Eduardo Marturet es un venezolano que tiene sonidos propios para hacerse oír y brillar en los escenarios donde se coloque o sea invitado. No sólo tiene habilidades como director, compositor, percusionista y pianista. Piensa y formula sus ideas, ya que es un intelectual que difunde sus opiniones sobre el arte musical y el futuro del mismo. Y, por si fuera poco, lo enseña o lo predica. De ahí su valor e importancia para todos aquellos que se niegan a congelar y meter en museos a la música como arte creativa. Desde 1976 es creador y defensor de la nueva música y en eso está ahora, sin descuidar la otra, la tradicional.
Y como piensa e insiste que el arte musical no ha concluido y que éste debe seguir creciendo o desarrollándose con el paso del tiempo, sin descuidar a los músicos mismos y al público que la degusta o la rechaza, mientras trabaja en Florida como director de la Orquesta Sinfónica de Miami (MSO) -cargo que ocupará hasta el 2012, pero es seguro que le será renovado el contrato- adelanta toda una investigación teórica-práctica sobre la música nueva con ese gran laboratorio que es el Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela.
Aclara que es feliz con su desempeño en Miami, porque antes iba a esa urbe sólo de vacaciones, pero que ahora ha detenido la velocidad de los viajes y la ha tomado como sólida plataforma para su carrera profesional y su creatividad, doble actividad en la cual no se ha detenido en sus casi cuatro décadas como artista de la música. “Mi trabajo en Miami, gracias a una oferta deseada y lograda, me ha permitido una estabilidad a nivel de los viajes. Es un reconocimiento o un premio y la vez una tranquilidad para concretarme a una obra especifica, que se esta dando, porque es una ciudad que necesitaba una orquesta de nivel y por eso la estamos construyendo, ya que además de músicos y público, cuenta con un fantástico complejo teatral: el Art Performing Center. A mí me interesaba tener un trabajo más enfocado en la orquesta y se dio. Aquí tengo a la Sinfónica Simón Bolívar y en Estados Unidos estoy al frente de la MSO. Sigo viajando a otros sitios, pero menos, mi trabajo ahora es más reflexivo, ya con tantos años de carrera uno como que quiere ver la retrospectiva de cómo han ocurrido las cosas y reajustarlas”.
Insiste en que su labor en Miami ha sido como una bendición y eso le ha permitido revisar todo lo hecho y darle otro enfoque a su carrera musical y hacer trabajos de composición más maduros o mejor terminados, porque el problema de dirigir orquestas aquí o allá, es que uno nunca tiene el tiempo de hacer un trabajo profundo. En Miami estoy creando un repertorio y capacitando a una comunidad. A medida que incorporo repertorio clásico le meto cosas nuevas que antes no aceptaban escuchar y eso me ha dado satisfacciones. También esta el hecho en si de que la calidad de vida, por lo menos para mi caso, depende mucho de no viajar demasiado”.
Reitera que no está instalado de lleno en Miami, “una ciudad donde todo el mundo está corriendo de un lado para otro, por aquello de las distancias enormes que tienen que salvar sus habitantes entre sus trabajo y sus residencias. Sigo vinculado a Caracas por razones familiares y además tiene una energía impresionante, hay una energía vital, de la cual me nutro”.
Futuro mediato
Marturet, nacido hace 55 años en Caracas, explica que la música nueva es un proyecto educativo muy interesante que le he propuesto al maestro José Antonio Abreu, porque el éxito de las orquestas juveniles e infantiles necesita una especie de quinta pata, ya que a nivel de composición el mundo entero tiene un gran desfase con la música nueva. “No es que no haya suficientes compositores, lo que ocurre es que al público tradicional no le interesa la música nueva porque no se la hacen escuchar y a las orquestas tampoco les atrae la música nueva. En el fondo hay un gran desfase y es la primera vez en la historia de la música que no se escucha música de nuestro tiempo. Hasta el siglo XIX era inconcebible escuchar otra música que no fuera la de su presente, con mínimas excepciones. Pero en el siglo XX las orquestas no tienen en su agenda diaria la música nueva, porque no les interesa, no la entienden, siguen con los mismos instrumentos que vienen de siglos anteriores y no tienen nada que ver con los instrumentos que se usan ahora”.
