Caridad Canelón en una comedia de la Torre del Teatro. |
Hace cinco años escribimos esto
y ahora lo reiteramos: la realidad de las artes escénicas venezolanas sería
otra, si se contara con tres o cuatro mujeres como Lupe Gehrenbeck, de largos
cabellos e inmensas ideas originales y prácticas sobre lo que debe ser la
dramaturgia y el oficio teatral para los tiempos que se viven. Ella tiene en su
computadora no menos de 20 piezas teatrales, de las cuales ha escenificado una
quincena. Además de parir sus textos, los produce y los lleva a la escena con
sus directrices. No hay, pues, otra teatrera como ella y de ahí nuestra
satisfacción de poder saciarme y aplaudir lo que hace. Ella ha elegido navegar
entre los apuros de la inestabilidad teatral o desafiar a los vaporones del
tráfago tropical, donde la incertidumbre y/o la nostalgia son los agridulces olores del éxito colectivo o del
fracaso individual. Y ahora está de vuelta, en la Torre del Teatro.
Gehrenbeck -se graduó de
bachiller en 1977- afirma que el misterio de lo femenino, sí existe y no es
un invento de los hombres. Y existe porque empieza en el páncreas, ya que hay
una tendencia en la medicina que revela como las vísceras y otros órganos
dentro de los seres humanos funcionan distinto según el género. “Es decir, el
hígado de la mujer funciona diferente al del hombre y a nosotras nos han curado
según el esquema del hígado del varón; por eso ahora hay especialistas en
mujeres. Nosotras somos receptoras o contenedoras de ese misterio de la vida y
de la muerte. Escribo de lo que me interesa escribir, de lo que tengo por
dentro. Y mi condición femenina es algo de la que me siento muy feliz. Me
encanta ser mujer. Tal vez por eso mi obras terminan siendo absolutamente femeninas”.
CUATRO
MUJERES DE POSTIN
Y por todo eso es que
hemos visto y aplaudido a rabiar su ultra femenina obra Ni
que nos vayamos nos podemos ir , escenificada acertadamente por Oswaldo
Maccio y felizmente actuada gracias a Caridad Canelón, Simona Chirinos,
Nattalie Cortez y Gladys Seco, quienes disfrutan
haciendo temporada en la Sala Experimental de la Torre del Teatro o Torre BOD. Ellas
materializan la paralizante urgencia de una “diáspora” creciente que afecta a varios
sectores de la familia venezolana –especialmente la clase media, o clase
sándwich- de manera inédita, porque son tema y
argumento de este nuevo texto de Lupe Gehrenbeck. Todo un melodrama muy
sentimental que conmueve, durante los 80 minutos de su performance, porque plantea
la compleja situación que se vive cuando la diferencias irreconciliables de
puntos de vista surgen entre gente que se quieren pero que ya no se soportan.
Ahí están: Elvira que tiene necesidad de irse
del país, pero también sufre sus ganas de quedarse. Forzada a emigrar a sus 65
años, se aferra a sus recuerdos y pertenencias, porque se siente perdida. Sus
nietos que crecen en inglés gringo y sin abuelos; la cotidianidad de 68 muertos
diarios por la violencia y la polarización política que separa a su gente, son
sus razones para irse. Su otra hija se queda en Caracas tratando de construir
un país mejor. Pero su hogar, costumbres, vecinos y afectos de siempre, son sus
razones para quedarse. Además se acompaña del hermoso fantasma de una mujer o
criada o cachifa, un ser fantástico que muestra la dulzura de la buena gente
que sirve o trabaja no solo por el mísero sueldo sino porque quiere a su gente.
Elvira sabe que el precio de vivir sin miedo
puede llegar a costarte la alegría de vivir. Y por todo eso es que decide
rematar aquellos objetos que no se puede llevar a Miami, como su colección de
porcelanas Lladró, cuidada con tanto celo durante tantos años, ya que no le da
la seguridad que le daba antaño. Poner todo en venta le pone valor a su dolor, pues la obliga a
asumir una realidad que la castiga como un mal sueño. Pero logra el consuelo de
la certeza de que si se va, es para volver. ¡Y se va…porque así son las mujeres
cuando deciden algo donde está en juego algo más que sus sentimientos! ¡Se va
pero se lleva a su Venezuela adentro cual si fuese una matrioska…criolla,
magistralmente corporizada por Caridad Canelón en este caso!
No hay desperdicio en este texto, no hay
palabra vacua ni gesto tonto. La
presencia de la criada (maravillosamente resuelta por Simona Chirinos) le da
una presencia a la dura realidad de la soledad acompañada, de ese báculo que se
requiere para andar en la vida, aunque ya esa persona no exista.
Los espectadores terminarían en el escenario si las conmovedoras actrices
o los patéticos personajes les pidieran que compraran los objetos que están rematando
para completar los dólares que se necesitan. Pero el teatro no es la vida,
aunque la vida sea teatral siempre.
Un espectáculo sencillo, sin rebuscamientos,
solo de actrices y un texto preñado y complejo por todo lo que se dice sobre la
Patria y su destino. Ahí Lupe Gehrenbeck
demuestra que es toda una mujer intelectual, digna alumna de José Ignacio
Cabrujas y sensible, como pocas.
TORRE DEL TEATRO
En el corazón del este caraqueño, en el cuadrante noroeste frente a la Plaza La
Castellana, está la monumental Torre BOD –el vulgo culto la conoce como Torre
del Teatro y con mucha razón por lo que
ahí se expende- recibe al visitante ofreciéndole un entorno de sobria
arquitectura, bellos jardines y obras de arte que, junto con sus salones e
instalaciones, constituyen una de las sedes corporativas y culturales más
importantes y activas de la capital. La facilidad de acceso a las instalaciones del Centro Cultural BOD,
especialmente a sus estacionamientos,
son la garantía para la seguridad
de cualquier evento teatral y/o musical que se escenifique en sus
espacios: dos salas en el PH, dos
auditorios y una sala experimental. En esos pulcros y bien refrigerados locales
hay butacas disponibles para 1600 espectadores. Según estadísticas, no menos de
40 mil personas acuden mensualmente, de lunes
a domingo, en diversos horarios, para ponderar los eventos ahí
programados. Las agrupaciones artísticas reciben el 60 por ciento de los ingresos por sus taquillas
y el resto es para la institución, que sí apuesta por la cultura, tras las
deducciones acordadas y los derechos legales. La teatrera Carolina Rincón es la
coordinadora artística de todas esas actividades, salvo las exposiciones de artes
plásticas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario