miércoles, julio 24, 2019

"Quiéreme mucho" ha regresado

Otri texto de Ott en escena

Las buenas propuestas teatrales merecen la pena que cada cierto tiempo vuelvan a ser montadas, este es el caso de Quiéreme mucho, obra original del periodista y dramaturgo Gustavo Ott (Caracas, 14 de enero de 1963), la cual hizo temporada en el Teatro San Martín de Caracas, bajo la dirección de Verónica Arellano, el 27 de septiembre de 2017 con las actuaciones de Ángel Pelay y Margareth Aliendres. Ahora ese mismo montaje, sin muchos cambios y con la participación de los jóvenes Johana Vargas y Luisangel Muñoz, hace temporada en la sala Rajatabla.
Ahí, según lo que plasmó el autor Ott, luego de varias décadas como inmigrantes, un matrimonio ha tocado el techo bajo y desilusionado de sus esperanzas: limpiar un viejo cine en un país extranjero. Pero “Teresa”, sin el consentimiento de su esposo, “Alfonso”, ha decidido regresar a su país. Mientras, al otro lado del cine, dos jóvenes, “María” y “Rómulo”, se conocen y a pesar de ser muy distintos, inician un improbable romance. El paralelo entre el amor que comienza y otro que termina define el valor de las relaciones, el respeto y el odio, conectando estos cuatro personajes como si fueran solo dos, rodeados de cine, humor, y la búsqueda de lo que significa la vida en pareja».
Quiéreme mucho es, pues  una comedia con un par de lágrimas que nos traslada con cariño e hilaridad a uno de los dilemas más antiguos del ser humano: el significado y la posibilidad del amor,  señaló Ott en una breve sinopsis
Hay que recordar que las obras de teatro de Ott han sido traducidas a más de 15 idiomas, desde el alemán hasta el griego. También han sido numerosos los reconocimientos obtenidos por textos como A un átomo de distancia120 vidas x minutoTres noches para cinco perros Ogros bajo la cama, entre muchas otros.
El galardón más reciente se lo otorgó el Trasnocho Cultural por ser el ganador de su Primer Concurso de Dramaturgia con La foto. Escrita en 2016, la historia habla sobre la crisis de la mediana edad. “Pero después la obra despegó y se hizo más ambiciosa. Eso me sucede mucho y esas son las piezas de las que termino enamorado”, dice el dramaturgo
El espectáculo de Quiéreme mucho es grato, tanto el de la temporada 2017 como el de 2019 Mucha acción, mucho juego de caramelo amoroso de la parejita joven para contrastar el tedio de los ancianos. Todo dura unos 70 minutos. Nos sigue sorprendiendo la dirección de la Arellano. Las actuaciones son convincentes, aunque las entonaciones vocales lucen extrañas para ser un espectáculo realista. Eso lo detectamos en los montajes de las temporadas
VENEZOLANOS DESTERRADOS
Escribir sobre el exilio cuando eres exiliado no es nada fácil y menos cuando se hace por primera vez, aunque todavía la predica del   profesor de filosofía nos retumba en la cabeza, por aquello de que toda la humanidad esta exiliada en este planeta y aún sigue sin encontrar su origen y su destino.
Hay exilios, como se aprehende en la marcha, por convicciones políticas, violencia, persecución política, represión, depresiones existenciales y la curiosidad por conocer cosas nuevas, etcétera, tras asumir esa decisión del exilio o destierro. En síntesis, las razones que empujan a los intelectuales, o a los seres humanos en general, al exilio resultan diversas. Tan diversas como las historias que son frutos de esas experiencias.
Pero, ¿en qué consiste exactamente el exilio?, como lo advierte la página web IberLibros en una extensa nota sobre exilio cultural para referirse al exilio impuesto, en particular, por la situación en que se encuentra la producción del libro y la acogida por el público lector o, en este caso que nos interesa, las piezas teatrales venezolanas y la respuesta de la audiencia de la comarca. “La literatura en el exilio conlleva un doble sentido: en sentido estricto, es la literatura de los autores que tratan en sus obras el tema del exilio; en un sentido más amplio, es toda la literatura escrita por los autores desterrados”.
En palabras de Julio Cortázar, según cita IberLibros "el escritor exiliado es alguien que se sabe despojado de todo lo suyo, muchas veces de una familia y en el mejor de los casos de una manera y un ritmo de vivir, un perfume del aire y un color del cielo, una costumbre de casas y de calles y de bibliotecas y de perros y de cafés con amigos y de periódicos y de músicas y de caminatas por la ciudad. El exilio es la cesación del contacto de un follaje y de una raigambre con el aire y la tierra connaturales; es como el brusco final de un amor, es como una muerte inconcebiblemente horrible porque es una muerte que se sigue viviendo conscientemente".
IberLibros se ha centrado en ese ensayo monográfico en la literatura en el exilio de la segunda mitad del siglo XX, de escritores latinoamericanos que emigraron a otros países del continente, Estados Unidos o Europa. En su gran mayoría son argentinos, pero también hay unas cuantas centenas de chilenos, paraguayos, uruguayos, cubanos, colombianos, peruanos... para integrar  una larga lista sin fin.
Ahí están, por supuesto, los desterrados o exiliados venezolanos, quienes conocieron y sufrieron durante los siglos XIX y XX; cuando se escapó Andrés Bello, el más importante intelectual hacia Chile y allá hizo su valiosa vida para el mundo de habla hispana, y las rocambolescas peripecias del cuasi mitológico Rómulo Gallegos, entre otros.
Durante este siglo XXI, el exilio literario y/o artístico se ha nutrido durante la segunda década por innegables razones sociopolíticas -o por ese gen libertario que anida en los criollos- pero ya antes se había fraguado el exilio del periodista Gustavo Ott escritor teatral y líder absoluto de la agrupación escénica (Textoteatro) con su propia sala, el Teatro San Martín de Caracas (TSM), cedido en comodato por el otrora Alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, durante la ultima década de los 90 del siglo XX, el cual se convirtió en alternativa para las nuevas generaciones.
Ott, casado y padre de una adolescente, vive en Washington D. C. y trabaja con GALA Theater como autor y director, además de laborar como docente en una prestigiosa universidad; pero no ha cesado de escribir teatro y últimamente ha publicados tres novelas. En síntesis, el susodicho exilio le ha dado diversos frutos, algunos premiados, además en Venezuela.
Ott apunta que su Quiéreme mucho ahí subraya el paralelo entre el amor que comienza y otro que termina para definir o revisar el valor de las relaciones, el respeto y el odio, conectando estos cuatro personajes como si fueran solo dos, rodeados de cine, humor, y la búsqueda de lo que significa la vida en pareja.  Quiéreme mucho es una comedia con un par lágrimas que nos traslada con cariño e hilaridad a uno de los dilemas más antiguos del ser humano: el significado y la posibilidad del amor, considera Ott, quien es, precisamente, otro incansable enamorado del amor difícil, o en dificultades.
Este Quiéreme mucho como love story en dificultades puede lucir superado por las circunstancias existenciales del contexto, o simplemente verla como “una pieza vieja y pasada de moda”, pero no es así, porque se puede sufrir y recurrir incluso a la dieta mediterránea para la sobrevivencia, pero nadie deja de amar o al menos soñar en un amor, por más imposible o difícil que parezca, aunque los personajes sean desterrados y quieran regresar al lar familiar, aunque no sepan quien se los marcado. 
No es que Ott esté haciendo con Quiéreme mucho su testamento, no, nada de eso, es que como desterrado no puede dejar de aludir a esa temática, que está bien abajo de lo que escribe o hace, en el subtexto. Todo dura unos 70 minutos. Nos sigue sorprendiendo la dirección de la Arellano. Las actuaciones son convincentes, aunque las entonaciones vocales lucen extrañas para ser un espectáculo realista. Eso lo detectamos en los montajes de las temporadas citadas.

