Nació en Caracas hace 24 años y ya descolla como autor teatral |
El periodista Fernando Azpúrua ya ha
demostrado que es un dramaturgo original y comprometido con lo que piensa y
siente. Es por eso que, conjuntamente con el publicista Douglas Palumbo, el periodista
Juan Antonio Gonzalez y el crítico Carlos Herrera, hemos suscrito el acta del Premio
de Dramaturgia Isaac Chocrón 2014 merecido por su pieza Niños lindos, el cual le será entregado a mediados del venidero mes
de septiembre.
OTROS PREMIOS
Ademas de exaltar a la dramaturgia, el Premio Isaac Chocrón tambien se otorgó a los actores Francis Rueda y Juan Carlos Gardié por sus respectivos trabajos en Bingo de Román Chalbaud y Compadres de Javier Vidal, y a la directora Rossana Hernández por su trabajo con Niños Lindos. Es, sin lugar a dudas, un reconocmiento a ese nuevo y positivo movimiento renovador del teatro criollo, el cual adelantan Diana Volpe y Orlando Arocha, y un brioso grupo de artistas jóvenes, desde la Concha Acústica de Bello Monte, con el apoyo de la Alcaldía de Baruta y todos los vecinos de esa populosa zona. ¡Un modelo a seguir!
PERSONALIDAD DEL PREMIADO
Azpúrua contó que desde el colegio anda escribiendo obras para sus compañeros. “Me
parece el regalo más preciado. Escribirle a alguien para regalarle en palabras
una parte de ti. La princesa Peleona fue un proyecto que
escribí para niños y que montaron por cuatro temporadas, se la dediqué a mi
profesora de teatro del colegio Francia, Karen Ruiz. Y espero seguir regalando
y dedicando obras mientras intento construir mi carrera. Porque deseo siempre
conseguirme en otro y que otro se consiga en mi, a través del teatro”.
-¿Cómo nace Niños lindos?
-De una idea que me rondaba en la cabeza y de unos
amigos a quienes les quería escribir para poder hacer algo juntos. Un día hablé
con el actor Newman Vera para un proyecto donde pudieramos actuar tres
personas, y se me ocurrió esta historia. Me pareció factible que dos primos se
enamoraran, y aún más nostálgico y bonito, que uno de ellos fuera a buscar al
otro en su nueva vida citadina. Traté de no detenerme y desahogar muchos
sentimientos por varias noches en el puff de mi cuarto, frente a mi laptop.
Simplemente sucedió, y estoy seguro que salió con secretos que aún yo no he
descubierto que han salido. Sin embargo, sé muy bien que cuando me dé cuenta,
ya será demasiado tarde.
-¿Aborda sin miedo la
temática gay en un pais donde la homofobia no es solo epidérmica?
-Sí, porque estoy harto.Y cuando uno está harto,
uno habla, responde, lucha y se equivoca o logra. Yo necesito hablar de eso
desde un plano personal, pero también defendiendo a los que no conozco pero sé
que son como yo. Esos que deben amar en silencio, o simplemente tienen que ser
quienes son, con niveles de volumen. “Delante de él, no seas así, busca bajarle
dos…” he escuchado por ahí... Y no hay nada que me parezca más atroz que
pedirle a alguien que no sea como es. Esta sociedad ya es muy complicada como
para que se tenga que modificar quienes somos por lo que piensen los demás. Si
a alguien le molesta ver a dos hombres o dos mujeres besandose en la calle,
pues mejor que se vaya acostumbrando. Que en el cine, en el teatro y (Dios
mediante) en la television, comiencen a verlo, puesto que mi generación y las
que vienen, cada vez estamos exigiendo con más fuerza que se respeten nuestros
derechos. Falta poco para el cambio y de eso no me cabe ninguna duda.
-¿Cómo fue el
montaje?
-Rossana Hernández es muy inteligente y a
quien además tuve el gusto de conocer gracias a la obra, Piso 9,
en la cual participamos juntos varios años atrás. A ella y a Orlando les
entregué mi texto con los ojos vendados y vi en escena un resultado que me dio
mucha felicidad. Confié en ella como confío en mis hermanas. La admiro en todo
lo que hace y es modelo tanto profesional como de vida para mi. Ella me invitó
a ver varios ensayos, y yo siempré quedé fascinado, como un niñito viendo la
misma película mil veces, pero sorprendiendome con cada instante, como si nunca
la hubiese visto. Además soy fanatico del trabajo de José Manuel, de Teo, de
Hector y de Victor, así como también del de Slavco que hacía el personaje de
David para el proceso del Piquete. Cada lunes, me entran ganas inmensas de
saltarme el martes, miércoles y el jueves para volver a función y aplaudirlos
por lo que hacen.
-¿Sófocles y usted abordan
temáticas moralistas, él con Edipo y usted en Niños lindos?
-A veces, escribiendo, me pregunto si no estoy
siendo excesivamente moralista. Y entonces me doy cuenta que en ese espacio no
puedo negar quien soy. Estudié en una Universidad del Opus Dei en la que, a
pesar de todo, he sido muy feliz. Entendiendo lo que tengo que entender sobre
la educación que me dan, tomando lo que quiero y renunciando a lo que no.
Además pudiendo escapar cada cierto tiempo a los derroches de los artistas de
bellas artes, a las lecturas, a los teatreros, a los espacios de intercambio
escénico. Si en mi obra se siente que soy moralista, entonces es porque algo
muy profundo debe haber sembrado la Universidad, mi familia y mis amigos en mi,
que así lo intente, no creo que pueda omitir de mi trabajo. Con respecto a
Sófocles y su Edipo, a los grandes siempre hay que volver a leerlos, por lo
tanto tengo mucha tarea que hacer.
