miércoles, enero 30, 2008

Poeta venezolano destaca en Austria por su trabajo

El venezolano Enrique Moya realiza desde el 2001 el Festival de Poesía Latinoamericana en Viena, un evento bienal que ha impactado a las nuevas generaciones de aedas y figura en la agenda de muchas personas con deseos de estar ahí.
Moya, tras recordar que el próximo Festival será en mayo de 2009, aclara que su Festival no tiene acuerdos de intercambio con otros eventos similares latinoamericanos, “porque el problema es que cuando estableces esa especie de convenios debes plegarte a un tipo de intercambio donde no siempre la literatura es lo que importa. Sólo vienen al Festival aquellos que hemos leído bien y estamos seguros de poder traducir correctamente. Además, nuestro Festival tiene unas normas bastante estrictas de invitación. Al principio era como una faja que apretaba mucho, pero veo que la decisión de tener unas normas bastante rígidas ha sido sabia. Eso da la ocasión de conocer la obra de los poetas sin mediaciones extraliterarias, amiguismos ni simpatías previas de ningún tipo. Conocemos a los poetas personalmente cuando llegan al aeropuerto. Mantener una sana actitud crítica frente a la literatura es lo que permite hacer encuentros de calidad. Por otra parte, tradicionalmente Viena está acostumbrada a tener lo mejor de la música, la literatura, el cine, etcétera. y eso, sumado a que recibes apoyo financiero del Ministerio Austriaco de Cultura, la Ciudad de Viena y al apoyo institucional que te da la Universidad de Viena y la Casa de la Literatura de Viena, genera una enorme presión, la inmensa responsabilidad de invitar a escritores de incuestionable mérito”.
-¿Ha tenido problemas para invitar a un venezolano?
-No, en realidad no. Pero cuando estuve en Caracas, en octubre pasado, me sorprendió un poco que los escritores que apoyan al actual Gobierno están muy comprometidos con el proceso ideológico-político en curso, y en función de él planifican sus actividades literarias. En mi opinión, y por décadas de experiencia en el sector cultura, los paradigmas políticos de la acción cultural que mejor funcionan, son aquellos que miran a un artista o a un escritor desde su obra y no desde su simpatías estéticas, personales o políticas. De hecho, entre los que apoyan al Gobierno hay algunos excelentes escritores que he querido invitar, pero están tan metidos en sus asuntos, que me han dicho que no. Entonces, si en el futuro no los invito, ya ellos sabrán por qué. A mí lo que me importa del escritor es su literatura no su inclinación política; a nadie diría (como se hace ahora en Venezuela) que sólo invito “escritores progresistas” identificados con el proceso.
-¿Qué visión tiene del estado actual de la literatura venezolana y su lucha para cruzar el Gran Charco?
-La literatura criolla tiene exactamente los mismos problemas que tienen casi todas las literaturas de la periferia. En el caso venezolano existen, desde mi punto de vista, dos periferias, una dada por lo cultural y otra dada desde lo comercial. Sumado el hecho de que una literatura como la nuestra siempre ha estado incluso en la periferia de la periferia por un destino noblemente elegido, pues no obstante haber tenido uno de los premios literarios más prestigiosos del mundo de habla hispana (Premio Rómulo Gallegos) y una de las editoriales más prestigiosas del continente (Monte Ávila), nos dedicamos por años a descubrir y promover la literatura de los demás, pero no la nuestra. Esto quiere decir que nuestra literatura ha sido marginal porque de algún modo nuestras políticas y voluntades estaban dirigidas a realizar una gran biblioteca latinoamericana de grandes autores, cosa que se logró, en gran medida, con la Biblioteca Ayacucho y las colecciones de Monte Ávila, en la parte editorial y con el Premio Rómulo Gallegos en la parte promocional; pero en la que nuestros autores estaban, y aún están, marginados, quizá por aquello de no ser juez y parte… y quizá también, por cierta timidez continental frente a la gruesa literatura que nos venía de los grandes polos literarios de América Latina, Argentina y México por una parte y, por otra no de peso menor, como la literatura cubana”
Añade que luego está la literatura periférica vista desde los centros de poder económico y político, donde incluso hay grandes tradiciones literarias y hay grandes espacios tomados por la industria cultural; es decir, donde tienes que estar para que tu obra sea conocida, o desde donde tu obra tenga el chance de salir del anonimato. “Hubo un momento en el cual lo que vino a llamarse el Boom y, en alguna medida, el Postboom respondía a criterios circunstanciales de carácter básicamente político; pero la época ideológica ya pasó y ahora las reglas del juego para ser escritor conocido y reconocido han cambiado radicalmente; no basta ser buen escritor y persona comprometida con la izquierda para hacerte un espacio, como fue lo que sucedió, un poco más o menos, con el Boom. Esto no quiere decir que nuestros escritores fueran unos oportunistas de la izquierda (que los hubo, y Mario Vargas Llosa ha confesado sin pudor ser uno de ellos), no; eso quiere decir que hubo un momento en la cual su luz pudo brillar porque el momento histórico-político estaba enfocado en América latina, y la solidaridad internacional no sólo alcanzó a las víctimas de las dictaduras sino también a los escritores que fueron al exilio o que empezaron a hacer carrera de escritor en medio de grandes necesidades fuera de sus países. Una ironía que no pretende herir a nadie sería que Pinochet, Videla y los Escuadrones de la muerte de El Salvador hicieron indirectamente más por los escritores de América Latina que los agentes literarios de Barcelona”.
-¿Crees entonces que el contexto internacional no es propicio para la literatura latinoamericana?
Así es. El problema con la literatura de América Latina pasa también por las prioridades del momento histórico mundial. Aún cuando ahora nos pensemos un caso particular porque la izquierda está ganando finalmente un espacio político que la derecha se niega a aceptar, Europa y Estados Unidos, los grandes centros de poder político y económico (y editorial), se han fijado como meta algo en lo que este subcontinente está claramente excluido: Estados Unidos está ocupado en abrir mercados a través de la fuerza militar en Oriente Medio y Asia (para asegurarse el hipotético bienestar económico que podría generar el control futuro de la energía), sobre todo porque China y Rusia ahora son potencias capitalistas que le están arrebatando mercados, usando las mismas argucias del libre comercio que ellos usaron para derribar su comunismo. Y Europa, por su parte, sigue fascinada con el momento histórico de la Caída del Muro de Berlín (que en términos de política territorial y realidad histórica, la Gran Europa, aún no ha terminado de caer) e intenta expandir sus dominios, y con ella sus mercados hacia los países del este al mismo tiempo que construye fronteras cerradas hacia el sur pobre. América Latina, por su parte, continúa con el paradigma político de la emergencia (que la derecha llama hipócritamente “populismo”), en el cual resolverle el día a día al ciudadano, sin planificación ni visión de largo plazo, ya se considera un enorme logro social, político y económico.
¿Entonces, cree que no se puede hacer nada por el escritor criollo más allá de nuestras fronteras?
Cualquier cosa que quieras hacer para promover nuestra cultura (en el caso de una editorial como Monte Avila, por ejemplo) pasa por expandirse desde los centros de difusión de la industria cultural. Si apoyas, como si no, la globalización tienes que aceptar las reglas no escritas que ésta genera, ya sea para participar de ese cambio o para revertirlos a tu favor, aprovechando lo que de bueno tiene para tus negocios. Abrir un Monte Avila Europe (por llamarlo de algún modo) que funcione en dos o tres capitales, Londres, Frankfurt o París; con gente que le importe de verdad este asunto, que conozca del tema editorial, que hablé dos o tres idiomas, que pueda tener contacto directo, permanente y personal con la gente que toma decisiones de envergadura editorial en este continente, puede ser un primer gran paso. Un paso en paralelo debe ser traducir los autores venezolanos y, que una vez publicados en francés, inglés, alemán, italiano, sueco etc., se le organice una gira de lecturas por los grandes espacios literarios europeos y norteamericanos…de nada vale traducir si luego no das a conocer de modo permanente al autor por los predios de los idiomas traducidos. Este requiere de criterio estratégico-empresarial y de personas que puedan aplicarse profesionalmente a ello in situ, no a control remoto ni de forma esporádica.
¿No cree que España puede ser el puente para dar a conocer más y mejor nuestros autores en Europa?
Esa pregunta es importante, y genera posiciones encontradas. Unos creen que sí, otros, que no. Yo soy del bando de quienes creen que no. Los que creen que sí están radicados, por lo general, en España o en América Latina. Y, claro, para un autor en Venezuela o Ecuador, España es Europa. Pero para mí Europa no es sólo España sino la inmensa cantidad de idiomas, de autores y lectores además del español, que existen en este continente.Hasta donde yo sé los únicos autores latinoamericanos traducidos a los idiomas europeos y promovidos por la editoriales españolas o por los agentes literarios catalanes son aquellos que de algún modo ya han sido despojados de su ser latinoamericano para integrar la gran la literatura: García Márquez, Vargas Llosa, también al ya fallecido Roberto Bolaños y algunos nuevos que tienen cierta, aunque todavía una pequeña promoción (me refiero a uno o dos autores colombianos y a uno que otro perteneciente a la Generación del crack mexicano; Jorge Volpi, por citar a alguien que he visto dando vueltas por aquí) y que viven en España. Pero hay muchos otros grandes autores nuestros que nunca tendrán la oportunidad de ser traducidos a otras lenguas europeas ni siquiera promovidos en la Península porque, según las editoriales españolas radicadas en Latinoamérica, si un autor no vende mil ejemplares en su país, menos los va a vender en España, lo cual es una visión pobrísima de la literatura y toda una declaración de principios.
¿Y cómo le parecen las políticas del Gobierno venezolano en ese sentido?
Aunque hay un estupendo resurgir de Monte Avila y de otras editoriales manejadas por escritores y apoyadas decididamente por el Gobierno venezolano (todo hay que decirlo), no entiendo de qué va el CENAL. Recuerdo que hace dos años me llamaron del CENAL para participar en un panel de ponentes precisamente sobre estos temas. Entusiasmado dije que sí, y aparté otros compromisos que tenía en Europa para ir a Caracas. Unos días después al no recibir respuesta, llamé y una chica me informa que mi invitación ha sido cancelada y que será para una futura ocasión. También el pasado mes de abril, faltando dos semanas para el Festival de Poesía Latinoamericana en Viena, me llama otra chica del CENAL para decirme que deseaban enviar a un grupo de talentosos jóvenes escritores al Festival, y cuando le explico que eso no puede ser porque todo está organizado con un año de anticipación, agrega que no importa, que ellos podrían leer en “un huequito” del festival. Eso no es promover a un autor, eso es exactamente lo contrario, faltar el respeto al autor y a sus potenciales lectores. Sinceramente no conozco quienes manejan hoy el CENAL ni cuáles son las directrices de política cultural que rigen sus decisiones en materia de promoción del libro y de los autores de tales libros, pero una conclusión lógica, luego lo visto, es que es gente voluntariosa y con ganas de hacer algo, pero inexperta en el manejo del libro y su promoción, sin criterio para un trabajo tan especializado que requiere de profesionales, de gente de oficio en esta materia.
-¿Planes para intercambios con poetas y escritores criollos que quieran o pretendan hacerse conocer en Austria y demás países de lengua germana?
Lamentablemente el cupo de escritores de Latinoamérica que puedo invitar para lecturas en Austria y Alemania son sólo de siete cada dos años, así que la selección es muy dura y rigurosa. Las normas del festival exigen que el poeta en cuestión tenga al menos cuatro libros publicados o ser un autor de reconocido prestigio literario en su país; debe también vivir en su país de origen (no vale si es venezolano y vive en Madrid o chileno viviendo en New York); los libros enviados deben ser físicos, no en formato electrónico. Por supuesto, nada de eso implica que lo vamos a invitar, pero son los pasos previos. Luego de leída la obra y en caso de estar interesados en un/a poeta, y si su obra es posible ser traducida o versionada al alemán, le cursamos una invitación formal con las condiciones precisas para participar en nuestro evento. La dirección para envío de libros es: Enrique Moya: Hernstorferstrasse 17 / 5, 1140 Viena, Austria.

