La prueba de fuego para un dramaturgo venezolano llega cuando sus obras son representadas en escenarios extranjeros, porque tienen que ser estudiadas y recreadas por artistas foráneos para ser exhibidas ante audiencias de culturas cosmopolitas. Y la consagración para ese escritor viene cuando el aparato teatral crítico de esas naciones las toma en cuenta y las reseña. Esto por supuesto ha ocurrido, durante los últimos 50 años, con Isaac Chocrón, Román Chalbaud, José Ignacio Cabrujas y Rodolfo Santana, entre otros. Pero el caso más reciente es, y damos fe aquí, ha sucedido con la pieza Tu ternura Molotov de Gustavo Ott (Caracas, 1963), gracias a la excelente producción de Hugo Medrano que hace temporada en el GALA Teatro Hispano de Washington D.C., donde la prensa especializada no ha escatimado elogios.
Ott, que por supuesto ya era representado con éxito en varios escenarios latinoamericanos y europeos, esperaba con especial interés que su pieza, escrita en el año 2002, subiera al palco escénico del grupo GALA, por tratarse de una organización de reconocido prestigio artístico en Estados Unidos y porque además la puesta en escena iba a ser adelantada por Abel López, uno de los directores más importantes de la nación estadounidense, lo cual quedó comprobado.
Ott propone con su obra una reflexión sobre la vida de los inmigrantes, en este caso latinos o hispanos en Estados Unidos, tal como antes lo hizo Arthur Miller con los italianos en Panorama desde el puente, estrenada en 1955. Aunque los argumentos son diferentes, persiste en esos textos, separados por 53 años, un realismo común y una fuerte presencia de la política o las ideologías en general, además de ese afán de mimetizarse en la comunidad a la cual llegan o a la que quieren pertenecer a cualquier precio. ¡Un buen cóctel de sociología y crítica social, muy importante para estos tiempos de tanta incertidumbre!
En Tu ternura Molotov se plasma como vive una pareja de clase media latina o hispana, Victoria (Menchú Esteban) y Daniel (Timothy Andrés Pabón), bajo la presión del terror de los convencionalismos de una sociedad sajona a la cual anhelan ser asimilados y por eso copian sus conductas. Ella y él, quienes pueden morar cómodamente en cualquier ciudad de Estados Unidos, realizan un específico ritual para procrear un bebe de sexo masculino, para el cual es importante la temperatura vaginal de la dama que ayudará a los espermatozoides en su veloz y concreto rol. Utilizan una técnica recomendada por un médico experto y lo más seguro es que leyeron tan bizarras recomendaciones en una revista no especializada. Y para incrementar la tensión entre esos complejos o acomplejados personajes de esta molieresca comedia matrimonial, tanto ella como él no pueden evadir o proseguir silenciando una serie de acontecimientos de sus pasados nada transparentes, los cuales ahí se revelan. Victoria fue amante de un terrorista árabe y Daniel pisoteó su ética como abogado investigador al no aportar más pruebas para un caso de violencia doméstica cometida contra un bebé. Son seres humanos confundidos por carecer de auténticos valores morales, los cuales son descubiertos gracias a una humorada del dramaturgo al utilizar el recurso del FBI que los vigila y les recuerda lo que hicieron por intermedio de sendas pruebas que le envía por correo.
No es una comedia cualquiera la que Ott ha mostrado ante el público de Washington, latinos, hispanos y estadounidenses, gracias además que el montaje es bilingüe. La puesta en escena, de carácter realista y centrada en un living room que se transforma en lisa para el juego sexual, ha sido inteligentemente resuelta por el director Abel López, quien lleva en su haber cinco piezas de este dramaturgo caraqueño, y bien actuada por esa pareja de profesionales que hacen Menchú y Timothy. Hay que destacar en este trabajo el ritmo sincronizado de los comediantes, así como las respectivas intenciones y atmósferas de cada una de las situaciones, que van desde el erotismo sugerido hasta el terror materializado por las evidencias que el FBI les envía de manera “inocente”, las cuales destruyen sus mentiras y desnuda sus almas arribistas y criminales. Es, pues, un montaje respetuoso del autor, una delicada labor de filigrana por parte del director, que además ha sido trabajada en función del histrionismo natural de los personajes, especialmente de Victoria.
Y sobre la pieza hay que reconocer que se trata de una firme toma de posición crítica de Ott ante el drama íntimo de los inmigrantes de primera generación, esos que padecen por los lentos y firmes desarraigos culturales que los marca cual hierros candentes, especialmente cuando saltan de valores católicos a creencias protestantes, cuando alteran costumbres inspiradas en el código de honor español a normas calvinistas. En fin: el público latino o hispano de Estados Unidos debe disfrutar o aborrecer esta propuesta de un intelectual venezolano, que ha sacado sus conocimientos de las canteras de la vida práctica y por su peculiar percepción de la realidad, siempre desde la óptica de un periodista o cronista de su época, egresado de la jesuítica Universidad Católica Andrés Bello de Caracas, hacia 1991.
Otra cosa puede suceder con Tu ternura Molotv cuando Ott permita o él mismo la muestre en escenarios venezolanos, aunque de antemano podemos asegurar que tal pareja de inmigrantes muy bien puede vivir en cualquier parroquia caraqueña, con la diferencia de que nunca les llegarán las encomiendas del FBI o de cualquier otro organismo de seguridad.
