miércoles, agosto 15, 2018

El teatro de Gerardo

GERARDO BLANCO LÓPEZ

No siempre los balances artísticos suelen ser gratos, pero algunos teatreros, de esos que jamás se mienten a sí mismos, al final de una temporada se sientan y sacan sus números para ver a cuantos espectadores llegaron o presenciaron sus eventos culturales. Siempre queda muy adentro de los corazones de esos artistas –son escasos-la satisfacción de haber cumplido su “objetivo principal” porque para eso trabajaron: sí fue la gente, a pesar de todos los obstáculos que hay para llegar a una sala teatral, además de los imponderables.
Escribimos esto porque estuvimos pendientes de las 27 funciones programadas de Noche de guardia, extraña obra pieza venezolana, producida por el grupo Bagazos, sobre la vejez, agravada con el deterioro físico de una enfermedad terminal,  y una solución, no muy católica, como diría mi profesor de religión, para salir de este mundo. En síntesis: una comedia patética donde se advierte sobre el inevitable colofón de los humanos, especialmente de los masculinos, que logran pasar el medio cupón, por lo menos, de vida útil.
Noche de guardia, pues, cumplió con su compromiso en El Espacio Alterno del Trasnocho Cultural y contabilizó 1.200 espectadores. Los comentarios, del público y de los exiguos críticos que aún quedan, son muy positivos, pululan, y seguramente continuarán cuando se haga la segunda temporada, posiblemente para el año próximo, además de un foro con la participación de público y especialistas.
Gerardo Blanco López, quien ha escrito y escenificado no menos de 19 obras, comenta que su Noche de guardia es un reclamo a lo injusto y terrible de la vejez, un canto a la amistad, una lucha por el derecho a decidir por nosotros, un recuento de lo vivido y la sorpresa al darnos cuenta que la vida siempre nos da motivos para sorprendernos. "Es mi forma de tratar de alejarme inútilmente de lo inevitable, un abrazo cálido a los viejos que nos ha tocado cuidar y que han sido un espejo, un recordatorio de lo próximo. Esta pieza forma parte de una trilogía sobre la ancianidad, que inicié con La cuadrilla (1996), la vejez en pareja; seguida con Nos vemos el miércoles (2017), la vejez a través de la visión femenina, y ahora Noche de guardia (2018), la ancianidad a través del prisma masculino”.
 Noche de guardia, comenta Blanco López, nace al igual que Nos vemos el miércoles de la experiencia vivida durante la gravedad de su madre, de las horas con ella durante su enfermedad y la necesidad de brindar un homenaje a nuestros viejos amados durante sus años dorados. “Esta reciente pieza, creo que es mucho más reflexiva, ahí la risa se entrelaza con la dura realidad de la vejez y la fatal enfermedad de uno de los cuatro amigos que se reúnen una noche para cuidar al afectado, y resulta sorpresiva y al mismo tiempo plantea una serie de dilemas que nos harán reír y reflexionar, esa por lo menos es mi intención y espero que así lo vea nuestra audiencia”.
Considera Blanco López que escribir es un ejercicio de intimidad fascinante, un descubrir imágenes que reclaman su autonomía, las cuales batallan por tener vida propia y con Noche de Guardia no fue la excepción, mucho de lo que hablan esos cuatro viejos, sus personajes protagonistas, tienen que ver con lo vivido, donde no hay nada que no sea común y cotidiano, pero a veces triste y doloroso como echar una mirada a un álbum de fotos viejas. “¿A quién no se le arruga el corazón al revisar las gráficas o las fotografias que nos atestiguan los tiempos vividos? El montaje resultó fascinante, intenso, con turbulencias y temores, como todos los montajes, pero reconfortante y de mucho crecimiento; trabajar con cuatro excelentes actores de gran experiencia, calidad humana y profesionalismo es muy enriquecedor, me siento honrado, un privilegio. Ahí estaban, dándole vida a mis personajes, comediantes como Alejandro Mata, Pedro Durán, Carlos Abbatemarco y Antonio Cuevas. El público, ese temible critico de las mil cabezas, pronunció su veredicto”. 
 Blanco López, que le da gracias a Dios permanentemente por haberle permitido hacer su carrera artística, “en especial a todos esos amigos; actores, técnicos, productores, patrocinantes, que han creído en mí, me han acompañado durante estos 39 años y me han enseñado a vivir el teatro, a entender que es una pasión, una hermosa locura, siempre desde esa casa cálida, que ha sido el grupo Bagazos. Hay que agradecer, dar gracias a tanta gente, mil y más nombres se vienen a mi mente. El último de los sueños logrados tienen su origen en la complicidad con el maestro Salvador Itriago y en la confianza y apoyo de su hija Trina Itriago, La caja Teatral y nuestra escuela de teatro Escénica en el Centro de Artes Integradas, sueños de años ya tangibles, como no agradecerles a todos ellos”.
DOS SUEÑOS HUMANOS
 Blanco López, con varias décadas en las lides teatrales, reconoce que su profesión es una travesía de aciertos y desaciertos. “Me siento feliz y agradecido por todo lo que he recibido del teatro, pero satisfecho no, siempre podemos hacer más”. Y así lo demuestra, brillantemente, con su decimonovena pieza Noche de guardia, un texto corto que en escena alcanza cómodamente los 60 minutos, donde advierte, en claves características de la llamadas comedias negras o esa comedias sobre aspectos no festivos de la vida, como el inevitable final del camino de los humanos, especialmente de los hombres, que logran pasar el medio cupón, por lo menos.
Noche de guardia es la historia de cuatro viejos quienes deciden que uno de ellos no vivirá más y planifican  ayudarlo a bien morir, porque un cáncer  terminal (de origen prostático) lo ha dejado inútil, tanto que no puede realizar sus taras higiénicas intimas, además de otras complicaciones. Ante un eventual suicidio del enfermo, ellos traman eliminarlo con una sobredosis de morfina. Tarea que hacen. Eutanasia o como se llame es lo que pone fin, por ahora, a uno de ese grupete de ancianos amigos, Alfonzo en este caso, encarnado por ese señor de la actuación que es Antonio Cuevas.
Noche de guardia es otra pulcra producción de su grupo Bagazos, con cuatro actores sobre los 60 años o cercanos a tan concreta barrera, quienes materializan, de gran manera,  sus peculiares personajes y lograr plasmar en la escena sus  reclamos  ante lo injusto y terrible de la vejez, con un especie de canto coral a la amistad, estremecedora y hermosa  invitación para luchar por el derecho a decidir, al tiempo que hacen  un recuento de lo vivido y  entonan un cántico final quizás, al darse cuenta que la vida siempre nos dará motivos para sorprendernos y para desear que no todo termine ahí. Quizás sea la moraleja, nos atrevemos a puntualizar.
El montaje resultó fascinante, intenso, con turbulencias y temores, pero reconfortante y de mucho crecimiento profesional y artístico, porque hay una entrega total de esos excelentes actores, de indudable calidad humana y depurado profesionalismo. Nada fácil es hacer de viejo y convencer y ahí ellos no solo lo demuestran.
Mientras llega la cura para la vejez ,capaz además de detener la muerte de los seres humanos, dos grandes sueños en estos momentos, los teatreros (con los dramaturgos a la cabeza  y entre  ellos Blanco López) hacen espectáculos para advertirles a sus públicos de las vicisitudes de esas nada fáciles etapas de la vida, aunque actualmente la ciencia al tiempo que busca otros mundos y fabrica armas capaces de desaparecer a la vida misma, también persigue la eterna juventud y por ende la perpetuidad de la raza humana.


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