A escasos 110 años de consumarse el sacrificio del poeta irlandés Oscar Wilde, porque se atrevió a romper sin recato las normas morales de una sociedad puritana y además predicó que “si ser distinto es un crimen yo mismo me colocaré las cadenas”, Caracas la horrible, como la llamó en una ocasión el mismísimo Simón Bolívar, durante la semana pasada fue testiga muda, pero no sorda, ante una victoria foránea por la reivindicación de las minorías y una lucha más por la igualdad social de los seres humanos, y también se convirtió en monumental y entusiasta platea viva para sendos eventos culturales. Tres espacios donde el autor de El retrato de Dorian Gray era cual sombra en el espejo o estaba presente para lanzar sus epigramas y dejar desquiciados a sus rivales, un ser fantasmal que reclamaba su parte por lo que estaba ocurriendo, como aquí lo reseñamos:
Bodas igualitarias
Durante la fría madrugada bonaerense del jueves 15 de julio de 2010, la sociedad argentina dio un paso gigantesco en su proceso democrático al reformar el Código Civil para borrar los escollos creados por las conductas sexuales y legitimar así los contratos o convenios matrimoniales entre contrayentes del mismo sexo. Eso instituyó las bodas entre homosexuales y convirtió a la patria de San Martín, Borges y Perón en el primer país en América Latina, y el segundo en América, después de Canadá, y el décimo en el mundo, que admite esos matrimonios o uniones igualitarias.
Wilde habría inventado un poema para los parlamentarios sureños y el pueblo que los acompañó hasta que aprobaron su trascendental acto legislativo, pero no estuvo ahí cuando brindaron por él con vino blanco y tarta de acelgas, en esa prolongada fiesta contra las mortíferas discriminaciones que aún quedan en el mundo.
Colombia, además de México (sólo en su capital federal) y Venezuela tienen notables avances en esas luchas reivindicativas, las cuales buscan legalizar uniones, garantizar derechos patrimoniales, de salud y de pensiones para todos.
Criollo colombiano
Al día siguiente, el viernes 16, aquí en Caracas se estrenó en los cinematógrafos públicos y privados la primera película venezolana sobre las aventuras rocambolescas de un transexual criollo. Cheila, una casa pa´ Maita, de Eduardo Barberena, guión de Elio Palencia, producida y distribuida por La Villa del Cine y Amazonia Films, genera controversias ya que su argumento principal plasma episodios sobre la vida de una mujer nacida en el cuerpo de un hombre. Se trata de un polémico largometraje que hace parte de la búsqueda de reivindicaciones y emancipaciones en que están empeñados casi todos los sectores de la comunidad. Endry Cerdeño, transexual nacido en Colombia, es el protagonista de una saga real que primero se conoció como teatro y después saltó a la pantalla para luchar contra “lo intolerable y aquellas mentes mediocres o pequeñas”, como también lo hizo Wilde.
Tres juicios
Y, por si fuera poco, en esa humedad noche de viernes, en la sala Escena 8, abrió su temporada la pieza Actos indecentes. Los tres juicios de Oscar Wilde, de Moisés Kaufman, una muestra didáctica del mejor teatro periodístico centrado en una indagación histórica sobre las vicisitudes que vivió y sufrió ese escritor (Dublín,1854/París,1900) por haberse atrevido a mostrar públicamente su amor hacia el joven Lord Alfred Douglas, en aquel Londres de finales del siglo XIX, y finalmente ser condenado por sodomita en el Reino Unido de su majestad la reina Victoria I, tatarabuela del actual rey Juan Carlos I de España.
Kaufman escribió una excelente pieza minimalista, de corte brechtiano y con técnicas del teatro documentalista de Peter Weiss, cargada de mucho humor, sabiduría y grandeza, además del didactismo que exige un tema como ese. Ahí explica las incongruencias de los tres procesos a que sometieron a Wilde: en el primero fue acusador y lo terminaron acusando; en el segundo es detenido preventivamente y en el último lo condenan a dos años de trabajos forzados, el 27 de mayo de 1895.