martes, enero 29, 2008

Intelectuales o artistas de una guerra civil

Quien siembra casi siempre cosecha y quien toma al teatro como vía de creación y de realización personal también le va bien, aunque en ocasiones no obtiene los plausos ni los pingües dineros de la taquilla. Y reiteramos esto porque en el "Ateneo de Caracas del siglo XXI", o sea Teatro Trasnocho, la temporada 2008 ha comenzado con una estremecedora obra que ya habíamos visto en los años 80, por intermedio de una compañía española que pasó por urbe, y además la habíamos degustado en el cine. Que ahora en esta incierta centuria se la haya producido para exhibirla a la ansiosa audiencia criolla, revela madurez de los artistas e inteligencia por parte de los empresarios de ese espacio escénico, que en ocasiones abandonan el lerdo comercialismo y apuestan por aquellos textos verdaderamente trascendentes. ¡Enhorabuena!
ESPEJO CONCAVO
La historia, espejo cóncavo que enseña lo que puede ocurrir si repetimos ciertas conductas tentadoras, nos recuerda que Venezuela sí conoció los horrores de las guerras civiles. Pero no ha sufrido esas conflagraciones desde la primera década del XX. Y Dios permita que nunca estalle en ésta republica nada similar a lo que se dio en España entre 1936 y 1939, cuando -con estímulos de turbios intereses foráneos- comunistas, socialistas, anarquistas, nacionalistas, requetés, carlistas y falangistas, identificados como rojos y franquistas, dieron rienda suelta a sus odios cainíticos, aventados por un facistoide golpe de Estado. Llegó la victoria para los franquistas tras más de un millón de muertos, pero la paz para todos los hispanos comenzó a imponerse sólo a mediados de los años 70.
Evocamos esa tragedia española porque hace temporada en el Teatro Trasnocho el estupendo espectáculo Ay Carmela de José Sanchis Sinisterra, el cual alude al drama de los fusilamientos y las peripecias de un dueto de comediantes en medio de tal lucha fraticida, que además se internacionalizó. Teniendo en cuenta la intolerancia de una sociedad escindida entre rojos o republicanos y nacionalistas o franquistas, se desencadenan las tragicómicas pericias de Carmela y Paulino, mediocres comicastros que son retenidos por las reaccionarias fuerzas golpistas y obligados a realizar un sainete para ridiculizar al bando contrario, mientras un grupo de milicianos espera ser fusilado al amanecer. Quiso el dramaturgo dejar constancia del dilema hamletiano de la intelectualidad española de esa época y por eso sus protagonistas se debaten entre la conciliación o el diálogo de moderación que propone Paulino y la razonada actitud y valiente conducta de Carmela. Al final, matan a la mujer que no negocia con sus ideales. Y dejan vivir, si eso se puede llamar vida, al necesario sirviente que requiere la sangrienta victoria.
Es obvia, casi panfletaria, la prédica de esta pieza, que por peculiaridades de su escritura y la inteligente manipulación del folklore español, se convierte en una larga hora de puro sainete que se amarga con los angustiosos minutos finales, los cuales congelan las risas y advierten de forma protuberante lo que fue el drama de esos artistas o ciudadanos que nunca esperaron ser masacrados por sus compatriotas en nombre de un ideal apuntalado en la muerte.
La puesta en escena lograda de manera sobria y profesional por Armando Álvarez, contando con la actuación magistral de Tania Sarabia como la ejemplar Carmela, secundada correctamente por Basilio Álvarez en el desesperado y cobarde Paulino, quien funge de productor general para la agrupación Skena, hacen de este montaje una monumental clase sobre lo que nunca debe ocurrir precisamente en esta Tierra de Gracia.
Este evento teatral, como lo han declarado sus artistas, es para que los venezolanos rechacemos la estupidez de una contienda entre hermanos y además nos divertamos con las peripecias de esos comediantes y su afán por sobrevivir aún en las peores circunstancias.
¿Cuantos intelectuales proceden como Paulino o Carmela?

Terrorismo teatral venezolano en Washington D.C.

El teatro venezolano proseguirá ocupando varios escenarios en Estados Unidos durante este 2008, después que en 2007 lo hizo con cuatro obras. Es por eso que desde enero, en Manhattan, hace temporada la pieza Escrito y sellado, de Isaac Chocrón (Maracay, 1930), y ahora a partir del 1 de febrero, le corresponde el turno a Gustavo Ott (Caracas, 1963) con su obra Tu ternura Molotov, en Washington.
Ott explica que su texto es montado por el grupo Teatro Hispano Gala en “el maravilloso teatro Tívoli, de Washington. La puesta en escena, de mi director favorito en el norte, Abel López, es una producción bilingüe con traducción de Heather Mckay. Menchú Esteban y Tim Pabón encarnan a Victoria y Daniel, sus únicos personajes. Tanto la gente de Gala, como López, conocen bien mi teatro y mantenemos una relación artística nada común en Estados Unidos para un autor latinoamericano. Con Tu ternura Molotov, Gala ha montado cinco de mis obras en diez años.
-¿Cómo nace Tu ternura Molotov?
-Como muchas cosas, comenzó con el tiempo del terror. La idea del terrorismo como consecuencia de nuestra ignorancia, prejuicios, arrogancia y la noción de la vida como un infierno en el que estamos atrapados con la repetición de patrones que nos rodean. Así, quise escribir una obra que explorara los valores más perversos de la sociedad burguesa, de los protagonistas del éxito en la era de lo macabro, y de nuestros más destructivos valores de fascismo cotidiano Y nació Tu ternura Molotov, una pieza que indaga sobre el terrorismo y la violencia en la duda sobre la identidad. ¿Realmente tenemos una identidad sólida o somos distintas personas a lo largo de nuestras vidas? Si la identidad no es constante, ¿qué tan responsable somos de nuestros actos en el pasado? Utilizar el pasado es un símbolo muy eficaz para replantearnos la identidad y así levanté la obra. Finalmente, me preguntaba si somos capaces de reconciliarnos con nosotros mismos y al mismo tiempo mantener las expectativas que los demás tienen sobre nosotros. Y oyendo “El Traidor”, de Leonard Cohen, me salió esta pieza.
-¿Que exigencias tiene el texto?
-Todas las escenas ocurren en el mismo lugar, entre sus dos personajes, Victoria y Daniel, y casi siempre sobre lo mismo: hacer el amor para procrear un niño, lo que luego, a medida que pasa la obra, se le presenta al público como la peor de las ideas. Ya no es tener un niño, sino “reproducirse” o “multiplicarse”, lo cual ciertamente, luego de conocerles a profundidad, nos parece algo aterrador. Que personas como estas tengan la oportunidad de hacer familia es también una metáfora sobre la idea de la prolongación no sólo de la especie, sino de los conceptos que ostentan: nos reproducimos para prolongarnos en otros, pero también para prolongar nuestros valores, egoísmos, prejuicios, odios, clichés. Más que descendencia, nos inscribimos en lo más profundo del pensamiento conservador y reaccionario: que con nuestra ausencia, permanezcan en los hijos nuestras ideas envueltas y todas las frases hechas posibles en un mundo en blanco y negro. Así, de nuevo, en Tu ternura Molotv como en otras obras mías, aparece el estilo macabro latinoamericano y de nuevo, los monstruos.
- Esos dos personajes, Daniel y Victoria. ¿cómo son?
-Sus diálogos son como un intercambio de disparos, rápidos e hirientes. Ambos son inteligentes y venenosos. Hay mucho humor, un humor malvado. Al final, hay una voz particular que posee a ambos personajes, quizás una metáfora, para dejarnos con la idea de que ambos son muy similares, hablan igual, tienen los mismos prejuicios. A veces, la relación matrimonial no termina siendo entre dos individuos sino entre una mezcla que no hace dos, sino un terrible “uno”, que se metamorfosea en una sola identidad, en una especie de Frankestein, monstruo que posee partes de ambos, marido y mujer, pero que nunca llega a ser ninguno de ellos. La idea del monstruo está presente en mis piezas desde 80 dientes… y Dos amores y un bicho, un monstruo, una bestia, que, según el poema de Mandelstam, no es otro que el siglo. Y en este caso, el monstruo posee lo peor de los dos personajes y de todos nosotros. En fin, este monstruo que habla similar al final de la obra es también una muestra de que, lo que más censuramos de la sociedad, termina siendo nuestra conducta cotidiana. El recurso es utilizado incluso de manera técnica cuando los personajes terminan hablando como “un reloj”, uno al lado del otro, con cierta naturalidad mecánica. Nuestro fascismo cotidiano termina siendo eso: un mero espasmo mecánico, pero de consecuencias macabras.
-¿Por qué no se ha mostrado en Venezuela y cuantos montajes lleva en el exterior?
-La obra la escribí en el 2002 y en el 2005 ganó el español Premio Internacional Ricardo López Aranda. Desde entonces se ha hecho mucho. Se estrenó en España y luego en Argentina, con una producción de Celcit que luego de un año todavía sigue en repertorio. México, Puerto Rico, Portugal, Suiza, Estados Unidos. El año pasado la hizo The Kitchen Dog en Dallas y en abril la estrena el Teatro Nacional de Colombia y luego en Uruguay, Brasil, en fin. De mis obras es la que más rápido se ha internacionalizado, seguramente por la visión del terrorismo desde la paranoia burguesa. En Venezuela no la hemos hecho, pero ya pronto se hará. Ha sido mi culpa, porque es del tipo de obra que pienso dirigir y no la suelto mucho. Me la tengo guardada.
-¿En que lengua extranjera lo representan más?
-Portugués, inglés y francés parecen ser los idiomas a los que más traducen mis piezas. Como soy traductor al español, conozco bien los retos del traductor como artista y quizás por eso mantengo una relación muy especial con mis traductores. Sé que son creadores también y les permito todas las libertades del caso. En el texto todo lo inteligente debe ser bienvenido, aunque implique modificaciones profundas. En teatro no traducimos lenguaje, sino situaciones. No son palabras, sino musicalidades. Me gusta improvisar cuando traduzco y así estimulo a mis traductores a hacerlo con mis piezas. Muchas veces los traductores me cambian cosas que luego yo también modifico en el original. Y más de una vez me han dicho que sueno mejor traducido. Nada como verte a través de los ojos de los demás.
-¿Deja que los directores y traductores cambien sus obras? ¿No exige respeto a sus textos?
-Como soy director, pues esto del autor paladín de sus textos me ha parecido siempre de una humillada arrogancia. Sugiere que el autor no está muy seguro no sólo de su obra sino de sus posibilidades escénicas. A veces pretende conocer el escenario sin haber trabajado sobre él. Lo curioso es que en el teatro, como en el quirófano de un hospital, a ninguna persona le es permitido el acceso sin experiencia previa. Pero los escritores, a veces con cierta pose totalitaria, pensamos que se nos debe algo. Quizás allí comienzan nuestras fallas, directamente proporcionales a la distancia que tenemos no sólo de la escena, sino con actores, escenográfos, traductores y artistas en general. Lo nuestro es un escritorio o un salón de clases y así, pues claro, comienza el enceguecimiento a la europea. Un autor cuando exige respeto al texto, también están diciendo “oye, esta obra mía no aguanta sin mí a su lado. Y fuera de mi país, o en otro idioma, ni hablar. Así que respeta el texto, porque el texto soy yo”. El autor confiesa así que ha escrito algo muy limitado. Le da demasiada importancia a la puesta, como si ésta es capaz de modificar lo literario. Puede que lo haga en cada temporada, que es finita, pero su obra es siempre la misma, y si es buena, pues será infinita. Hace poco leí una pieza con tres páginas de prólogo sobre cómo debe montarse. Al final de esa introducción, no pude dejar de preguntarme si un árbol merecía morir para escribir esas tres páginas. Por alguna razón me recordaron un manual del pensamiento controlador.
-¿Como observar al teatro de otros autores venezolanos? ¿Carece de originalidad o las anécdotas se lo comieron y dejaron sólo una caparazón anquilosada en el pasado?
-Nos hemos puesto frente al espejo y sólo vemos datos. Datos más que creadores y obras. Público, dinero, subsidios, teatros, elencos, reportajes, avisos de prensa, festivales. Desde hace unos 20 años somos víctimas de la arrogancia de los datos y de la conspiración del consenso, que no es otro que el consenso del espectáculo y el entretenimiento. Nos conformamos con ser datos porque, realmente, hemos dejado de pensar. No sucede sólo en Venezuela, es una patología común en el idioma español, con distinciones. El teatro, en la medida en que piensa, no es un dato, sino un arte, decía Badiu. Y en eso ando últimamente, haciendo tesis del drama y poesía en escena, es decir, pensando. Cuando comencé con esta nueva aproximación al texto, me dije “bueno, ahora sí que nadie querrá hacer tus obras”. Pero el resultado me ha sorprendido: ahora hacen más mis piezas. Y es que por este camino están escribiendo hoy los autores que admiro, regresando a la literatura, recordando las razones por las que decidimos escribir, retando al escenario, impresionando a los espectadores. Y hasta a ti mismo.
-¿Entonces hay un elemento literario tan importante como el escénico?
-Es que escribimos hoy al tiempo en todos los formatos y géneros. Con la muerte de las reglas y la academia, pues uno se atreve a más, como Schubert, con las cosas imperfectas, trabajar en el error. La imperfección de las cosas sencillas y su carácter personal, sobrecogedor, tiene también una traducción en el hecho de escribir. Eso lo aprendí de los actores, claro. Hay obras, como gestos, que no podemos explicar y que sin embargo son perfectas. Llenas de errores, mantienen no obstante una fragilidad y tensión que las hace también obras muy íntimas y reconocibles por todos de una manera especial en el error. El mejor teatro de hoy, como el cine, es el vulnerable.
-¿Qué puede hacer nuestro teatro: recurrir a los talleres o montar las piezas importadas o bajadas del Internet?
-Los talleres de creación son un periodo para el aprendizaje del tedio. Allí aprendemos sobre al aburrimiento. Lo único valioso que cultivamos en el taller es lo relacionado con la paciencia y el paso de la vida. Pero en realidad es la paciencia del sometimiento, como las colas para emigrar, o el tráfico en hora pico. A los grupos les digo que busquen su autor. Si encuentra un escritor en la calle, tómelo y lléveselo para su casa. No lo suelte porque no se puede vivir sin él. Shelley dijo que los poetas son los “desautorizados encargados del mundo.” Además, los escritores son los únicos que entienden que, en la libertad, hay una dosis importante de soledad.
-¿Si pudiera rescribir o reformular la mayoría de tus primeras piezas, lo haría?
-Hace poco un periodista mexicano me reprochó que mis obras nunca son las mismas. Se quejaba que una pieza, publicada en 1996, no era la misma que luego fue publicada en 1998. Y esas dos versiones de la misma obra son distintas también a la que aparece en el sitio Web, o a la traducida al inglés o al francés. Entonces, con cierto desprecio, me preguntó: “¿Cuándo vas a dejar de modificar tus obras?” Y claro, le respondí, “Nunca”. Rehacer es lo que más me divierte de escribir. Casi todos los días estoy modificando por lo menos una obra. Y como Internet me permite publicarla, lo hago con toda desfachatez. Adapto y rehago mis obras sin vergüenza alguna. Utilizo con descaro la intertextualidad entre ellas, improviso sobre piezas que escribí hace 15 años, coloco modificaciones que veo en los montajes, agrego improvisaciones, nada es igual a como era, hago lo que quiero. Es la era de la libertad total y como no hago nada por encargo ni por dinero, pues soy peligroso. Alguien me dijo que esa libertad hacía que me traicionara a mí mismo y, de nuevo, citando el tema de Leonard Cohen, en arte uno no se traiciona. El mandato no es ser fiel ni cumplir con la misión, sino estar sin culpa, vivir sin culpa lo que crees. El Libro de Job presenta a Satán como crítico de la creación, buscándole fallas a la obra, exigiéndole a Dios que defienda su arte, demandando la perfección. Y Dios le responde con un coro de las estrellas, con el mar cerrando y abriendo sus puertas, con la tierra tirando del cordel, y con una pregunta: ¿Y no quieres saber también cómo se llama el padre del Unicornio?
-En el cine la imagen o el fotograma son fundamentales para el producto, mientras que en el teatro la palabra lo es todo. ¿Podrán cambiarse esas definiciones y hacer un teatro mas preñado de imágenes?
-La imagen es, fundamentalmente, texto. En la era de las imágenes desgastadas, una palabra dice mil imágenes. La palabra es imagen y sugiere no sólo una poesía en el lenguaje, sino también en la situación, el tema, la forma y en la creación de los personajes. Es decir, la fuente viva de la metáfora; el misterio privilegiado. El lenguaje es una vocación. Hablamos porque se nos invita a responder. Y esto sucede hoy porque para el hombre actual, en la era del fin de la esperanza, las reglas de la conversación ordinaria y las imágenes captadas por el más atrofiado y erróneo de sus sentidos, la vista, ya no le dicen nada. El hombre de hoy prefiere leer entre líneas. Busca sentir la imagen perfecta a través de la palabra. Por eso la poesía ha vuelto, vestida en la escena, pero también en el cine y hasta la televisión.

