Se “cocina” una nueva antología del mejor teatro venezolano y está tan adelantada su elaboración que durante la Feria Internacional del Libro de La Habana, pautada para febrero del 2006, se le hará su adecuada presentación. La nueva compilación del mejor teatro criollo es una selección del teatrero Alberto Sarraín y de Lillian Manzor, la cual además contará con un ensayo crítico suscrito por Beatriz J. Rizk. Ese libro, del cual aún no conocemos su titulo, tendrá 13 obras, a saber: Lo que dejó la tempestad de César Rengifo, La revolución de Isaac Chocrón,Los ángeles terribles de Román Chalbaud, Acto cultural de José Ignacio Cabrujas, Los fantasmas de Tulemón de Gilberto Pinto, La empresa perdona un momento de locura de Rodolfo Santana, Vida con mamá de Elisa Lerner, Los pájaros se van con la muerte de Edilio Peña, Reinaldo de Ugo Ulive, Los hombres de Ganímedes de Néstor Caballero, Dos amores y un bicho de Gustavo Ott, A barrio vivo de Franklin Tovar y Último piso en Babilonia de Xiomara Moreno. Ahí, pues, están todos los que son, pero sin embargo hace falta uno importante: José Gabriel Núñez, reciente Premio Nacional de Teatro.¿Aún pueden incluirlo?¡Gracias!
Coincidirá su “bautizo” con los primeros 35 años de una de las más notables antologías de textos venezolanos, realizada precisamente por el teatrólogo cubano-español Carlos Suárez Radillo. Con Trece autores del nuevo teatro venezolano publicada hacia 1971 por Monte Avila Editores, ese intelectual que conocía como pocos a la literatura dramática hispanoamericana, sentó cátedra en Caracas con su publicación y resaltó a los autores más destacados de la época, algunos de los cuales, ahora cuando ya hemos avanzado en la nueva centuria, terminaron por ser los más importantes del siglo XX. En ese grueso texto, de 535 páginas, figuran: Ricardo Acosta Agualinda, José Ignacio Cabrujas (Fiésole), Román Chalbaud (Los ángeles terribles), Isaac Chocron (Tric-trac), Alejandro Lasser (Catón y Pilato), Elisa Lerner (En el vasto silencio de Manhattan), José Gabriel Núñez (Los peces del acuario), Gilberto Pinto (El hombre de la rata), Lucia Quintero (1x1=1, pero 1+1=2), César Rengifo (La esquina del miedo), Rodolfo Santana ( La muerte de Alfredo Gris), Elizabeth Schön (Intervalo) y Paul Williams (Las tijeras). Pudimos conocer a Suárez Radillo, que había nacido en la Habana, pero quien estaba radicado en España desde 1953, durante su larga pasantía en Caracas. Aquí, a la par que ejercía la docencia, investigaba para ulteriores publicaciones siempre sobre autores hispanoamericanos entonces poco conocidos en España, como el venezolano César Rengifo, la chilena Isidora Aguirre, el colombiano Gustavo Andrade, el peruano Enrique Solari Swayne, el cubano Virgilio Piñera, el boliviano Guillermo Francovih, entre otros. Viajó extensamente por América Latina y Estados Unidos, donde también extendió su labor difusora del teatro español contemporáneo. A su labor de director teatral unió la de investigador. Entre la veintena de libros que publicó sobresalen: Teatro Hispanoamericano contemporáneo (1971), El teatro barroco hispanoamericano (1981), El teatro neoclásico y costumbrista hispanoamericano (1984) y El teatro romántico hispanoamericano (1992). También era poeta y novelista. Sus últimos años los dedicó a recoger sus memorias en una serie de cuatro volúmenes. Su último libro estuvo dedicado a la capital española (Por qué me enamoré de Madrid, 2000), ciudad de la que se sentía ya tan hijo como de La Habana. En el año 2000, la Comunidad de Madrid, las universidades Autónoma de Madrid, de Las Palmas de Gran Canaria, de Sevilla y de Cádiz, entre otras instituciones, le rindieron homenaje por su 80 cumpleaños. Falleció a los 83 años, en Madrid, el 18 de abril del 2002. Sus restos fueron incinerados y depositados en el cementerio de La Almudena.¿Quién cuidará de su vasto legado cultural? No lo sabemos.Por ahora, bienvenido sea el libro de Sarraín
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