Quedó fascinado por la leyenda de aquel “bandido honorable” que se transformó en un Robin Hood latinoamericano en la California de la “fiebre del oro” de la década de los años 1850. Y en octubre de 1973, con su incipiente grupo Theja, comenzó los ensayos de esa única pieza teatral que se le conoce al gran Pablo Neruda. Fulgor y muerte de Joaquín Murieta, escrita y estrenada en 1967,es una cantata donde el poeta reivindica para Chile la leyenda de ese héroe de carne y hueso, muerto a los 24 años por ser un singular defensor de sus compatriotas, una especie de símbolo de resistencia de los inmigrantes ante la dominación económica y cultural de los estadounidenses.
Así José Simon Escalona (Ciudad Bolívar, 17 de mayo de 1954), conocido familiarmente como Chao, explica el arranque de su Theja, integrado por amigos y algunos alumnos del Liceo José Avalos, de El Valle, a donde había ido para desarrollar una agrupación estudiantil. Estrenaron la cantata nerudiana en mayo de 1974 en el viejo Ateneo de Caracas y prosiguieron varios meses exhibiéndola durante los fines de semana. Después se trasladaron al recién estrenado espacio escénico de la Casa de Bello donde, con la participación de Edgar Mejías, mostraron Mientras se espera la muerte, espectáculo creado a partir de la hermosa pieza Mariana Pineda, de Federico García Lorca. De esa manera comenzó la marcha de una agrupación que al cabo de 35 años es una de las más importantes del teatro de búsqueda o de experimentación. Se trata de un grupo, como lo dice Escalona, de artistas que se encuentran y que a través del estudio de las estéticas y de posturas éticas, así como de la discusión, la disciplina y la búsqueda de temáticas de contemporaneidad. Han creado el perfil de una institución que cada dos años hace unos talleres de capacitación para las nuevas generaciones y de ahí han formado varias generaciones de comediantes y teatreros en general. Sus espectáculos pasan ya de 100 y la cifra exacta no la revela porque le asusta la exactitud de las cifras. Sus temáticas y sus autores han estado entre un Neruda y el clásico Fernando de Rojas con su Tragicomedia de Calixto y Melibea, más conocida como La Celestina, la cual repondrá como parte de la programación 2008, donde hasta ahora hay un popular texto de Oscar Wilde (La importancia de ser franco) y, posiblemente, su más reciente texto, De todas todas, la saga de un homosexual que ha llegado a la edad madura.
Está en los avatares de la televisión desde 1978 y ahí se quedó porque le ha permitido apuntalar el desarrollo de Theja -que es su vía y su perenne horizonte vital- y además ser útil a ese poderoso aparato comunicacional, como escritor y productor. Los escritores Pilar Romero, Salvador Garmendia, Fausto Verdial, José Ignacio Cabrujas, además de Pedro Felipe Ramírez y Manuel Muñoz Rico fueron sus maestros, sin contar los diversos gerentes de producción que le revelaron sus claves. Está tan satisfecho por lo logrado tanto en el teatro como en la televisión, que no se arrepiente de nada y si muriera y regresara de nuevo a la vida le pediría a Dios que fuese lo más parecido a lo que ha vivido. No tiene planes para abandonar Venezuela, aunque del exterior le llueven ofertas millonarias y en dólares. Aquí tiene mucha gente que él necesita y que lo requieren, además de intensos lazos afectivos. Su clan es bastante extenso, porque entre sus padres, hermanos, hermanos, sobrinos y parientes, además de la familia elegida, pasa ya del medio centenar. Por eso se queda en Radio Caracas Televisión, dos años más.
Desde el año 2002 le advierte a las nuevas generaciones que la única manera de vencer es hacer. “Hay que seguir trabajando aunque las condiciones no sean las mejores. No podemos detenernos porque cuando uno deja de hacer las cosas que se deben hacer, nos alcanza la inercia y eso es casi la muerte en vida. Indudablemente que practicar eso en este momento es complejo, pero hay que encontrar alguna fuerza, alguna fe, como lo fueron las ideologías, pero hay que conseguir una fuerza que ayude a los artistas para no perecer ni desertar”.
-¿Por qué Chao?
-Es un asunto muy familiar. Cuando era niño mi nana Florencia Acosta, en Ciudad Bolívar, siempre nos hacia canciones y me llamaban cheito, pero mis primas y mis hermanas no lo podían pronunciar bien y decían chaito, hasta que finalmente se quedo en chao, aunque aún me dicen chaito.