lunes, enero 28, 2008

Luis Britto García rescata a Zamora

Se dice que un balazo disparado desde las filas de sus amigos le destrozo el ojo derecho y lo derribó. A 148 años de ese misterioso asesinato todavía suscita controversiales pasiones. Y la polémica ideológica sobre el general Ezequiel Zamora (1817-1860) se agudizará cuando se estrene, durante el último trimestre de este 2008, el largometraje Zamora, el cual actualmente rueda el director Román Chalbaud. Ahí se muestran las razones por las cuales luchaba ese gran protagonista de la Guerra Federal y además las sinrazones que tenían sus enemigos para eliminarlo.
Zamora se rueda gracias al aporte del guionista Luis Britto García, quien escribió el libro para esa película porque lo ocurrido con Zamora es una especie de tragedia latinoamericana repetida. “Es el héroe derribado por la mediocridad, por la cobardía. Es el héroe al que el enemigo no pudo vencer en el campo de batalla y lo derrotó a través de la traición, como pasó, en otros tiempos y en otros escenarios, con Simón Bolívar, Emiliano Zapata, Jorge Eliécer Gaitán y hace miles de años con Jesús de Nazareth. Si se piensa nada más que en el aspecto dramático de saga, impresiona como aquella persona es empujaba hacia la violencia en contra de su voluntad. Él tiene que ir a la guerra, triunfa y finalmente es traicionado y asesinado, para después desechar su obra. Eso dramáticamente es prodigioso”, precisa este intelectual.
Subraya que sociológicamente para Venezuela la Guerra Federal tiene una enorme importancia, a pesar de haber sido frustrada. “Una parte del igualitarismo de nuestro pueblo se debe al remezón de esa conflagración. Aquí las oligarquías han sido muy feroces pero no han logrado un dominio total como en otros países. Gracias a ese igualitarismo los venezolanos hemos desafiado a las dictaduras y gobiernos fuertes. A pesar de que se perdió esa guerra su espíritu sigue vivo y renace a cada instante”.
Cree que con el comandante Hugo Chávez hay un renacimiento de ese espíritu zamorano. “La época republicana venezolana la podemos dividir en el siglo XIX, el siglo de los llaneros o las lanzas de Páez que se impusieron hasta el fin de siglo XIX, y después el siglo de los andinos con Cipriano y Gómez. Aunque hay que subrayar que Venezuela, a finales del siglo XX, estaba en trance de muerte, se había decretado su desaparición y todo había comenzado con la privatización de Pdvsa y la liquidación o venta del país. Y es en ese momento que el país recurrió a sus arquetipos míticos y vuelve el siglo XXI con un llanero, un llanero en la capital, para reaparecer la invocación a la bandera, al joropo, a la nacionalidad, a la venezolanidad. Todo es no es gratuito”, enfatiza.
Comenta que la gran incógnita es si estamos inaugurando otro siglo de los llaneros o avanzamos hacia lo desconocido. Insiste en que a Zamora lo mataron por su receta o por su consigna personal que él hizo nacional: Tierra y hombres libres. “Era antiesclavista y cuando liberaron a los esclavos no sólo los defendió sino que propuso que se debían entregar tierras ejidales a los libertos para que las trabajaran, pero eso nunca fue aprobado, lo que sí aprobaron fue una indemnización pero a favor de los propietarios de los ex esclavos ahora liberados. Primera gran frustración para Zamora y su ideario”.
Proclama que “el ideario zamorano está vigente porque no ha perdido actualidad y todavía se lucha para aplicarlo, porque aún hay grandes latifundios y los campesinos al no poder vivir de su trabajo ni de sus siembras se vienen a las ciudades. Pero trabajadores migratorios de otras republicas hermanas han ocupado esas tierras y también han sido prácticamente semi esclavizados. Muchos campesinos están luchando contra eso y los matan con sicarios. Hay casi 200 muertos en esas circunstancias y no hay nadie preso por eso. Evidentemente sigue la tensión de la lucha por la tierra y por la libertad de quienes las trabajan. Cuando Zamora se exhiba se verá que es una reivindicación del pensamiento o el ideario o las luchas de Zamora y la de muchos socialistas utópicos que llegaron a Venezuela en esas épocas”.
Sin celular
Luis Britto García (Caracas, 9 de octubre de 1940), abogado y escritor de numerosas obras incuestionables y originales, es de los pocos venezolanos que no usa celular. “Prendo el fogón, es decir la computadora, a las siete de la mañana y lo apago hacia la media noche. No tengo teléfono móvil porque casi todo el tiempo la paso en mi casa, que es mi taller del trabajo.Trato de salir lo menos posible. Para mí el celular es una oficina y no lo utilizo ni lo necesito porque no trabajo en la calle. Estoy jubilado y ahora le dedico todo mi tiempo a la escritura, desde principios de siglo XXI. En mí casa, construida hace 40 años, tengo unos 30 mil libros. No sé que harán con ellos cuando ya no esté, posiblemente los done antes para impedir que los venden como papel usado, después”.

