Carlos Márquez, primer actor del teatro, el cine y la televisión de Venezuela |
Carlos Márquez Capecchi, quien el próximo 19 de abril cumplirá 90 años,
es el ganador del Premio Nacional de Teatro 2015, según el jurado integrado por
Román Chalbaud, Bruno Mateo y Nicolás
Curiel. Él admite que no se arrepiente de nada de lo hecho. Y para cuando le
llegue la hora del mutis definitivo quiere tener las botas puestas, como lo
hicieron varios de los personajes teatrales que ha encarnado desde la década de los 40,
aunque aclara que no hay final ni principio, sino que todo se transforma tal
como la aprendió con sus hermanos rosacruces.Así lo piensa y lo cuenta este primer actor del teatro, el cine y la
televisión, quien regresó a la pantalla de RCTV Internacional gracias
al unitario La pensión Amalia, basado en la telenovela original de
Salvador Garmendia, en la temporada del 2008
La memoria le permite hilvanar su saga actoral, la cual arranca a los 17 años,
cuando conoció los secretos del teatro en el viejo Ateneo de Caracas, en la
otrora casa de Andrés Bello, en la esquina Las Mercedes; Manuel Rivas Lázaro lo inició y continuó su aprendizaje en el Centro Venezolano
Soviético, donde estaba César Henríquez, y después en el Taller Libre de Arte
con Elías Marcheli, durante el montaje de El paquebote de
Charles Vitrac.
Pero su deambular se detuvo al vincularse a la escuela de Juana Sujo, en
los años 50. Ahí conoció a la legendaria actriz argentina, después se
desposaron y vivieron felices hasta que ella “se fue de gira”, el 11 de julio
de 1962, a los 44 años. “La conocí porque un amigo, Elisaúl Peraza, me encontró
en la plaza de San Jacinto y me dijo que fuese a los estudios de Bolívar Films,
donde para ese entonces funcionaba la escuela de Juana, porque la italiana Mara
Poeta ensayaba la pieza Detective history. Y así ocurrió y ahí
encontré a Fernando Gómez, Paul Antillano, Esteban Herrera y Alberto Castillo
Arráez, quienes también participaban, pero nunca se estrenó ese espectáculo; me
quedé ahí y dos años más tarde debuté, como profesional, en el Teatro Municipal
con Los muertos sin sepultura de Jean Paul Sartre. Lo he dicho
siempre y lo repito ahora, que Juana me formó en lo humano, en lo intelectual y
en lo artístico”.
Reconoce que no lo aprovechó todo
por su inmadurez, pero sería años más tarde, cuando se vinculó al rosacrucismo,
que pudo comprenderlo todo y aprehender otros estadios del conocimiento.
Como su memoria lo puede traicionar y para que la historia de su marcha artística no se pierda y se cuenten cosas que él no hizo, tiene lista la publicación de su autobiografía, Lo me toco vivir, donde está toda la información sobre su dilatada carrera profesional, desde 1952 hasta 2008, inclusive.
Como su memoria lo puede traicionar y para que la historia de su marcha artística no se pierda y se cuenten cosas que él no hizo, tiene lista la publicación de su autobiografía, Lo me toco vivir, donde está toda la información sobre su dilatada carrera profesional, desde 1952 hasta 2008, inclusive.
Ahí figuran las fichas técnicas
de la pieza de Sartre hasta el monólogo de José Antonio Rial, Un hombre de
otros tiempos; no menos 40 espectáculos teatrales; también lo caracterizado
en televisión y cine, decenas y decenas de trabajos. Ese libro tiene unas 220
páginas y en la portada hay una fotografía suya, tomada en el Teatro Los
Cedros, durante el montaje de la pieza Ha llegado el inspector de
John B. Priestley. Una autobiografía, con abundantes gráficas, sobre una vida
artística de lujo, además con datos fieles, no tan conocidos, como sus dos
primeros matrimonios (Juana Sujo y Adilia Castillo) y el tercero con la
cantante Dolores Beltrán , ya fallecida
De esas tres bodas no tiene
descendencia, aunque sí procreó una hija que ya lo hizo abuelo en tres
oportunidades. "Mi nieto mayor tiene varios años en París”.
