Un espectáculo para verlo y pensar mucho en lo que ahí se muestra. |
Los dramaturgos venezolanos son tímidos a la hora de usar la historia patria
vivida, o vista, para teatralizarla,
aunque hay contadas excepciones. Tal es el caso de Fermín Reyna, quien hace una
breve temporada en el Ateneo de Caracas con su obra dramática Buenos días Noruega, apuntalado en el
excelente trabajo de Dimas González, quien funge como director y actor principal, y con el valiente
soporte de María Gabriela Cedeño.
Buenos días Noruega, otra producción del indoblegable grupo Teatro Itinerante de Venezuela,
ya se mostró en España, al participar en el Festival Iberoamericano de Teatro Contemporáneo de Almagro, organizado
por el Centro Latinoamericano de
Creación e Investigación Teatral (CELCIT), que todavía comanda Luis
Molina.
La saga teatral muestra a Pablo,
veterano actor y profesor universitario de psicodrama y además especialista en
teatro clásico, quien ha sido declarado loco al arremeter violentamente contra
sus vecinos, como consecuencia del trauma provocado por la muerte violenta de
su hijo, durante una manifestación política.
Buenos días Noruega atrapa desde el principio, porque Pablo se
asume como el doctor Stockman, el célebre protagonista de El enemigo del pueblo de Henrik Ibsen (Skien, Noruega, 20 de marzo de 1828/Oslo, 23 de mayo de
1906), y en ese juego de su locura, pretender
ser el que no es, y la cruel realidad
que vive, porque no acepta la violencia cainítica que lo dejó sin su amado hijo,
se revelan todos sus conflictos y contradicciones dentro de una sociedad que
dialoga con balas.
Peligroso equilibro logra el autor
Reyna con su texto, ya que era fácil que cayera en el barranco de panfleto
o el cursilón melodrama. Pero nada de
eso ocurre. Todo fluye con sus correctos ritmos externos e internos y el atormentado
personaje (magistral composición de Dimas) tiene dignidad en su delirio.
Creemos que el espectáculo tendrá mayor intensidad durante posteriores representaciones,
aunque ya el público se identifica con los personajes venezolanos, porque eso
son, y sus respectivos dolores y
angustias.
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