Wilde al quedar en libertad trató de rehacer su vida, pero ya estaba enfermo no solamente en su cuerpo sino en su alma. Su esposa y sus dos hijos lo repudiaron, se cambiaron el apellido, mientras que su amante confeso le rehuía por temor a perder los beneficios económicos que le entregaba su familia. “Y todos los hombres matan lo que aman, que lo oiga todo el mundo, unos lo hacen con una mirada amarga, otros con una palabra zalamera; el cobarde con un beso, el valiente con una espada”.
Sobre ese patético final de Wilde es que ahora Kaufman debe escribir y hacerle el último acto para que la saga teatral de un enamorado del amor, de aquel que advertía que quien vive más de una vida debe morir más de una muerte. Porque todavía se mata a la gente que se atreve como lo hizo el poeta, aunque no lleguen al desparpajo que él impuso en Londres y su revolucionaria conducta. Un artista que sigue fascinando por su inteligencia.
Ver a este espectáculo, en español y con artistas venezolanos reivindica al teatro venezolano, que no solo se destaca en la ultima década por los éxitos de Gustavo Ott y Johnny Gavlosvky, sino también por ese administrador comercial que devino en gran figura de la escena estadounidense, donde además ha insistido con su teatro de denuncia como lo hizo y hace aún con El proyecto Laramie, para arremeter otra vez contra la homofobia, como lo hace Moisés Kaufman (Caracas, 1963).
El espectáculo, creado por Kaufman y ejemplarmente llevado a buen puerto por Hausmann, que tiene un ritmo estremecedor y ejemplar, permite el lucimiento actoral de todos los que ahí participan además con conciencia de su labor histórica, especialmente de Javier Vidal que con su Wilde ha retomado al camino de las grandes composiciones actorales; es un renacer para Fernando Yvosky, quien fuera maestro de Kaufman, y una prueba de fuego para Karl Hoffmann, un primer actor versátil como pocos. De los comediantes menos conocidos hay que resaltan la labor de Juan Carlos Alarcón, Delbis Cardona y Eben Renán.
Ficha técnica
Obra: Actos Indecentes. Los tres juicios de Oscar Wilde. Autor: Moisés Kaufman. Elenco: Javier Vidal, Juan Carlos Alarcón, Karl Hofmann, Rolando Padilla, Fernando Yvosky, Delbis Cardona, Christian McGaffney, Elvis Chaveinte y Ebén Renán. Música: Salomón Lerner. Iluminación: Elizabeth Adans. Escenografía: Edwin Erminy. Vestuario: Eva Yvanyi. Producción artística: Marisela ·”Coco” Seijas. Producción: Yair Rosemberg para Palo de Agua y Tectonic Thearter Project. Dirección general: Moisés Kaufman y Michel Hausmann
Bodas igualitarias
Durante la fría madrugada bonaerense del jueves 15 de julio de 2010, la sociedad argentina dio un paso gigantesco en su proceso democrático al reformar el Código Civil para borrar los escollos creados por las conductas sexuales y legitimar así los contratos o convenios matrimoniales entre contrayentes del mismo sexo. Eso instituyó las bodas entre homosexuales y convirtió a la patria de San Martín, Borges y Perón en el primer país en América Latina, y el segundo en América, después de Canadá, y el décimo en el mundo, que admite esos matrimonios o uniones igualitarias.
Wilde habría inventado un poema para los parlamentarios sureños y el pueblo que los acompañó hasta que aprobaron su trascendental acto legislativo, pero no estuvo ahí cuando brindaron por él con vino blanco y tarta de acelgas, en esa prolongada fiesta contra las mortíferas discriminaciones que aún quedan en el mundo.
Colombia, además de México (sólo en su capital federal) y Venezuela tienen notables avances en esas luchas reivindicativas, las cuales buscan legalizar uniones, garantizar derechos patrimoniales, de salud y de pensiones para todos.
Criollo colombiano
Al día siguiente, el viernes 16, aquí en Caracas se estrenó en los cinematógrafos públicos y privados la primera película venezolana sobre las aventuras rocambolescas de un transexual criollo. Cheila, una casa pa´ Maita, de Eduardo Barberena, guión de Elio Palencia, producida y distribuida por La Villa del Cine y Amazonia Films, genera controversias ya que su argumento principal plasma episodios sobre la vida de una mujer nacida en el cuerpo de un hombre. Se trata de un polémico largometraje que hace parte de la búsqueda de reivindicaciones y emancipaciones en que están empeñados casi todos los sectores de la comunidad. Endry Cerdeño, transexual nacido en Colombia, es el protagonista de una saga real que primero se conoció como teatro y después saltó a la pantalla para luchar contra “lo intolerable y aquellas mentes mediocres o pequeñas”, como también lo hizo Wilde.
