de ahí han formado varias generaciones de comediantes y teatreros en general. Sus espectáculos pasan ya de 100 y la cifra exacta no la revela porque le asusta la exactitud de las cifras. Sus temáticas y sus autores han estado entre un Neruda y el clásico Fernando de Rojas con su Tragicomedia de Calixto y Melibea, más conocida como La Celestina, la cual repondrá como parte de la programación 2008, donde hasta ahora hay un popular texto de Oscar Wilde (La importancia de ser franco) y, posiblemente, su más reciente texto, De todas todas, la saga de un homosexual que ha llegado a la edad madura.
Está en los avatares de la televisión desde 1978 y ahí se quedó porque le ha permitido apuntalar el desarrollo de Theja -que es su vía y su perenne horizonte vital- y además ser útil a ese poderoso aparato comunicacional, como escritor y productor. Los escritores Pilar Romero, Salvador Garmendia, Fausto Verdial, José Ignacio Cabrujas, además de Pedro Felipe Ramírez y Manuel Muñoz Rico fueron sus maestros, sin contar los diversos gerentes de producción que le revelaron sus claves. Está tan satisfecho por lo logrado tanto en el teatro como en la televisión, que no se arrepiente de nada y si muriera y regresara de nuevo a la vida le pediría a Dios que fuese lo más parecido a lo que ha vivido. No tiene planes para abandonar Venezuela, aunque del exterior le llueven ofertas millonarias y en dólares. Aquí tiene mucha gente que él necesita y que lo requieren, además de intensos lazos afectivos. Su clan es bastante extenso, porque entre sus padres, hermanos, hermanos, sobrinos y parientes, además de la familia elegida, pasa ya del medio centenar. Por eso se queda en Radio Caracas Televisión, dos años más.
Desde el año 2002 le advierte a las nuevas generaciones que la única manera de vencer es hacer. “Hay que seguir trabajando aunque las condiciones no sean las mejores. No podemos detenernos porque cuando uno deja de hacer las cosas que se deben hacer, nos alcanza la inercia y eso es casi la muerte en vida. Indudablemente que practicar eso en este momento es complejo, pero hay que encontrar alguna fuerza, alguna fe, como lo fueron las ideologías, pero hay que conseguir una fuerza que ayude a los artistas para no perecer ni desertar”.
-¿Por qué Chao?
-Es un asunto muy familiar. Cuando era niño mi nana Florencia Acosta, en Ciudad Bolívar, siempre nos hacia canciones y me llamaban cheito, pero mis primas y mis hermanas no lo podían pronunciar bien y decían chaito, hasta que finalmente se quedo en chao, aunque aún me dicen chaito.
Desde los 13
Chao es el segundo de los seis hijos que procrearon José Simón Escalona Ibarra y Angélica Eloisa Acosta. Sobreviven Angélica Sofía, Maigualida, Carlos Mauro y Nacarid del Carmen, porque María de los Ángeles falleció años atrás. Llegó al teatro a los 13 años, cuando ingresó al grupo Theaomai en el liceo Andrés Eloy Blanco, de Catia, y debutó con el monólogo “Tengo que irme” de la obra Más allá del horizonte de Eugene O´Neill. Estudio arquitectura en la Universidad Simon Bolívar y Arte en el Pedagógico de Caracas.

