El escritor
Edgar Borges con magro equipaje y sus dos hijas preadolescentes se instaló en
España hace un poco más de siete años. Y ahora, vía Internet, informa orgulloso
que ya le han publicado cuatro novelas: ¿Quién mató a mi madre? (2008), La
contemplación (2010), El
hombre no mediático que leía a Peter Handke (2012) y La
ciclista de las soluciones imaginarias (2014). También tiene dos
libros de apuntes y recorridos: Crónicas de bar (2011) y Vínculos.
Apuntes con Rubén Blades (2013). Además está incluido en diversas
antologías y ha prologado varios textos de españoles y latinoamericanos.
¿Satisfecho?
-Para mí la literatura
siempre ha sido una necesidad y en España la he convertido en una idea posible.
No he tenido que pedirle permiso a ningún padrino y eso es algo que me permite
vivir en paz con mi idea de vida.
Las editoriales
venezolanas hasta ahora no lo han contactado y él expresa que “soy una
expresión extraña, por no decir vetada, para las élites que han manejado este
medio, tanto en lo público como en lo privado. Mi trabajo se basa en la ficción
como vía para demoler y construir realidades y, al parecer, los parámetros de
esos señores no aceptan nada que circule por los bordes de la llamada realidad.
Pero ese es un tema que no me preocupa. Quienes diseñan el canon literario
venezolano pretenden encerrar la palabra en un marco de solemnidad. Se
subestima la literatura como espacio de juego, de participación lectora. Falta
mucho Julio Cortázar y mucho Georges Perec para implosionar tanta seriedad
discursiva”.
“Decía Virginia Woolf que
una buena novela era aquella cuyas palabras transmitían vida. Pienso que el
lector para sentir un libro necesita olvidar que está ante palabras. La palabra
sin estorbos ni malabarismos opera como un hilo invisible que muestra historias
y espacios. En esta dinámica elitista incluyo a un sector que, en materia de producción, representa
intereses que no tienen nada que ver conmigo ni con la literatura que escribo.
La imaginación es una apuesta que no gusta mucho a los comités de lectura de
esas editoriales. Si no pretendes transcribir la realidad no eres bien visto,
aún se cree que la ficción es una abstracción sin sentido. No se asume que toda
realidad es una construcción y que la ficción es la mejor forma de apertura que
pueda descubrir una persona para cambiar su mundo y el que comparte. El arte en
lugar de correr tras la realidad, la implosiona y la transforma. Para intentar
aproximarse a la realidad está el periodismo, la literatura capta todo aquello
que descubre la otra mirada. Hablo de editoriales, no de autores que en
Venezuela los hay muy buenos pero no son promovidos por esos clanes”.
-¿Qué
ha pasado con La ciclista de las
soluciones imaginarias?
-Presentaciones, firmas
de libros, encuentros con lectores y acuerdos para publicaciones en otros
países distintos a España. Y la lectura de la crítica que la ha reseñado en
diversos medios. Algo curioso es que se me han acercado colectivos de ciclistas
para hablar de la novela. En la obra la bicicleta es una llave que aparece para
poner en movimiento a un barrio hastiado por la rutina. El señor Silva, el
burócrata que sigue a “La ciclista” para que le sane de “el mal de la mirada
trastocada”, siempre lleva en mente una frase que alguna vez dijo esta mujer:
“La bicicleta es la única máquina que el ser humano necesita para levitar por
los caminos de la tierra”.
-¿Qué hay para el año
2015?
-La ciclista de las soluciones imaginarias saldrá en varios países
de América y Europa. Estoy invitado a diversas ferias de América y
presentaciones en España. El 29 de enero la presentaré en Barcelona. En 2015
también publicarán mi segunda novela El hombre no mediático que leía a Peter
Handke, en italiano. Tengo en mente otra obra pero su desarrollo
dependerá de mis viajes
Tesis en la ULA
A Edgar Borges (Caracas,
1966) lo citan en diversas universidades
del mundo y está en sus bibliotecas.
Todo comenzó cuando un estudiante de Estados Unidos lo buscó para su tesis
basada en Sonido Urbano, calle,
salsa y cuentos, su primera publicación en Venezuela. Luego, diversos
investigadores comenzaron a incluirlo en trabajos de documentación sobre la
ficción como vía para transformar la realidad. Hoy La
ciclista … está en varias de esas bibliotecas, como la de Berlín o varias
de Estados Unidos. Pero está impactado porque, su libro de 2013, Vínculos. Apuntes con Rubén Blades ha sido utilizado por Rafael Pinto para
licenciarse en Letras en la Universidad
de Los Andes.
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