viernes, diciembre 25, 2015

Homofobia y onanismo en "Desde allá" de Lorenzo Vigas

Armando y Elder ante la soledad acompañada de Caracas
Andrea Núñez-Torrón Stock
Revista EAM / Cineuropa de Santiago de Compostela, 09/12/2015
Una Caracas convulsionada es el escenario escogido por Lorenzo Vigas para presentarnos una historia —de amor, sentimientos encontrados y agresividad contenida— poco convencional y rica en matices. Desde allá, título del debut cinematográfico de este director venezolano, se trata de una obra desgarradora, dotada de una inusitada fuerza y un prisma novedoso, que lejos de centrarse exclusivamente en la complejidad de una relación plagada de incongruencias, baches emocionales y presión social, nos revela la continuidad actual de una amplia serie de estigmas sociales alusivos a la homosexualidad masculina en Latinoamérica, el poso de los traumas más arraigados en la personalidad o la imprevisibilidad asociada a muchas de las reacciones humanas.
Su valentía, su crudeza y su excelente puesta en escena han llevado a esta obra a hacerse con el León de Oro en la última Mostra de Venecia, así como recibir una cálida acogida en la sección de Horizontes Latinos del Festival de San Sebastián. Compartiendo valor, escenario y una aguda radiografía social, recuerda en su verismo descarnado a la fantástica Pelo malo de Mariana Rondón, que se llenó el bolsillo de merecidos premios hace dos años. Las dos obras apuestan por una mirada fría y aséptica, que no juzga a sus personajes, para contarnos sus diferentes conflictos vitales, pero a diferencia de esta última citada, la cinta que hoy describimos incide en lo argumental por una ambigüedad dramática perturbadora, donde pueden caber diferentes versiones y el espectador debe tratar de desmigajar ese guion sutilmente milimetrado para llegar al quid de la cuestión, a desentrañar el corazón de los dos hombres que en ella participan y se conocen el uno al otro.
Dos son los protagonistas de Desde allá: el serio e imperturbable Armando —interpretado por Alfredo Castro, al que también hemos visto este año en la fantástica película chilena El club—, un cincuentón poseedor de un laboratorio de prótesis dentales, y Elder —gran actuación de Luis Silva—, un muchacho callejero que forma parte de una pequeña banda de delincuentes juveniles. Mientras que este joven sueña con tener su propio coche y vive entre chapuzas y triquiñuelas para ganarse la vida, Armando, de vida tranquila y bienestar económico, frecuenta paradas de autobús para captar a hombres jóvenes y ofrecerles un jugoso puñado de billetes si lo acompañan a casa. El modus operandi es siempre idéntico, ya que él sólo quiere observar cómo se desnudan y masturbarse mirando, sin mantener ningún tipo de contacto físico, dando rienda suelta a un onanismo exacerbado.
Todo cambia cuando el primer protagonista le ofrece dinero al segundo y aunque éste reacciona propinándole una paliza a golpe de insultos —delatando un alto nivel de homofobia característico en su círculo social—, pronto comienza una particular relación de amistad acompañada de cierta tensión sexual contenida. Por otro lado, Armando vigila de vez en cuando a un señor de edad avanzada, una costumbre que se nos antoja misteriosa y sorprendente. Lorenzo Vigas, de manera sumamente inteligente, decide plasmar la propia falta de comunicación y aislamiento emocional que sufren los dos personajes principales —ambos por causas muy diferentes, hay que subrayar—, a través de la austeridad narrativa, con diálogos pausados, montaje lineal y unos encuadres naturalistas y cercanos. El punto de vista del director es totalmente neutral, casi gélido a la hora de ahondar en el conflicto dramático y por ello, hace que tengamos que trabajar y buscar tras la elipsis de información el germen de los problemas y de la soledad de ambos, así como de diversos giros argumentales que se suceden, dosificados con agudeza.
Desde allá es una película desgarradora, dura y que nos muestra la parte más árida de la vida, los duelos internos que los personajes esconden bajo la piel, tras una capa de exagerada virilidad en un caso, o de semblante imperturbable y rechazo del contacto físico en el otro. Elder, como parte de una tribu callejera de delincuentes se enfrenta a la radical homofobia que se respira en las calles o en el ámbito familiar, mientras que Armando envuelve el dolor de su pasado bajo esa capa de onanismo e impasibilidad, sin dar rienda suelta a los pálpitos de sus emociones. Dos actuaciones altamente naturalistas al servicio de una ópera prima que sugiere más que muestra, que engorda sus habilidades comunicativas con el paso del minutero y que refleja una dimensión emocional entre dos hombres poco o nada explorada en el historial cinematográfico reciente. Las cuestiones que el guion aborda con sutileza oscilan desde la negación de la propia sexualidad a la alexitimia, la sed de venganza, los estigmas sociales y las fronteras que estos delimitan o el descubrimiento personal y las trabas que este conlleva cuando la familia y la sociedad se erigen en contra.
Como espectadores, Desde allá nos planteará un ángulo distinto, exigiéndonos un mayor esfuerzo que otras cintas realistas o sociales más directas y explícitas, dejando a tu juicio algunas de las líneas temáticas abordadas y, sobre todo, captando nuestra atención ante la inmensa complejidad de los sentimientos humanos, pudiendo casi tocar bajo el subtexto la rabia contenida y el amor escondido, la pulsión incontenible y la ternura recóndita, la atracción y el rechazo, la empatía y el desprecio. La bondad y la maldad absolutas, como en todas las buenas películas —gracias a dios—, no existen. Desde allá incrementa su ritmo y su vigor hasta el clímax, nos ayuda a desaprender convencionalismos y a entender sentimientos interiorizados como volcanes a punto de estallar en erupción.
No es Brokeback Mountain ni Pretty Woman. No consuela ni suaviza. Mete el dedo en la llaga y acierta. Ni siquiera estaremos seguros de poder llamarla historia de amor, pero podremos sentir el afecto, la sangre, la vergüenza y la dependencia emocional como en la vida misma, con mejores y —sobre todo en este caso— peores resultados. Como bien dijo el cantautor Nacho Vegas en una de sus célebres canciones: “Hicimos el amor una vez que sentimos el frío, y el resultado fue, ya lo ves, más o menos como en los erizos”. |




1 comentario:

Chamin Jugador dijo...

Esta critica, muy embellecida no cuenta el argmento central (casi oculto) de una historia y motivaciones paralelas, que es justamente la "paternidad irresponsable", justamente el gran temazo de la pelicula. El tema homosexual es solo la punta del iceberg de lo que subyace en el inconsciente de Armando....Deben verla 2 veces para enternderla...