miércoles, marzo 14, 2018

Las empresas perdonan algunos momentos de locura

SANTANA VIVO HASTA QUE SE LE REPRESENTE SU TEATRO
Entre el viernes 12 de enero y el domingo 11 de marzo de este convulso año 2018 se desarrolló en el Espacio Alterno del Centro Cultural Trasnocho la cuarta edición del Festival de Jóvenes Directores Trasnocho, un evento organizado para mostrar algunos aspectos de la nueva generación de creadores por intermedio de ocho espectaculos con textos de autores foráneos y venezolanos. Elegimos y vimos ahí los montajes de Los ángeles terribles y La empresa perdona un momento de locura de Román Chalbaud y Rodolfo Santana, logrados muy satisfactoriamente por Rafael Barazarte y Samuel Medina, menores de 35 años. En términos generales, este evento y los anteriores han demostrado fehacientemente que si hay una generación de artistas que pretende consagrarse de lleno al arte escénico de calidad, en medio del clima belicista en que estamos viviendo. ¡No todo está perdido ni se perderá!
TEATRO POLITICO
Con respecto al montaje que clausuró el evento, La empresa perdona un momento de locura de Rodolfo Santana (Caracas, 25 de octubre de 1944/ Guarenas, 21 de octubre de 2012)  ha demostrado  ser es una de las obras más importantes del teatro político venezolano del último medio siglo, porque ahí se muestra lo que hizo y hace actualmente el sistema capitalista, el cual convierte o transforma en máquinas a los trabajadores y los explota hasta enloquecerlos para sustituirlos por otros o para echarlos a la calle, a veces con una modesta jubilación o simplemente con unas “gracias”, más nada. Es de tal calidad su texto y tan contundente su contenido, que ya fue llevada al cine por Mauricio Wallerstein con Simón Díaz en el rol protagónico, hacia el año 1976.
Y para esta escenificación dentro del festival de nuevos puestistas  se les encargó a  Djamil Jassir  y Patty Oliveros que plasmaran  las consecuencias derivadas de unas sagas del protagonista, Orlando Núñez, un obrero que, ante un accidente laboral sufrido por un compañero, reaccionó con una histeria paranoide que lo hizo actuar de manera violenta.
Núñez, llevaba casi 30 años de su vida trabajando de manera ejemplar en esa fábrica,  a la que para descargar su ira  le ha destruido costosos bienes materiales, empresa ubicada en un pais latinoamericano sin especificar.
Una psicóloga (Patty) somete a terapias precisas al obrero Orlando Núñez (Djamil) y lo obliga a confesar que su verdadero gran drama, que lo tiene sin sueño y con una ira que se desborda por sus poros, es el asesinato de su hijo mayor, Antonio (19 años) a manos de la policía del régimen, tras acusarlo de intentar asaltar un banco, pero la verdad es que lo liquidaron por ser un luchador revolucionario.
La psicóloga (fielmente caracterizada por Patty) le entrega un muñeco de tela para que lo golpee con toda y su fuerza y así lograr que desahogue su ira, pero Núñez, que no entiende el trasfondo del tratamiento, se resiste hasta donde sus fuerzas se lo permiten. Sabe que le van a condecorar y además le harán unos regalos monetarios, porque tratan de comprarle su conciencia y además lo quieren usar como ejemplo para sus compañeros de trabajo. Jassir, o Núñez, hace una actuación memorable y deja en claro que no se rinde aunque así se lo quiera ver. ¿Cuántos hay como él? ¡Nos referimos no solo al personaje sino también al actor!
Esta obra, que esta jugada en clave de comedia dramática, es una dura cátedra sobre lo que es la perversa utilización de las ciencias de la psicología y la psiquiatría, además del supuesto humanismo burgués, como instrumentos de dominación social. Y aunque Santana la escribió hace más de 40 años tiene una vigencia que no debe asombrarnos. No hay nada nuevo bajo el sol. Explotadores y explotados luchan en todo este mundo terrestre.
Este montaje que es verdaderamente memorable, no solo por la amarga verdad de sus contenidos, sino también por la calidad de producción exhibida, contó además con el apoyo de Jaidy Romero, Jacky Schreiber, Victor Villavicencio y Oscar Salomón, en los rubros del vestuario, la musicalización, la iluminación y la escenografía, los cuales completaron el trabajo preciso y sensato del director Medina, quien tiene y demuestra talento para tan complejo oficio. Su carrera recién empieza y lo ha hecho bien, de manera convincente. Todo se sumó para el éxito del espectáculo.
METODO SANTANA
Y como este festival es didáctico e informativo, conviene recordar que el mismo Santana, como nos lo confesó para la biografía que le hicimos (Como es Rodolfo Santana, 1995), que esta pieza la obtuvo a partir de dos procesos simultáneos y convergentes: uno documental y otro testimonial. “En el primero, me sumergí en el estudio de la psicología industrial como ciencia que intenta ejercer una función de dominación sobre el obrero concreto. Luego investigue el caso real, verdaderamente ocurrido, así como otros casos similares de otros trabadores, y sus experiencias con la aplicación de la psicología. Fui de lo general a lo individual, de la psicología aplicada no solo en Venezuela sino aun en sociedades altamente desarrolladas, como Japón, al caso humano vivo, para volver a lo general”.
Reiteró Santana que “sobre el psicoanálisis y la psiquiatría que aparecen en La empresa perdona un momento de locura debo subrayar que son ciencias utilizadas como instrumentos de dominación. La ciencia aplicada, como la publicidad, por ejemplo, está en función de un proceso de dominación y de transculturización, pero no es necesariamente así, en nuestras manos la ciencia puede y debe ser instrumento de liberación”.
 Santana, quien luchó hasta sus últimos días por la difusión y montaje de sus obras y las de los nuevos autores venezolanos, insistía que son muy importantes los aportes de la anti- psiquiatría, como la predicaron Cooper, Laing, B.F. Skiner y el nuevo psicoanálisis de Lacan y Basaglia. Todos ellos ofrecen una imagen de la psiquiatría y el psicoanálisis más compatible con el proceso de liberación en un nuevo orden del mundo. ”Luego del descubrimiento de America, el mayor descubrimiento fue el del inconsciente”.
Y para rematar sus comentarios sobre La empresa perdona un momento de locura, Santana advertía que siempre una obra de arte posee sus propias leyes, “algo separado del mundo que se le integra, pero posee su peculiar geometría, arquitectura, respiración, gravedad. Guernica es un mundo que agregamos a nuestro devenir. Igual la música de Bach o Mozart o las estructuras de Le Corbusier y Wright. El ser humano puede ser un animal y lo demuestra cada día, pero hay momentos en que respira estética y quiere ser humano. Siempre seremos así y por eso escribí La empresa perdona un momento de locura para ofrecer un metáfora sobre etapas oscuras de nuestra sociedades”.


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