sábado, febrero 09, 2008

La Molotov de Ott estalla en Washington

La prueba de fuego para un dramaturgo venezolano llega cuando sus obras son representadas en escenarios extranjeros, porque tienen que ser estudiadas y recreadas por artistas foráneos para ser exhibidas ante audiencias de culturas cosmopolitas. Y la consagración para ese escritor viene cuando el aparato teatral crítico de esas naciones las toma en cuenta y las reseña. Esto por supuesto ha ocurrido, durante los últimos 50 años, con Isaac Chocrón, Román Chalbaud, José Ignacio Cabrujas y Rodolfo Santana, entre otros. Pero el caso más reciente es, y damos fe aquí, ha sucedido con la pieza Tu ternura Molotov de Gustavo Ott (Caracas, 1963), gracias a la excelente producción de Hugo Medrano que hace temporada en el GALA Teatro Hispano de Washington D.C., donde la prensa especializada no ha escatimado elogios.
Ott, que por supuesto ya era representado con éxito en varios escenarios latinoamericanos y europeos, esperaba con especial interés que su pieza, escrita en el año 2002, subiera al palco escénico del grupo GALA, por tratarse de una organización de reconocido prestigio artístico en Estados Unidos y porque además la puesta en escena iba a ser adelantada por Abel López, uno de los directores más importantes de la nación estadounidense, lo cual quedó comprobado.
Ott propone con su obra una reflexión sobre la vida de los inmigrantes, en este caso latinos o hispanos en Estados Unidos, tal como antes lo hizo Arthur Miller con los italianos en Panorama desde el puente, estrenada en 1955. Aunque los argumentos son diferentes, persiste en esos textos, separados por 53 años, un realismo común y una fuerte presencia de la política o las ideologías en general, además de ese afán de mimetizarse en la comunidad a la cual llegan o a la que quieren pertenecer a cualquier precio. ¡Un buen cóctel de sociología y crítica social, muy importante para estos tiempos de tanta incertidumbre!
En Tu ternura Molotov se plasma como vive una pareja de clase media latina o hispana, Victoria (Menchú Esteban) y Daniel (Timothy Andrés Pabón), bajo la presión del terror de los convencionalismos de una sociedad sajona a la cual anhelan ser asimilados y por eso copian sus conductas. Ella y él, quienes pueden morar cómodamente en cualquier ciudad de Estados Unidos, realizan un específico ritual para procrear un bebe de sexo masculino, para el cual es importante la temperatura vaginal de la dama que ayudará a los espermatozoides en su veloz y concreto rol. Utilizan una técnica recomendada por un médico experto y lo más seguro es que leyeron tan bizarras recomendaciones en una revista no especializada. Y para incrementar la tensión entre esos complejos o acomplejados personajes de esta molieresca comedia matrimonial, tanto ella como él no pueden evadir o proseguir silenciando una serie de acontecimientos de sus pasados nada transparentes, los cuales ahí se revelan. Victoria fue amante de un terrorista árabe y Daniel pisoteó su ética como abogado investigador al no aportar más pruebas para un caso de violencia doméstica cometida contra un bebé. Son seres humanos confundidos por carecer de auténticos valores morales, los cuales son descubiertos gracias a una humorada del dramaturgo al utilizar el recurso del FBI que los vigila y les recuerda lo que hicieron por intermedio de sendas pruebas que le envía por correo.
No es una comedia cualquiera la que Ott ha mostrado ante el público de Washington, latinos, hispanos y estadounidenses, gracias además que el montaje es bilingüe. La puesta en escena, de carácter realista y centrada en un living room que se transforma en lisa para el juego sexual, ha sido inteligentemente resuelta por el director Abel López, quien lleva en su haber cinco piezas de este dramaturgo caraqueño, y bien actuada por esa pareja de profesionales que hacen Menchú y Timothy. Hay que destacar en este trabajo el ritmo sincronizado de los comediantes, así como las respectivas intenciones y atmósferas de cada una de las situaciones, que van desde el erotismo sugerido hasta el terror materializado por las evidencias que el FBI les envía de manera “inocente”, las cuales destruyen sus mentiras y desnuda sus almas arribistas y criminales. Es, pues, un montaje respetuoso del autor, una delicada labor de filigrana por parte del director, que además ha sido trabajada en función del histrionismo natural de los personajes, especialmente de Victoria.
Y sobre la pieza hay que reconocer que se trata de una firme toma de posición crítica de Ott ante el drama íntimo de los inmigrantes de primera generación, esos que padecen por los lentos y firmes desarraigos culturales que los marca cual hierros candentes, especialmente cuando saltan de valores católicos a creencias protestantes, cuando alteran costumbres inspiradas en el código de honor español a normas calvinistas. En fin: el público latino o hispano de Estados Unidos debe disfrutar o aborrecer esta propuesta de un intelectual venezolano, que ha sacado sus conocimientos de las canteras de la vida práctica y por su peculiar percepción de la realidad, siempre desde la óptica de un periodista o cronista de su época, egresado de la jesuítica Universidad Católica Andrés Bello de Caracas, hacia 1991.
Otra cosa puede suceder con Tu ternura Molotv cuando Ott permita o él mismo la muestre en escenarios venezolanos, aunque de antemano podemos asegurar que tal pareja de inmigrantes muy bien puede vivir en cualquier parroquia caraqueña, con la diferencia de que nunca les llegarán las encomiendas del FBI o de cualquier otro organismo de seguridad.
Y no podría dejar de recordar a los lectores que el teatro universal no es el mismo desde que el cine y la televisión se transformaron en aparatos civilizatorios, ya que sus escritores y artistas en general trabajan con los mismos códigos aunque las técnicas sean diferentes, y hay ocasiones donde las diferencias entre un show teatral o un espectáculo cinematográfico o televisivo son mínimas. Eso no es malo ni bueno, pero si le corresponde al espectador decidir qué lo conmueve más o qué lo hace soñar y le permite obtener rotundas conclusiones.

