viernes, diciembre 27, 2019

Tres meses para el teatro de los jóvenes venezolanos

La juventud pide pista para mostrarse.

En esta era digital en la cual la pantalla del teléfono inteligente, la computadora, el E-Book, las Tablet nos rodean, nos acosan y nos obligan a inclinar la cabeza ante su poder, pues no integrarnos, sería como condenarnos al ostracismo, sucede un interesante fenómeno: los jóvenes aún se apasionan por el teatro. Sí, el mismo teatro que nos viene desde tiempos inmemoriales, el foro en el cual los ciudadanos podrían expresar sus críticas a inconformidades, sigue vivo. El mismo teatro que nos sorprende una y otra vez al presentar sobre el escenario esa mezcla de ingenio, conocimiento, emoción y vitalidad, capaz de representar y proyectar mundos en nuestra imaginación, con la palabra, el gesto, con los silencios, con el juego de la luz y oscuridad, con su texto. El teatro nos hechiza y transporte siempre.
Y como prueba de ello es que la juventud venezolana no solo le gusta, sino que hace teatro, esta lista la sexta entrega del Festival de Jóvenes Directores, el cual se realizará entre  el 17 de enero al 15 de marzo de 2020 en los espacios del Trasnocho Cultural, con los apoyos de Fospuca, la Alcaldía de Baruta y la embajada de España. Así lo anunciaron Eva Ivanji, Pilar Arteaga, Solveig Hoogesteijn y Héctor Manrique,a quien apodamos "El zar del teatro" por su múltiple presencia en eventos de artes escénicas  y con espectáculos propios.
En  esta sexta edición del Festival de Jóvenes Directores  han programado seis obras que son dirigidas por cuatro mujeres y dos hombres. Ellas y ellos  se atrevieron a lanzarse  al ruedo del arte dramático.Tenía que ser venezolanos para no tener miedo.
Verónica Etiene, licenciada en Comunicación Social, eligió Las sillas de Eugene Ionesco y tendrá en el elenco a Erick Palacios, Sara Valero Zelwer y Rafael Gorrochotegui. Se presenta del 17 al 26 de enero, a las 7:30 pm. 7:00 pm y 6:00 pm.
Aguasanta Rojas, graduada en comunicación social, mostrará La ciudad rota de María Prado, con Jeslin Valbuena y Jose Alejandro España. Los verán del 24 de enero al 2 de febrero, a las 5:00 pm, 4:00 pm y 4:00 pm.
Andrea Levada, con buen trajín actoral  y especialmente tres proyectos cinematográficos, viene con la Última actuación de Sarah Bernhardt de Néstor Caballero, teniendo como actrices a Grecia Augusta Rodríguez y Jeska Lee Ruiz, para exhibirse del 31 de enero al 9 de febrero, a 5:00 pm, 4:00 pm y 4:00 pm.
Natacha Pérez, licenciada en Arte y egresada de la UCV, actriz formada  en los talleres de la Fundación Rajatabla, eligió Añicos de Carlos Bé y se presentará con Antonio Delli, Giuliana Rodríguez, Anderson Figuera,  Greysy Mena y Daniela García  del 7 al 16 de febrero, a las 5:00 pm, 4:00 pm y 4:00 pm.
Francisco Aguana, actor y cantante  con 14 años de experiencia artística, viene con Escindida de Elio Palencia, y tendrá a  Manuelita Zelwer, Virginia Urdaneta, William Cuao Anais Mauco, Jeizer Ruiz, Sandra Moncada  y Claudia Rojas, del 14 al 23 de febrero, a las 7:30 pm, 7:00 pm y 7:00 pm.
Raquel Zapata, tesista de Artes en la UCV, se muestra con Danzon park de Arístides Vargas, para actuar con Aitor Aguirre, Karl Fernández,  Nakary Bazán y Mateos Cestari, del 21 de febrero al 1 de marzo, a las 5:00 pm, 4:00 Pm y 4:00 pm.
Dany Cruz, estudiante de la Escuela Superior de Artes Escénicas Juana Sujo, consiguió Passport de Gustavo Ott, y tendrá a Jeizer Ruiz, Omar Churión y Antonio Deli,  del 26 de febrero al 8 de marzo, a las 7:30 pm, 7:00 pm, y 6:30 pm.
Glenda Medina, licenciada en Artes Escénicas de la UCV, mostrará ¿Te duele?, de César Brie, con Ricardo Lira López y  Mary Ann Moleiro, del 6 de marzo al 15 de marzo, a las 5:00 pm, 4:00 pm y 4:00 pm.
Hay que subrayar que los ganadores de las cinco muestras anteriores todos están afuera del país  en diversas actividades  artísticas o estudiando.




