El minotauro Asterión y Samuel Robinson. |
A
instancias de José Ignacio Cabrujas, quien la dirigió y con la complicidad de los actores Flavio Caballero
y Fausto Verdial, Isaac Chocrón (Maracay, 25 de septiembre/Caracas, 6 de
noviembre de 2011) escribió y estrenó el 3 de marzo de 1983, en la sala Juana
Sujo del Nuevo Grupo, la singular elegía al Libertador en su Bicentenario: Simón.
Lúdica comedia que muestra al joven Bolívar y su maestro Simón Rodríguez en histórico
recorrido entre París y Roma, durante los años 1804 y 1805, entre
la coronación de Napoleón y el juramento en el Monte Sacro.
Ahora
Simón Rodríguez, o Samuel Robinson (nombre que usa tras la ruina de la conspiración
de Gual y España, 1797), retorna como hermoso ente teatral gracias al autor Tomás
Jurado Zavala, el director Carlos Arroyo y los comediantes Aníbal Grunn y Wilfredo
Peraza, quienes mostraron en la sala Antonieta Colon, la asombrosa función 13
del espectáculo Robinson en la casa
de Asterión, dentro de la 14 Muestra Internacional de las Comunidades de
Caracas, que organiza Alberto Ravara.
Robinson en la casa de
Asterión, producción de la Compañía Regional de Portuguesa,
reivindica a Simón Rodríguez y lo exalta como lo que fue: gran pensador, revolucionario
que desafió a toda la naciente sociedad latinoamericana al desarrollar y poner
en práctica, arriesgando hasta su vida
misma, por su original concepción- bajo la influencia de Jean Jacques Rousseau- lo que deseaba: educar a las
nuevas naciones liberadas del yugo español por la espada de Bolívar y sus generales.
Educación para derrumbar la herencia colonial y formar auténticos ciudadanos
republicanos como seres del conocimiento y expertos en diversos oficios.
Jurado Zavala ficciona y combina al mitológico Asterión,
según el cuento de Jorge Luis Borges, con las peripecias del brillante
intelectual (Caracas,28 de octubre de 1769/Amotape,Perú,28 de febrero de 1854), e invita al espectador a
revisar sus conocimientos sobre quien “enseñaba divirtiendo”.
El espectáculo, creado en Guanare, se desarrolla en un
espacio vacío y sobre un piso que reproduce, con líneas blancas, al laberinto
del minotauro de Creta, donde irrumpe Robinson para enfrentarse con el Asterión
(hombre con cabeza de toro), momentos
antes de morir y drenar sus fracasos y
las culpas de quienes a lo largo de su vida tuvieron que ver con la ruina de los mismos,
con el mariscal Sucre a la cabeza.
Gracias a la concepción minimalista
del montaje y la desenfada actuación de Aníbal y Wilfredo, lo vemos desafiar
a quienes lo acusaron de ladrón, de hereje, de
promiscuo, cuando su objetivo era educar y crear hombres libres para formar
verdaderas repúblicas en la América española. Al final se da cuenta que su
salvación está en sus escritos que leyó tantas veces y que nadie supo
comprender. Logra demostrar una vez más que, el hombre es grande y trasciende
en la historia y el tiempo por sus pensamientos y sus
saberes.
La saga y el legado de Simon Rodríguez o Samuel Robinson
no se perdieron en los largos y angustiosos 200 años de historia de esta república.
Es una referencia obligatoria en todo lo referente a la educación de la
sociedad y es por eso que en
Caracas, hacia octubre de 1971, se fundó la Universidad Nacional Experimental
Simon Rodríguez y en más reciente fecha se creó la Misión Robinson, un programa social
del gobierno nacional durante la presidencia del comandante Hugo Chávez.
¡Creemos que hay Simón Rodríguez
o Samuel Robinson para muchas décadas más!
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