El buen teatro venezolano cuenta con José Simón Escalona Acosta. |
Durante la temporada teatral de los años 80,
Venezuela contaba con Carlos Giménez en el grupo Rajatabla; Isaac Chocrón gestaba
la creación de la Compañía Nacional de Teatro, a instancias del presidente Jaime Lusinchi, y capitaneaba al portaaviones que era El Nuevo Grupo; al tiempo que
José Simón Escalona (Ciudad Bolívar, 17 de mayo de 1954) luchaba para ganarse
un sitio de importancia dentro del huracanado
movimiento teatral caraqueño, el cual logró en las décadas posteriores gracias a
su talento, su envidiable capacidad de trabajo, además del aguerrido grupo Theja
que consolidó.
Apuntalado, además por Román Chalbaud y el
mismo Chocrón, Escalona pudo ver, durante la temporada 1984, el estreno de su pieza Señoras, dirigida por Javier
Vidal y con las destacadas actrices Amalia Pérez Díaz, Agustina Martín y Laura
Zerra, en la sala Alberto de Paz y Mateos; alcanzó récord de audiencia y mereció
laudatorias críticas. Su ascenso por la resbaladiza escalera de la fama había
comenzado. Ya ha escrito 34 obras y 15 fueron representadas.
A 31 años de su estreno, Señoras, después de un exitoso montaje en Miami, reapareció en la sala
Trasnocho, bajo la precisa conducción de Tullio Cavalli y con las solventes
caracterizaciones de Carlota Sosa, Julie
Restifo y Eulalia Siso, teniendo a Marilda Vera y Rolando Padilla en el equipo de producción.
Señoras es una pieza críptica que sorprende al público por una serie de situaciones impactantes e inesperadas
de tres mujeres que recuerdan lo malo y lo bueno que vivieron y quienes están
congeladas en el tiempo y dedicadas a representar facetas de su pasado. Hay,
por supuesto guiños a El día que me quieras de Cabrujas y a la extraordinaria pieza
A puerta cerrada de Sartre, donde la
muerte y el infierno son el telón de fondo de los seres humanos que se toman la
existencia humana muy en serio sin darse cuenta que lo que viven es un sainete de la cotidianidad.
La mujer, en general, aún es víctima de una sociedad que la obliga encerrarse, no solo en lo físico sino
también en lo mental, como lo mostró García Lorca.
Las buenas actuaciones, especialmente de Sosa, hacen
agradable el espectáculo, el cual se visualiza con escenas impactantes e
inesperadas, dentro de la estética solemne
y ritualista del teatro de Genet, precisamente por la profunda inconformidad o
rebelión de sus personajes en contra de la sociedad y sus costumbres.
A partir de un cuadro desdibujado de tres mujeres,
caraqueñas y trágicas universales, desde
la perspectiva de una aplastante e histórica disminución del papel de la mujer
en la sociedad, Señoras es un drama que no le tiene miedo
a la comedia, donde tres mujeres, tres hermanas, desgranan – perversas,
humildes y astutas, perdidas en el vertiginoso limbo de la irrealidad- sus
miserables y cansadas vidas.
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