jueves, diciembre 26, 2019

Jeizer Ruíz para recordar a Levy Rossell


Cómo y cuando llegas al teatro? , preguntamos al actor Jeízer Ruíz.
 Desde que estaba en preescolar participaba de todos los actos que tuviesen relación con lo artístico. Posteriormente mi madre me dijo, luego de ver una obra, que si quería hacer un taller de teatro, le dije que sí,  cuando empecé,  supe que estaba en el lugar donde permanecería por el resto de mis días y así se lo expresé a mis padres, fue mágico. Formalmente realicé un primer taller montaje con la Compañía Teatral Zurko’s en febrero del 2005, un año más tarde entré al reducido grupo de niños que conformaban el alumnado de la escuela de quien sería mi maestro guía en esto del teatro, Levy Rossell. Aún su escuela era Arte de Venezuela, de donde salieron grandes figuras de las tablas y la televisión venezolana.  Decidí seguir mis estudios con él durante los siguientes años. Hubo una transición de Arte de Venezuela , a la  Cátedra Venezolana de la Escena , que fue un programa,  creado por Levy para la profesionalización teatral, donde podíamos al inscribirnos, pasearnos por  muchísimos tópicos relacionados a las artes. Tengo la dicha de ser uno de los pocos jóvenes de mi generación, formados bajo una vieja escuela y agradezco mucho ese hecho, tomando en cuenta que años más tardes el estado de la formación en nuestro país caería en un hueco del que ojalá podamos salir... Además de Levy tuve el honor de conocer y formarme con grandes maestros, figuras nacionales e internacionales con las que me nutrí y a quienes les debo el aporte a mi formación. Agradezco el hecho de que pude absorber y vivir en esa estela de los 2000, cuando nuestro arte aún no tenía tantas carencias, no solo en la formación sino en la calidad de espectáculos icónicos que afortunadamente pude disfrutar y que no solo fueron referencia del teatro en Venezuela,  sino del aprendizaje que de solo verlos me quedó.  Recuerdo que pude siendo un niño colearme en espectáculos que no podía ver por mi edad, pero que menos mal los vi. Viví y conocí grandes personalidades y acontecimientos que hoy (y menos mal) me han podido permitir tener un criterio de la hechura del teatro en nuestros días. 
¿Donde y cuando vienes el mundo?
Nací aquí en Caracas el 1 de febrero de 1997.
 ¿Malos ratos vividos?
 Una de las cosas que hacen mágico a nuestro arte (creo) es ese impulso que nos lleva a sobrellevar las adversidades, quienes hacemos teatro somos unos resistentes por oficio, siempre ha sido así. Es un trabajo heroico llevar a escena una obra y más cuando no se cuenta con apoyos sólidos para la realización. Pero tengo la convicción que hay miles de virtudes y satisfacciones al hacer lo nuestro, que esos malos momentos se pierden en medio de la titánica tarea de poder estrenar un montaje. Malos momentos siempre existirán, siempre. Incluso revivir experiencias anteriores y compararlas con el presente, te llevan (o por lo menos me ha pasado) a que te confrontes con la decadencia que  hemos vivido y vivimos en las artes (ya eso hace al momento, amargo) pienso que somos como un grupito marginado del país, pero uno de los más importantes sin duda para el desarrollo del mismo. Lo importante siempre, siempre, es ponerse el vestuario de batallador incansable, armarse de valor y luchar, entregar el alma en la creación,  porque tenemos la responsabilidad de mantener vivo un arte capaz de confrontar, crear, educar, un arte que hace país... 
 ¿Satisfecho de lo alcanzado? 
 Sí, considero que hago lo que amo y cuando es así, siempre hay un grado de satisfacción con uno mismo de poder llevar a cabo algún proyecto. Llevar una obra a escena ya es un logro, una meta alcanzada y cuando lo hacemos sin pretensión sino por la profunda convicción de que estás haciendo lo que decidiste hacer y con ello aportas a tu arte, a tu país, entonces la satisfacción llega. Hay quienes hacen comunión entre la satisfacción y el conformarse, dos ópticas distintas pero que pululan en nuestras aceras teatrales...Entonces sí, satisfecho de lo alcanzado, de lo experimentado durante estos años creciendo en este desequilibrado pero resistente gremio. Satisfecho siempre, conforme muy poco. Mi estado permanente es el de la búsqueda por un crecimiento sin ínfulas de ese reconocimiento que nos ha alejado un poco de la esencia de lo que es hacer teatro sin la premisa de encontrar una “fama”, que seguramente llega pero que de tanto empeñarse en eso, nacen frustraciones y pare usted de contar, cada quien hace esto por necesidades distintas… hablando con compañeros de mi generación veo sí, con preocupación una búsqueda por estar, estar, estar, pero sin un objetivo claro de lo que se está haciendo, son muchas factores, entre otros, lo que expreso del estar satisfecho y el conformarse, sin contar el tema del declive académico, veo como muchas personas, jóvenes y no. Se han puesto techos, conformándose de lo que saben y muchos sin profundización en la formación, se creen dispuestos a tomar a ligera dar clases por ejemplo, entonces hay profesores de “actuación, voz, dicción, dramaturgia, dirección” todo como exprés, como de un día para otro, pero eso ya es otro tema. Lo comento porque sí siento que hay un desvío entre estar satisfecho y conformarse con lo que se sabe, hace y piensa…
 ¿Planes para el 2020?
 Soy un obsesionado por la formación, mantengo que en ella está la clave para seguir creciendo con solidez. Tengo en proyecto poder explorar en algunos talleres fuera de nuestra tierra. Pero por ahora, estoy concretado en dos montajes que tienen mi completa atención en cuanto a lo actoral:  Escindida  de Elio Palencia y  Passport  de Gustavo Ott, ambas se estrenan en febrero en el Festival de Jóvenes Directores del Trasnocho Cultural. Además esperando la segunda temporada de  Rondó Adafina,una pieza de Edwin Erminy que se piensa reestrenar luego del primer trimestre de año en el BOD, más una gira fuera de Venezuela que está por concretarse. También viene la reposición de  Como miran las estrellas  en la Caja de Fósforos.  Y otros planes que sé que irán surgiendo. Tengo muchos, esperemos pueda llevarlos a cabo, atento siempre a la dedicación honesta, cuidando no caer en hacer, hacer, hacer descuidando la calidad de lo que se realiza. Planes siempre tengo, veamos que depara el año entrante.


miércoles, diciembre 25, 2019

Navidad sin Romeo Costea

Romeo Costea, inolvidable amigo.
Lo conocimos de trato y palabra. Era el único artista rumano que luchó en Venezuela. Nos veíamos una vez al mes y el almuerzo de los 25 de diciembre en su modesto, pero elegante apartamento en Chacaíto, aquello era toda una fiesta gastronómica. Y así fue durante varios años, porque él, como yo, nos dejábamos manipular por la infancia navideña ya lejana.
Nunca imaginó Romeo Costea que cumpliría largos 93 años en Caracas para terminar su ascenso por la escalera de Jacobo. Llegó a La Guaira el 23 de diciembre de 1953 y se quedó, “creo que para siempre”, como nos lo dijo en una ocasión, para apuntalar el desarrollo del teatro venezolano al formar actores, exhibir autores foráneos, como los indispensables franceses, y estrenar la ópera prima de Isaac Chocrón, además de formar espectadores. Falleció el 5 de septiembre del 2015. Fue, por cierto, una Navidad muy nostálgica para este periodista.
Nos contó que rezó dos veces, junto a su madre Caterina, una novena a San Antonio para rogar aunque fuese un sólo milagro: conseguir enrolarse en la tripulación de un barco y escapar así del naciente comunismo de Rumania, donde había nacido el 14 de enero de 1922, en Braila. Y el santo lo escuchó: fue aceptado para tareas muy específicas en el buque Transilvania, pues hablaba muy bien el francés y el inglés, y logró así salir por el puerto de Constanza; atracó el 11 de julio de 1948 en Marsella. Desertó y el 14 de julio lo festejó en París.
En la Universidad de la Sorbona continuó sus estudios teatrales, iniciados en Bucarest; trabajó con Marcel Marceau y en la Comedia Francesa, para luego emprender, hacia 1950, una serie de giras internacionales. Eso mismo año fundó en “La Ciudad Luz” su propia agrupación y se presentó en el Theatre de Poche (Teatro de Bolsillo) hasta 1952; luego hizo lo mismo, en 1953, en el Theatre de la Huchette.
A raíz de una prolongada huelga obrera que lo dejó sin espacio teatral para exhibirse optó por venir a Caracas de vacaciones, invitado por unos familiares. Compró un boleto en el buque italiano “Auriga” y el 23 de diciembre de 1953 desembarcó en La Guaira para nunca más irse, aunque en septiembre de 1960 hizo una breve incursión por Nueva York y hasta logró montar la pieza, El año del censo (The Year of the Census) de John Hopper, para el Teatro La Mamma.
Costea se adaptó rápidamente a la vida caraqueña, tras aprender el castellano, y es en junio de 1955 cuando presenta, con el invalorable apoyo de la embajada de Francia por intermedio de su instituto cultural, al grupo Compás. Una institución que si ha dado el ejemplo de lo que es un incesante y atinado trabajo artístico, haciendo énfasis en la producción y exhibición, durante continuas temporadas, de los maestros del teatro francés, como Moliere, Marivaux, Cocteau y Musset; además de lo más representativo de su vanguardia: Ionesco, Tardieu, Adamov y Westphal, entre otros. Como es obvio, incluyó una selección del teatro rumano, con Caragiale a la cabeza. También incluyo en su producción escénica otros autores, como Cervantes, Casona, Pirandello, Mihura y por supuesto a lo más destacado de la dramaturgia venezolana, como Arturo Uslar Pietri, Alejandro Lasser, José Gabriel Núñez, Sergei Vintrin y Jean Zune. Lanzó, por así decirlo, a Isaac Chocrón, cuando le montó su ópera prima Mónica y el florentino, en 1959.
Romeo perdió la cuenta de los montajes realizados y de esos largos 50 años de trabajo quedaron, como testimonio irrebatible, una pared de su apartamento tapizada, por así decirlo, con una selección de los afiches de sus espectáculos. Creía que había escenificado algo más de unas 104 piezas, sin contar las reposiciones.
Además de su dilatada actividad como director y maestro, Romeo fue actor para varias películas francesas rodadas aquí en Venezuela, así como también era uno de los intérpretes favoritos del cineasta Román Chalbaud, su amigo. Admitía que uno de sus mejores roles fue en La gata borracha, aunque aparece en buena parte de la cinematografía del maestro merideño.
Eso por todo eso, además de haber sido profesor en la Escuela Nacional de Teatro, además de su inquebrantable amor y fe en Venezuela, que un idóneo jurado le concedió el Premio Nacional de Teatro en 1996.
A Romeo no le gustaba y hasta demostraba su abierto enojo cuando le recordaban su origen europeo. Él insistía en que era un director venezolano y no rumano, pues “aquí llevo más de medio siglo y además ostento su máximo premio para los teatreros; creo que me merezco que no consideren más un director extranjero. De Rumania no tengo sino imborrables recuerdos, pero no poseo ningún documento, como célula ni pasaporte de mi país de origen. Soy un artista venezolano nacido en Europa, que ha realizado más de un centenar de montajes y numerosos programas para la televisión cuando estaba en su etapa inicial. También hay que aclararle a las nuevas generaciones que antes de la llegada de Alberto de Paz y Mateos y otros foráneos a Caracas, aquí sí había teatro de calidad y además los sainetes divertían a los venezolanos. Lo que ellos hicieron fue actualizar la cartelera y formar a nuevos comediantes, como yo también lo hice. Es mi historia, corroborada por otros premios y reconocimientos”.
Nunca se imaginó Romeo Costea lo que sería su vida ni que viajaría al continente americano para dejar una huella cultural en un país petrolero. Ese fue el otro milagro que le hizo San Antonio, pero ambos los disfrutó y fue feliz, a pesar de los humanos contratiempos con su salud.