Lamenta que ahora no pueda estar al mismo tiempo en un escenario teatral
y en un set de televisión, como antes, y además acudir a la universidad, como
lo hizo a los 60 años para estudiar en la UCV y obtener una licenciatura en
artes escénicas. Se cansa, como es natural, pero lo que nunca olvida es acudir
a una edificación en la parroquia Candelaria, donde están sus hermanos
rosacruces, a quienes conoció, hace más o menos unos 40 años, gracias al
cantante Rafa Galindo. “Estoy feliz de todo lo hecho y de lo que todavía puedo
hacer”.
FILOSOFIA DE VIDA
Carlos, nacido en Guanoco, estado Sucre, y caraqueño desde los nueve
años, no reveló las claves de las enseñanzas rosacruces, porque no es su vocero
autorizado, aunque recordó que se trata de una filosofía de vida, la cual
permite el desarrollo interior del hombre y al mismo tiempo enseña al
desprendimiento de lo material. No propone temas meramente especulativos que no
tengan una aplicación práctica para el mejoramiento de la vida de sus
practicantes y también para ayudar a otros como vivir mejor. Revela cómo los
seres humanos tienen un caudal inmenso de energía y de potencialidades que
habitualmente desconocen. Y recomienda aprovechar el inmenso potencial de la
mente para librarse de las tensiones, conceptos erróneos y enfermedades
mentales. La orden Rosacruz fue fundada, hacia el siglo XV, por Christian
Rosenkreuz. Para algunos estudiosos el rosacrucismo suele denominársele como
cristianismo esotérico.
INOLVIDABLE
Pero Carlos no se ha retirado ni tampoco reposa en un chinchorro. Recorre a Venezuela con su hermoso e
instructivo monólogo Inolvidable, escrito por José
Gabriel Núñez a partir de la biografía Lo que me tocó vivir del
comediante, desde aquel 20 septiembre de 2013, en la sala de conciertos de
Unearte.
Márquez está consciente de que “a los 87 ya no se está para actuar, sino
para esperar la muerte en la tranquilidad del hogar”, pero, mientras le llega el
último mutis hace su espectáculo, el
cual avanza desde Guanoco a la eternidad de la cultura criolla, haciendo escala
a lo largo de 60 años en numerosos escenarios, sets y platós de Caracas donde
hizo su vida artística.
Lo obtenido es una
deliciosa recreación, a partir del monólogo El canto del cisne (1886) de
Antón Chejov, enriquecido con anécdotas del artista, como sus desencantos por
los personajes que anheló hacer y nunca se los dieron, como aquellos
legendarios príncipes Hamlet y Segismundo, de Shakespeare y Calderón,
metas consagratorias para muchísimos comediantes en etapa cruciales de
sus profesiones.
Tal como lo plantea Chejov, Márquez encarna el anciano cómico Vasili
Vasílievich que termina la función con la cual finaliza su carrera teatral
y se queda viendo desde el escenario la sala vacía para iniciar un
melancólico viaje a través de sus recuerdos.
Inolvidable es un gran tributo a
la nostalgia que ha acompañado a este comediante, quien luchó denodadamente
para llegar a ser lo que es: primera figura en el arte de la interpretación, la
cual es la actividad más arraigada, genéticamente, en todo ser viviente, y más,
si a este lo complementa el intelecto, tal es el caso de Carlos Márquez.
Aristóteles pide en todo acto teatral un conflicto para la expiación de
la audiencia y Márquez lo obtiene con su saga de amor, sus luchas y
el amargo final, tal como ocurrió con la pionera Juana Sujo, su
primera esposa, insigne actriz y productora del mejor teatro de arte de
los 50 y 60. Desaparecen las risas y el silencio es elocuente, pero el público
estalla minutos después cuando interpreta el tango Cuesta abajo y
el bolero Inolvidable. ¡Cae el telón!
1 comentario:
Recuerdo un montaje que se hizo en la Salita Juana Sujo del Nuevo grupo dé la obra NUESTRO PADRE DRACULA dé RODOLFO SANTANA. Allí vimos Carlos Márquez junto a Rebeca González. Dos actores dé la tv., prestados para el teatro
Publicar un comentario