lunes, febrero 24, 2020

Para recordar a Rafael Briceño

Legendario comediante Rafael Briceño.

Siempre militando en el teatro, esta vez como espectador, el  primer actor Rafael Briceño (Ejido,18.07.1921/Caracas, 22.07.2001) dejó la vida en plena función de Monólogos de la vagina, de Eve Ensler, dirigida por Hector Manrique. Un infarto cesó su andar, sin remisión, precisamente en la sala de Conciertos del Ateneo de Caracas (ahora ya es la sede de Unearte).
Su vida de actor comenzó en su natal estado Mérida, durante su infancia. Pobló la materia de los sueños por todos los medios venezolanos al alcance del actor: las tablas, la televisión, el cine, la radio. No hubo medio que no fatigara con su talento, que no llamaremos genio por respeto a su sentencia: “No me gusta que me llamen genial, ¿qué se puede hacer después de eso?”, dice una crónica de la época, pubicada en la revista digital "Analítica".
Alguien dijo que el único general Juan Vicente Gómez bueno fue Rafael Briceño, en alusión a su impecable interpretación del legendario dictador  en Radio Caracas Televisión, con guión de su inseparable  José Ignacio Cabrujas, con ese también gran comediante del teatro venezolano, desde el espectáculo El sainete en Venezuela, otra cátedra de actuación, hasta personajes como Amadeo en Acto cultural,esa obra de teatro imprescindible para la comprensión de la cultura  propia en la América Latina.No hubo vericueto de la actuación y la recitación que no conociera, como lo demostró, entre un millón de ejemplos, en la Cátedra de Humor “Aquiles Nazoa”, de la Universidad Central de Venezuela. Allí actuó, entre otros espectáculos, en El ramillete de la cursilería universal, en la que elevó la querida cursilería a arte imperecedero. Allí el fatigado arte de la declamación tuvo un rejuvenecimiento magistral.
En sus espectáculos mostró mucho de lo que aprendió con Rafael Guinand, quien se lo llevaba a los mercados populares a observar a la gente. Esa, entre otras, fue su fuente. “Hoy vamos a estudiar a los vendedores de queso”, le decía el maestro Guinand, por ejemplo. Así fue hilvanando esa paleta de matices que enriqueció con los años y fue enseñando a actores de varias generaciones, quienes hoy le deben mucho de lo que saben. Allí conformó lo que Cabrujas llamó “el gesto social del venezolano”.Trabajó durante varios años en ese "portaaviones" que era  esa sociedad de amigos denominada El Nuevo Grupo, junto al director y autor Román Chalbaud y al "múltiple" Isaac Chocrón Serfati.
La política misma lo encontró ayudando a presos políticos  a escapar, disfrazándolos con la gama de personajes de ficción que tanto cultivó, durante  la década de 1960, precisamente cuando estaban recluídos en el Cuartel-Cárcel San Carlos.
Ahora es nuevamente noticia como pronto lo sabrán los lectores.


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