lunes, diciembre 23, 2019

Duelo en el teatro venezolano

      
El colega periodista Hernán Colmenares había escrito recientemente una larga entrevista sobre Andrés Martinez y ahora nos ha dado este resumen que publicamos a continuación:
Andrés Martínez, “Maestro Honorario” por la Universidad Nacional Experimental de las Artes (Unearte); dramaturgo, docente, actor, director; a los dieciséis años, recién llegado de su Cabimas natal (1939); inició su carrera en el teatro, gracias a un aviso de prensa que invitaba a estudiar teatro con Juana Sujo en su escuela, ubicada para la época, en Sabana Grande.
A partir de ese momento, su destino quedaría indisolublemente unido a la actriz Juana Sujo, considerada pionera del teatro contemporáneo venezolano; Sujo, argentina de origen judío, se radicó en Venezuela en 1949, luego de participar en las películas La balandra Isabel llegó esta tarde y El demonio es un ángel.
Andresito, diminutivo que le quedó desde sus inicios en teatro, porque así le llamaban el dramaturgo y cineasta, Román Chalbaud; y la actriz Juana Sujo, sus mentores, junto a Horacio Peterson y Alberto de Paz y Mateos, de quienes adquirió una esmerada formación teatral.
Andrés Martínez, tiene en su haber el primer premio de dramaturgia por su esperpento La misa profana, que auspició la Dirección de Cultura del Estado Aragua. Así como la mención honorífica por El límite de la fuerza, que organizó la Asamblea Legislativa del Estado Carabobo.
En el III Festival de Teatro Venezolano, se estrenó su comedia dramática ¿Quién asume la responsabilidad? y en el VI Festival Nacional de Teatro se llevó a escena, otra de sus piezas, La misa profana, organizado por la Asociación Venezolana de Profesionales del Teatro (Aveprote).
Se desempeñó como Jefe de Información y de Prensa en el V Festival Internacional de Teatro; y del VI Festival Nacional de Teatro; además de Organizador del I y II Festival de Teatro Breve a nivel nacional que auspició la Dirección de Prevención del Delito, del Ministerio de Justicia.
Nos deja, como legado, numerosas obras escritas para el teatro, el cine, la televisión y la radio venezolana.
SUS INICIOS EN LA ESCENA
Andrés Martínez, siempre habló con orgullo y emoción, de sus inicios en las lides teatrales. En una oportunidad contó, que a los quince días de su comienzo como estudiante de Juana Sujo, se acercó Román Chalbaud, buscando actores de todos los niveles y extras para la obra Heredarás el viento, de entrada se llevó a un grupo de actores y luego regresó por más, “le dijo a Juana, refiriéndose a mí: ‘¿y ese muchacho que está allí?’, y ella respondió ‘¡no! Él apenas tiene 15 días aquí’. El hecho es que decidieron llevarme y después del estreno Román me dijo 'Andresito, apréndete el personaje del fotógrafo porque quien lo hace renunció', yo sin pensarlo dos veces le eché pichón, y así fue mi debut."
A partir de ese momento, comenzó a trabajar como asistente de Román Chalbaud.
En 1957, en el Teatro La Comedia, Chalbaud decidió montar la obra Réquiem para un eclipse, que había escrito para que Juana Sujo la interpretara.“Las funciones comenzaban a las nueve de la noche y yo llegaba a la una de la tarde; lo mío era pasión o ‘fiebre’, ese tiempo lo invertía en estudiar cada detalle, y eso sí, leer mucho, me forjé una disciplina rígida.”
EL DESCUBRIMIENTO DE HORACIO PETERSON
Andresito Martínez siempre se ufanó de haber sido descubierto como dramaturgo, por el maestro Horacio Peterson. Todo comenzó el día que decidió irse al Ateneo de Caracas a estudiar con Horacio Peterson, porque se trataba de conocer y aprender el Método Peterson, y, además, por sus referencias a la Escuela Latinoamericana de Teatro. Andresito consideraba que ya había aprendido suficiente con Juana Sujo, quien era todo un dechado de sabiduría; además para ese momento ya había trabajado, como asistente, de Alberto de Paz y Mateos en las obras La zapatera prodigiosa y Yerma.
“Una vez - relata Martínez- nos pidió que escribiéramos una historia en tres páginas; yo las entregué y todos recibieron sus notas menos yo. Eso me preocupó mucho. Preguntaba y nadie me decía nada, y de tanto insistir, Horacio se me enfrentó y me dijo: ‘yo no te puedo calificar esto porque en tres páginas dices demasiado; llévatelo y reorganiza las ideas, tienes demasiado allí’. Eso hice y de tres salté a 57 páginas, se lo entregué nuevamente y pasó lo mismo, no recibía mi nota, y yo con la ansiedad de saber cuál era el criterio, hasta que por fin me dijo ‘ya toda la directiva leyó el libreto y queremos que nos autorices para que el Ateneo de Caracas sea representado en el III Festival de Teatro Venezolano con tu obra ¿Quién asume la responsabilidad? Eso para mí fue una emoción muy grande, toda la espera valió la pena al final.”
LA ESCUELA JUANA SUJO: SU BALUARTE
Juana Sujo fundó los Estudios de Arte Dramático con la colaboración de los Estudios Bolívar Films, que en 1950, se convirtió en Escuela Nacional de Arte Escénico, contando con el apoyo oficial del Ministerio de Educación y de la entonces Gobernación del Distrito Federal.
Con la muerte de Juana Sujo en el año de 1961, el comité directivo decidió que el periodista y escritor, Pedro Berroeta asumiera las riendas de la institución; quien renunció motivado por los problemas económicos de la Escuela. Dadas estas razones, Porfirio Rodríguez, secretario y persona de confianza de Juana Sujo, quedó al frente de la Escuela, oportunidad que le permitió crear un reglamento de funcionamiento interno para la comunidad estudiantil. En 1983, a la muerte de Porfirio Rodríguez, Andrés Martínez, asumió las riendas de la institución. Martínez, en 1985, elaboró el Pensum de Estudios de la Juana Sujo. ¡Descansa en Paz, querido maestro!

