El cineasta Carlos Azpúrua insiste en la batalla por los derechos humanos |
Es un Quijote del siglo XX y
todavía le quedan muchos entuertos en la centuria XXI para deshacer. Es el
criollo, de origen vasco, Carlos Azpúrua, quien está orgulloso además de ser
negro como los negros e indio como los indios, y por eso ahora entrega su
largo documental Sabino vive, basado en la vida del yukpa Sabino
Romero, un luchador indígena asesinado el 3 de marzo de 2013, en la comunidad
de Chaktapa de la Sierra de Perijá, en el estado Zulia, Venezuela.
¿Por qué y para qué ha retomado
el tema indigenista?
Confieso que le llegué tarde a
ese conflicto del pueblo indígena yukpa de Sabino Romero, un héroe de nuestros
tiempos, quien, de una manera distinta al legendario cacique Guaicapuro, logró
que sus luchas fuesen registradas por los videos, los cuales yo he
utilizado para mi largometraje. De Sabino tenemos una gran cantidad de video
grabados por colectivos audiovisuales de su tribu, quienes registraron
visualmente buena parte de sus luchas.
Mi filme es el resultado de
todo un trabajo con los yukpas, con quienes realicé talleres sobre manejo de
las cámaras, brindándoles así la oportunidad de formar parte de la
reconstrucción de la historia y la lucha de quien fue en vida el cacique en la
comunidad de Chaktapa.
Cuando yo llego al problema
recuerdo que mucha gente me hablaba del problema de Sabino por la vinculación
que he tenido con los problemas de nuestros indígenas, por las reflexiones que
tengo o he realizado sobre las fronteras de mi país. Yo hice una obra
cinematográfica, El bosque silencioso, sobre la explotación aurífera de las
cuencas hidrográficas del estado Bolívar, que es otro tema doloroso, pero
que en definitiva es parte de esa lucha que tengo por mi país, un compromiso
que implica mis reflexiones sobre las últimas fronteras patrias, donde están
las comunidades indígenas y donde están las grandes reservas del patrimonio,
además de la biodiversidad, como es el caso de la frontera amazónica. Yo viví
seis años en la selva para hacer mi trabajo sobre las nefastas Nuevas
Tribus.
¿Por qué, con tantos temas que hay, terminó
eligiendo a los indígenas y lo que pasa en las fronteras?
Porque para mí ha sido muy
importante mi reflexión sobre mi identidad. Saber de dónde soy y de donde
vengo, se me ha convertido es una búsqueda existencial extraordinaria. Yo
tengo origen vasco, porque casi todos procedemos de Europa, como lo fue Simón
Bolívar. Pero no sé cuándo se me convirtió en una obsesión saber cuál era mi
identidad como ser humano. Creo que eso comenzó en mi adolescencia y ha
continuado hasta ahora, en la mitad de mi sexta década. Entiendo que soy
como venezolano y de origen español, por aquello que uno llama la genética
histórica; pero soy más negro que un negro y más indio que un indio. Aunque
sigo siendo vasco genéticamente, bailo tambor y viví en la selva, adoro a mi
patria y soy venezolano. Y estoy profundamente orgulloso de lo soy y de
lo que he vivido.
¿Satisfecho por esa lucha o la búsqueda de su
identidad?
Totalmente satisfecho, pero
creo que todavía me falta algo. Creo que he ayudo a crear un movimiento
incontenible por la identidad nacional con varias de mis películas, creo que mi
legado es una suma de todas esas películas, con las cuales he crecido en lo
humano y en lo político. No voy a enumerarte esos títulos pero tú sí les
contarás a los lectores de Últimas noticias que mis películas
tiene una repercusión social. Y puedo decir que el cine que yo he realizado ha
incidido sobre mi historia y sobre el país y, en especial, en todas esas luchas
por el rescate de los aborígenes y de la identidad nacional. Todo eso ahora
está presente en el articulado de la Constitución de la República Bolivariana
de Venezuela de 1999.
Sí he crecido con mi trabajo.
Soy otro hombre, y eso no me lo puede negar nadie. Y humildemente reitero que
he contribuido al avance social y las reivindicaciones sociales de mi país. Y
mientras esté vivo proseguiré con esa línea de investigación y difusión.