Dice que en junio del 2007 hizo el primer proyecto piloto y fue extraordinario, se hizo un aula abierta y se exigieron elevados conceptos de composición. “Fue tan exitoso que incluso hasta el mismo Gustavo Dudamel le gustó. Ahora vamos a llevarlo a todo el país, antes de mostrarlo afuera. Con esos buscamos que una generación de músicos que tiene orquestas y que si están que preparadas para la música nueva y que además les gusta la música nueva. Dentro de 100 años la música será otra y ese será el aporte de Venezuela”.
Y como piensa e insiste que el arte musical no ha concluido y que éste debe seguir creciendo o desarrollándose con el paso del tiempo, sin descuidar a los músicos mismos y al público que la degusta o la rechaza, mientras trabaja en Florida como director de la Orquesta Sinfónica de Miami (MSO) -cargo que ocupará hasta el 2012, pero es seguro que le será renovado el contrato- adelanta toda una investigación teórica-práctica sobre la música nueva con ese gran laboratorio que es el Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela.
Aclara que es feliz con su desempeño en Miami, porque antes iba a esa urbe sólo de vacaciones, pero que ahora ha detenido la velocidad de los viajes y la ha tomado como sólida plataforma para su carrera profesional y su creatividad, doble actividad en la cual no se ha detenido en sus casi cuatro décadas como artista de la música. “Mi trabajo en Miami, gracias a una oferta deseada y lograda, me ha permitido una estabilidad a nivel de los viajes. Es un reconocimiento o un premio y la vez una tranquilidad para concretarme a una obra especifica, que se esta dando, porque es una ciudad que necesitaba una orquesta de nivel y por eso la estamos construyendo, ya que además de músicos y público, cuenta con un fantástico complejo teatral: el Art Performing Center. A mí me interesaba tener un trabajo más enfocado en la orquesta y se dio. Aquí tengo a la Sinfónica Simón Bolívar y en Estados Unidos estoy al frente de la MSO. Sigo viajando a otros sitios, pero menos, mi trabajo ahora es más reflexivo, ya con tantos años de carrera uno como que quiere ver la retrospectiva de cómo han ocurrido las cosas y reajustarlas”.
Insiste en que su labor en Miami ha sido como una bendición y eso le ha permitido revisar todo lo hecho y darle otro enfoque a su carrera musical y hacer trabajos de composición más maduros o mejor terminados, porque el problema de dirigir orquestas aquí o allá, es que uno nunca tiene el tiempo de hacer un trabajo profundo. En Miami estoy creando un repertorio y capacitando a una comunidad. A medida que incorporo repertorio clásico le meto cosas nuevas que antes no aceptaban escuchar y eso me ha dado satisfacciones. También esta el hecho en si de que la calidad de vida, por lo menos para mi caso, depende mucho de no viajar demasiado”.
Reitera que no está instalado de lleno en Miami, “una ciudad donde todo el mundo está corriendo de un lado para otro, por aquello de las distancias enormes que tienen que salvar sus habitantes entre sus trabajo y sus residencias. Sigo vinculado a Caracas por razones familiares y además tiene una energía impresionante, hay una energía vital, de la cual me nutro”.
Futuro mediato
Marturet, nacido hace 55 años en Caracas, explica que la música nueva es un proyecto educativo muy interesante que le he propuesto al maestro José Antonio Abreu, porque el éxito de las orquestas juveniles e infantiles necesita una especie de quinta pata, ya que a nivel de composición el mundo entero tiene un gran desfase con la música nueva. “No es que no haya suficientes compositores, lo que ocurre es que al público tradicional no le interesa la música nueva porque no se la hacen escuchar y a las orquestas tampoco les atrae la música nueva. En el fondo hay un gran desfase y es la primera vez en la historia de la música que no se escucha música de nuestro tiempo. Hasta el siglo XIX era inconcebible escuchar otra música que no fuera la de su presente, con mínimas excepciones. Pero en el siglo XX las orquestas no tienen en su agenda diaria la música nueva, porque no les interesa, no la entienden, siguen con los mismos instrumentos que vienen de siglos anteriores y no tienen nada que ver con los instrumentos que se usan ahora”.
Dice que en junio del 2007 hizo el primer proyecto piloto y fue extraordinario, se hizo un aula abierta y se exigieron elevados conceptos de composición. “Fue tan exitoso que incluso hasta el mismo Gustavo Dudamel le gustó. Ahora vamos a llevarlo a todo el país, antes de mostrarlo afuera. Con esos buscamos que una generación de músicos que tiene orquestas y que si están que preparadas para la música nueva y que además les gusta la música nueva. Dentro de 100 años la música será otra y ese será el aporte de Venezuela”.
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