A Franklin Virgüez lo conocimos como un espigado adolescente que rechazaba las malas compañías de la popular parroquia del 23 de Enero a donde llegó desde el cálido Barquisimeto, tras haber nacido en 1953. A mediados de los años 70, él ganaba unos pocos bolívares por ser office boy o mensajero en la redacción del vespertino El Mundo, de la Cadena Capriles, y mejoraba su magro sueldo con las propinas que los periodistas le dábamos por los cigarrillos, los cafecitos y las arepas con cochino que nos compraba en la tiendita del asturiano Gervasio.
Pero Virgüez no pensaba quedarse como muchacho para los mandados y poco a poco aprehendía las complejas técnicas del revelado y otras trampillas que le enseñaron con mucho gusto los fotógrafos de la Torre de la Prensa. Necesitaba ganar más bolívares porque le había puesto el ojo a una secretaria y quería invitarla a bailar y todo lo demás,
Se hizo fotógrafo primero y después se casó. Pero al mismo tiempo, se buscó un trabajo extra en el Instituto Venezolano del Seguro Social y un buen dia lo vieron tomando fotos en un hospital y lo contrataron para una telenovela. Delia Fiallo fue su hada madrina, apuntalado por el periodista de farándula Jesús Bustindui. Además, en la Escuela Superior de Artes Escénicas Juana Sujo, que rescató y dirigió el negrazo Porfirio Rodríguez hasta su muerte en 1983, aprendió el abecé del teatro y se convirtió en un galancito de la televisión con mucho éxito y hasta sus apariciones en el teatro tuvo. Y para coronar su meritoria escalada como ser humano integral fue a la Universidad Central de Venezuela hasta licenciarse de comunicador social, en 1991.
Amistad en Estados Unidos
Ahora Franklin Virgüez, con 57 años moliendo las suelas de sus zapatos, padre de dos hijas, con un divorcio a cuestas y un matrimonio muy solvente, vive en Estados Unidos, pero se escapa a Colombia o México o Venezuela para trabajar en respetables proyectos televisivos. Es actor donde lo pongan y lo llamen y de eso vive su familia. Precisamente, anoche en Miami, reapareció en las tablas al encarnar un complejo personaje, junto a Juan David Ferrer, Carlos Cruz, Marcos Casanova y Sonia Sheron en la pieza Amistad, de María Goos, la cual se exhibe en The Hispanic Theater Guild, de la calle 8 con la avenida 23 avenida, en la zona conocida como la Pequeña Habana.
Virgüez trabaja en Amistad porque lo invitó el director del grupo, Marcos Casanova. “Él me vio en mis anteriores trabajos teatrales y decidió tenerme en este montaje. Esta pieza fue montada con mucho éxito en España, bajo el titulo de Holanda y después se exhibió en Argentina con el nombre de Cloaca. Marcos fue a ver estos dos montajes y se vino con la esperanza de ponerla en su teatro de la calle 8. Le pareció que para Miami era mejor rotularla como Amistad, que es la historia de cuatro amigos de la adolescencia quienes, después de algunas décadas, se encuentran manifestándose amor, solidaridad y muchas cosas que contar”.
“Pieter, Joep, Tom y Marteen son amigos desde que estaban en la universidad, les unen años de camarería, de buenos y malos momentos. Pero el tiempo ha pasado y cada uno tiene su vida e intereses diversos: ya nada es como era. ¿Puede una buena y sincera amistad sobrevivir el paso del tiempo y los cambios que nos va imponiendo la vida? Después de mucho tiempo sin reunirse, ciertos hechos hacen que los cuatro amigos vuelvan a compartir una breve temporada de intimidad, pero también después de este reencuentro, nada volverá a ser como antes”.
Virgüez apunta que “Marteen, el personaje que interpreto, es un director de teatro, pretenciosamente insoportable, utiliza los casting para tratar de crear sus fantasías sexuales, es un impotente sexual y como director es un mediocre, cuyos montajes por lo general aburren; se acuesta con la hija de Jub, quien trabaja en su última puesta en escena como actriz, porque la muchachita le despierta una fantasía especial en momentos determinados. Jub es un político ambicioso y corrupto, un oportunista que será nombrado Ministro de Cultura e infiel a su esposa. Tom, este personaje lo interpreta Marcos nuestro director, en un abogado suspendido, drogadicto sin remedio, y el cuadro lo cierra Peter, quien es el centro de la obra, homosexual pleno de arte, amante de la pintura y de la música, dueño de la casa donde se desarrolla todo. Tiene unas pinturas que se las obsequió el ayuntamiento porque eran consideradas basuras, pero luego a la muerte del pintor, las obras adquieren un valor incalculable en millones de euros, Peter se niega a devolverlas, de hecho, ya había vendido cuatro para poder pagar su casa y el depósito donde los tenía, a un coleccionista holandés. Al final, Peter es traicionado por el único que lo podía ayudar, Jub, y termina suicidándose. Es un obra con mucho humor y drama”.