Tres juicios
Y, por si fuera poco, en esa humedad noche de viernes, en la sala Escena 8, abrió su temporada la pieza Actos indecentes. Los tres juicios de Oscar Wilde, de Moisés Kaufman, una muestra didáctica del mejor teatro periodístico centrado en una indagación histórica sobre las vicisitudes que vivió y sufrió ese escritor (Dublín,1854/París,1900) por haberse atrevido a mostrar públicamente su amor hacia el joven Lord Alfred Douglas, en aquel Londres de finales del siglo XIX, y finalmente ser condenado por sodomita en el Reino Unido de su majestad la reina Victoria I, tatarabuela del actual rey Juan Carlos I de España.
Kaufman escribió una excelente pieza minimalista, de corte brechtiano y con técnicas del teatro documentalista de Peter Weiss, cargada de mucho humor, sabiduría y grandeza, además del didactismo que exige un tema como ese. Ahí explica las incongruencias de los tres procesos a que sometieron a Wilde: en el primero fue acusador y lo terminaron acusando; en el segundo es detenido preventivamente y en el último lo condenan a dos años de trabajos forzados, el 27 de mayo de 1895.
Wilde al quedar en libertad trató de rehacer su vida, pero ya estaba enfermo no solamente en su cuerpo sino en su alma. Su esposa y sus dos hijos lo repudiaron, se cambiaron el apellido, mientras que su amante confeso le rehuía por temor a perder los beneficios económicos que le entregaba su familia. “Y todos los hombres matan lo que aman, que lo oiga todo el mundo, unos lo hacen con una mirada amarga, otros con una palabra zalamera; el cobarde con un beso, el valiente con una espada”.
Sobre ese patético final de Wilde es que ahora Kaufman debe escribir y hacerle el último acto para que la saga teatral de un enamorado del amor, de aquel que advertía que quien vive más de una vida debe morir más de una muerte. Porque todavía se mata a la gente que se atreve como lo hizo el poeta, aunque no lleguen al desparpajo que él impuso en Londres y su revolucionaria conducta. Un artista que sigue fascinando por su inteligencia.
Ver a este espectáculo, en español y con artistas venezolanos reivindica al teatro venezolano, que no solo se destaca en la ultima década por los éxitos de Gustavo Ott y Johnny Gavlosvky, sino también por ese administrador comercial que devino en gran figura de la escena estadounidense, donde además ha insistido con su teatro de denuncia como lo hizo y hace aún con El proyecto Laramie, para arremeter otra vez contra la homofobia, como lo hace Moisés Kaufman (Caracas, 1963).
El espectáculo, creado por Kaufman y ejemplarmente llevado a buen puerto por Hausmann, que tiene un ritmo estremecedor y ejemplar, permite el lucimiento actoral de todos los que ahí participan además con conciencia de su labor histórica, especialmente de Javier Vidal que con su Wilde ha retomado al camino de las grandes composiciones actorales; es un renacer para Fernando Yvosky, quien fuera maestro de Kaufman, y una prueba de fuego para Karl Hoffmann, un primer actor versátil como pocos. De los comediantes menos conocidos hay que resaltan la labor de Juan Carlos Alarcón, Delbis Cardona y Eben Renán.
Ficha técnica
Obra: Actos Indecentes. Los tres juicios de Oscar Wilde. Autor: Moisés Kaufman. Elenco: Javier Vidal, Juan Carlos Alarcón, Karl Hofmann, Rolando Padilla, Fernando Yvosky, Delbis Cardona, Christian McGaffney, Elvis Chaveinte y Ebén Renán. Música: Salomón Lerner. Iluminación: Elizabeth Adans. Escenografía: Edwin Erminy. Vestuario: Eva Yvanyi. Producción artística: Marisela ·”Coco” Seijas. Producción: Yair Rosemberg para Palo de Agua y Tectonic Thearter Project. Dirección general: Moisés Kaufman y Michel Hausmann
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