Mi cine, para decirlo, en pocas
palabras, ha estado siempre vinculado con las zonas fronterizas venezolanas,
especialmente sobre los problemas de las comunidades indígenas. Yo sí creo, y
lo digo con humildad, que lo hecho ha influido o está penetrando la conciencia
de mis compatriotas o conciudadanos. No he hecho un cine banal ni
antihistórico. No tengo nada que probar nada a nadie. Que vean mis
películas y saquen sus conclusiones.
¿Qué pasa con “Sabino vive”?
Es una película sobre un
gravísimo problema que afecta a la tribu de los Yukpa y espero que genere o
provoque una reflexión sobre tal problemática. Mi film es muy complicado y muy
complejo porque todo eso sucede en la frontera común con Colombia y a eso hay
que agregarle el paramilitarismo, el sicariato y el contrabando de extracción,
dentro de una geo-estrategia para desestabilizar al país. Todo eso se muestra
en mi película. Todo comenzó porque mataron a un cacique, al sur del lago de
Maracaibo, y desde entonces han matado a muchos más. Ahí hay un problema
gravísimo sobre la tenencia de la tierra y pululan las contradicciones
por parte del Estado; hay nefastos intereses de los ganaderos y, además, está
el problema de la minería, y múltiples violaciones de los derechos humanos. Por
todo eso espero que mi película genere reflexiones y naturalmente
controversias.
¿Qué fue lo que usted hizo?
Yo conecté todos esos temas y
les di una coherencia narrativa fílmica. Lo que quiero con esta película es que
contribuya a un debate o a un foro abierto con el mundo académico, con
los indígenas, con el liderazgo del país, con el sector militar y con los
organismos del Estado para comprender mucho más la geopolítica y la presencia
colombiana por intermedio del paramilitarismo y el sicariato. No podemos
quedarnos callados ante los 300 asesinatos registrados después de la
declaración de la Ley de Tierras.
Y Sabino vive nace
por una visita que hice al Zulia y a un diálogo muy intenso que tuve con el
gobernador Francisco Arias Cárdenas, un hombre valiente a quien yo aprecio
muchísimo, sobre lo que ocurría con el cacique yukpa Sabino.
¿Y qué pasó?
Escuché lo que me dijo y además
todo lo que decía la gente zuliana. Incluso opté por irlo a ver y me cedieron
su GPS y hasta me prestaron un helicóptero para ir a su tribu, porque como
estaba amenazado de muerte lo estaban protegiendo. Sabino era un hombre
amenazado por los intereses económicos y los intereses de los ganaderos, y
estaba amenazado por paramilitares.
Fui al sitio, comencé a
estudiar lo que pasaba, teniendo en cuenta la complejidad de la región del
Perijá. Y le hice la última entrevista a Sabino, ocho días antes de que lo
mataran. Él muere el 3 de marzo de 2013 y aquello me indignó tanto que fui a la
Fiscalía General de la República para entregar esa entrevista el 5 de marzo,
cuando muere en La Habana el comandante Chávez, donde Sabino dice porque lo
quieren matar y además los nombres de sus eventuales asesinos. Esa entrevista
es parte del sumario probatorio iniciado por su asesinato.
¿Qué contiene la película?
No voy a contarla, hay que
verla, pero debo subrayar que a partir de la entrevista que le hice a Sabino
hice mi película como tal. Mi Sabino vive se alimenta de
no menos de 500 horas de materiales grabados en la zona. Ahora vamos a
exhibirla, para comenzar en 30 salas y en varios espacios públicos.
Mi Sabino vive “narra
hechos que marcan una historia en la lucha de los pueblos indígenas por la
demarcación y la autonomía de sus tierras sagradas ancestrales, la vida de su
pueblo y la organización según sus usos y costumbres”, ha dicho el cineasta.
De nuevo, este quijotesco cineasta venezolano entra
a la carga con un laborioso largometraje, pero él no descansa y ya tiene algo más
complicado, advierte
BREVE FILMOGRAFÍA
BREVE FILMOGRAFÍA
Carlos Azpúrua (Caracas,
15 de enero de 1950) tiene en su haber cortometrajes y largometrajes como
Yo hablo a Caracas (1978) o Caño Mánamo (1983), o Amazonas, el negocio de este mundo (2006),
luego de su única comedia -Mi vida
por Sharon o ¿Qué te pasa a ti? (2006)- lo hace con Saharauis, la última colonia de África (2008), que narra la
tragedia de este pueblo y América tiene
alma (2009). Continuó su compromiso con Guerras de cuarta generación (2009) y El 4F en la historia (2012), por los 20 años del alzamiento en 1992
del comandante Hugo Chávez Frías
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