domingo, diciembre 22, 2019

Ha muerto Andrés Martínez, factor de desarrollo del teatro venezolano

No ha sido un matrimonio por lo civil ni por lo eclesiástico. Es “una unión libre” con el Estudio Dramático, el cual devino en Escuela Superior Juana Sujo, la institución privada más antigua del país entregada a la formación de actrices y actores.
Es lo que podemos escribir por ahora ante la muerte del teatrero Andrés Martínez, quien mantuvo funcionado desde varias décadas a la Escuela de Arte Escénico Juana Sujo,  una calle no tan ciega de Quinta Crespo.
Andrés nos declaró en una ocasión que “Ante la desaparición de su fundadora, Porfirio Rodríguez asume la dirección y en febrero de 1983 yo entro en escena para impedir que el claustro desaparezca y se afecte el desarrollo de nuestras artes escénicas. Ahora me preocupa el futuro de este claustro por la zona donde está ubicado, la calle 200 de Quinta Crespo, malograda por una serie de talleres mecánicos”.
Así se presenta Andrés Martínez, dramaturgo venezolano y director de la “Juana Sujo”, responsable de que esa huella dejada por la legendaria actriz, cuando “se fue de gira”, aquel 11 de julio de 1962, no se convierta en fragmentos de recuerdos entre los miles de estudiantes que por ahí pasaron.
Juana Sujo (Buenos Aires, 1918) llega a Caracas el 27 de abril de 1949 y el 11 de noviembre de ese mismo año funda en la sede de Bolívar Film su Estudio Dramático. Se traslada al Museo de Bellas Artes y presenta Las Coéforas de Esquilo, con la participación de sus alumnos. El espectáculo logró un rotundo éxito de público y crítica, por lo cual ella inicia “un viaje muy importante en su vida profesional como es la formación de recursos humanos para el teatro y otras artes de la comunicación. Y es cuando “bautiza” a su Estudio como Escuela Nacional de Arte Escénico, con el apoyo del Ministerio de Educación, para iniciar su década de oro, los años 50. Después llevó su Escuela a la avenida Los Jabillos, de Sabana Grande, muy cerca de su residencia, luego la traslada a los altos del Teatro Nacional, en la esquina de Cipreses, para desarrollar gran parte de su trabajo como maestra. A su muerte la desalojan y en 1962, asume la dirección Porfirio y nuevamente continúa su peregrinar hasta llegar al Teatro Leoncio Martínez, en Plaza Tiuna. Su permanencia es de apenas un año hasta que consigue ese viejo local en Quinta Crespo, donde está desde el año 1969.
Juana, según Andrés, impuso una especial educación de la voz de los aspirantes a comediantes. “En esto era muy precisa e insistía que lo principal del alumno era que se le escuchara la pronunciación. Algunas veces eso era tedioso; pero luego todo era admirable, pues comenzaban las lecciones de actuación, donde los alumnos debían preparar sus tareas individuales hasta lograr el primer papel importante. Los viernes, antes de concluir la clase, era muy precisa para señalarnos que ese fin de semana se presentaría tal concierto, también una muestra de pintura, y lo más importante, había un estreno de una obra teatral. Para cada una de esas actividades, los alumnos debían escribir media cuartilla”.
La pasión de Juana, protagonista del filme venezolano La balandra Isabel llegó esta tarde, también alcanzó hasta el Teatro Los Caobos, donde estrenó numerosas piezas. “Muchas veces he llegado a pensar que su legado es casi una herencia. Fundó desde la Escuela hasta el primer teatro y también una compañía profesional, tal vez la primera que se haya conocido en el país. Han transcurrido muchos años, y ahora me aterra pensar cual será el destino de la escuela después. Por las aulas de la Escuela he visto pasar infinidades de personas, todas con ansías de triunfar en las candilejas. Otras se quedaron en medio del camino, les faltó entusiasmo, ánimo, fiebre de creación y muchas veces eran flojas”, dice Andrés Martínez.
Número 34
Andrés cuenta que conoció a Juana un mes de julio, “tras informarme sobre el proceso de inscripción para participar en los cursos de actuación; pero como era menor de edad, fui autorizado por mi representante. Así pude entrar como alumno regular en su escuela. Era muy distinguida, culta, elegante; siempre se le veía en los estrenos con pieles, guantes y hasta sombreros. Tenía pelo negro y corto, ojos pequeños y hundidos, un rostro redondo, muy ruso, en el cual destacaba una boca grande de labios desdibujados. Lo más bonito de ella eran sus diminutos y delicados pies, calzaba 34. Como su educación teatral la adquirió en Alemania, con las famosas maestras y actrices Lucie Hoflich e Ilka Gruning, esa misma disciplina la puso en práctica en su estudios y posteriormente en su escuela”.