ALUMNO AGRADECIDO
“Fueron varias personas los que me ayudaron a
entender el viaje del héroe en una obra de teatro. A los 15 años decidí
inscribirme, gracias a mi madre y al anuncio de una revista, en el Gimnasio de
Actores, de Matilda Corral. Ahí pasé cinco años estudiando los dilemas de Tom
de El zoológico de cristal, o de Enrique V,
entre mucho otros que se trabajaban constantemente en ese espacio. Luego conocí
a Orlando Arocha, Ricardo Nortier, Diana Volpe y César Sierra, quienes me
recibieron con los brazos abiertos en las asistencias de dirección durante
varios de sus montajes, desde dónde pude observar más de cerca el proceso de
estudio de un actor a la hora de tomar entre sus manos un texto. Por último,
Karin Valecillos tuvo la generosidad de leer Niños lindos y
darme el apoyo que necesitaba para revisarla y compartirla con mis tutores
teatrales, así como también Elio Palencia, mi maestro durante el proceso de
escritura de una telenovela para jóvenes, solicitada por la Villa del
Cine. Oriento mi pasión por la escuela stanivlaskiana, que ha sido, desde el
principio, la que mis profesores más queridos han desarrollado en sus salones
de clase.
-Acabo de terminar la obra La sin nombre II. Este texto surgió de unas conversaciones
que tuve junto a unas amigas muy cercanas mientras participabamos en el montaje
del musical Pippin, Shakti Maal Martinez y Patricia Ramirez.
Ahí plasmo el encuentro entre Lucía y Sandra, (la hermana de un hombre
encarcelado y la victima que lo hizo encarcelar). Todo sucede en el salon de
una universidad católica. Cualquier parecido con la realidad, esta vez sí es
pura coincidencia. También estoy trabajando en el texto de otro proyecto para
actores jovenes, que se llamará Yo nunca, con el cual pretendo
meterme más en el tema de las drogas, pero ese aún es un camino que con las
palabras debo recorrer.
CRITICA DE NIÑOS LINDOS
Entre Edipo y David, o entre Sófocles y Fernando Azpúrua hay una distancia de más de cuatro mil años, pero tanto los entes teatrales y sus creadores están unidos por las más antiguas pautas moralistas de la cultura occidental, especialmente esas que advierten como se pagará, incluso con la vida, todo aquello que atente contra la inocencia de la niñez y quienes profanen o irrespeten los sagrados fueros de la hospitalidad, amistad y pureza.
Fernando Azpúrua (Caracas,1990) no roba escena a Sófocles. No, es que su tragedia Niños Lindos, la cual hizo temporada en la Caja de Fósforos, durante el pasado mes de febrero-con los actores José Manuel Suárez, Héctor Zerpa y Teo Gutiérrez, además del cantante Víctor Valdez, dirigidos por Rossana Hernández-es también un espectáculo moralista que incluso culmina derramando la sangre no del victimario sino no de la víctima: un hombre enamorado de su violador, quien lo cambió por otros. Es una saga de homosexualismo en un núcleo familiar, donde el primo mayor seduce al menor, se hace público el abuso y viene la huida, pero más temprano que tarde estallan los reclamos amorosos y se desencadena la tragedia que culmina con el suicido del violentado y a su vez frustrado enamorado.
¿Y qué tiene que ver Edipo con Niños lindos?
Ambas son tragedias que nacen del abuso y la inmoralidad de personajes con conductas homosexuales. Sin que Sófocles y Fernando pretendan hacer discursos moralistas y antihomofóbicos, sino todo lo contrario: reclaman respeto y pulcritud en las relaciones básicas de la sociedad, pero no rompen lanzas por el amor. Layo seduce a Crisipo y violenta además la lealtad y la hospitalidad del rey Pélope, y los dioses lo condenan a morir en manos de Edipo, el hijo desconocido. David persuade a su primo Julio, estalla el escándalo y se refugia en Caracas, pero el fantasma de tal relación prohibida y además nunca asumida acaba con su aparente estabilidad -tiene pareja y comparten apartamento- y lo confronta con el suicidio de su enamorado, cual personaje del romanticismo literario.
Niños lindos es, pues, la audaz y moralista visión de un venezolano que pide respeto hacia la inocencia y exige actitudes racionales en las diversas conductas sexuales para no dañar a los demás. Muestra en su discurso escénico el desenfadado comportamiento gay para resolver sus pulsiones eróticas y advierte además como la Internet es la gran Celestina de este siglo, aunque es también las biblioteca más grande que la humanidad nunca jamás soñó. No da pautas ni propone cartillas, solo que hay cuidarse del amor, pero nunca olvidarse de tal pulsión, para no complicarse la existencia, aunque la pasión romántica es incontrolable y avasalladora.
El apasionado y comprometido terceto actoral hizo de Niños Lindos un espectáculo grato, muy humano por la ingenuidad de las relaciones amorosas nacidas espontáneamente y no por intereses crematísticos, aunque deja ese amargo sabor de sangre en la boca, porque Julio (excelente composición logra Suárez) se mata por el canalla de David (fuerte carácter de Gutiérrez), mientras que Zerpa consigue al erótico gay prototipo.
La dirección de Rossana era maternalmente cuidadosa de sus actores, aunque encontramos problemas con la planta de movimientos en un espacio no convencional, el cual merece una revisión. ¡Éxitos y que vivan Sófocles y Fernando!
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