Los artistas que evocaron al desaparecido histrión |
Entre julio de 1970
y octubre de 2013 vimos y aplaudimos sin vacilar al gran comediante venezolano Gustavo
Rodríguez (1947-2014). No podemos olvidar sus performances en La ópera de tres centavos de Bertold Brecht, puesta en escena por
Herman Lejter en la Aula Magna de la UCV, y
el policial Mátame de Martin
Hahn, en el BOD, bajo la egida de Javier Vidal; espectáculos con los cuales
inició y despidió su valioso tránsito por el teatro vernáculo, donde participara
en más de 60 montajes, sin contar telenovelas y películas donde siempre se
lució.¡Modelo de venezolano útil e histórico!
Evocamos ahora
a tan histórico actor porque sus hijas
Grecia y Giuliana, han actuado, producido y presentado el texto El juego de Mariela Romero, el cual
estaba entre los proyectos –la lista de “cosas pendientes”- del ausente
histrión, apuntaladas por el director Armando Gota y Lynnette Reyes. Ellos,
consiguieron el apoyo del Ateneo de
Caracas y ahí lo estrenaron, para así recordarlo una vez más, en medio de una
miniexposición de fotografías y objetos alusivos a la rutilante vida de quien
fuera Gustavo Rodríguez.
Las actrices Grecia
Rodríguez y Lynnette Reyes dieron vida a los
personajes Ana II y Anna I, bajo la
férrea dirección de Gota; seres creados por la Romero en la Caracas de los años
70, una pareja de muchachas marginales que son explotadas por un misterioso
hombre que nunca aparece, pero quien ejerce su
mefistofélico dominio. Ellas juegan en sus momentos libres, después de cometer
fechorías, y tratar de darse afecto en medio de la sórdida soledad en que sobreviven.
Ellas, las dos Anas, logran materializar una atmosfera sadomasoquista que podría culminar en un canibalismo
pero la dramaturga no llega a eso. A
casi cuatro décadas de su estreno -Mariela Romero y Martha Velazco,
comandadas por el mismo Gota, lo encarnaron en la sala Rajatabla,durante la égida del inolvidable Carlos Giménez- es impactante el dramatismo y la crudeza de su temática, porque la
sociedad venezolana, lamentablemente, no ha superado ese tipo de delincuencia juvenil y quizás
hasta ha empeorado.
Grecia y Lynnette, sabiamente
controladas por el director Gota, van mostrando las diversas facetas de esas
dos mujeres, desterradas de la vida y en la más absoluta pobreza, y marcan así la
profundidad y la gravedad de las relaciones
de dominación y crueldad sobre las cuales han construido su amistad, llegando incluso a
materializar a esos seres sin ningún
rumbo aparente, como escribiera el dramaturgo Isaac Chocrón, quienes en esta
pieza de humor negro se juegan sí mismas, juegan a vivir o para seguir viviendo en ese hueco o caverna o cobijo donde se
encuentran. Todo un decantado trabajo del veterano puestista, amigo
incondicional de Gustavo y ahora acompañante de sus hijas.
Gran futuro auguramos para Grecia y
Lynnette al verlas obtener con estremecedora solvencia a esas marginales,
poetizadas por Mariela Romero -instalada ahora en Miami con sus hijos y sus nietos-, quien inicio así una carrera de óptima
dramaturgia, al ganarse un premio del
venezolano Ministerio de Justicia (1976) por El juego.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario