sábado, junio 11, 2016

Olvidadas vienen desde Nueva York para que las conozcan

Pablo García Gámez viene a la Patria por unos días.
Los éxitos de los venezolanos allende las fronteras son siempre noticia y mucho más cuando ocurren se materializan sobre los difíciles escenarios de Nueva York. Lo decimos porque el teatrero Pablo García Gámez, con un cuarto de siglo laborando en Manhattan, sigue viviendo, que es lo más importante, y además cosecha premios gracias a su dramatúrgia.
Ocurrió, el pasado mes de mayo, cuando su obra  Olvidadas  obtuvo premios en Dramaturgia, Dirección, Producción y Actriz para Rosie Berrido, alzándose con cuatro de los cinco galardones entregados del Festival LGBTQ Hispano de Teatro FUERZA Fest, organizado por la Federación Hispana de Nueva York. Es la historia de Estela y Luna, pareja que vive aislada del mundo. Estela no puede recordar quién es o dónde está y Luna debe cuidar de ella. A través de dibujos, colores y poemas, Estela va construyendo un pasado donde ellas fueron marginalizadas por sus ideales y preferencias, un pasado del cual Luna trata desesperadamente de protegerla.  Olvidadas   es una historia sobre el amor y los recuerdos: aquellos que luchamos para conservar y aquellos que deseamos olvidar, puntualiza García Gámez,
¿Cuál es su origen y cómo se hizo espectáculo?
Fueron semanas intensas: por un lado Olvidadas y por el otro Yo no soy Lupita, unipersonal que tuvo una recepción extraordinaria y del cual hay que hablar. Las dos estrenaron el mismo día -20 de mayo-, además de las clases, mi tesis, el congreso de LASA; no tuve tiempo para nada, ni para mandar un email a Caracas.  Olvidadas fue escrita en 2009.  La imagen de partida se da al escuchar la lectura de testimonios de una amiga apresada durante la última dictadura argentina.  De allí salieron más imágenes: niños, mujeres tras rejas, reclusos, la vejez.  De allí olvidar o recordar. La memoria como recurso, la historia que incorpora lo que la hegemonía impone dejando por fuera los aportes hechos por las minorías.  Así que son dos personajes, Estela y Luna; viven en un espacio que no saben cuál es, que no reconocen, ellas son, o ¿fueron?, maestras, desafían la normativa, siguen la pedagogía del oprimido, de Freyre, y pueden envejecer o enjovenecer según las recuerden.
 Mario Colón, de Hispanic Federation institución organizadora de FUERZA Fest LGBTQ Latino Festival, me invitó directamente.  Decliné la invitación porque ya estaba en la producción de Yo no soy Lupita.  Mario invitó entonces a Diego Chiri, director peruano, quien a su vez me llamó y le mandé el texto; la producción la asumió Corezon, la productora de Pablo Andrade, que presentó Lo que Kurt Cobain se llevó en el Festival de Teatro del Comisionado Dominicano. Diego en la dirección hizo un trabajo impresionante.  Trabajó con poquísimos elementos escenográficos y de utilería.  Se abocó a resaltar el trabajo actoral.  Valoró gestos, movimientos, pausas.  Esa propuesta creó una energía en escénica fuerte, fortísima, teatro con pinceladas de performance, barroco sin elementos que llena el espacio.  La entrega de las actrices fue absoluta: Rosie Berrido y Noelle Mauri tienen talento -extraordinario, por cierto- para un trabajo tan exigente como éste. Está pautado seguir presentándola; tengo que reunirme con Diego y Pablo una vez que cumplan su compromiso en el Comisionado. Por lo pronto, -aquí tienes un tubazo- aprovechando que voy a Caracas, a mediados de julio se realizará una lectura dramática de Olvidadas en la Galería de Arte Nacional.  El director es de lujo: Elio Palencia, quien ahorita está poniéndose en contacto con las actrices.
¿Cuántos años en USA y cómo ha sido su trabajo teatral?
En USA voy hacia mis primeros 25 años.  Mi trabajo como dramaturgo ha sido bien recibido, llevo ya ocho premios: tres HOLA, dos ACE, dos Proyecto Asunción, éste de FUERZAFest… y espero seguir cosechando... amén.
 ¿No teme encajonarse en temáticas sexuales?
¿Encajonarme en temáticas de sexualidad?  Jejeje… me causa gracia porque es como preguntarle a un autor heterosexual si teme estancarse en la heterosexualidad.  En serio, la mayoría de mis personajes, como Camelia Margarita de Noche tan linda o Luna y Estela forman parte de una marginalidad.  Son así porque escribo desde mi visión de mundo y no necesariamente desde un punto de vista heteronormativo.  Desde el margen puedo leer, reflejar, reflexionar sobre mi contexto, un contexto que además es diaspórico, un acullá mezcla de aquí y de allá.  Esos personajes con su sexualidad han logrado crear diálogos con gente que no necesariamente comparten su marginalidad y que encuentran otras aristas de la realidad. Hay que visibilizar personajes LGBTQ. Buscar, inventar, recrear una memoria.  Por ejemplo, en Noche tan linda es un muchacho caraqueño travesti enfrentado al 27 de febrero de 1989.  No conozco, no sé de un registro que se refiera a una actitud, un caso, una historia de un gay en esa fecha.  Estela y Luna hablan del paso del tiempo entre parejas del mismo sexo: ¡envejecemos como los heterosexuales! Como ellos, discutimos, se nos olvidan las cosas, tenemos miedo a quedar indefensos, podemos pasar muchos años juntos en pareja; tenemos actitudes políticas, de clase, de raza. Eso sí: también están los personajes straights como Coromoto Chiquinquirá Gouveia, la heroína de Yo no soy Lupita que, en una estética bien camp plantea cómo nos transformamos en imágenes en esta sociedad del espectáculo.


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