Para Virgüez, “la obra trata sobre la amistad y cuestiona hasta donde somos capaces de sacrificar los propios intereses para satisfacer las necesidades de aquel que llamamos amigo, porque las relaciones humanas tienen como base al egocentrismo en diversos grados. La relación amistosa de estos cuatro personajes se originó en los años de juventud, cuando el hombre está en su etapa más gregaria, más quijotesca. Se conocen, tienen historias, se mantienen dentro de la cordialidad, se tratan con cordialidad absoluta, son casi como un viejo matrimonio. Son simples seres humanos con muchos defectos. Ellos hablan pero no dialogan, privan los intereses de cada quien que al final traicionan eso que se llama amistad”.
-¿Qué pasa con el teatro en español en Miami?
- Creo que el teatro hispano en Miami tiende a desaparecer, no ahora, pero si en unas dos generaciones más. Cada vez hay menos posibilidades de hacer obras serias en esta gran comunidad, porque cada vez a los grupos se les reduce el presupuesto y además los jóvenes van más al teatro en inglés, al cine, a los musicales. El público que asiste al teatro lo integran personas de más de 40 años. Se cierran más salas y en la televisión no se publicita al teatro hispano, salvo que sea una mexicanada tipo Chacaíto”.
-¿Qué ocurre con la comunidad venezolana?
-Los venezolanos no tienen mayor presencia y la verdad es que soy uno de los pocos que hace teatro una vez al año; de repente Flor Núñez escenifica su unipersonal La Doctora Sexo y de vez en cuando Mimí Lazo se presenta con su monólogo y su marido Luis Fernández lo hace igual. El venezolano que vive aquí muy poco apoya con su presencia el teatro. Prefiere los shows al estilo de Emilio Lovera, Amilcar Rivero y Conde del Guacharo, pero ir a ver una obra de teatro como tal, es muy difícil; se tendría que hacer una súper promoción y no hay dinero para eso, no da. Por supuesto que hay excepciones con algún espectáculo, pero no es el común teatralmente hablando. Las temporadas duran hasta dos meses, no más”.
“Marcos Casanova, que además de empresario, es director, versionista y actor, es todo un artista que tiene trabajando en el teatro desde los años 60, cuando en Miami no había sino un poco de inmigrantes cubanos . Es un hombre muy serio y un estudioso de las artes escénicas, ama las tablas como a su vida. Me recuerda mucho a mi amigo y profesor Gonzalo J.Camacho”, puntualiza el otrora office boy de El Mundo, quien ya contabiliza más de 60 telenovelas y otros tantos montajes teatrales. “Estaré en el medio hasta que me muera o hasta el día que Dios así lo quiera".
Pero Virgüez no pensaba quedarse como muchacho para los mandados y poco a poco aprehendía las complejas técnicas del revelado y otras trampillas que le enseñaron con mucho gusto los fotógrafos de la Torre de la Prensa. Necesitaba ganar más bolívares porque le había puesto el ojo a una secretaria y quería invitarla a bailar y todo lo demás,
Se hizo fotógrafo primero y después se casó. Pero al mismo tiempo, se buscó un trabajo extra en el Instituto Venezolano del Seguro Social y un buen dia lo vieron tomando fotos en un hospital y lo contrataron para una telenovela. Delia Fiallo fue su hada madrina, apuntalado por el periodista de farándula Jesús Bustindui. Además, en la Escuela Superior de Artes Escénicas Juana Sujo, que rescató y dirigió el negrazo Porfirio Rodríguez hasta su muerte en 1983, aprendió el abecé del teatro y se convirtió en un galancito de la televisión con mucho éxito y hasta sus apariciones en el teatro tuvo. Y para coronar su meritoria escalada como ser humano integral fue a la Universidad Central de Venezuela hasta licenciarse de comunicador social, en 1991.
Amistad en Estados Unidos
Ahora Franklin Virgüez, con 57 años moliendo las suelas de sus zapatos, padre de dos hijas, con un divorcio a cuestas y un matrimonio muy solvente, vive en Estados Unidos, pero se escapa a Colombia o México o Venezuela para trabajar en respetables proyectos televisivos. Es actor donde lo pongan y lo llamen y de eso vive su familia. Precisamente, anoche en Miami, reapareció en las tablas al encarnar un complejo personaje, junto a Juan David Ferrer, Carlos Cruz, Marcos Casanova y Sonia Sheron en la pieza Amistad, de María Goos, la cual se exhibe en The Hispanic Theater Guild, de la calle 8 con la avenida 23 avenida, en la zona conocida como la Pequeña Habana.