Desde los 13
Así José Simon Escalona (Ciudad Bolívar, 17 de mayo de 1954), conocido familiarmente como Chao, explica el arranque de su Theja, integrado por amigos y algunos alumnos del Liceo José Avalos, de El Valle, a donde había ido para desarrollar una agrupación estudiantil. Estrenaron la cantata nerudiana en mayo de 1974 en el viejo Ateneo de Caracas y prosiguieron varios meses exhibiéndola durante los fines de semana. Después se trasladaron al recién estrenado espacio escénico de la Casa de Bello donde, con la participación de Edgar Mejías, mostraron Mientras se espera la muerte, espectáculo creado a partir de la hermosa pieza Mariana Pineda, de Federico García Lorca. De esa manera comenzó la marcha de una agrupación que al cabo de 35 años es una de las más importantes del teatro de búsqueda o de experimentación. Se trata de un grupo, como lo dice Escalona, de artistas que se encuentran y que a través del estudio de las estéticas y de posturas éticas, así como de la discusión, la disciplina y la búsqueda de temáticas de contemporaneidad. Han creado el perfil de una institución que cada dos años hace unos talleres de capacitación para las nuevas generaciones y de ahí han formado varias generaciones de comediantes y teatreros en general. Sus espectáculos pasan ya de 100 y la cifra exacta no la revela porque le asusta la exactitud de las cifras. Sus temáticas y sus autores han estado entre un Neruda y el clásico Fernando de Rojas con su Tragicomedia de Calixto y Melibea, más conocida como La Celestina, la cual repondrá como parte de la programación 2008, donde hasta ahora hay un popular texto de Oscar Wilde (La importancia de ser franco) y, posiblemente, su más reciente texto, De todas todas, la saga de un homosexual que ha llegado a la edad madura.
Está en los avatares de la televisión desde 1978 y ahí se quedó porque le ha permitido apuntalar el desarrollo de Theja -que es su vía y su perenne horizonte vital- y además ser útil a ese poderoso aparato comunicacional, como escritor y productor. Los escritores Pilar Romero, Salvador Garmendia, Fausto Verdial, José Ignacio Cabrujas, además de Pedro Felipe Ramírez y Manuel Muñoz Rico fueron sus maestros, sin contar los diversos gerentes de producción que le revelaron sus claves. Está tan satisfecho por lo logrado tanto en el teatro como en la televisión, que no se arrepiente de nada y si muriera y regresara de nuevo a la vida le pediría a Dios que fuese lo más parecido a lo que ha vivido. No tiene planes para abandonar Venezuela, aunque del exterior le llueven ofertas millonarias y en dólares. Aquí tiene mucha gente que él necesita y que lo requieren, además de intensos lazos afectivos. Su clan es bastante extenso, porque entre sus padres, hermanos, hermanos, sobrinos y parientes, además de la familia elegida, pasa ya del medio centenar. Por eso se queda en Radio Caracas Televisión, dos años más.
Desde el año 2002 le advierte a las nuevas generaciones que la única manera de vencer es hacer. “Hay que seguir trabajando aunque las condiciones no sean las mejores. No podemos detenernos porque cuando uno deja de hacer las cosas que se deben hacer, nos alcanza la inercia y eso es casi la muerte en vida. Indudablemente que practicar eso en este momento es complejo, pero hay que encontrar alguna fuerza, alguna fe, como lo fueron las ideologías, pero hay que conseguir una fuerza que ayude a los artistas para no perecer ni desertar”.
-¿Por qué Chao?
-Es un asunto muy familiar. Cuando era niño mi nana Florencia Acosta, en Ciudad Bolívar, siempre nos hacia canciones y me llamaban cheito, pero mis primas y mis hermanas no lo podían pronunciar bien y decían chaito, hasta que finalmente se quedo en chao, aunque aún me dicen chaito.
Desde los 13
Chao es el segundo de los seis hijos que procrearon José Simón Escalona Ibarra y Angélica Eloisa Acosta. Sobreviven Angélica Sofía, Maigualida, Carlos Mauro y Nacarid del Carmen, porque María de los Ángeles falleció años atrás. Llegó al teatro a los 13 años, cuando ingresó al grupo Theaomai en el liceo Andrés Eloy Blanco, de Catia, y debutó con el monólogo “Tengo que irme” de la obra Más allá del horizonte de Eugene O´Neill. Estudio arquitectura en la Universidad Simon Bolívar y Arte en el Pedagógico de Caracas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario