Desde el 9 de marzo de 1959 el éxito lo acompaña. Romeo Costea (Braila, Rumania, 12 de enero de 1922) le montó su primera obra, Mónica y el florentino, en el Teatro de Bolsillo, que pertenecía al Instituto Cultural Venezolano Francés, el cual para ese entonces funcionaba en la avenida Buenos Aires, de Los Caobos, y desde aquella época no se ha detenido, aunque ya antes, en 1956, había publicado también su primera novela, Pasaje.
Ahora que su más reciente pieza, Los navegaos, recibe el reconocimiento del público y de la crítica, Isaac Chocrón (Maracay, 25 de septiembre de 1930), admite que cada vez le es más difícil escribir, bien sea teatro, novela o ensayo, las especialidades donde ha descollado y que le han permitido escenificar o publicar más de una treintena de textos, en los últimos 50 años. “Porque la suerte del éxito es que te estimula, pero lo difícil del éxito es que te exige. Te da confianza y te estimula a continuar, pero cada vez hay que ser más preciso, más lúcido, más cuidadoso del lenguaje, porque la maravilla y la tortura de escribir es que cada vez uno quiere escribir más limpio, más sin basuritas y sin gorduras. Una de las satisfacciones que se tiene como escritor es cómo la gente, el público o los lectores, le descubren a uno cosas que no se había dadocuenta. Para mí, son muy estimulantes los comentarios o las opiniones que uno recibe”.
Afirma que en el caso de Los navegaos ha sido unánime el aplauso, “además el público sale compungido por la historia de Juan y Brauni, felizmente encarnados por Javier Vidal y Juan Carlos Gardié, esa pareja que se han ido a una especie de isla, yo no digo que es Margarita, porque lo obvio no se nombra, para curarse de sus dolencias o esperar que les llegue la muerte, porque son gente mayor y ya tienen problemas de salud”.
Chocrón comenta que esa vida de retiro o de espera en que están Juan y Brauni, acompañados por la cachifa Luz (Annabelle Brun) se ve alterada por la visita de un muchacho mudo, Parole (Juan Carlos Alarcón), pero al final, cuando se marchan, mandan a cortar las trinitarias que supuestamente afectan una pared de la casa donde se han recluido. "Hay quienes se emocionan con todo eso del mudo y del corte de las trinitarias y hasta me han dicho que es una metáfora sobre lo que esta pasando en este país. Algunos dicen que la poda de las trinitarias es la reiteración de que ellos, Juan y Brauni, si se van, pero la vida llega o continúa con Parole. Yo sabía que iba a gustar el personaje del mudo, por lo novedoso, pero nunca esperé que fuese tan mágico como ha resultado. Nunca esperé que Parole gustase tanto”.
Confirma que Juan y Brauni están basados en personajes de la vida real y que ellos si son amantes desde hace muchas décadas. “Son mis amigos de toda una vida. Ellos se quedaron maravillados de verse en la escena teatral, lo cual además les ha servido para quererse mucho más, pues ahora evitan hacerse lo que vieron en la obra”.
Hay que recordar que Chocrón ha convertido, en muchas de sus obras anteriores, en personajes teatrales a sus amigos y familiares, pero cuando ellos están muertos les conserva sus nombres para que vivan eternamente, pero cuando aún viven les cambia sus nombres, como sucedió con Juan y Brauni, que son especies de seudónimos.
Él no se duerme en los laureles, pero tampoco tiene apuro en escribir y estrenar, como ocurre con la gente joven. ”No estoy apurado, pero si tengo por ahí algo que estoy haciendo, pero no revelo nada porque soy supersticioso en eso”
CLAVES Para los que quieran seguir el camino teatral de Chocrón, él les recuerda que el teatro es inmediatez. "Lo màs importante en el teatro, como en la vida, no es lo que uno dice, sino los tonos, los tonos con que se habla. Explica que los personajes teatrales si están bien escritos parecen vivos porque cada personaje tiene que hablar a su manera. Cuando escribo teatro o novela, uno se desdobla, se va desdoblando a la par de los personajes. A mi me importa más el cómo que el qué. Quizá por eso mucha gente dice que yo soy un encantador de serpientes: yo se cual tono usar para decir cada cosa. Eso lo aprendí en el teatro”, como se lo dijo en una entrevista a Stefanìa Mosca.
Él es de los que piensa que “uno tiene la responsabilidad civil de hacer lo que públicamente pueda por el lugar del mundo donde uno vive” Y con respecto al actual teatro venezolano, el cree que el secreto de su sobrevivencia y de su posible futuro éxito, es la juventud que hoy en día hace teatro sin que sea un estigma, como lo fue para nosotros. pero puntualiza que “si uno es honesto y digno ,la gente te respeta. La gente entiende que tu no eres ningún closet, ni nada de eso”.
Y para concluir nada mejor que el comentario de la escritora Victoria de Stefano: "el teatro no es solo texto y puesta en escena, es también e inevitablemente publico que se renueva constantemente. Su humor, sus exigencias, los cambios de su sensibilidad son los que se dan cita para la fidelidad o la posterior indiferencia o rechazo. En cuanto a la indiferencia o rechazo, éste no ha sido el caso de Chocrón, a su teatro nunca le han faltado fieles, viejos y nuevos, que acudan a la sala”.
Y ella, tiene razón: desde aquel montaje que le hizo Romeo Costea con su primogénita Mónica y el florentino, siempre ha tenido audiencia, cada vez más creciente y cada vez más exquisita.
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