viernes, enero 25, 2008

Dos artistas en medio de una guerra civil

La intolerancia de una sociedad y la tragedia de los artistas en medio de una conflagración civil son los grandes temas del espectáculo ¡Ay Carmela!, producido por el grupo Skena, el cual se presenta en el Teatro Trasnocho, con la participación de Tania Sarabia y Basilio Álvarez en los roles de Carmela y Paulino, dirigidos por Armando Álvarez.
Basilio Álvarez, director de Skena, la institución que creó en el año 1979, e intérprete de Paulino, dice que están produciendo esta pieza ¡Ay Carmela!, de José Sanchis Sinisterra, para rendirle homenaje a Fausto Verdial, fallecido hace 12 años y porque “yo tengo una fascinación por la dramaturgia española en general, pero en especial por la contemporánea, como la de José Luis Alonso de Santos e Ignacio Garcia May. Desde que esa pieza se mostró aquí en Caracas, durante un Festival Internacional de la década de los 80, actuada por Verónica Forqué y José Luis Gómez, Verdial, ahora ausente, y Tania se enamoraron de su texto. Y lo que estamos haciendo ahora es satisfacer un anhelo de nuestra primer actriz. Además tengo predilección por el teatro hispano porque mis padres son asturianos, aunque yo nací aquí, el 13 de abril de 1964, en la Cruz Roja de Candelaria”.
-¿Solamente porque es española?
-No, por supuesto, ¡Ay Carmela! habla de la Guerra Civil Española, esa hecatombe fratricida entre los años 1936 y 1939, pero además presenta a sus dos personajes, Carmela y Paulino, seres que se aman y se protegen en medio de una conflagración como esa. Pero ¡Ay Carmela! es un pretexto para plantearle al público venezolano una urgente y necesaria reflexión sobre las desgracias de un conflicto bélico civil, ya que aquí los venezolanos estamos hondamente divididos y corremos los riesgos de caer en una situación similar, porque no hay dialogo entre los dos bandos enfrentados y los insultos de lado y lado son permanentes, logrando así crear una peligrosa crispación que ojalá no tenga un desenlace cruento. Es un espectáculo para que los venezolanos pensemos un poquito y además se diviertan con las peripecias de dos comediantes y su afán por sobrevivir aún en las peores circunstancias.
Reitera Basilio que ¡Ay Carmela! plasma una historia centrada en la Guerra Civil Española, donde hay una pareja de cómicos, Carmela y Paulino, que regresan a Valencia, pero en el camino se pierden y entran en la zona nacional o franquista. Son detenidos y encerrados en un colegio, donde se hacinan los prisioneros capturados. Todo indica que van a ser fusilados, pero al enterarse un oficial de que son histriones, les hace una oferta para que trabajen como actores para su bando. La posibilidad de salvar la vida pasa por interpretar una comedia que incluye una parodia contra la República, como hacerle burla a unos brigadistas internacionales que van a ser fusilados. A partir de ese momento, la vida de estos actores sufre un vuelco que ambos manejan con mucho humor y momentos que abren un espacio a la reflexión.
-¿No hay una obra venezolana que aborde esa temática? Lo pregunto porque es escasa la producción de espectáculos de autores criollos.
-No conozco una pieza criolla que aborde este tema, pero no niego que pueda existir. Pero a mí, particularmente, me interesa ¡Ay Carmela! porque está ubicada en un contexto histórico, donde hay dos personajes en medio de una guerra civil, sangrienta como pocas.
-¿Cómo es su personaje Paulino?
-Es un actor popular, muy apocado, que ante la crisis que se le presenta lo único que intenta es salvar su vida aun que para ello tenga que claudicar, ya que Carmela tiene un arraigo antifranquista y más valiente. Su trabajo se mueve en dos ambientes: en uno trata de salvar su vida a como de lugar, pero en el otro cuenta lo que ha pasado, cuando ya Carmela se ha ido.
CANSADA DE MONOLOGAR
Para Tania Sarabia, con tres décadas en el teatro y otro tanto en la televisión, este espectáculo tiene su carga sentimental. “Yo la vi con Fausto y me enamoré del personaje. Nos propusimos hacerla, pero él se nos murió. Me he preparado lo mejor que he podido y para eso estamos trabajado desde septiembre del 2007.Le hemos trabajado con todo el tomate, como se dice en España”.
-¿Qué ha pasado con los monólogos?
-Tengo muchos años haciendo monólogos, no menos de cuatro, y muy pocas obras con más actores, salvo el caso de Los hombros de América, de Verdial. Pero estoy cansada de tanto monólogo y con esta pieza he tenido oportunidad de materializar un sueño: denunciar la intolerancia política y el peligro de que aquí nos pase algo similar.
-¿Y la televisión?
-Hasta ahora no tenga ofertas, aunque para finales de año hay un compromiso con una novela para el canal 4. Pero lo que yo quiero es seguir actuando en el teatro, al cual ingrese hace 32 años cuando debuté en Acto cultural, de Cabrujas. Y no he dejado de hacerlo, a pesar de mis problemas de salud, porque el teatro me ha servido para vencer a mi enfermedad, gracias a las endorfinas.
-¿Cómo es su Carmela?
-Es hermosa. Le he puesto todo lo mejor de mí para llevarla a escena. No se parece en nada a lo que he encarnado y esta muy lejos de la española que hago en Los hombros de América.Además estoy feliz por haber sido dirigida por Armando Álvarez, que es un artista, de solo 34 años, que aquí da su salto definitivo al teatro de adultos, porque antes había trabajado largos años con Skena, institución que existe desde 1979.

jueves, enero 24, 2008

Dios y Sida en Repertorio Español

Volando de Nueva York a Caracas leímos en una revista, de que esas que regalan en los aviones, que el escritor F. Scott Fitzgerald consideraba como “la prueba de una inteligencia de primer calibre es la capacidad de sostener dos ideas opuestas en la misma mente y seguir funcionando”. Tal concepto nos mantuvo bien despiertos las largas cinco horas de ese viaje y al final nos sirvió para entender y disfrutar mucho más la grandeza de la pieza de Isaac Chocrón que habíamos visto. Una obra donde lo inicial e impactante es la reflexión y la conducta que se deben adoptar ante la presencia del Sida y también lo que es el inútil conflicto humano ante el aceptar o el rechazar la presencia de Dios. Dos ideas totalmente antagónicas, una humana y su final insoslayable, y la utilización de la fe como única herramienta para asumir la presencia de un Ser Supremo.
Fue así que escribimos, todavía con el sopor del viaje y la revelación por la lectura revisteríl, que si durante el 2007 seis obras de venezolanos cruzaron fronteras y fueron producidas en Estados Unidos y España, ahora, en este 2008, se espera que tal cifra se doble. De esa forma, el teatro criollo continuará su expansión en busca de nuevos auditorios y difundiendo su filosofía. Por supuesto que eso no es nuevo pues en décadas anteriores eso ocurrió, lo que sucede es que ahora tiene mayor significación, porque en este siglo XXI lo nacional como tal terminará de imponerse, dentro y fuera, para beneficio del país.
Subrayamos esto porque vimos el sábado pasado, en Manhattan, el pulcro montaje que Rene Buch logró de Escrito y sellado, de Isaac Chocrón (Maracay, 1930), para los festejos por los 40 años de labores continuas de Repertorio Español, la institución más importante del teatro latino en Estados Unidos.
Escrito y sellado, estrenada en Caracas durante la temporada de 1993 por Ugo Ulive, es una las piezas estrellas del “teatro venezolano del sida”, porque se escribió y representó dentro de un atemorizado contexto, como consecuencia de “la epidemia rosa” que diezmó a la población universal y muy particularmente al sector artístico. Aquí, la guadaña del VIH fue inclemente y afectó sensiblemente a los sectores del teatro y la danza. ¡Un daño irrecuperable!
Pese a que Chocrón ha dicho que Escrito y sellado no es una pieza sobre el sida, sino un pretexto para algo que va más allá de tal epidemia, el argumento se centra en las peripecias de un sidoso sacerdote católico que mantiene un “pugilato religioso” con un profesor judío que está de duelo por haber perdido a un amigo íntimo afectado por el VIH. Un duelo de ideas que al final termina en tablas, porque ambos redescubren a Dios, y muy en especial el cura que acepta vivir con dignidad y esperar así el desenlace final, pero habiendo tenido una especie de revelación mística.
El espectáculo dura 90 minutos y permite degustar, una vez más, la depurada técnica dramatúrgica de Chocrón -acción escénica todo el tiempo, cual si fuese una película, por sus saltos temporales y espaciales- y muy en especial el estilo de dirección que Buch ha desarrollado en algo más de 50 años de profesión, bajo el concepto de que “el teatro es una emoción en un espacio y frente al público”. El montaje es un pulcro trabajo de actores que construyen correctamente sus personajes y los desarrollan hacia el objetivo final propuesto por el autor: la digna resignación del ser humano ante el insoslayable desenlace, como esencia misma de la especie.
La estética y la técnica de Buch están orientadas hacia el máximo minimalismo escénico posible, salvo unos nueve cubos grises que son la escenografia, por así llamarla. Los actores, sin mayores apoyos, construyen magistralmente sus personajes y materializan una historia de ficción, a partir de hechos reales, sobre las posibilidades del amor entre los seres humanos por encima de convencionalismos sociales y muy especialmente los religiosos.
Iván Camilo, Pedro Serka, Francisco Gattorno, Tatiana Vecino y Zulema Clares, en este orden, hicieron posible ese exorcismo teatral contra la muerte. Es un elenco multinacional que ratifica,una vez más,la importancia cultural de Repertorio Español.

lunes, enero 21, 2008

Los venezolanos devoran su historia

No es frecuente que los libros ensayísticos sobre temas históricos se convierten en bestsellers. Y mucho menos en esta Tierra de Gracia cuyos lectores se desviven por otros materiales menos comprometidos. Pero el poeta, escritor y abogado Rafael Arráiz Lucca (Caracas, 3 de enero de 1959) ha logrado que su publicación Venezuela: 1830 a nuestros días. Breve historia política, bautizada el pasado 25 de octubre por la editorial Alfa, marcha hacia su tercera edición. ¡Un record de esa categoría en estos tiempos!
-¿Qué pasó con su libro sobre la historiavenezolana?¿Cuál será la razón de su éxito?
-La primera edición de Venezuela: 1830 a nuestros días. Breve historia política se agotó en un mes y, la verdad, quedamos sorprendidos tanto el editor como yo. Salió la segunda y va por el mismo camino, de modo que ya nos preparamos para una tercera, en menos de tres meses. Creo que esto demuestra que el libro era necesario. El lector no especializado necesita conocer su historia, y recuerda que no salía una de esta naturaleza (Breve historia política) desde hace 40 años. Es mucho tiempo. Ojalá y otros se animen a hacer lo mismo: analizar el período republicano, que fue lo que hice, olvidándome de la guerra de independencia, y buscando explicaciones para la enorme dificultad que hemos tenido para construir una República Democrática.
-¿Hay una renacer por los libros sobre materiales históricos en Venezuela?
-Sí, la urgencia de la vida política ha traído como consecuencia que un vasto sector de la sociedad se interese por los temas históricos. En particular por la historia venezolana. Intuyen, con razón, que las posibles explicaciones acerca de lo que nos ocurre como sociedad está allí, en el pasado. No se equivocan. También ha ocurrido que un conjunto de historiadores venezolanos está abordando la escritura de otra manera, buscando mayores audiencias sin sacrificar el rigor académico y, por su parte, el lector va descubriendo que la realidad es superior a la fantasía, que la realidad es tan maravillosa que parece mentira. Mucha gente manifiesta que en los episodios de la historia nacional hay más locura, más hechos absurdos e insólitos, que en una pieza de realismo mágico.
-¿Tenemos la historia que nos merecemos? ¿Qué se puede hacer para que haya un entendimiento entre los historiadores venezolanos y así ganen los lectores?
-Felizmente, las interpretaciones de los hechos históricos son distintas. No hay entendimiento. Cada cual interpreta y analiza desde su formación, desde su visión del mundo, y el lector decide. Esa es la libertad. Por supuesto, desde el Gobierno hay el proyecto de imponer una sola visión de los hechos pero, como siempre ha ocurrido a lo largo de la historia, la imposición está condenada al fracaso. La libertad de elegir siempre termina imponiéndose. Es inútil lo que intentan. Las historias oficiales pasan al olvido como una mueca autoritaria. Así pasó con Stalin, con Hitler, y pasará con Castro. Insisto: el empeño de limitar al hombre en su libertad de pensar es inútil, así como el intento de imponer un credo ideológico.
-¿Cuál es la verdad del periplo de las ideas de Ezequiel Zamora?
-¿Cuáles ideas de Zamora? En todo caso, el Federalismo que impulsaban Zamora y su cuñado Falcón es el antecedente histórico de la descentralización, de la desconcentración del poder, del respeto a la autonomía de la provincia. El Federalismo no forma parte del centralismo autoritario, es otra tendencia nacional. Enfrentada, por cierto, al centralismo que proclamó Bolívar en sus últimos años. Si las ideas de Zamora son estas del Federalismo, bienvenidas sus ideas, pero no hay constancia de que tuviera muy claro que ellas eran sus ideas. ¿Me explico? Murió muy joven, y ello contribuyó a que se convirtiera en una leyenda. Una de las tareas del historiador es ver que hay detrás de los mitos, y Zamora es uno de ellos. Para hablar de las ideas de alguien, esa persona tiene que dejarlas por escrito. Sin obra escrita no hay pensamiento, no hay formulación de las ideas. Cristo y Sócrates son la excepción, pero Zamora no forma parte de este dueto.
-¿Cómo se escribirá la historia venezolana de la primera década del siglo XXI?
-Bueno, ya se han entregado algunos análisis, en medio del fragor de los hechos. Manuel Caballero lo ha hecho, Elías Pino Iturrieta también. Yo mismo, en mi libro Venezuela: 1830 a nuestros días. Breve historia política intento una interpretación con la cabeza en una hielera. El trabajo se va haciendo. De lo que estoy seguro es de que estos años han sido menos revolucionarios de lo que sus protagonistas creen, y de menor importancia los cambios producidos, pero ello hay que verlo dentro de la concepción de Fernand Braudel de “La larga duración” en la historia. Cuando los acontecimientos se incluyen dentro de un período extendido, comprendes que los cambios son muy pequeños, aunque parezcan grandes. Comprendes que los acontecimientos no tienen la significación que creíamos que tenían.

Héctor el zar del teatro venezolano

A los 45 años sabe que su poder proviene de su capacidad de trabajo aunado a su pragmática inteligencia y apuntalado en una fantástica pasión por la lectura como fuente básica de su formación. Por eso es el zar del teatro venezolano, porque fija los derroteros de los escenarios y lo que en ellos se hace, además de ser faro que orienta a los que quieren hacer una carrera artística y profesional. Es una versión para el siglo XXI de lo que fue el zar Nicolás Curiel en los años 50 y 60 en el Teatro Universitario de la UCV, otro criollo que marcó rutas y apuntaló generaciones de teatreros.
¿Quién rotuló a Héctor Manrique como el zar del teatro venezolano? No fuimos nosotros. Son aquellos que sabiendo que su progenitor es un comunista de los de antes, de esos que pagaron con cárcel, sangre y lágrimas sus radicales y comprometidas acciones revolucionarias contra los regímenes tiránicos de Pérez Jiménez, Betancourt y Leoni, así socarronamente lo etiquetaron. Otros lo identificamos con el poder de un artista honesto que sólo pretende llevar al pueblo al teatro para que, como lo confesó a Enza García, “en algún momento de su vida se convierta en una necesidad, porque soy de los que considera que ahí se tiene la posibilidad de encontrarse con uno mismo. Pero yo no obligaría a nadie a ir. Por eso no creo que deba ir, sino que ojalá quisiera ir. Además, hay una cantidad de venezolanos que no puede ir al teatro y no por una cuestión de índole económica, sino porque esto está llegando a muy pocas partes, dado que es una actividad fundamentalmente de Caracas y para una zona de Caracas. Pero no es solamente una responsabilidad del hombre de este oficio, lo es también de una política de Estado”.
Por eso, a este zar teatral su poder le emana de su trabajo y de su pasión para que sus compatriotas vean en la escena la revelación de sus cuitas en la dimensión exacta del hombre, creada por los dramaturgos. Otros críticos u observadores lo consideran una especie de rey Midas, porque todo lo que hace transforma a la taquilla en una mina de bolívares, sin contabilizar esas otras ganancias, las intangibles que alimentan a los pueblos cuando se culturizan.
Advierte que el teatro no dice qué es lo que el espectador tiene que hacer. Estimula a que haga lo que necesita hacer. No dice que las mujeres de un metro noventa, de 60-90-60, son las mujeres bellas. “Invita a que descubras la belleza que tú quieras. No es un arte masificador, por suerte”.
Héctor cuenta que a los 17 años cayó en el teatro. Quería hacer cine y su papá lo envió a que lo consultara con el crítico Rodolfo Izaguirre, director de la Cinemateca Nacional, pero éste lo conectó con José Ignacio Cabrujas, quien sin muchos preámbulos lo remitió al taller de Juan Carlos Gené y Eduardo Porte. Ellos lo involucraron en un fantástico experimento didáctico teatral, un intenso taller práctico y teórico, muy complejo, y el cual se realizaba de lunes a viernes, durante las tardes, que duró tres años. De ahí brotó una generación de actores, directores y técnicos que ahora destaca en el escenario venezolano. Y con una selección peculiar entre esos talleristas se formó el Grupo Actoral 80, cuyo comando tiene desde los años 90. “Recuerdo que debuté como actor el 13 de octubre de 1983”.
Y desde entonces ha trabajado como actor y director, además de ser maestro de otra generación de comediantes. Confiesa que es malo para las estadísticas, pero tiene no menos de 30 obras montadas y otra treintena de actuaciones. Y todo ese conjunto de hechos teatrales es porque además dirige el Grupo teatral de Caracas, que su amigo Fausto Verdial fundó. Esto le permite ahora dirigir la reposición de Final de partida, además de comandar y actuar en las piezas Todo los hombres son mortales y ¡…Y las mujeres también!
Maura y Manuela
Hugo, Carlos, Luis y Juan Alberto son sus hermanos, casados y con descendencia. Él, el tercero de ese quinteto, nació en Madrid, España, el 14 de enero de 1963, gracias al venezolano Héctor Rodríguez Bauza y la española Mauri Manrique. Cuando descubrió el teatro pretendió hacerse famoso con su “Héctor Rodríguez”. Pero un cómico homónimo, desde Maracay, le pidió que “no usara para nada su nombre”. Optó por utilizar su identificación legal, la de la cédula, pero como es larga y complicada con tantas eres la recortó y se quedó con “Héctor Manrique”. Está casado con Carolina Rincón (productora de sus espectáculos) y han procreado a Maura y Manuela, inteligentes niñas que le cambiaron la vida al papá y al artista, lo hicieron más humano y lo convirtieron en un feminista a ultranza, “porque las hembras de la especie humana están desprotegidas en una sociedad de puros lobos”, como nos lo ha dicho en repetidas ocasiones para explicar porque produce y dirige piezas como Monólogos de la vagina, No seré feliz pero tengo marido, Brujas y Confesiones de mujeres de 30, donde las féminas reclaman y pelean por sus derechos y hasta vencen a las fieras.

martes, enero 15, 2008

Francis Rueda y su conversatorio teatral

Gracias a la moralista comedia española El si de las niñas, de Leandro Fernández de Moratín, conocimos a Francis Rueda (Caracas, 17 de abril de 1949) encarnando a “Doña Francisca” durante la temporada teatral de 1970, en la sala Alberto de Paz y Mateos de El Nuevo Grupo, bajo la dirección de Antonio Briceño.
Desde entonces seguimos su ascendente carrera profesional y ahora hemos vuelto a degustarla cuando da vida a siete mujeres y un hombre pertenecientes a la mejor historia del teatro venezolano y universal, quienes se hacen hueso y carne gracias a su depurado talento histriónico, al esmero dramaturgista y la minimalista puesta en escena adelantadas por el veterano teatrero Gilberto Pinto. Se trata del espectáculo Encuentro con Francis Rueda, el cual hizo una temporada en la Sala Experimental del Celarg, presentado por la Compañía Nacional de Teatro. No hay que olvidar que nunca, gracias al temperamento actoral, dos representaciones escénicas son iguales.
Esta producción del grupo Teatro del Duende, para su temporada 2008, le permite a Francis lucir sus capacidades interpretativas, cultivadas durante los últimos 43 años, por intermedio de algunos de los personajes que ha interpretado, y que, de especial manera, contribuyeron a su desarrollo profesional. Pero este montaje es un pretexto para que revele las razones por las que desde los 16 años (estudió en La Escuela Juana Sujo) decidió formar parte del mundo del teatro y en especial del venezolano. Y para ello se apoya en la encarnación de personajes como “Lucrecia” de Lucrecia de Gilberto Pinto; “Greta Garbo” de Oficina Nro. 1 de Miguel Otero Silva; “Laurencia” de Fuenteovejuna de Lope de Vega; “Ramona” de El rompimiento de Rafael Guinand; “Medea” de Medea de Jean Anouilh-Eurípides; “Clitemnestra”, canción de Carlos Moreán para la Cátedra del Humor; “Clov” de Final de partida de Samuel Beckett; y “Brusca la rompe fuego” de Lo que dejó la tempestad de César Rengifo.
Encuentro con Francis Rueda tiene dos niveles de lectura: uno político y aleccionador sobre el rol de la mujer, y otro centrado en las intimidades y las características de la profesión, “esa irrefrenable inclinación a jugar a ser el otro, al placer y a la angustia de la transfiguración, hasta llegar a la complementación del ser humano a través del arte de la actuación”, como dice la actriz.
Su espectáculo está integrado, por ocho segmentos del más puro teatro y otros ocho apasionados momentos de conversación, donde revela las intimidades de cada uno de esos personajes, para reiterar finalmente su inquebrantable decisión de no abandonar jamás su profesión, mientras le queden fuerzas para cumplir con sus agotadoras exigencias, que además son bastantes.
La mantuana Lucrecia que sueña con el triunfo de Bolívar y la consolidación de la independencia de la provincia de Venezuela; la desesperada prostituta Greta Garbo que no quiere consumirse en la asqueante explotación de un campamento petrolero; la vigorosa Laurencia que le exige a los varones más masculinidad para que defiendan a sus mujeres y sus hogares; la chismosa Ramona, una caraqueña que se aterra ante el indetenible avance de la modernidad; la tragedia de la enamorada Medea que sacrifica a sus hijos para vengarse de Jasón por el abandono a que la somete; la hetaira Clitemnestra que se burla de la sociedad que la usa y la desecha; el misteriosa Clov que presencia el final de la humanidad, y la loca guerrillera Brusca que habla del regreso de Zamora, son los entes que desde la escena lanzan sus mensajes de amor, de rabia, de desesperación y porque no hasta de conmiseración hacia un mundo que todavía se niega a aceptar la presencia de las mujeres en todos los roles de la sociedad. Es un grito de advertencia para todos aquellos y aquellas (porque también las hay) que no se han dado cuenta de que los pueblos crecen y demandan más justicia e igualdad, entre otras cosas.
Cabe resaltar que cada uno de las ocho personajes recibe un especial y aleccionador tratamiento artístico, teniendo en cuenta la historia, el contexto y las características de cada una de ellos. Ahí es donde se aprecia no sólo el profesionalismo de la actriz, sino el especial cuidado del director Pinto (79 años), con quien está casado hace 29 años, además de haber sido su profesor. El ritmo y la brevedad, menor de una hora, son golosinas para los espectadores.
Tras ponderar cada una de sus caracterizaciones, lamentamos que Francis Rueda no haya tenido más roles de importancia, no sólo en el teatro sino tambien en el cine y la televisión. Ojalá que esta cátedra de teatro que ella ha llevado al escenario sirva para que los cazadores de talento se den cuenta de lo que ella encierra y de lo que puede ser capaz. Está en su mejor momento.Cremos incluso que debe "ampliar" este unipersonal, que además se realiza con el concepto del conversatorio, una especie de clase magistral actuada.
Encuentro con Francis Rueda le ha permitido a la actriz reflexionar y disertar sobre su profesión, porque apoyándose en algunos de sus más notables trabajos teatrales (su lista pasa de 100, entre los exhibidos y los que ensayó y no pudo mostrar), aspira ahora que el público se adentre en el misterio de la creación actoral, “que para muchos se trata de un terreno desconocido”, como ella misma lo ha dicho.

Hombres y mujeres son mortales

Una profunda depresión, por una mala jugada laboral, sumada a un desengaño sentimental lo precipitaron hacia la muerte. Dejó una amplia familia no sanguínea, esa que Isaac Chocrón llama “la elegida”, y una obra intelectual compuesta por memorables actuaciones, además de numerosos guiones originales para la televisión y cuatro piezas teatrales que sí lo han mantenido vivo en los escenarios venezolanos. Nos referimos al escritor, dramaturgo y comediante Fausto Verdial (Madrid, 11 de enero de 1933/Caracas, 19 de octubre de 1996), el histrión favorito de José Ignacio Cabrujas.
Héctor Manrique (Madrid, 14 de enero de 1963), el productor y director más trabajador de Venezuela, no quiere que mientras él viva se pierda el rastro de su amigo Fausto Verdial y es por eso que ensaya los montajes de sus piezas Todos los hombres son mortales, y ¡... Y las mujeres también!, las cuales, junto a ¡Que me llamen loca! y Los hombros de América, “constituyen su gran legado teatral, caracterizado por una mordaz e inteligente ironía que asalta al espectador con sus emociones, angustias y, especialmente, con su humor”.
Verdial, con modestia que no ocultaba, había recordado ante la prensa que la gente ama, sufre, ríe y llora desde los inicios del mundo, y esos son los matices o ingredientes de miles de historias de amor, dolor, odio, poder y venganza que han sido escritas por otros, “pero yo no quiere escribir una obra rosa”, puntualizó.
Hay que recordar que al morir Verdial se dijo, entre sus amigos, que él tenía listos los dos actos, pero que no había logrado hacer la revisión final de Ese loco amor, la cual habría sido su quinta pieza. A casi 12 años de su muerte, nadie sabe donde está ese texto, que estaba escondido en el disco duro de su computadora.
¿Qué pasó con Ese loco amor?, preguntamos nosotros en estos tiempos donde ya nada puede estar oculto, salvo torvos intereses que al menos en el mundo cultural no hay o están muy bien ocultos.
HOMBRES Y MUJERES
Las temporadas de Todos los hombres son mortales y ¡... Y las mujeres tambien!, sendas producciones del Grupo Actoral 8O y el Grupo Teatral de Caracas, se presentarán en la sala Anna Julia Rojas del Ateneo de Caracas, a partir del 7 de febrero, donde se alternarán semanalmente y estarán hasta mediados de junio, según la respuesta del público.
Juan Manuel Montesinos, Carlos Cruz, el mismo Héctor Manrique y Héctor Palma integran el elenco de Todos los hombres son mortales, que sube a escena el próximo jueves 7 de febrero; mientras que ¡... Y las mujeres tambien!, que se podrá disfrutar desde el jueves 14 de febrero, cuenta con Fabiola Colmenares, Beatriz Valdez, Lourdes Valera y Maritza Román.
Recuerda Manrique que Verdial escribió Todos los hombres son mortales para retratar la vida íntima de tres varones mayores y uno más joven, quienes viven solos y comparten un apartamento. “Son seres, especialmente, los maduros, que han estado casados y ahora o están divorciados o separados legalmente. El conflicto de uno va desde el enamoramiento por una mujer tan joven que él le dobla la edad. Mientras que el otro es un eterno machista, copulador a ultranza, que tiene una novia en el congelador, aunque ella sí esta desesperada por desposarse; su conflicto es que llega un fin de semana y ella no aparece, eso lo le crea la sospecha, que es verdadera, de que ella lo ha dejado definitivamente por un hombre más resuelto. El otro caballero está separado de su esposa y ha descubierto que en una visita que le hizo para ver a los hijos que había procreado, ella quedó preñada, y eso lo tiene contra el piso, porque debe regresar al hogar que abandonó por la razón que fuera. Todo eso se desarrolla en un domingo cualquiera, precisamente durante ese día de la semana cuando la soledad se hace más patética para los que están solos o a la espera de una llamada telefónica que les resolverá el rato, la compañía para ese larguísimo dia. Y hay un cuarto hombre joven, entre los 25 y los 30 años, que no tiene tales problemas y además disfruta de una novia y ambos sueñan con casarse en cualquier momento. La obra es muy reveladora sobre lo que pasa en las clases medias venezolanas, donde la lucha por la felicidad conyugal es una meta, porque hasta sirve de catapulta para el éxito profesional. Esta pieza fue un verdadero fenómeno de taquilla en 1993 cuando se estrenó y ahora en el siglo XXI también lo será porque tales conflictos con las parejas están presentes y ahora mucho más agudizados por el contexto sociopolítico, mientras que hay una juventud, que no ha vivido y por ende sueña ser feliz o que al menos así lo intenta. Es una crítica feroz al machismo de todos los tiempos. Es una pieza sobre la soledad del hombre y la imposibilidad de vivir en pareja, salvo que ambos así se lo propongan y trabajen para ello”.
Cuenta Manrique que “Verdial consideró que el drama de las mujeres era similar al de los hombres, a pesar que las féminas se han emancipado o igualado socialmente, y por ello escribió ¡... Y las mujeres tambien! , que no es nunca una oda al feminismo, donde hay cuatro mujeres que tienen los mismos conflictos o que ambicionan lo mismo con los hombres: la felicidad. Una cincuentona empatada con un carajito, la supermujer que se las sabe todas y se devora a cuanto macho elige y la separada que se dejó embarazar de su ex marido; hay, por supuesto, una jovencita que se burla de ellas y que sí insiste en perseguir la felicidad en compañía de su noviecito, a sabiendas de lo que les puede pasar. Esta pieza también transcurre en un domingo cualquiera”.

lunes, enero 14, 2008

Román Chalbaud rueda su "Zamora"

Cuando está en camino de cumplir sus 76 años, el director de cine Román Chalbaud ha iniciado la materialización de uno de sus más perseguidos anhelos artísticos: una película sobre el general Ezequiel Zamora, uno de los sacrificados héroes de la Guerra Federal.
Y para eso ya comenzó el rodaje de Zamora. “Estaremos grabando desde el 3 de enero hasta fines de abril. Mayo y junio serán para montaje y postproducción. Ahora nos trasladamos hasta Paracotos, La Victoria, Valencia y luego Carora para recrear las diferentes batallas que mostrará esta súper producción de La Villa del Cine. Es posible que se estrene en agosto o en septiembre”, puntualiza el creador de El Caracazo, Pandemoniun, El Pez que Fuma y Sagrado y obsceno, entre otros éxitos fílmicos.
—¿Por qué Zamora?
—A fines de los años ochenta quise hacer una película sobre Martín Espinoza, el guerrillero que traicionó la Revolución Federal y que fue fusilado por Ezequiel Zamora. Le encargué el guión al maestro argentino Juan Carlos Genet. Designé a Juancho Pinto para conseguirle a Genet todo el material histórico necesario para realizar la obra. El resultado fue Las 13 fieras, un guión que nunca fue aprobado por el Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (CNAC), porque no había presupuesto sino para hacer una película al año. Durante la realización de ese guión estudié con mayor profundidad la Guerra Federal, lo cual me ha servido muchísimo para Zamora.
Román comenta que “20 años después de ese proyecto inconcluso, como la novela de Alejandro Dumás, me llama Marco Amundaraín, en nombre de la Fundación Villa del Cine, para ofrecerme la dirección de Zamora. Para mí fue una enorme alegría. César Bolívar, quien iba a dirigirla, había renunciado al proyecto por motivos muy delicados de índole familiar. Se me entregaron los guiones existentes y nos pusimos a trabajar con un excelente equipo, el mismo de Miranda regresa.
—¿Había un conflicto con los guiones?
—No, ya no hay problemas. Todo está superado y para bien. Tenemos un guión de cine, de dos horas, y un guión de televisión de cuatro horas. Y como yo soy el director, asumí la conducción y he trabajado con los guiones de Luis Britto García y Gustavo Michelena.
—¿Cómo comienza Zamora?
—Todo comienza con Ezequiel Zamora de 23 años, pulpero del llano, y su primer encuentro con José Antonio Páez. En los primeros 40 minutos de la película ya se conoce la situación política del país y ante nuestros ojos aparecen Antonio Leocadio Guzmán, Juan Vicente González, Cecilio Acosta, Fermín Toro, el presidente Monagas y una serie de personajes populares, ricos de forma y de fondo, que nos van llevando hasta el momento de la traición: la muerte de Zamora a los 43 años.
—¿Y cómo está ese elenco?
—Durante los seis meses de preproducción hemos sido rigurosos con la selección de los actores. Más de 100. El joven actor Alexander Solórzano encarna al general Zamora y ha tenido unas largas semanas de pruebas de maquillaje, donde le han cambiado el tono del cabello, colocado bigotes y ha ido perfeccionando la caracterización que debe llevar en cada una de las escenas. Tenemos en el equipo a la profesora Matilda Corral, que está trabajando con los actores y actrices en la profundización de los caracteres, en el estudio concienzudo de su participación en los hechos, en el desarrollo del arte actoral. Ella estudió con excelentes maestros en el exterior y como muestra está su espectáculo teatral La duda, protagonizado por Elba Escobar, el cual hay que ver en el Celarg.
—¿Cómo se proyecta el rodaje?
—Como toda película es una aventura, pero nuestro equipo lo tiene todo estudiado. Y te adelanto que una de las escenas más importantes y más difíciles del filme es la batalla de Santa Inés. Es un verdadero reto. No quiero decir más.
—¿Satisfecho de lo que está haciendo?
—Sí, estoy muy orgulloso de trabajar para la Villa del Cine, que es una productora del Estado venezolano. Estoy muy orgulloso de todo lo que el presidente Hugo Chávez está haciendo por Venezuela. Hay una fuerte campaña nacional e internacional contra un hombre que ama profundamente a su país. Lo acompañaremos hasta el final, sea este cual sea.
Satisfacciones
Chalbaud, con más de 20 largometrajes en su haber, tras recordar que el proyecto Zamora “nació” en el Palacio de Miraflores, dijo que Zamora es la segunda súper producción épica de la Villa del Cine, cuyo objetivo es rescatar la historia de uno de los más importantes líderes venezolanos. Arrancó desde el estudio 1 con sus pruebas de maquillaje, vestuario, iluminación, cámaras y cálculos de tiempos. En ese estudio ya se tienen dos sets montados, ambientados y listos para grabar, uno recrea el Tribunal de Caracas y el otro el Tribunal de Maracay. Ya se realizó una prueba para medir los tiempos de todos los departamentos que trabajan en la producción de Zamora y para satisfacción de sus productores todo salió como se lo esperaban, y se ganó un día de grabación para esta producción. Una de las dos escenas que ya se grabaron corresponden al año 1846 y recrea el juicio de Antonio Leocadio Guzmán en la sala del Tribunal de Caracas, aquí el político y periodista venezolano, fundador del Partido Liberal, es culpado de traición a la patria y condenado a muerte. En esta escena participaron los actores Antonio Cueva, como Antonio Leocadio Guzmán; Carlota Blanco, la esposa de Antonio Leocadio Guzmán, es interpretada por la actriz Mariana Gil y Pedro Marthan, interpreta al juez. La otra escena lograda en los estudios de la Villa del Cine, fue la absolución y destierro de Antonio Leocadio Guzmán por decisión del entonces presidente de Venezuela, José Tadeo Monagas, en el año 1847 hecho que también ocurrió en el Tribunal de Caracas”.
Para Elvis Díaz, productor de campo de Zamora, “es magnífico lo que sucedió, fueron días muy productivos, de objetivos logrados; con esto ganamos un día más en el plan de rodaje lo cual es muy positivo”.
Tamara Bozo, productora general de este nuevo proyecto de la Villa del Cine, comentó que se encuentra muy satisfecha con el equipo de producción: “Todos los muchachos de la Villa han hecho bien su trabajo; esta es una producción difícil que requiere de muchos actores, extras, animales, etcétera. Tenemos muchas expectativas con esta nueva producción”.
Hoja de vida
El “Zamora” del siglo XXI es el actor Alexander Solórzano, nacido en Ciudad Bolívar, el 11 febrero de 1976. Graduado como comunicador social en la Universidad Santa Rosa, en 2005, y egresado de la Escuela de Artes Escénicas Juana Sujo. Además participó en el Programa de Formación de la Compañía Nacional de Teatro, entre los años 1993 y 1998. Tiene una “hoja de vida” profesional que refleja más de diez años de labores continuas en el teatro, el cine y la televisión. “Es un buen prospecto de las nuevas generaciones artísticas levantadas en los últimas años”, reconoció Chalbaud.
“Yo, desde que estoy aquí en Caracas estudiando y trabajando en lo que a mí me gusta, que es la actuación, he acudido a cuanto casting o prueba me invitan. Y todos mis roles me los han asignado así. Ya había trabajado bajo la égida de Chalbaud en El Caracazo y ya figuraba en el reparto de Zamora para encarnar a Julián Castro, cuando me invitaron para que participara en la selección donde estaban buscando al protagonista. Me puse muy nervioso, me preparé, acudí a la cita y gané. Ahora he sido sometido al duro proceso de preparación porque el rodaje es muy exigente”, dijo, muy satisfecho, Solórzano.
“Estoy muy feliz con este reto, pues mi personaje, que es acuariano como yo, es muy importante en la historia venezolana por sus luchas reivindicativas en pro de las clases oprimidas, y por eso mismo lo mataron cuando iba a tomar el poder. Era un revolucionario y lo asesinaron los oligarcas de su época”, puntualizó.

domingo, enero 13, 2008

Manola García Maldonado revive a Manuelita Sáenz

Quería ser corresponsal de guerra porque su tío había peleado con los republicanos en la fratricida conflagración española y conocía casi todas las vicisitudes de los combatientes. Se decidió por el bioanálisis después que le dio bilharzia y pudo contemplar un huevito del parásito transmisor en el microscopio del laboratorio. Y así fue. Se graduó como bioanalista, tras estudiar en el Instituto Nacional de Higiene, porque en la UCV no habían creado aún la escuela apropiada. Eso ocurrió en los años 40. Pero la vida le guardaba una grata sorpresa cuando degustó la película venezolana La balandra Isabel llegó esta tarde (1949) y quedó deslumbrada ante el trabajo de la actriz Juana Sujo. Tres años más tarde leyó un aviso de prensa donde la famosa comediante promocionaba unos talleres para aprendices y ella no lo dudó mucho, tras conocerla en persona a la salida del Cine Metropol, en Sabana Grande, “acompañada del hermoso actor Guillermo Carrera, con quien hice varios espectáculos más tarde”. Acudió a esos cursos, aprendió el abecé teatral y lleva cinco largas décadas encarnando a los más difíciles personajes escénicos, desde Electra hasta Manuelita Sáenz, además de otros 48 roles de importancia. Toda una vida, pero aún sigue en escena.
Así recuenta algunos aspectos claves de su vida esa primera actriz que ha sido Manola García Maldonado, una de las hijas del valiente periodista Manolo García Maldonado, el Anésimo Onato de El Morrocoy Azul. “A mí padre lo conocí cuando yo tenía nueve años, porque él había estado preso ocho años por la dictadura de Gómez y desterrado a Colombia durante la dictablanda de López Contreras. Por eso yo soy la mayor de mi familia”, cuenta la hija teatrera de Eva Núñez Guinand.
Desde chiquita jamás pensó que algún día estaría en un escenario, “ nunca, mucho menos en mi época, cuando esa profesión u oficio era mal vista y por esos los actores y las actrices se cambiaban los nombres. Pero en mi familia me apoyaron e hice todo el teatro que pude y que acepté hacer, apoyada por todos ellos. Tenía una bonita voz y una figura atractiva, lo cual me permitió contar con unos cuantos enamorados, pero nunca me casé. Seguí soltera hasta ahora y dedicada a mis sobrinos y mis sobrinos nietos”, dice con una satisfacción que contagia.
Su más reciente personaje lo ha exhibido a lo largo y ancho de Venezuela, precisamente desde el 23 de noviembre de 2006. La Compañía Nacional de Teatro la contrató para participar en Manuela... sus propias palabras y ella encarna desde entonces a la quiteña que salvó la vida del caraqueño Simón. “Perdí la cuenta del número de representaciones que he tenido. Lo único cierto es que en cada función el público queda conmovido por lo que hacemos y eso me entusiasma y me reconforta difundir algunas facetas de esa gran mujer cuyo pecado fue amar. La estamos mostrando en todos los escenarios posibles. Hasta a los cuarteles hemos ido. Es un ser hermoso”.
Cuenta que no conoció a Manuelita durante sus estudios primarios sino más adelante, “porque en la Escuela Experimental Venezuela se estudiaba con un texto donde el hermano Nectario María desechaba el periplo humano y político de esa mujer y por ende la negaba. Gracias al historiador Alfonso Rumaso González aprendí más de ella y hasta me entusiasmé con un proyecto del poeta Aquiles Nazoa, quien quería hacer una obra sobre las Manuelitas latinoamericanas; ahí estarían: la Sáenz, la Madroño, que también era amante del Libertador, y la Rosas, la hija del argentino tirano Rosas. Esa maravillosa pieza la tenía en su cabeza y no sé si logró escribir algún boceto de tal proyecto”. Le hubiese gustado hacerla, dirigida por el gran Horacio Peterson, subraya con nostalgia y afirma, como el poeta, que ha vivido y que nadie le quita lo bailado.
Advierte que usa como apellidos los de su padre y los de sus tíos por la admiración que esos hombres le depararon, por sus comprobadas valentías y porque dejaron huella en la historia de las ideas venezolanas.
Compañera y protectora
Nacida en Quito, el 27 de diciembre de 1795, Manuela Sáenz conoció a Simón Bolívar en 1822 y se convirtió en compañera y protectora. Murió de difteria en Paita, el 23 de noviembre de 1856. La CNT, dirigida por Eduardo Gil, para conmemorar los 150 años de la muerte de la heroína, produjo el espectáculo Manuela... sus propias palabras, el cual se presentó en memorable acto en el Teatro Teresa Carreño. Este montaje, que todavía recorre a Venezuela, consta de fragmentos escritos por Manuela en distintos momentos de su vida, los cuales se utilizan en tres actos: “Diario de Quito”, “Por correo hemos sabido de sus desgracias” y “Diario de Paita”, interpretados por Emily Mena, Verónica Arellano y Manola García Maldonado, respectivamente.

jueves, enero 10, 2008

En Venezuela cada vez se escribe mejor

Venezuela en lo que va del siglo XXI no sólo exporta piezas teatrales sino que también expulsa o lanza a sus escritores y poetas.¿Qué saldrá de esto? No se sabe por ahora, pero dejemos que sea Juan Carlos Chirinos (40 años) quien, desde Madrid, opina sobre lo que está pasando con la literatura venezolana que ahora tambien se escribe afuera.
-¿Cómo va su actividad creativa?
-La escritura es un oficio sin vacaciones. Se parece un poco al trabajo de los artistas plásticos o el de los médicos: siempre hay algo que hacer, siempre hay algo que espera por tu atención: un libro por escribir, uno por leer, alguno por reseñar o juzgar. El 2007 fue un buen año: mi biografía Miranda, el nómada sentimental vio una segunda edición venezolana, lo que no me parece poca cosa para el ámbito editorial como para mi propia carrera. Y además tuve la suerte de ser incluido en la antología de cuento que Rubí Guerra preparó para Ediciones B, 21 del XXI, cuyo mayor mérito es sin duda el trabajo de Rubí como antólogo. Saber que él iba a ser el antólogo, y que Silda Cordoliani estaba detrás del proyecto como editora, era tener la seguridad de que se trataría de un trabajo serio y talentoso, como todo lo que ellos hacen. También me alegra saber que, al menos en Colombia y México, las biografías de Alejandro y Einstein -que escribí entre la ficción y el ensayo pensando en los jóvenes- han tenido muy buena acogida. Es una sorpresa gratísima para mí encontrarlos entre los preferidos de varios usuarios de la red social MySpace, en Internet. Porque, dando clases de creación literaria, que es una de las actividades a las que me dedico con más entusiasmo ahora, me he dado cuenta de que los lectores son volubles y de opiniones firmes y pensadas. No creo que haya lector ingenuo. De hecho, uno de mis talleres consiste en comentar lecturas con una docena de entrañables señoras cuya tierna estampa no debe llamar a engaño: son feroces críticas de lo que leemos. Es un taller que me obliga a estar al día a juro. La pedagogía de la creación literaria es un campo de fructífero aprendizaje para un escritor, lo aseguro. Y si encima me pagan, mejor que mejor.
-¿Existe xenofobia en España?
-La inmigración en España sigue siendo un tema de primer orden, tanto para lo bueno como para lo malo. Repito lo que creo haber dicho en otras oportunidades: este país no es más o menos xenófobo que cualquier otro del mundo, Venezuela incluida. Los seres humanos tememos lo extraño, lo que se conoce como la “otredad”, pero también nos acostumbramos rápidamente. El proceso de integración debe ser recíproco: ellos se acostumbran a uno y uno se acostumbra a ellos. Y para que se “acostumbren a uno”, los inmigrantes estamos obligados a hacer un continuo ejercicio de información. Una de las “campañas” que hago con más fervor es la de quitar de la cabeza de los europeos que voy conociendo dos ideas que son completamente erróneas, según creo: que “americanos” son sólo los estadounidenses, y que a los países al sur del Río Grande se les puede llamar “latinoamericanos” impunemente. Me niego a que reduzcan mi identidad de americano y venezolano a ese adjetivo eurocéntrico y oportunista, producto del reduccionismo más pedestre del que llama “cosa” a lo que no conoce. No y no. Reniego de ese “saco de gatos” que llaman Latinoamérica, Iberoamérica, América Latina o como quiera que sea. Yo no soy la entelequia de ningún intelectual comeflor de la Europa o la América de las utopías. Yo soy un ciudadano que quiere imitar a sus grandes figuras civiles: Miranda, Bello, Borges, Thoreau y un larguísimo etcétera.
-¿Cómo observa el acontecer literario venezolano?
-Sigo el acontecer literario venezolano con suma alegría: cada vez se escribe mejor, y se publica más. Soy optimista con nuestros creadores pero sigo echando de menos la atención de los críticos, sus voces en los periódicos. Sé que existe El Librero, milagro editorial de Sergio Dahbar, que espero esté en Internet pronto. Y sé que nacen nuevos proyectos como Ediciones Magenta y que otros refuerzan su catálogo como Alfaguara, Ediciones B y Norma, de la que soy autor. Sé que Monte Ávila sigue con su política de publicar libros a cinco mil de los antiguos bolívares y que Biblioteca Ayacucho ha abierto su catálogo a Internet. Sé que el mundo editorial venezolano está robustecido, pero también sé que necesita mayor apoyo. Celebro con particular entusiasmo No habrá final de Roberto Echeto, y Rocanegras de Fedosy Santaella. Tarde o temprano, su talento los hará célebres.
-¿Cómo analiza el caso Boris Izaguirre?
-Boris tiene dos talentos, y creo que no son incompatibles: es un “animal televisivo” que ha sabido ganarse las pantallas españolas, y al mismo tiempo está desarrollando su propio discurso literario, uno que hacía falta aquí y allá. No he leído su última novela pero debo confesar que le tengo mucha fe. Su inteligencia no lo dejará perder el norte. ¿Qué convino a Planeta premiarlo como finalista? ¡Desde luego! ¡Una persona que escribe bien y que es famoso! ¿Puede pedir más un editor?
-¿Qué pasa con los blogs?
-Los blogs son indispensables. Discutir su utilidad es como preguntarse si es mejor lavar la ropa en el río o en la lavadora. Otra cosa es que sea un “criadero” de escritores; lo único que enseña a escribir es la escritura y la lectura. El talento no se enseña ni se compra. Se tiene o no se tiene.

