Fernando Gómez Castillo era el actor activo de más edad en las artes
escénicas criollas. El pasado 13 de marzo festejó sus 98 años. Desde hoy ya no estará
más entre sus amigos y familiares, pero quedan incalculables recuerdos, además
de la familia elegida, que lo acompañaron en su quinta en la urbanización El
Márquez. Ya se habían marchado sus cuatro hermanos quienes le dejaron alrededor
de 15 sobrinos, seis sobrinos nietos y dos sobrinos biznietos. Tiene un
sobrino, Juan Carlos Martínez, que hace televisión y lideriza un grupo de
teatro. A él le dijo que “al teatro hay que dedicarle la vida, desde que se
inicia. Hay que estudiar permanentemente, hay que luchar hasta el último
aliento”.
Hace seis años, Gómez Castillo nos recibió en su
residencia y declaro que no se acompañaba con computadoras ni celulares. “Soy
de la romana antigua. Tampoco me enchinchorro ni me empantuflo. Debo recordarle
a las nuevas generaciones que el 22 de noviembre de 1952, en los tiempos del
general Marcos Pérez Jiménez, hice mi primer teleteatro Donde nace el recuerdo
para el Canal 5 y desde entonces me vinculé a ese importante medio”.
“En 1987 me otorgaron el Premio Nacional de Teatro por
mis largas décadas entregadas a la composición de personajes claves para la
escena. Pero debo esta pasión, que todavía me embarga, a mi madre Presentación
“La Tachón” Castillo, que con papá Rosendo Gómez Peraza, me hicieron nacer en
La Guaira, en aquel 1916. Era actriz y cantante de elogiada trayectoria,
trabajó con las compañías de Teófilo Leal, Jesús Izquierdo, Emma Soler y
Antonio Saavedra, cabezas de las más importantes compañías del teatro venezolano
de las cuatro primeras décadas del siglo XX. Hijo de gata... caza ratones, que
en mi caso resultaron teatrales”.
"Hice mi bachillerato en el Liceo Andrés Bello,
cuando estaba en la esquina de San Lázaro, y hacia 1937 ya azotaba las calles
de Nueva York a donde marché a estudiar medicina, cosa que no pude hacer porque
las universidades eran privadas y carísimas, y sólo tenía un aporte de 50
dólares mensuales para sobrevivir. Sin embargo aproveche el tiempo y me
entregué a la práctica teatral con unas agrupaciones latinas y además pude ver
los mejores espectáculos de la época. Mi primer debut fue pues en Manhattan, en
castellano y, por supuesto, con textos de Benavente y otros famosos autores
españoles, en el sótano de una iglesia, en el alto Manhattan”.
“La guerra contra los nazis y los japoneses me asustó y
regresé a Caracas para estudiar, definitivamente, medicina en la Universidad
Central de Venezuela, donde egresó hacia 1945, cuando Leopoldo García Maldonado
era su rector. La Revolución de Octubre me afectó porque era medinista y me fui
a trabajar con mi profesión a diversas petroleras, la cual fue mi verdadero
modo de ganarme la vida durante varias décadas, pero antes hice una
especialización en radiología, en Nueva York”.
“Pero “Los amigos del teatro”, una agrupación donde
estaban Aquiles Certad, Luis Peraza, Guillermo Feo Calcaño y Andrés Eloy
Blanco, entre otros, ya me habían sembrado en la escena venezolana. Mi segundo
debut, durante los años 40, fue con la obra Pacto de boda, del criollo Alejo Fuenmayor. Y nunca más abandoné el
teatro. Tengo las pruebas de haber actuado en unas 100 piezas, todas en el
siglo XX, porque en lo que va de esta centuria no he hecho ni una, pero no
pierdo las esperanzas. Aunque tengo un monólogo, El juicio del siglo,
basado en el libro de Clarence Darrow, montado por Chalbaud en 1960, del cual
he hecho unas mil funciones, pero mi sueño, porque no puedo negarlo, es
protagonizar la pieza Rey Lear.
Tengo memoria y resistencia física, pero es un personaje que exigiría más de la
cuenta. Todavía sueño con encarnarlo en un escenario, porque ya hicimos una
lectura dramatizada".
“Trabajé en excelentes espectáculos, pero no puedo
olvidarme de El enemigo del pueblo, El príncipe Constante y especialmente Autorretrato de artista con barba y
pumpá, una pieza de José Ignacio Cabrujas, que estrené en 1990, bajo la
dirección de José Simón Escalona; ahí encarné al gran pintor Armando Reverón. A
finales del siglo pasado hice 1,Reyes,1 de Chocrón. He estado
acompañado de magníficos actores y actrices y ahora les agradezco a todos
porque sin ellos no hubiese hecho nada, salvo monólogos”.
Su historia artística es ejemplar y nadie podrá
ignorarlo.
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