Y no podría dejar de recordar a los lectores que el teatro universal no es el mismo desde que el cine y la televisión se transformaron en aparatos civilizatorios, ya que sus escritores y artistas en general trabajan con los mismos códigos aunque las técnicas sean diferentes, y hay ocasiones donde las diferencias entre un show teatral o un espectáculo cinematográfico o televisivo son mínimas. Eso no es malo ni bueno, pero si le corresponde al espectador decidir qué lo conmueve más o qué lo hace soñar y le permite obtener rotundas conclusiones.
Ott, que por supuesto ya era representado con éxito en varios escenarios latinoamericanos y europeos, esperaba con especial interés que su pieza, escrita en el año 2002, subiera al palco escénico del grupo GALA, por tratarse de una organización de reconocido prestigio artístico en Estados Unidos y porque además la puesta en escena iba a ser adelantada por Abel López, uno de los directores más importantes de la nación estadounidense, lo cual quedó comprobado.
Ott propone con su obra una reflexión sobre la vida de los inmigrantes, en este caso latinos o hispanos en Estados Unidos, tal como antes lo hizo Arthur Miller con los italianos en Panorama desde el puente, estrenada en 1955. Aunque los argumentos son diferentes, persiste en esos textos, separados por 53 años, un realismo común y una fuerte presencia de la política o las ideologías en general, además de ese afán de mimetizarse en la comunidad a la cual llegan o a la que quieren pertenecer a cualquier precio. ¡Un buen cóctel de sociología y crítica social, muy importante para estos tiempos de tanta incertidumbre!
En Tu ternura Molotov se plasma como vive una pareja de clase media latina o hispana, Victoria (Menchú Esteban) y Daniel (Timothy Andrés Pabón), bajo la presión del terror de los convencionalismos de una sociedad sajona a la cual anhelan ser asimilados y por eso copian sus conductas. Ella y él, quienes pueden morar cómodamente en cualquier ciudad de Estados Unidos, realizan un específico ritual para procrear un bebe de sexo masculino, para el cual es importante la temperatura vaginal de la dama que ayudará a los espermatozoides en su veloz y concreto rol. Utilizan una técnica recomendada por un médico experto y lo más seguro es que leyeron tan bizarras recomendaciones en una revista no especializada. Y para incrementar la tensión entre esos complejos o acomplejados personajes de esta molieresca comedia matrimonial, tanto ella como él no pueden evadir o proseguir silenciando una serie de acontecimientos de sus pasados nada transparentes, los cuales ahí se revelan. Victoria fue amante de un terrorista árabe y Daniel pisoteó su ética como abogado investigador al no aportar más pruebas para un caso de violencia doméstica cometida contra un bebé. Son seres humanos confundidos por carecer de auténticos valores morales, los cuales son descubiertos gracias a una humorada del dramaturgo al utilizar el recurso del FBI que los vigila y les recuerda lo que hicieron por intermedio de sendas pruebas que le envía por correo.
No es una comedia cualquiera la que Ott ha mostrado ante el público de Washington, latinos, hispanos y estadounidenses, gracias además que el montaje es bilingüe. La puesta en escena, de carácter realista y centrada en un living room que se transforma en lisa para el juego sexual, ha sido inteligentemente resuelta por el director Abel López, quien lleva en su haber cinco piezas de este dramaturgo caraqueño, y bien actuada por esa pareja de profesionales que hacen Menchú y Timothy. Hay que destacar en este trabajo el ritmo sincronizado de los comediantes, así como las respectivas intenciones y atmósferas de cada una de las situaciones, que van desde el erotismo sugerido hasta el terror materializado por las evidencias que el FBI les envía de manera “inocente”, las cuales destruyen sus mentiras y desnuda sus almas arribistas y criminales. Es, pues, un montaje respetuoso del autor, una delicada labor de filigrana por parte del director, que además ha sido trabajada en función del histrionismo natural de los personajes, especialmente de Victoria.
Y sobre la pieza hay que reconocer que se trata de una firme toma de posición crítica de Ott ante el drama íntimo de los inmigrantes de primera generación, esos que padecen por los lentos y firmes desarraigos culturales que los marca cual hierros candentes, especialmente cuando saltan de valores católicos a creencias protestantes, cuando alteran costumbres inspiradas en el código de honor español a normas calvinistas. En fin: el público latino o hispano de Estados Unidos debe disfrutar o aborrecer esta propuesta de un intelectual venezolano, que ha sacado sus conocimientos de las canteras de la vida práctica y por su peculiar percepción de la realidad, siempre desde la óptica de un periodista o cronista de su época, egresado de la jesuítica Universidad Católica Andrés Bello de Caracas, hacia 1991.
Otra cosa puede suceder con Tu ternura Molotv cuando Ott permita o él mismo la muestre en escenarios venezolanos, aunque de antemano podemos asegurar que tal pareja de inmigrantes muy bien puede vivir en cualquier parroquia caraqueña, con la diferencia de que nunca les llegarán las encomiendas del FBI o de cualquier otro organismo de seguridad.
Y no podría dejar de recordar a los lectores que el teatro universal no es el mismo desde que el cine y la televisión se transformaron en aparatos civilizatorios, ya que sus escritores y artistas en general trabajan con los mismos códigos aunque las técnicas sean diferentes, y hay ocasiones donde las diferencias entre un show teatral o un espectáculo cinematográfico o televisivo son mínimas. Eso no es malo ni bueno, pero si le corresponde al espectador decidir qué lo conmueve más o qué lo hace soñar y le permite obtener rotundas conclusiones.
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