martes, enero 08, 2008

Tango para cuatro caballeros

La temporada caraqueña abrió con el único espectáculo que estaba en cartelera durante las festividades navideñas. Eso es lo que permite que aún Club de caballeros prosiga atrapando espectadores.
Por supuesto que hay que reiterar, una vez más, que otra vez el teatro estuvo ausente de la escena durante la Navidad y el Año Nuevo. Precisamente durante esos festivos y comerciales 15 días cuando la población tiene más tiempo y más dinero para gastar o invertir en la cultura. No hay excusas racionales para privar a la comunidad de los necesarios espectáculos teatrales dirigidos a su intelecto.
Y es por eso que el 2007 se despidió con las salas teatrales cerradas, tanto las públicas, que son mayoría, y las pocas privadas que aún quedan, salvo el plausible caso del Teatro Escena 8, donde su gerente, el actor Aníbal Grunn, se las ingenió para mostrar el espectáculo Club de caballeros, del argentino Rafael Bruza.
Este Club de caballeros no es otra cosa que la historia de cuatro varones afectados por el amor hacia las mujeres. Su intención no es otra que responder, de alguna manera, a tantas obras feministas, esas donde la temática y la argumentación se centra en el deambular existencial de las damas y sus conflictos de toda índole con el hombre o por extensión a las sociedades machistas o falócratas.
En este Club de caballeros, cuya estructura oscila entre el realismo y el absurdo, Rodríguez, Artemio, Berlanga y "El Mudo" son automatizados visitadores médicos que emprenden juntos un amargo recorrido por sus encuentros y desencuentros amorosos. El apoyo lo consiguen entre sí, dentro de este particular club de machos que recrea sendas historias de desamor, espera, resignación y amor-odio, para ver si logran encontrar la cura a sus asuntos del pasado romántico, descubriendo que tal vez hacer el ridículo produce frutos, al reencontrarse por el tema amoroso. Su intención no es otra que recordar el desamparo en que están todos los seres humanos y las múltiples peripecias que hay que hacer o inventar para que ese tedio que perfuma la soledad no culmine en suicidio o en esa muerte en vida que es la locura.
Los personajes y sus caracterizaciones, resueltas por Salomón Adames, Vito Lonardo, Eduardo Belandría y Ricardo Bianchi se orientaron por una tesitura dramática y llegaron incluso a lo patético. No sabemos si era por la lectura del director Henry Colmenares o por exigencias del mismo texto, cosa que dudamos, ya que esa obra ha tenido dos años de éxito en Argentina. Esta pieza es para reírse de las ridículas conductas de los hombres empeñados en sentirse y actuar como seres superiores a las mujeres sin tener razón alguna para ello. Pero eso no funciona escénicamente, ya que se torna pesada y patina en el tedio y concluye en un nefasto aburrimiento, quedando sin comprenderse o degustarse la obra como tal. Lo único trasgresor es que el justo epílogo de tan complejo performance es el tango que bailan los cuatro personajes para recordar lo que era la vida bonaerense a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, cuando tal danza era interpretada sólo hombres en abierto desafío a la soledad y a las maledicencias. Habrá que verla en una representación más ajustada en la totalidad de su montaje.

Repertorio Español festeja 40 años teatrales

Todo listo en el Gramercy Theater, sede del “cuarentón” grupo Repertorio Español de Nueva York, para el estreno de la pieza Escrito y Sellado del venezolano Isaac Chocrón, este viernes 11, a las 8:00 pm. Su temporada, programada hasta mediados del venidero mes de abril, es protagonizada por Iván Camilo, Zulema Clares, Francisco Gattorno, Pedro Serka y Tatiana Vecino, en versión y puesta en escena de René Buch.
El director Buch (de origen cubano y con más de 50 años en las lides teatrales estadounidenses) explica que en Escrito y Sellado un grupo de amigos lidia con la muerte de uno de sus amigos y la enfermedad terminal de otro. “Al final, cada uno de los personajes encuentra su manera de superar el duelo ante esas perdidas recurriendo a la religión, la naturaleza, la literatura y los recuerdos. Pero sobre todas estas cosas está la amistad y el cariño que se tienen entre si, lo que los mantiene unidos y comprometidos a ayudarse y a superar cada una de sus circunstancias”.
Escrito y Sellado, insiste Buch, “nos recuerda que aunque la vida nos presenta situaciones inesperadas, los verdaderos amigos siempre están presentes para ayudarnos y además nos hace considerar la posibilidad de que la mejor familia es aquella que escogemos”.
TEATRO DEL SIDA
No hay que olvidar que Escrito y Sellado, cuyo estreno en la temporada caraqueña de 1993, en la Sala Corp Banca, se le debe al director Ugo Ulive y los actores Carmen Palma, Fausto Verdial, Luigi Sciamanna, Gonzalo Velutini y Astrid Mujica, pertenece al exclusivo Teatro Venezolano del Sida, asombroso movimiento de artistas e intelectuales destinado a difundir informaciones y situaciones comprometida en torno a la epidemia del Virus de la Inmunodeficiencia Humana, o el retrovirus del Sida, por intermedio de eventos escénicos.Fue una aguerrida manifestación cultural que tuvo su “reventón” desde 1989, aunque Síndrome, la primera pieza, la escribió Amado Naspe en 1987.
Isaac Chocrón (Maracay, 1930) pergeñó Escrito y Sellado a lo largo del año 1992, mientras dictada unas clases en la Universidad de Alburquerque y donde conoció al sacerdote católico José Rodríguez, un ser conflictúado que el dramaturgo convierte en personaje de su pieza. “La circunstancia de mi obra es el Sida, pero no es el tema; y está el Sida, porque uno de los personajes va a Alburquerque a continuar su duelo, a consecuencia del VIH, de su gran amigo Luis, otro de los protagonistas de mi pieza”.
Insiste en que el gran tema de su texto es la transformación de dos seres a través del conocimiento de cada uno. “No es un panfleto sobre el Sida ni tampoco es una pieza que muestra los aspectos de la enfermedad. Lo que exhibe es cómo se puede manejar ese flagelo de una manera positiva. Lo que quiero es reflejar que la muerte de una persona no significa su desaparición, significa algo más allá; es el alma que queda, su ánima en la memoria de los seres queridos y hasta hablas con ella. Pienso que la muerte es únicamente un tránsito, que es parte de la vida. Lo importante es no tener miedo por ese final, sino aprender que es una continuación de la vida misma. La prueba de ello es el recuerdo vivo que queda de la persona”, puntualiza.
LABORES CONTINUAS
Buch comentó que “Chocrón es uno de los mejores dramaturgos de Latinoamérica y es importante que su trabajo sea conocido en el ámbito internacional. Sus obras fueron las primeras en presentar una personalidad e idiosincrasia puramente venezolana en el teatro latinoamericano. Este año festejamos cuatro décadas de labores continuas con el mejor teatro en lengua hispana y nada mejor que inaugurar esta celebración con este texto de Chocrón”.
-¿Cómo piensan festejar los 40 años de Repertorio Español?
-Con un bizcocho, de gala, y muchos amigos, además de varios montajes.
-¿Qué programación especial tienen?
-Además de Escrito y Sellado, mostraremos Doña Flor y sus dos maridos de Jorge Amado, La vida es sueño de Calderón de la Barca y La casa de los espíritus de Isabel Allende.
-¿Qué organizan o proyectan para los próximos 40 años?
-Seguir haciendo lo que con Gilberto Zaldivar y yo empezamos a hacer y ver si la próxima generación nos supera en el futuro
-¿Por qué Escrito y Sellado?
-Yo quería hacer esta obra y Robert Weber Federico, el director ejecutivo de Repertorio Español, quería una con buena taquilla, y creemos que Escrito y Sellado, cumple con todos los requisitos, además, hacer obras de Chocrón es siempre un placer y una deliciosa aventura.
- ¿Conoce algún detalle entorno a su escritura?
-La obra, que la considero de carácter biográfico, incluye un personaje, el del padre José, que está basado en José Rodríguez, actor de Repertorio Español y fundador de La Compañía de Alburquerque
- ¿La temática del Sida es un gancho para el público?
-No, pero en este caso yo quería hacer la obra como un homenaje a la memoria de José e Isaac estuvo de acuerdo
-¿Cómo está planteada la puesta en escena?
-En una forma bien abstracta. Ya te gustará cuando la veas, por supuesto.
- ¿Hay alguna modificación al texto?
-No.
- ¿Cómo han sido dirigidos los actores?
-Como siempre lo hago: les indico lo que tienenque hacer y espero (confío) que lo hagan. Pero esto nunca se sabe hasta que estamos frente al público.
- ¿Qué otra pieza de Chocrón quiere llevar a la escena?
-Me gustaría Animales feroces, pero tememos la reacción que pueda tener el público por su descarnada presentación de una familia judía en Latinoamérica.