viernes, octubre 31, 2014

Chocrón vive

Isaac Chocrón (Maracay,1930/Caracas,2011)
 A tres años del mutis de Isaac Chocrón, su familia elegida (los amigos) lo recuerdan con su teatro y premian  a los mejores que siguen en la brega por el arte venezolano, tal es el caso del director y actor Javier Vidal quien exhibe -en la sala Trasnocho- su pieza Asia y el lejano oriente, la cual muestra como un pueblo puede ser capaz de vender a su país.
LUCHADOR
Vidal puntualiza que Chocrón es la gran referencia dramatúrgica nacional contemporánea. “No hay otro. Ni sus cercanas deidades triangulizantes. Ya les tocará a los preceptores teatrólogos darme la razón de este axioma tan alejado de la postmodernidad donde el todo vale  triunfa sobre el esfuerzo, el intelecto y la belleza. Chocrón fue un perfeccionista que jamás se paralizó en un país donde la laxitud se imponía como vergonzante característica. Luchó toda la vida por conseguir la oración perfecta, sin saber que escribía piezas irreprensibles. Magras, agridulces, sesgadas, jamás directas, de soslayo político e ideológico. Su trayecto fue el espejo de una época que iba transparentando un país y una mirada no exenta de cinismo y compasión. Su última pieza Los navegaos (2006) es el resumen de toda esa vigencia, todo ese recorrido y de todo ese país al cual siempre le escribió y en el cual siempre encontró su caja de resonancias”.
Insiste que  Chocrón no sólo triunfó en el drama y la comedia, sino en el teatro en todas sus artesanías. La que quizás logró con mayor éxito o igualdad a su dramaturgia fue en la gerencia. Como Santa Teresa, -su musa católica-, fue un fundador: El Nuevo Grupo; la Asociación Venezolana de Profesionales del Teatro (AVEPROTE); la colección Teatro de Monte Ávila, La Compañía Nacional de Teatro, las unidades curriculares de “Shakespeare” y “norteamericano” de la Escuela de Arte de la U.C.V.; las cátedras de Teatro latinoamericano del Post-Grado de Humanidades de la misma Alma Mater.
VODEVIL
Enfatiza que Mónica y el florentino es la pieza teatral que escribe después de ver en las estanterías de las cultas librerías de la ciudad caraqueña su fundacional relato narrativo Pasaje  (1956) que firmara por primera y única vez como I.E. Chocrón. “Fue a instancias del director franco-venezolano, de origen rumano Romeo Costea, que este joven Isaac de 28 años de edad presentara a  la sociedad venezolana la primera pieza de un autor que con el paso del tiempo se convertiría en el referente de la dramaturgia contemporánea venezolana de trascendencia global”.
En Asia y el lejano oriente (1965) se coloca dentro de la dramaturgia más sólida y su respeto como tal lo lleva a fundar El Nuevo Grupo al lado de Román Chalbaud y tiempo después José Ignacio  Cabrujas. Teniendo la pieza casi el medio cupón, la sumimos como clásico y sin apenas tocarla, y le dimos el empujón que buscaba Isaac cuando nos advertía en su acotación inicial el deber de ser interpretada como un vodevil. Pieza fragmentada, lúdica y hasta juvenil, va armando un rompecabezas que el espectador va a completar para visualizar el país que dejará de serlo porque sus habitantes deciden venderlo y repartirse la ganancia entre todos. Pero lo hermoso de la pieza de Chocrón es que todo esto se hilvana bajo las sábanas, como todos sus conflictos: velados. En esta oportunidad la catarsis se da por medio de la catástasis: la purificación en el espectador, por medio del humor, al observar la catástrofe del anti-héroe. Estamos, pues, leyendo una comedia que Chocrón, con sus artísticas parabólicas, nos lo anunciaba medio siglo antes de su consumación… ¿Fábula? ¿Crónica? ¿Comedia? ¿Tragedia?”
Comenta que  después de Asia y el lejano oriente  de la forma se desprenderá Tric-Trac y del fondo OK, donde ya no se vende un país sino una persona, cheque en mano. “Con esta pieza Chocrón renuncia a sus compromisos de cancillería que le deparó su carrera de economista y se dedicará exclusivamente al teatro hasta el final de sus días. Todo un privilegio. Todo un compromiso”.
Manifiesta que a partir de ese inicio de los años 70 y superando el mayo francés, Chocrón nos sorprende con una incomprendida revolución escénica con  La revolución de dos homosexuales en una sociedad políticamente correcta, servida escénicamente por Rafael Briceño y  José Ignacio Cabrujas, y el director Chalbaud. “Cada dos años una pieza, un festín de la palabra, una obra que indaga en su interiorismo con la reiterada fórmula de la  familia heredada  y la  familia elegida”.
LA FICH
La Fundación Isaac Chocrón (FICH) nace de esa elección que Chocrón escogió como hijos. “Su legado es su obra y la Fundación que presido está para estimular la nueva dramaturgia y para incentivar las nuevas lecturas de la obra chocroniana. Al conmemorarse tres años de su partida recién premiamos a un joven de 26 años, Fernando Azpúrua, que como el Chocrón de Mónica y el florentino  está presto a ser un  chocroniano  sin Chocrón”.
Y remata aseverando que texto y figura de prestigio nacional e internacional, Isaac Chocrón irá pigmentando todas sus piezas hasta Los Navegaos del siglo XXI desde donde se funden unas con otras y todas a su vez con la vida y obra del autor entre espejos paralelos. “Su escritura escénica ya califica el teatro venezolano y la generación de relevo es o no es chocroniana. Empiezan a nacer más obras, más personajes, otros hijos e hijos de sus hijos que se extienden en el nuevo mapa de la teatralidad telúrica y representativamente nacional, identificándose en una poética que va transparentando un país. Pero Chocrón jamás entregó testigo en la larga carrera de fondo que trazó como proyecto y trayectoria de vida. Chocrón es un dramaturgo de fondo, no de springs de cien metros. Jamás abandonó la pista y siguió jugando el juego que todos jugamos. Siguió recorriendo con la rebeldía sensual y sin estridencias, a paso de transeúnte civil, hasta que la muerte le tocó la puerta para entrar a la inmortalidad de su obra y con su obra el 6 de noviembre de 2011”.

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