Escribir sobre el exilio cuando eres exiliado no es nada fácil y menos cuando se hace por primera vez, aunque todavía la predica del   profesor de filosofía nos retumba en la cabeza, por aquello de que toda la humanidad esta exiliada en este planeta y aún sigue sin encontrar su origen y su destino.
Hay exilios, como se aprehende en la marcha, por convicciones políticas, violencia, persecución política, represión, depresiones existenciales y la curiosidad por conocer cosas nuevas, etcétera, tras asumir esa decisión del exilio o destierro. En síntesis, las razones que empujan a los intelectuales, o a los seres humanos en general, al exilio resultan diversas. Tan diversas como las historias que son frutos de esas experiencias.
Pero, ¿en qué consiste exactamente el exilio?, como lo advierte la página web IberLibros en una extensa nota sobre exilio cultural para referirse al exilio impuesto, en particular, por la situación en que se encuentra la producción del libro y la acogida por el público lector o, en este caso que nos interesa, las piezas teatrales venezolanas y la respuesta de la audiencia de la comarca. “La literatura en el exilio conlleva un doble sentido: en sentido estricto, es la literatura de los autores que tratan en sus obras el tema del exilio; en un sentido más amplio, es toda la literatura escrita por los autores desterrados”.
En palabras de Julio Cortázar, según cita IberLibros "el escritor exiliado es alguien que se sabe despojado de todo lo suyo, muchas veces de una familia y en el mejor de los casos de una manera y un ritmo de vivir, un perfume del aire y un color del cielo, una costumbre de casas y de calles y de bibliotecas y de perros y de cafés con amigos y de periódicos y de músicas y de caminatas por la ciudad. El exilio es la cesación del contacto de un follaje y de una raigambre con el aire y la tierra connaturales; es como el brusco final de un amor, es como una muerte inconcebiblemente horrible porque es una muerte que se sigue viviendo conscientemente".
IberLibros se ha centrado en ese ensayo monográfico en la literatura en el exilio de la segunda mitad del siglo XX, de escritores latinoamericanos que emigraron a otros países del continente, Estados Unidos o Europa. En su gran mayoría son argentinos, pero también hay unas cuantas centenas de chilenos, paraguayos, uruguayos, cubanos, colombianos,peruanos... para integrar  una larga lista sin fin.
Ahí están, por supuesto, los desterrados o exiliados venezolanos, quienes conocieron y sufrieron durante los siglos XIX y XX; cuando se escapó Andrés Bello, el más importante intelectual hacia Chile y allá hizo su valiosa vida para el mundo de habla hispana, y las rocambolescas peripecias del cuasi mitológico Rómulo Gallegos, entre otros.
Durante este siglo XXI, el exilio literario y/o artístico se ha nutrido durante la segunda década por innegables razones sociopolíticas -o por ese gen libertario que anida en los criollos- pero ya antes se había fraguado el exilio del periodista Gustavo Ott, exitoso escritor teatral (tiene, por lo menos, una cuarentena de obras, escenificadas la mayor parte) y líder absoluto de la agrupación escénica (Textoteatro) con su propia sala, el Teatro San Martín de Caracas (TSM),.

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