lunes, diciembre 16, 2019

Macbeth en Caracas para el 2020

JOSÉ TOMÁS ANGOLA HEREDIA

La tradición teatral ha hecho de Macbeth la más desafortunada de todas las piezas de teatro de Shakespeare, en particular para quienes actúan en ella, lo escribió el célebre Harold Bloom ( Nueva York,1930-2019) y lo recordamos aquí porque ya se ensaya tan afamada pieza en Caracas. Pero dejemos que sea el venezolano artista José Tomás Angola Heredia quien cuente lo que pasa o podría ocurrir con dicho texto.
¿Usted sabe que es conocida como “la obra maldita” por incluir en su argumento el ritual satánico de unas brujas y el cual puede afectar a quienes la representan?
Las leyendas urbanas sobran, y los cuentos asociados a la pieza son parte del imaginario de la gente del teatro. Pero para que te pasen cosas malas, en realidad  lo único que tienes es que vivir. A todos nos pasarán cosas duras, con Macbeth o sin él. Todos nos enfermaremos, sufriremos contratiempos, accidentes, y tarde o temprano moriremos. Nada de eso se podría asociar a Macbeth. Lo que sí podemos juntar a esta pieza es la poesía demoledora, la enorme genialidad de Shakespeare, la potencia de su discurso y lo aleccionadora que es para nuestro tiempo. Shakespeare no fue un dramaturgo, fue un profeta.
¿Cómo serán sus ensayos  y qué propuestas tiene?
Eso los dicta el director  Federico Pacanins y la productora. Yo trabajo normalmente por mi cuenta, levanto el personaje desde las mil referencias cinematográficas, televisivas y teatrales que ahora la tecnología permite ver. Para entender lo que han hecho pero no repetirlo. Leo mucho, trabajo con las visiones e interpretaciones de los especialistas. Los meandros de la poesía de Shakespeare son muy ambiguos. Eso es lo que hace que el arte sea dominio del espectador, no del creador.
¿Cómo se siente mejor: actor, director o autor?
Eso depende de los proyectos. No me creo actor, eso pertenece a una especie de artista donde soy un advenedizo. Soy escritor y director
¿Creé que montar a los clásicos es un rechazo a la dramaturgia venezolana o latinoamericana?
Para nada. Es una manera de apuntalar a lo autóctono. En los clásicos está el germen de nuestra dramaturgia. La escena es un continuum que se forma capa sobre capa, desde los maestros antiguos hasta nuestros días. Me atrevería a decir incluso, que mucho de los clásicos vive en nuestro teatro actual. José Simón Escalona, Javier y Xiomara Moreno, Edilio Peña y Johnny Gavlosky, entre otros, estupendos dramaturgos actuales elaboran su discurso desde el impulso de los clásicos.
¿Qué hacer para acrecentar al teatro en Venezuela y en especial al público, sin el cual no habría teatro como tal?
El espectador venezolano está ávido de teatro. Pero es responsabilidad de nosotros, la gente del teatro, hacer buen teatro. La falta de rigor, la comodidad, el facilismo son malos consejeros de las producciones. El arte es cruel y demandante. No acepta medias tintas ni chantajes. El público siempre nos ha acompañado de la forma que puede. Yo al menos no quiero hacer montajes multitudinarios, con miles de personas haciendo fila para entrar. No me interesa el éxito de la taquilla como primer valor de una obra. Me interesa que el espectador que venga, quiera ser tocado por el arte que proponemos. Es como una fiesta en tu casa. Invitas solo a los amigos queridos, a los que quieren de verdad compartir contigo. Los demás no entrarán.
¿Cuándo sería el estreno?
La obra se estrena a finales de febrero y la dirige Federico Pacanins en quizá su reto más importante como puestista. Shakespeare siempre es el pináculo de los teatristas. Llegar a él se debe hacer con mucho respeto pero audacia, con mucho rigor pero inventiva. Macbeth fue estrenado por Carlos Giménez y Rajatabla, protagonizando mi querida Pilar Romero. Luego la hizo Orlando Arocha y Contrajuego en una versión contemporánea. Son precedentes valiosos que hay que honrar. Daremos lo mejor de nosotros para que así sea. 
Y como abre boca para el público caraqueño  que podrá ver o disfrutar este Macbeth nacido de la dupla artística de Pacanins-Angola Heredia, recordamos que Bloom  decía que la naturaleza es crimen en Macbeth, pero no precisamente en el sentido cristiano que reclama que la naturaleza sea redimida por la gracia, o por la expiación o el perdón.” Como en El rey Lear, en Macbeth no tenemos a donde ír; no hay ningún santuario a nuestro alcance.Macbeth mismo nos excede, en energía, en tormento, pero también él nos representa, y lo descubrimos más vívidamente  dentro de nosotros cuando profundamente cavamos”.  