domingo, febrero 03, 2008

Gilberto Pinto salvado por el teatro

Unas páginas de El Nacional abandonadas sobre la mesa del billar del YMCA (Young Men's Christian Asociation) atraparon la atención de aquel jovenzuelo. Las hojeó y se detuvo con curiosidad en un reportaje que Carmen Clemente Travieso le hacía al curso de Capacitación Teatral que, bajo los auspicios del Ministerio de Educación, dictaba el profesor mexicano Jesús Gómez Obregón para la juventud caraqueña desde 1947. “Eran las ocho de la mañana, de un día que ya no recuerdo de aquel 1948. Aquello me sorprendió porque no sabía quien había dejado abandonado ese periódico y además lo leído me llamó la atención. No tenía ninguna inclinación hacia el teatro pero mi profesión de vago me llevó a conocer que era aquello. Me encaminé hacia el edificio Casablanca, de Peligro a Puente República, y Carlos Denis, que era una especie de secretario, me inscribió sin mayores requisitos, porque no había más de 25 alumnos. De pronto me encontré en una clase, escuchando al profesor y viendo las improvisaciones de Luisa Mota y Pedro Marthan, quienes ya tenían un año en esos avatares. Todo eso me preocupó y al mismo tiempo me llamó la atención. Y al dia siguiente estaba estudiando teatro. Desde entonces no he parado y son algo así como 60 años. La vagancia me llevó a la escena”.
Quien así relata sus inicios en las artes escénicas venezolanas es Gilberto Pinto, Premio Nacional de Teatro de 1999, actor, director, maestro de varias generaciones de comediantes y autor de 18 piezas, una de las cuales, El peligroso encanto de la ociosidad, será estrenada muy pronto por la agrupación Rajatabla, bajo la dirección de Germán Mendieta.
Afirma, a manera de consejo para los que presentan problemas de salud, que “uno escribe mejor cuando le cuesta hacerlo y no cuando no le cuesta escribir. Este largo tiempo con mi dolencia, una compleja crisis cardiaca, me ha permitido serenar mi estilo y acercarme a lo que proponía Ibsen, que era ser económico en las palabras y profundo en el uso de ellas. Eso me ha permitido descubrir que yo escribía de más”.
Ha abandonado la docencia por razones obvias, pero eso no le impide reiterar que “la actuación es una sola, todo lo demás son tonterías. La actuación es una, bien sea en teatro, cine o televisión, y en cada una de esas especialidades hay que cumplir las exigencias generales de la profesión: la sensibilidad, la imaginación, la concentración y sobre todo el deseo de jugar a ser otro, lo cual es importantísimo, porque quien no tiene ese deseo no puede ser actor”.
Subraya que la investigación es importante, porque ayuda a todo lo demás. “Ayuda a profundizar, pero tiene que partir del juego, porque actuar es como jugar, por eso es que en el mundo sajón actuar se identifica con el término play, porque actuar es como jugar. Cuando se actúa se juega a ser el otro. Es un juego de niños pero emancipados, no es el niño que juega a ser Superman, no, nosotros los adultos jugamos a ser otras cosas porque estamos emancipados. Una de mis mayores satisfacciones es el haber dejado una profunda huella en una gente que hoy está actuando o dirigiendo. Los veo en la televisión, en el cine o el teatro y me llena de satisfacción que algunos de ellos hayan cristalizados sus aspiraciones profesionales y artísticas, porque no hay que olvidar que no todos llegan. Hay un 95 por ciento que se queda en el camino”.
De sus años mozos, durante la compleja década de los 50, recuerda que participó activamente en la lucha popular contra la dictadura perezjimenista. “Hacíamos teatro contestatario en el día y en la noche nos entregábamos a las actividades políticas. Hacíamos graffitis y repartíamos proclamas y propaganda. Y todo ese grupo estaba en una lista negra. Éramos Rafael Briceño, Héctor Myerston, Humberto Orsini y Román Chalbaud, entre otros. La llegada de la democracia no cambió nada: siguieron la torturas, los asesinatos, las represiones y hasta que afortunadamente, vino una pacificación, pero antes mataron a César Trujillo y Oswaldo Orsini entre otros”.
Los hijos de Socorro
Gilberto Pinto nació el 7 de septiembre de 1929 en una casa de vecindad de la parroquia Santa Rosalía. La obrera Socorro era su madre -ganaba seis bolívares semanales- y la de sus dos hermanos, Lilia y Porfirio Pinto, conocido posteriormente como el teatrero Luis Márquez Páez. Se ha desposado tres veces y tiene tres hijos. Y a su lado está la fiel Francis Rueda, destacada actriz. Sólo estudio hasta el sexto grado, pero su bachillerato y la universidad fueron los escenarios criollos. Sus únicas diversiones cuando muchacho las realizaba en la YMCA, cuando funcionaba en las inmediaciones del puente La Trinidad. No se arrepiente de nada pero tampoco olvida las vicisitudes vividas.