AUn generoso elenco para la pieza de Chacaito. |
Arrancó la
temporada 2015 en el Teatro Chacaíto, desde el 1 de enero, con el espectáculo Las
tres mujeres del muerto, escrito por Manuel Bastos y Marianella Alonso, bajo la dirección de
José De Souza, quien además actúa junto a Esther Orjuela, Maribel Zambrano y
Sara Lárez, actrices que se turnarán con Betty Jass, Sheila Monterola y Marilyn
Castro, semanalmente.
Ignorar la importancia de esa
sala (300 butacas), ubicada desde hace 48 años en la terraza del
Centro Comercial Chacaíto es desconocer eventos vitales para el desarrollo del
gusto teatral porque además ahí se explotó hasta la saciedad la temática gay,
porque era la más aplaudida o solicitada por el público, tendencia que prosiguió
no solo en ese espacio. Horacio Peterson, Jorge Palacios, Guillermo González y
Jorge Bulgaris fueron los promotores de ese espacio privado que resultó útil
para la cultura, ya que aupó, desde 1967, la creación en Caracas de un
movimiento teatral comercial, financiado por las taquillas, el cual le
disputaba, y aún continúa, los espectadores al teatro de arte o subvencionado
por el Estado. A instancias del “modelo chacaítesco”, surgieron salas como Las
Palmas, Los Cedros y Santa Sofía, para citar a las que sobrevivieron hasta los
años 90, más el Trasnocho Cultural, la Torre del BOD, Escena 8, Teatrex,
Premium y Urban Cuplé, creadas durante el siglo XXI.
El único empresario que
continúa en Teatro Chacaíto es Jorge Bulgaris (1938), porque los otros abrieron
“casa aparte”. Los historiadores analizarán reseñas sobre tumultuosas
temporadas que ahí se hicieron, leerán algunos de los textos representados —el
más exitoso La importancia de llamarse Andrés— y revisarán la saga
de intérpretes que debutaron y saltaron después a la televisión y el cine, o a
otras salas.
Y como el Teatro Chacaíto no
cerró en Navidad abrió este 2015 con Las tres mujeres del muerto, que
además tiene una moraleja -El que mal actúa, mal le va- la cual
desarrolla y da su mensaje aleccionador para mujeres y hombres quienes, por el
placer y el dinero, violentan todas las normas morales de una sociedad
cristiana.
Los autores plasman a tres damas que se reúnen
en un bar para planificar la repartición de la herencia del caballero con quien
se casaron a lo largo de 20 años. El argumento y sus truculencias son
desopilantes y el final es abrupto: el difunto vuelve del más allá para
llevarse las almas de sus compañeras de vida, quienes fallecen al consumir un
licor envenenado. El montaje está en proceso de construcción. Las actrices
bordan sus personajes y poco a poco los irán asumiendo porque son talentosas y
además deben explotar mucho más sus performances con el público.
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