domingo, diciembre 15, 2019

Don Quijote en Caracas

Niños y adolecentes venezolanos en escena.
Imposible ser mezquinos, la historia del teatro venezolano durante el siglo XXI se ha enriquecido notablemente con la presencia del Movimiento Nacional de Teatro para Niñas, Niños y Jóvenes César Rengifo, audaz y sostenido proyecto cultural del Estado durante los últimos tiempos, el cual celebró sus primeros seis años este pasado 16 de septiembre.
 Hay que puntualizar que el teatro para niñas y niños tiene varios tipos de expresión, porque existe el teatro creado y escrito por infantes y también el que es escrito por adultos para público infantil, e igualmente el que es representado fundamentalmente por niñas y niños. De alguna manera, en el Movimiento Nacional de Teatro para Niñas, Niños y Jóvenes César Rengifo confluyen, en distinta medida, todas esas formas del teatro infantil, y se ha contado también, en los montajes, con la participación escénica de adolescentes.
La experiencia indica que las niñas y los niños aprenden técnicas de actuación teatral mucho más rápido que los adultos. La mayoría de ellos son actores y actrices naturales. Una vez que logran superar inhibiciones, timidez, miedo escénico y otras ataduras, pueden desarrollar rápidamente grandes aptitudes actorales.
La participación en actividades teatrales reporta notables beneficios a niñas y niños. Ayuda a la memoria, al obligar a la retención de parlamentos y situaciones escénicas, mejora la dicción y el conocimiento general del lenguaje, aumenta la autoestima, promueve el sentido de pertenencia grupal, la capacidad de convivencia y el trabajo en equipo, fomenta la disciplina y la constancia en las labores, y el buen desenvolvimiento frente a audiencias. Refuerza las tareas académicas de lectura y literatura, les actualiza en materias de lenguaje, arte e historia y les prepara para una mejor sociabilización.
Las niñas y los niños que participan en el Movimiento Nacional de Teatro para Niñas, Niños y Jóvenes César Rengifo, además de tales beneficios, acceden al desarrollo de valores como el sentido de Patria, la justicia, el amor, la paz y otros que constituyen hitos de la nueva cultura nacional.
En 2013 el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro Moros, creó el Movimiento Nacional de Teatro para Niñas, Niños y Jóvenes César Rengifo, como parte de las políticas de inclusión social de la Revolución Bolivariana, y anunció su nacimiento el 16 de septiembre de ese mismo año.
Después de disfrutar la primera obra montada bajo la guía del presidente de la novedosa manifestación cultural, el actor venezolano Pedro Lander, y bajo el título  La Tarea, salida de la pluma del dramaturgo Armando Carías, y en la cual uno de los personajes es el propio César Rengifo, Maduro afirmó que “La obra nos hizo sentir a César aquí. Una buena forma de iniciar este movimiento nacional. Yo invito a todas las niñas y a los niños a participar, convoco a todo el país para lo bueno. Esta tarea no es fácil, pero la única forma de cumplirla es haciéndolo juntos, estando unidos todos y trabajando con las dos manos: con una sembrando, cosechando, haciendo teatro, haciendo educación y cultura, y con la otra defendiendo la Patria de quien la ataque”.
Las palabras del Presidente Maduro fueron premonitorias, nos advierte el periodista Néstor Francia, porque en efecto, la tarea de mantener activo el Movimiento, hacerlo crecer y desarrollarse hasta los logros de hoy, no ha sido para nada fácil. Nadando contracorriente, en las aguas turbulentas de la Patria agitadas por conspiraciones, agresiones y sanciones imperiales, la institución ha enfrentado no pocas dificultades, sin embargo, con gran capacidad de adaptación, con flexibilidad y tino, no solo ha logrado mantenerse a flote, sino que además no ha dejado de avanzar para mostrar en la actualidad un muy alto nivel de producción y una actividad permanente que ha beneficiado directamente a más de 10 mil niñas, niños y jóvenes, e indirectamente a miles de familias venezolanas representadas en los actores, actrices, bailarines, bailarinas y músicos participantes, en los espectadores de los 16 montajes realizados, en el personal administrativo y técnico del Movimiento que trabaja con mística y entrega para hacer realidad este sueño de Patria, subraya el periodista.
Pero el teatro no se detiene y es por eso que ya se anuncia o se prepara el estreno de Don Quijote, sí, el que escribiera Miguel de Cervantes y Saavedra hace unos cuantos siglos en la mítica España.
Pero este Quijote del Movimiento Nacional de Teatro para Niñas, Niños y Jóvenes César Rengifo es asumido como una audaz aventura. Ahí, Don Quijote, viejo caballero andante que ha llevado a la humanidad de lo complejo a lo ingenuo, cabalga por nuestro escenario y enciende la llama en los ojos de nuestra niñez, la luz de su sabiduría que es la de Sancho y la de quienes le acompañan, el fuego de Cervantes y de los hombres libres del mundo, los que arriesgan todo por amor. Don Quijote cabalga hasta nuestro tiempo y se hace eterno, y se encuentra a todos los quijotes que se entregan a un sueño y se atreven a perseguirlo.
Esta adaptación de la obra cumbre de Miguel de Cervantes y Saavedra, como la ha logrado Néstor Francia, apunta a captar el espíritu de este relato inmortal, a través de una narrativa que se centra en las principales aventuras del ingenioso hidalgo. Siendo una versión dirigida principalmente a niñas y niños, explota los aspectos humorísticos que generan diversión y felicidad en el público e introduce variantes fantasiosas como la presencia de animales parlantes e hilarantes.
La versión que nos ocupa, dice el escritor y además periodista Francia, se ha cuidado mucho de mantener el estilo lingüístico de la obra original, interviniéndolo eventualmente para hacerlo comprensible a las niñas y los niños de esta época. Igualmente, destacan valores esenciales de ese original, como la capacidad de soñar, la lucha por la justicia y los desvalidos, el amor idealizado, el coraje y la amistad, entre otros.
El público disfrutará con la presencia en el escenario de más de 200 niñas y niños, entre actores, bailarines y bailarinas, coro y asistentes de escena. Y todo eso será frente a la plaza Bolívar de Caracas, en el teatro sede del Movimiento.Hoy,domningo 15 de diciembre a las 4 PM, hay una representación.



