El Grupo Actoral 80 ha repuesto su montaje, estrenado el año pasado, |
Primero fue El lobo, el bosque y el hombre
nuevo, un cuento
de Senel Paz que transformó en el monólogo Fresa y chocolate y de ahí
partió con los cineastas Juan Carlos Tabío y Tomas Gutiérrez Alea hasta
escribir el guión y hacer un film homónimo que les dio prestigio y premios en
los años 90.
Aquí en Caracas, desde la temporada 2014, gracias al
excelente trabajo del director Héctor
Manrique y los actores Daniel Rodríguez, Juan Vicente
Pérez y Wadih Hadaya, se exhibe
la versión teatral de la imaginación de esos cubanos empeñados en denunciar a
la homofobia, ese crimen de odio, o enfermedad psicosocial, que se caracteriza por tener una profunda
aversión hacia los homosexuales, otra manifestación del fascismo.
El drama
Fresa y Chocolate, también pergeñado
por Senel Paz, hace temporada porque los actores y el director creen y
manifiestan que la razón fundamental para montarlo es que en la sumatoria de todas las voluntades
estará la solución de nuestros problemas como sociedad, ahí se
ejemplifica que la marginación sólo lleva a la fractura íntima y pública del
hombre y esos desarraigos llevan al empobrecimiento de las personas, porque “el
amor es una fuerza modificadora, ya que si
hay algo que le está haciendo falta a nuestra sociedad es el respeto a la vida,
a las ideas de los demás, porque nos enriquecen”.
El montaje permite conocer
la historia de una amistad más allá de la
incomprensión y la intolerancia. La obra plasma parte de la realidad
social cubana desde los años 70 a los 90, a partir de la normal relación que
establecen Diego, artista gay que cree en la libertad y trata de
ejercerla, y David, universitario cargado de prejuicios en contra de
la homosexualidad, quien sigue las orientaciones del régimen. En escena se
pondera como la personalidad de Diego cala en la mentalidad de David, quien
termina reevaluando sus concepciones no solo de la homosexualidad, sino también
sobre lo que es ser revolucionario, a pesar de que su homofóbico compañero
Miguel lo utiliza para espiar a Diego, persona
que ellos consideran aberrante y peligrosa.
Mientras en Cuba la represión contra los
homosexuales ha disminuido notablemente, en otros países, de América Latina, la
homofobia es la noticia más escandalosa en los medios de comunicación, al
tiempo que en la mayoría de los teatros las locas son objetos de burla o
escarnio, por eso el montaje caraqueño de Fresa
y chocolate es un paso adelante en la denuncia contra ese crimen social
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