"Buena gente" sigue en La caja de fósforos |
Van cinco
desopilantes espectáculos y quedan otros tres por ser ponderados, los cuales
están en etapa de producción. Es lo que subrayamos y exaltamos, por
ahora, del Primer Festival de Teatro Contemporáneo Estadounidense, que
se realiza desde el 12 de julio y
culmina el 12 de octubre en las salas La caja de fósforos y El dedal,
ubicadas en el backstage de la Concha Acústica de Bello Monte.
Las obras Pterodáctilos y
Talk Radio, de Nick Silver y Eric Bogosian, muy bien dirigidas por Orlando Arocha y Elvis Chaveinte,
respectivamente, inauguraron tan ilustrativa temporada, auspiciada por la embajada
de United States of America, con la
participación de unas 80 personas, entre comediantes, directores, técnicos y diseñadores.
Y la paradoja es que se hace con textos de norteamericanos, quienes desnudan
descarada y descarnadamente a su sociedad.
La temporada ha proseguido, recibiendo notable apoyo de los espectadores, con Buena gente de David Lindsay-Abaire, El truco de la cama de Matt Moses y La
casa del sí de Wendy Mac Leod,
bien puestos en escena por Diana Volpe, Arocha y Chaveinte y Jonell Paz, los cuales subrayaron, como los anteriores
montajes, que la temática de las relaciones familiares y sus respectivos derrumbes son preocupación e
interés de la comunidad estadounidense, especialmente después de las guerras de
Corea y Vietnam, conflictos que avisaron el ocaso o la caída del tan famoso
ideal American Dream, el cual prometía que gracias al esfuerzo y la
determinación de cada uno de los habitantes se podrían superar las diferencias
sociales y alcanzar la felicidad.
Lindsay-Abaire enfatiza como el desempleo, aunado a malas prácticas
sociales, como el chismorreo desmedido y las discriminaciones raciales y
sexuales, especialmente la homofobia, desencadenan crisis en los sectores
sociales menos favorecidos y les agrava la cotidianidad que los lleva a la
miseria. Carolina Leandro, Jonathan Mora, Eulalia Siso, Haydee Faverola, Carlos
Abbatemarco y Rosalía Blanco dan vida satisfactoriamente sus complejos personajes.
María Alejandra Martín, Ignacio
Marchena, Emily Caraballo y Ana Melo, metidos o jugando o
trasladando no menos de 50 maletas, estremecen
al público por el feminismo de Moses, quien arremete sin contemplaciones
contra los matrimonios mantenidos con simples apariencias y carentes de
satisfacción de las más íntimas fantasías.
El fantasma del magnicidio de John F.
Kennedy revive en la escena como desencadenante de un reiterado y sórdido drama de incesto, aupado por una
maternidad perversa, tal como lo escribió Mac Leod. Logra conmover gracias a
las excelentes caracterizaciones obtenidas por Sabrina Rodríguez, José Manuel
Suárez, Loly Sánchez, German Manrique y Lismar Ramírez.
El teatro de USA siempre ha estado
orientado a enfatizar las relaciones de los humanos con Dios, la moral y
mostrar moderadamente -edulcoradas, dicen algunos- todos los conflictos del
individuo exacerbados ante un sistema de explotación capitalista. Y ahora
Caracas lo contempla.
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