viernes, diciembre 13, 2019

Cada 13 de noviembre será el Día Nacional del Teatro de Venezuela

El dramaturgo Rodolfo Santana también era partidario del  13 de noviembre
como Dia Nacional del Teatro Venezolano.
El Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro Moros, decretó que a partir del 13 de diciembre de 2019 se dedicará cada 13 de noviembre del calendario criollo para exaltar al teatro venezolano, el cual lo integran todos sus artistas y todos sus espectadores. Fue creado así el Día Nacional del Teatro de Venezuela.Ha sido,pues, un acto de justicia.Y nosotros estabamos ahi presenciando toda su teatralidad y palpando así la importancia de sus contenidos.
Esta preocupación de tener un auténtico Día Nacional del Teatro la tenía el colectivo teatral criollo desde cuando festejaron el centenario del natalicio del dramaturgo y pintor César Rengifo (Caracas, 14, 05,1915/ 02,11,1980), y desde entonces, en representación del clamor de centenares de teatreros, lo estuvieron solicitando a  los jefes del Poder Ejecutivo Nacional, para se hiciera  una rectificación  del susodicho Día Nacional del Teatro (28 de junio), al cual nuestro apreciado e inolvidable maestro del realismo social siempre consideró “un rezago histórico del nefasto colonialismo español por lo que debía ser sustituido por una fecha de mayor significación para la nacionalidad venezolana”. Un día para festejar a la república apuntalada por Bolívar y otros héroes patrios
En tal sentido, Sylvia Mendoza, Carlos Edsel González, Oscar Acosta y Samuel Rodríguez Brito y un centenar de firmas legales suscribieron un pronunciamiento y exposición de motivos, por intermedio del cual se recomendaba que se instituyera  como Día Nacional del Teatro Venezolano al 13 de  noviembre de cada año.
 HOMENAJE PARA CESAR RENGIFO
Como parte de los homenajes  que se le rindiendo al maestro Rengifo, en ese centenario,  un grupo de amistades, alumnos, artistas innovadores, investigadores, historiadores y camaradas, teniendo como punto de encuentro la doctrina de Simón Bolívar, declararon e  hicieron del conocimiento público su iniciativa de enaltecer el 13 de noviembre de 1828, como auténtico Día Nacional del Teatro.
En razón de lo antes expuesto, dice el  documento en nuestro poder, “es justicia deslastrar a la nación venezolana de los rezagos históricos colonialistas y en homenaje a César Rengifo, hay que rectificar, valorando históricamente el decreto emitido y suscrito por el Libertador Simón Bolívar, en fecha del 13 de noviembre de 1828, mediante el cual concedió permiso y privilegios tributarios” a dos ciudadanos, para construir el teatro “El Coliseo”, ubicado en la hoy esquina de Coliseo, de Caracas; ya que el Libertador  estaba convencido que “este tipo de recintos son medios ideales de reformas de costumbres y lecciones de moral”.
En este sentido, “los ciudadanos  peticionarios  exhortaron al actual ciudadano presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro Moros, que una vez analizados los hechos históricos y los documentos jurídicos que avalan nuestra propuesta, estudiada desde hace más de 35 años, y que representa un segmento fundamental e integral de la refundación de la República y del ideario bolivariano, en  contraposición al 28 de junio de 1600 que si testimonia al Estado Monárquico Español, por ser una fecha que a la luz de nuestros días constituye un rezago colonialista, de la dominación cultural de la época y jurídicamente antehistórica”.
“Es propicio indicar que sometemos ante el Poder Ejecutivo este proyecto, en este momento de celebración centenaria. Tampoco se puede olvidar que César Rengifo rechazó una condecoración Orden Diego de Lozada en primera clase por considerar que conlleva en si la exaltación de hechos y acciones que se contradicen con lo esencial dela a nacionalidad y de ser venezolano, como son la libertad y la anti conquista. Por lo tanto, en esta oportunidad no es menos cierto que, nos encontramos ante una efeméride que se contradice con los fines de nuestro actual Estado democrático, social, de Derecho y Justicia; así como los valores republicanos: libertad, igualdad, justicia y paz internacional contenidos en la doctrina del Libertador Simón Bolívar.   En espera, de la rectificación de esta justa propuesta, en homenaje al Libertador Simón Bolívar y a César Rengifo quedamos del Ejecutivo Nacional en solicita respuesta a esta justa rectificación histórica”.
EXPOSICION DE MOTIVOS
Hasta ese momento, el Día Nacional del Teatro, vigente hasta que fue derogado, fue establecido por el decreto 2.706, publicado en la Gaceta Oficial No. 31.509 del 15 de junio  de 1978 y suscrito por él, para ese entonces, presidente Carlos Andrés Pérez.
Para establecer la efeméride se tomó en cuenta, que  el 28 de junio era la fecha con data más antigua que se conocía sobre el teatro venezolano, de acuerdo a un acta que se conserva en el archivo del Concejo de Caracas, con esa fecha del 1600. Posteriormente, al decreto de Pérez surgieron calificadas voces que cuestionaron con fundamentos  documentales, la declaratoria de marras, en tanto hay otras fechas  anteriores en los anales de la historia del arte teatral. El documento más antiguo relacionado con la historia del teatro se remonta al 9 de mayo de 1595, cuando al mayordomo de Caracas le ordenaron que tuviera en cuenta que se hiciera “algún regocijo de alguna danza y comedia para este año el día del Corpus Cristi y gaste lo que fuere necesario”.
De acuerdo a lo anterior, quedó clara la inconsistencia del 28 de junio de 1600 como la fecha más antigua referida al teatro que podemos encontrar en la historia. Más recientemente surgió un cuestionamiento conceptual e ideológico: en el año 1600 no se representaba teatro venezolano propiamente dicho, sino más bien el que hacían los conquistadores españoles; cabe la pregunta: ¿Cómo celebrar el teatro venezolano, tomando como base una fecha referida  a la cultura y la escena que impusieron los europeos? Es, a inicios del siglo XIX, luego de la Independencia y el advenimiento  de la República, cuando se puede hablar de un teatro venezolano como tal, una vez surgen los primeros autores y dramas suscritos en el país. Con el cambio del Día Nacional del Teatro se resarció un error histórico, a la vez que se hizo justicia a los trabajadores de la escena y la intención bolivariana de que nuestros valores culturales se correspondan.
DECRETO DE BOLÍVAR
Una fecha de significación y relevancia para la escena nacional, es la del 13 de noviembre de 1828, cuando el Libertador desde Santafé de Bogotá, capital de la Gran Colombia, emitía el siguiente decreto: SIMÓN BOLÍVAR LIBERTADOR PRESIDENTE Considerando 1) Que la construcción de casas de coliseo contribuyen al ornato de las ciudades. 2 Y que  los establecimientos bien dirigidos influyen en las reformas de las costumbres, pues pueden darse en ellos sanas  lecciones de moral, teniendo presente la solicitud que por conducto del Jefe Superior Civil y Militar de Venezuela, me ha dirigido José María Ponce y Ambrosio Cardozo, reducida a pedir algunos privilegios para llevar a efecto la obra de un coliseo en la ciudad de Caracas, DECRETO: Artículo primero: se concede a José María Ponce y Ambrosio Cardozo, el permiso que solicitaron para formar un teatro en Caracas, en el mismo sitio en que los años anteriores se han  representado personalmente  algunas piezas dramáticas. Artículo segundo: los empresarios de esta obra gozarán de un privilegio exclusivo para dar al público esta clase  de diversiones por el término de 15 años que se contarán desde el día en que se abra el coliseo. Artículo tercero: Se concede también a los mismos empresarios la gracia de que no paguen en los dos primeros años derechos ni contribución alguna para las representaciones que dieren  al público; pero pasados esos  dichos dos años contribuirán en cada uno de los posteriores para los hospitales de caridad con el producto integro de una diversión.
El teatro y su público recibieron, pues, con alborozo la reciente decisión del Poder Ejecutivo actual, la cual se hizo en un espectacular acto realizado en los jardines de la Residencia Presidencial La Casona.
 Ha sido, pues, una espera que tuvo un feliz desenlace.



