Nació hace 83 años en Mérida y es un artista ejemplar |
Los cumpleaños no alteran
su rutina existencial, quizás si llega a 100 podría ser que realice algo inusitado. Por ahora, el merideño Román
Chalbaud Quintero celebrará sus 83 en Porlamar como jurado del VII Festival de
Cine Latinoamericano y Caribeño de Margarita, del 5 al 12 de octubre.
-¿Le picaran una torta?
-Es posible, quizás me den esa sorpresa el viernes 10 de octubre; yo no paralizo mi
agenda de trabajo. Mi cine, mi teatro y mi literatura son algunas de las cosas
que me mantienen vivo.
-¿Pero no hay ninguna canita al aire?
-Lo normal, pero no
ahora que tengo tantas cosas por hacer. Estamos finiquitando el montaje de mi película
La planta insolente, la número 24 de
mi filmografía; en enero voy a Buenos Aires para culminar los efectos
digitales, los traemos y viene la sincronización de la música, lograda por Federico
Ruiz. Creo que en marzo o abril de 2015 será su estreno. Es la saga,
escrita por Luis Britto Garcia, sobre el general Cipriano Castro y su
enfrentamiento con las potencias imperiales que pretendían invadir a Venezuela,
entre diciembre de 1902 y febrero de 1903.
-¿Tenía un proyecto sobre la tragedia del Orfeón Universitario
en las Azores, el 3 de septiembre de 1976?
-Se está trabajando en
la preproducción y en febrero de 2015 habremos concluido el casting y nos lanzaremos
al rodaje, de ocho semanas. Se llamará Los pájaros de las boinas azules. Tengo otro
proyecto que es convertir en serie de televisión, de unos 40 capítulos, a El pez que fuma; en esa empresa me
acompaña Elba Escobar; ya tenemos ofertas de compras desde el exterior; la
dirigiría Tony Rodríguez. El primer semestre
del 2015 está prácticamente cubierto.
-¿Y el teatro?
-Ahí marcha. Ya entregue
el texto de Oveja negra a su
productor Oswaldo Estrada para
estrenarla y llevo más de 30 páginas de Espíritus
animales, con lo cual habré
completado mis primeras 20 piezas
teatrales. Creo que mi obra Bingo,
sobre el drama de la vejez y sus apetitos carnales, hará otras temporadas
dentro y fuera de Caracas.
-¿Cómo encuentra la gestión cultural del gobierno bolivariano?
-Muy bien, hay libros,
hay teatro, hay cine y ahora se hace un congreso sobre la cultura como tal.
Aunque yo le recomendaría al ministro Reinaldo Iturriza que restablezca la Compañía Nacional de Teatro, como
era antes la agrupación, en los tiempos de Isaac Chocrón, para que haga temporadas de uno o dos meses en
alguno de los teatros caraqueños; se
harían cuatro o seis montajes al año, pero sin descuidar las agrupaciones en el interior de la república,
como lo hace actualmente. Tenemos que exhibir un elenco emblemático del mejor teatro nacional. Es un clamor de
los artistas y del público.
El office boy que creció
Chalbaud comenta que el abecé del teatro lo aprendió
en el Liceo Fermín Toro, gracias al inmigrante español Alberto de Paz y Mateos,
durante los años 40. “Yo no quise realizar ninguna actividad deportiva y
elegí al teatro, sin saber lo que
pasaría o haría después, como autor y director. Al cine llegué porque me
fastidiaba como oficceboy de la Creole, trabajo que me consiguió mi madre,
Alicia Quintero, y todas las tardes iba a los estudios de Bolívar Films
para ver los rodajes de sus películas. Ahí conocí, al afamado director
mexicano Víctor Urruchúa, quien rodó en Venezuela durante los años 50 los filmes Seis meses de vida y Luz
en el páramo. Yo fui su
asistente de dirección. Yo aprendí el cine con la práctica, nada de planteamientos teóricos. Y
me quede en el cine porque era muy malo con las matemáticas, la química y la
física. También, durante varios años, ejercí el periodismo en Últimas Noticias y El Nacional, como columnista de cine y articulista. Tengo, pues, mi
historia como periodista.
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