sábado, junio 14, 2014

La máxima felicidad 2014

Un trío de seres empeñados en buscar el amor
¿Qué tiene Isaac Chocrón Serfati (Maracay,1930/Caracas, 2011) cuyas piezas están en los escenarios a escasos tres años de su mutis? Hay miembros de su familia elegida haciendo temporadas para difundir su sabiduría, la cual ahora es necesaria. Es por eso que en Madrid montaron Animales feroces  (1963), mientras en la argentina Córdoba hacen temporada con La máxima felicidad (1975).
Y por si fuera poco en Caracas recién salió de cartelera Los navegaos  (2006)  y ya   alistan Asia y el Lejano Oriente (1966),  La revolución  (1971) y  Mesopotamia  (1980) para tomar los escenarios y cerrar así este año chocroniano,  pero antes hay que disfrutar de la más reciente versión de  La máxima felicidad, ¡Donde se le evoca y predica  su sapiencia!
En la Sala Santa Fe, con La máxima felicidad  debutó el conocido productor Nelson Lehmann como director, apuntalado por el consagrado comediante Gonzalo Cubero y los promisorios actores Mayte Parías y Jornell Ariza, todos apoyados por Carlos Scoffio en la producción general.
La tarea de Lehmann se apoya en las interrelaciones de los actores, labor nada fácil, porque sus personajes están sobrecargados por estereotipos sociales y aun en el encierro donde viven (un pequeño apartamento), están presentes “el-que-dirán” o “el infierno” que Jean Paul Sartre, en Huis clois o No Exit, pone en los otros o en ellos mismos. Y destacan sutiles atmosferas románticas y las aburridas ceremonias del egoísmo humano. ¡Están presentes la pugna entre la juvenil belleza y la fea  vejez cobarde!
Caracas  se escandalizó en 1975 con el  estreno de La máxima felicidad porque Chocrón, desde el teatro Alberto de Paz y Mateos, advertía que el amor perfecto o verdadero era el de tres, el trio, y lo plasmaba entre un maduro Pablo (homosexual), y los jovenes Leo (bisexual) y Perla (promiscua), además embarazada por “tal desatino”. Subrayaba que el amor es necesario “al extremo” para poner a prueba ese extraño triangulo, donde el compromiso y el respeto son sus principales honradeces para enfrentar al futuro incierto…y la eventualidad de la muerte, irónicamente, solo los acerca más, los impulsa a vivir con plenitud. Este triunvirato ensaya con errores y aciertos un nuevo y radical modelo de familia…porque ellos buscan desesperadamente la máxima felicidad.
No era fácil digerir lo que Chocrón proponía pero el tiempo ha actualizado ese afán que no cesa en buscar y conservar el amor a toda costa y sin detenerse ante el acierto y el error, aunque salgan complicaciones como los hijos, biológicos o adoptados. El amor es  el vellocino de oro a conquistar. Un amor sin rotulo, como lo poetizaba Oscar Wilde y por eso se sacrificó.
La obra no receta cómo plantear la familia, pero si es una fuerte apuesta al experimento de ese nada tradicional trío. La máxima felicidad recuerda, eso sí, que los humanos deben luchar para hacer felices a sus congéneres y así  alcanzar lo que les corresponde.


  

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