El éxito trágico de Kenny

PABLO GARCÍA GÁMEZ
Francis Rueda, Gerardo Luongo, Adriana Bustamante, Livia Méndez, Jorge Canelón, Gustavo Rengel, Ariana León, Trino Rojas, Rubén Joya, Michael Pérez, Yurahy Castro, Dora  Castro, Dora Farías, Kleiber Rodríguez y Yordano Marquina fueron los comediantes a quienes vimos durante la tarde del domingo1 de diciembre de 2019 en el sala 1 del Celarg, para cerrar, por ahora, la temporada de Oscuro, de noche, el premiado texto de Pablo García Gámez, el cual  fue versionado y escenificado por Carlos Arroyo  para una producción general de la Compañía Nacional de Teatro, estrenada en septiembre de 2018.
Y abrimos este reseña con el elenco que ahí trabajó en reconocimiento al trabajo general de esos comediantes ahí comprometidos, a quienes en ocasiones se les ignora o desaparecen sus nombres en las reseñas periodísticas,  siendo vitales para el espectáculo en sí, más allá de las respectivas evaluaciones. Creemos que es justicia, especialmente por esa nueva generación que ya asumen los riesgos de encarnar a seres teatrales.
AUTOR COMPROMETIDO
Y, por supuesto, el autor Pablo García Gámez tiene que explicar  o contar que es lo que ha pasado con su pieza, para permanecer dos años en la programación de la Compañía Nacional de Teatro.
¿Cómo nació esta pieza? ¿Es cierto que se basó en un hecho de la vida real? ¿Cuál fue y cómo hizo la investigación?, le preguntamos al dramaturgo, quien reside desde hace 25 años en Nueva York, y quien vino a Caracas para el estreno y varias de las funciones posteriores.
Oscuro, de noche nace de un hecho real.  Una tarde de domingo, llamé a mi madre, aquí en Guarenas.  Ella estaba afectada porque un familiar había sido víctima de un acto violento de noche y en la calle.  Me dio detalles.  La situación de esa familia era compleja por las connotaciones que tiene un hecho de ese tipo: las funerarias se negaban a velarlo en sus predios, la abuela estaba enferma del corazón, el padre no se movía de la morgue, en los medios apareció que el muchacho era un delincuente y todo esto aunado al papeleo que tenían que completar.  Esto se convirtió en imágenes recurrentes, imágenes que me perseguían.  Tal vez al año, quizás dos, llegó el momento de conjurarlas: me puse a escribir. La investigación sobre los hechos, más que investigación fue la voz de mi madre, Graciela Margarita, extraordinaria narradora oral que nunca se reconoció como tal, pero cuando contaba una historia lo hacía con propiedad y convicción.  Nunca hablé directamente con los padres o hermanos del joven Kenny Javier Barrios, el joven protagonista; a pesar de los años tuve y tengo temor porque ese tipo de dolor no se cura; sin embargo, cuando terminé la pieza, ellos la leyeron, no les pregunté qué les parecía y ellos tampoco me dijeron. Después me enteré, de cosas que decían los personajes, que llegaron a decir los padres; por ejemplo, supe que la madre una vez gritó: “¡Dios, no existes!” como dice Cristóbal, el personaje en el texto; claro, son situaciones límite.  Los padres irán a la obra: espero que tenga un efecto positivo para ellos.  También pude cotejar la parte de los medios y encontré la información. En el respetable periódico caraqueño EL UNIVERSAL hay información real y concreta sobre ese suceso. El teatro poetiza nuevamente a la más cruda realidad.
  ¿Cómo diseñó la obra y cómo abordó su escritura?
Esta obra arranca con una imagen recurrente.  La imagen está ahí, la ves, piensas en ella, imaginas qué dice el personaje.  Pasa el tiempo y en tu mente escuchas las respuestas de otros personajes, aparecen otras situaciones.  Su escritura apunta a la médula de la esfera privada de esa familia que ha sido desequilibrada, herida.  El detonante es el hecho que le ocurre a Kenny y lo que me importaba era ver qué pasaba en el mundo de Zenobia y Cristóbal, y Lucia; sus padres y la novia. Encontré que necesitaba un narrador, un juglar contemporáneo para guiar la historia, y me inventé al payaso.
¿Su técnica dramatúrgica no es convencional y deja al director el trabajo de interpretar la idea general y además de crear las didascalias?
Agradezco que llames a mi técnica “no convencional”.  Creo que lo dices por dos aspectos.  El primero es el manejo del tiempo; pienso que esta pieza puede ser una especie de evocación, de recuerdo, y no recordamos de forma lineal: con frecuencia recuerdas una imagen y luego te viene otra del mismo hecho pero anterior cronológicamente y otra que es posterior, una que no vendrá porque la olvidaste, y así.  Interviene en ese proceso la necesidad de no hacer una línea recta en la narración para atrapar la atención e incorporar al espectador al mundo de la pieza.  El segundo aspecto, que se refiere a la ausencia de didascalias no es tan novedosa: los textos del Siglo de Oro, por ejemplo, no tienen mayores acotaciones.  Si disfruto leer acotaciones como las de Valle Inclán que son poesía.  El punto es que hay una dramaturgia del cuerpo; el entrenamiento y la experiencia del actor van formando una dramaturgia de movimientos, gestos, tensiones.  El actor tiene un repertorio orgánico que el escritor -salvo casos excepcionales- carece.  Quiero que mis textos aprovechen esas experiencias que tienen los intérpretes de la obra: es otra posibilidad -y en extremo comunal- de una puesta en escena con una técnica alternativa: el texto con sus posibilidades más las posibilidades de un elenco, que éste ponga a disposición su experiencia en las tablas para así tener una real co-autoría.  Eso no quiere decir que sugiera alguna imagen como la del sepelio de Kenny. Está la labor del director que suma todas esas experiencias y agrega su visión del trabajo.  En este caso, que Carlos Arroyo haya llegado a la imagen de que la pieza se desarrolla en un circo, que haya percusión que hasta puede sugerir un estado de trance, son consecuencias de ese diálogo texto-director-actores; pude ver un ensayo que se convirtió en una experiencia sensorial de sonido, movimiento, de voces que en realidad decían algo: un trabajo orgánico y de equipo.  Además, está lo que llamo el punto de fuga: una situación ambigua a resolver por el espectador: en este caso son las versiones tan disimiles que dan los testigos que presencian el hecho.
¿Cuál sería tu propuesta final: contar una aciaga historia o proponer al espectador una reflexión sobre los orígenes o causas de la tragedia y la expiación de los vivos que sufren por esa muerte?
En Oscuro, de noche tengo dos propuestas: que el espectador acuda a una obra de teatro para entretenerse. La propuesta subyacente es que en ese acto colectivo emerja la reflexión.  La pieza habla del miedo que nos ha hecho construir muros invisibles lo que, si es verdad que estamos con otros millones de almas, procuramos encerrarnos.  Por eso hay varios monólogos: el de los testigos que presencian, pero no denuncian porque a veces nos sentimos solos, desvalidos.  Una mirada, un gesto, el ruido de una moto, la caída de la tarde, un frenazo, un modo particular de caminar, la noche nos pone sobre aviso.  La idea es mostrar cómo ese muro nos ha hecho construir estereotipos: un motorizado es un malandro. La idea es compartir ese miedo y, si no se disuelve del todo, por lo menos que permita articular nuestros temores que si se comparten permitirán asumir la ciudadanía, en el ejercicio ciudadano que permita al colectivo conjurar ese miedo a partir de la práctica. 
¿Tiene un método especial para escribir o cada obra le exige técnicas y trabajos diferentes?
Mis piezas tienen en común la imagen recurrente de la que hablé arriba.  Pocas, muy pocas, han sido sobre una decisión consciente “voy a escribir tal cosa”.  Eso sí, cada pieza exige su método.  De Oscuro, de noche por ejemplo primero salió el primero y el último cuadro (yo los llamo fragmentos).  La premisa durante su escritura era que no se convirtiera en un texto lineal; la pieza fue avanzando.  Cuando pensé tenerla lista, la reordené cronológicamente para revisar si necesitaba algún otro cuadro o fragmento y posteriormente, la volví a su orden original que es con el cual se representará en la Compañía Nacional de Teatro. En el caso de otra pieza, Olvidadas, planteaba acciones performánticas como jugar con arroz, dibujar sobre papeles pegados a las paredes y el tiempo allí se volvió cíclico.
 ¿Qué le pide o exige al director que monte sus textos?
Tengo muy buenas experiencias con la mayoría de los directores que han dirigido mis piezas.  Sí les sugiero que se aproximen a ellas con ingenuidad.  Así como mis textos abren posibilidades de lecturas, un director arriesgado va conformando su idea a partir de la dramaturgia del cuerpo del actor.  Me provoca suspicacia el director que sin tener un elenco ya sabe cómo resolverá el montaje.  Mi más reciente trabajo en Nueva York, El Gos, dirigida por Leyma López, fue un proceso de aprendizaje integral para todo el equipo.  Aprendizaje que se vio en la irreverencia y audacia de la puesta en escena que se centró en el trabajo y potencial de cada intérprete.
¿Qué espera ahora?
Que en Caracas o en cualquier ciudad venezolana se muestre ese espectáculo final que ha logrado Carlos Arroyo y su gente valiosa. Gracias a Dios por hacer posible todo esto. Qué la vean muchísimos venezolanos y haya la necesaria catarsis que exigían los griegos y que necesitamos los venezolanos, ahora y siempre.