domingo, junio 17, 2007

Tres teatreros venezolanos atrapan a Nueva York

Gracias a la temporada del melodrama Golondrina, de Aminta de Lara Rojas, ya son tres los dramaturgos venezolanos que coinciden con sus obras en una temporada neoyorquina. Esta caraqueña se suma a los reconocidos Isaac Chocrón y Rodolfo Santana para transmitir sus disímiles mensajes a los habitantes de Manhattan y Queens con O.K., Baño de damas y, por supuesto, ahora se añade Golondrina.
Compraventa
O.K., comedia sobre las vicisitudes de un desempleado joven venezolano, quien acepta ser el chulo de dos mujeres cuarentonas, hace temporada en Repertorio Español, en la calle 27 con Tercera avenida, bajo la dirección del cubano René Buch, y con la participación de Tatiana Vecino, Isabel Moreno y Gil Ron. Es una de las piezas más famosas de Chocrón (Maracay, 1930) y ha sido exhibida en Nueva York durante tres temporadas.
Corrupción
Baño de damas
, en funciones alternas para público hispano y estadounidense, es una radiografía escénica sobre la corrupción del poder en Venezuela, la cual se escenifica en el baño de las mujeres de una discoteca. Santana (Caracas, 1944) la estrenó en el Ateneo de Caracas hacia 1987, dirigida por Ibrahim Guerra. Y ahora se exhibe en el Thalía Spanish Theatre, en el multiétnico distrito Queens, puesta en escena por el criollo Pedro De Llano. Actúan las venezolanas María Angélica Ayala, Alma D’ Cruz, Jennifer Díaz y Angélica Guvernez, las mexicanas Laura Patalano y Elka Rodríguez, las colombianas Martha Osorio y Ángela Pérez, las dominicanas Laura Gómez y Lorena Jorge; además intervienen los actores mexicanos Francisco Fuertes y Premier Solís.
Metáfora
En Golondrina, Aminta de Lara Rojas (50 años) utiliza como excusa el abuso infantil sufrido por dos hermanas, por parte de su padre, para proponer una metáfora escénica sobre un país dividido pero por sobre todas las cosas herido. “Entiendo a mi obra como una parábola que intenta hacernos reflexionar sobre el abuso del poder en cualquiera de sus formas. La fragmentación psíquica que se produce en la personalidad de una niña violada se parece mucho a la fragmentación que se produce en una sociedad agredida. La tendencia es atacar a lo que es igual en vez de enfrentar juntos lo que hiere y divide”.
Comenzada a escribir en Caracas durante el año 2001, Golondrina transcurre precisamente el 23 de enero del 2002 en medio de manifestaciones de partidarios y opositores al presidente Hugo Chávez. Dos hermanas, una chavista y la otra no, enfrentan dolorosos recuerdos de su infancia al reunirse en un apartamento con su agónico padre, quien abusó de ambas cuando pequeñas. Ahí se expone el paralelismo entre el abuso del poder político y el paternal a través de la historia de Carmen Elena (interpretada por la colombiana Diana Cherry) y Diana (encarnada por la autora que además dirige el espectáculo) .Han vuelto a reunirse después de mucho tiempo para cuidar al moribundo.”Escribí esta pieza que relaciona el abuso sexual en la infancia, el cual con el paso de los años es silenciado por sus victimas, con el olvido de un colectivo social anestesiado ante el autoritarismo. Busco que el público reflexione sobre la responsabilidad colectiva, porque la única forma que tenemos los venezolanos de salir de este abuso cometido contra esas dos hermanas, es admitir que el problema no está en ellas, y no en ambas cómo entienden y aceptan el poder”.
Golondrina, que hace temporada en el histórico Teatro La MaMa, en la calle 4 del East Village, se presenta en inglés porque “aquí hay un número importante de personas muy interesadas en nuestros procesos no sólo políticos sino artísticos, culturales. Estamos en una ciudad esencialmente multicultural, y se escuchan y se hablan prácticamente todos los idiomas. La diversidad es infinita. Hay sin embargo un punto común: el inglés. El resto se hace evidente. Quise llegar, especialmente, a los estadounidenses, porque espero que el tema tenga eco también aquí, ya que el abuso de poder no es tema exclusivo de nuestra patria herida”.
Sexteto
Aminta de Lara Rojas ya había escrito y representado otros cinco textos, a saber: Un bolero de hoy (1991) donde se usa como excusa la relación amorosa entre dos mujeres, para hablar a través de lo cotidiano de la trascendencia de las relaciones de pareja en el universo personal. La Monalisa (1993) plantea la transferencia de valores entre generaciones. La importancia de llamarse Blanca (1994) cuestiona nuestra posición personal ante en ejercicio del poder. Fin de Siglo (1996) nos pide ver al amor y a la muerte a través del encuentro de un hombre y una mujer que han perdido a causa del Sida al ser amado y se ven obligados a reconocerse. Y Doble imagen (1999) hace reflexión sobre los procesos internos de encontrarnos a nosotros mismos a través de las imágenes y la poesía. Y ahora con Golondrina completó su media docena de obras
Utiliza el contexto venezolano en sus piezas, porque siempre así lo quiso. No sabe hablar sino de lo que le es propio. “A veces se hace más evidente que en otras obras”.
Descarta que esté pensando en escribir definitivamente un teatro del exilio, porque no está segura que con “las comunicaciones y el acceso a la inmediatez global podamos entender el exilio de la misma forma que lo entendieron otras generaciones”. Y uno de sus sueños es poder montar en la capital venezolana por lo menos Golondrina, a finales de este 2007.

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