Aníbal Grunn (1947) es un teatrero bien reconocido en Venezuela. Autor, actor, director, maestro, productor y gerente son los roles que ha alternado desde 1975. Y, aunque actualmente labora en Guanare, la distancia no le impide sumergirse de la candela del teatro comercial caraqueño, gracias a su pieza Un asunto de mujer; certera comedia dramática la cual aborda con solvencia un tema crítico de las familias, tal como se exhibe en el Celarg con los actores Félix Loreto y Verónica Schneider, versionada y dirigida por Rodolfo Boyadjian.
Un asunto de mujer, que debía llamarse más bien Un asunto de pareja, logra plasmar, con fina manera didáctica, en un solo acto de 90 minutos, las intimidades de Alejandro (50) y Mariana (35), quienes al cabo de 16 años de concubinato sufren una crisis semi definitiva. Él anda en negocios turbios, es contrabandista y tiene apoyo mafioso, y ella, toda un ama de casa que siempre ha deseado ser madre, le comunica que antes de siete meses tendrán un parto, porque la naturaleza venció obstáculos y otras resistencias hasta regalarles ese Kino que es un hijo.
El macho huye y deja a la hembra -ella si lo ama, pero él solo la necesita para chulearla en todos los aspectos- para que se resuelva, solitaria en el apartamento heredado de su mamá y acompañada del discreto canario Placido. Nace Alejandrito y tres meses después reaparece el progenitor con muchos enredos existenciales, pero Mariana le advierte que ella no quiere nada más y lo mejor es que busque otro techo y nueva cama, porque con ella todo se acabó.
Las mentiras y las manipulaciones afectivas de Alejandro surten efecto, aderezadas con una promesa de matrimonio automático, mientras reemprende otra vez su carrera de irredento vagabundo machista. La excusa del nada ejemplar padre para justificar su abandono es haber estado preso y sin poder comunicarle nada a su mujercita.
Ni Grunn ni Boyadjian han descubierto el café con leche, ni inventado la bomba N, pero con Un asunto de mujer se han acercado notablemente a la realidad del estado actual de las relaciones afectivas de las parejas heterosexuales en la sociedad venezolana, no durante los últimos 12 años sino en todo un siglo. Hay una irresponsabilidad por parte de los varones para asumir su papel primordial como proveedores para la constitución y la conducción de los hogares y abandonan a las hembras embarazadas-o con varias crías- para que saquen adelante esos hogares atípicos, a sabiendas que los hijos carecerán de todo y tomarán malos caminos, casi siempre.
Las certeras caracterizaciones y el cuidado ritmo de comedia –fino trabajo de filigrana por parte de Boyadjian- hacen amena esa compleja trama teatral psicosocial, que pocas veces se exhibe en la cartera comercial. Ahí: el veterano Félix obtiene un macho tan ruin que parece de comiquita y la debutante Verónica da cuerpo y alma a hermosa y enamorada ama de casa. Éxitos para tan fina producción de Carlos Torres.
Una vez mas el teatro refleja costumbres y propone análisis, pero será el público el que tome las decisiones que juzgue convenientes y de acuerdo a sus circunstancias.
Un asunto de mujer, que debía llamarse más bien Un asunto de pareja, logra plasmar, con fina manera didáctica, en un solo acto de 90 minutos, las intimidades de Alejandro (50) y Mariana (35), quienes al cabo de 16 años de concubinato sufren una crisis semi definitiva. Él anda en negocios turbios, es contrabandista y tiene apoyo mafioso, y ella, toda un ama de casa que siempre ha deseado ser madre, le comunica que antes de siete meses tendrán un parto, porque la naturaleza venció obstáculos y otras resistencias hasta regalarles ese Kino que es un hijo.
El macho huye y deja a la hembra -ella si lo ama, pero él solo la necesita para chulearla en todos los aspectos- para que se resuelva, solitaria en el apartamento heredado de su mamá y acompañada del discreto canario Placido. Nace Alejandrito y tres meses después reaparece el progenitor con muchos enredos existenciales, pero Mariana le advierte que ella no quiere nada más y lo mejor es que busque otro techo y nueva cama, porque con ella todo se acabó.
Las mentiras y las manipulaciones afectivas de Alejandro surten efecto, aderezadas con una promesa de matrimonio automático, mientras reemprende otra vez su carrera de irredento vagabundo machista. La excusa del nada ejemplar padre para justificar su abandono es haber estado preso y sin poder comunicarle nada a su mujercita.
Ni Grunn ni Boyadjian han descubierto el café con leche, ni inventado la bomba N, pero con Un asunto de mujer se han acercado notablemente a la realidad del estado actual de las relaciones afectivas de las parejas heterosexuales en la sociedad venezolana, no durante los últimos 12 años sino en todo un siglo. Hay una irresponsabilidad por parte de los varones para asumir su papel primordial como proveedores para la constitución y la conducción de los hogares y abandonan a las hembras embarazadas-o con varias crías- para que saquen adelante esos hogares atípicos, a sabiendas que los hijos carecerán de todo y tomarán malos caminos, casi siempre.
Las certeras caracterizaciones y el cuidado ritmo de comedia –fino trabajo de filigrana por parte de Boyadjian- hacen amena esa compleja trama teatral psicosocial, que pocas veces se exhibe en la cartera comercial. Ahí: el veterano Félix obtiene un macho tan ruin que parece de comiquita y la debutante Verónica da cuerpo y alma a hermosa y enamorada ama de casa. Éxitos para tan fina producción de Carlos Torres.
Una vez mas el teatro refleja costumbres y propone análisis, pero será el público el que tome las decisiones que juzgue convenientes y de acuerdo a sus circunstancias.
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