Virgüez trabaja en Amistad porque lo invitó el director del grupo, Marcos Casanova. “Él me vio en mis anteriores trabajos teatrales y decidió tenerme en este montaje. Esta pieza fue montada con mucho éxito en España, bajo el titulo de Holanda y después se exhibió en Argentina con el nombre de Cloaca. Marcos fue a ver estos dos montajes y se vino con la esperanza de ponerla en su teatro de la calle 8. Le pareció que para Miami era mejor rotularla como Amistad, que es la historia de cuatro amigos de la adolescencia quienes, después de algunas décadas, se encuentran manifestándose amor, solidaridad y muchas cosas que contar”.
“Pieter, Joep, Tom y Marteen son amigos desde que estaban en la universidad, les unen años de camarería, de buenos y malos momentos. Pero el tiempo ha pasado y cada uno tiene su vida e intereses diversos: ya nada es como era. ¿Puede una buena y sincera amistad sobrevivir el paso del tiempo y los cambios que nos va imponiendo la vida? Después de mucho tiempo sin reunirse, ciertos hechos hacen que los cuatro amigos vuelvan a compartir una breve temporada de intimidad, pero también después de este reencuentro, nada volverá a ser como antes”.
Virgüez apunta que “Marteen, el personaje que interpreto, es un director de teatro, pretenciosamente insoportable, utiliza los casting para tratar de crear sus fantasías sexuales, es un impotente sexual y como director es un mediocre, cuyos montajes por lo general aburren; se acuesta con la hija de Jub, quien trabaja en su última puesta en escena como actriz, porque la muchachita le despierta una fantasía especial en momentos determinados. Jub es un político ambicioso y corrupto, un oportunista que será nombrado Ministro de Cultura e infiel a su esposa. Tom, este personaje lo interpreta Marcos nuestro director, en un abogado suspendido, drogadicto sin remedio, y el cuadro lo cierra Peter, quien es el centro de la obra, homosexual pleno de arte, amante de la pintura y de la música, dueño de la casa donde se desarrolla todo. Tiene unas pinturas que se las obsequió el ayuntamiento porque eran consideradas basuras, pero luego a la muerte del pintor, las obras adquieren un valor incalculable en millones de euros, Peter se niega a devolverlas, de hecho, ya había vendido cuatro para poder pagar su casa y el depósito donde los tenía, a un coleccionista holandés. Al final, Peter es traicionado por el único que lo podía ayudar, Jub, y termina suicidándose. Es un obra con mucho humor y drama”.
Para Virgüez, “la obra trata sobre la amistad y cuestiona hasta donde somos capaces de sacrificar los propios intereses para satisfacer las necesidades de aquel que llamamos amigo, porque las relaciones humanas tienen como base al egocentrismo en diversos grados. La relación amistosa de estos cuatro personajes se originó en los años de juventud, cuando el hombre está en su etapa más gregaria, más quijotesca. Se conocen, tienen historias, se mantienen dentro de la cordialidad, se tratan con cordialidad absoluta, son casi como un viejo matrimonio. Son simples seres humanos con muchos defectos. Ellos hablan pero no dialogan, privan los intereses de cada quien que al final traicionan eso que se llama amistad”.
-¿Qué pasa con el teatro en español en Miami?
- Creo que el teatro hispano en Miami tiende a desaparecer, no ahora, pero si en unas dos generaciones más. Cada vez hay menos posibilidades de hacer obras serias en esta gran comunidad, porque cada vez a los grupos se les reduce el presupuesto y además los jóvenes van más al teatro en inglés, al cine, a los musicales. El público que asiste al teatro lo integran personas de más de 40 años. Se cierran más salas y en la televisión no se publicita al teatro hispano, salvo que sea una mexicanada tipo Chacaíto”.
-¿Qué ocurre con la comunidad venezolana?
-Los venezolanos no tienen mayor presencia y la verdad es que soy uno de los pocos que hace teatro una vez al año; de repente Flor Núñez escenifica su unipersonal La Doctora Sexo y de vez en cuando Mimí Lazo se presenta con su monólogo y su marido Luis Fernández lo hace igual. El venezolano que vive aquí muy poco apoya con su presencia el teatro. Prefiere los shows al estilo de Emilio Lovera, Amilcar Rivero y Conde del Guacharo, pero ir a ver una obra de teatro como tal, es muy difícil; se tendría que hacer una súper promoción y no hay dinero para eso, no da. Por supuesto que hay excepciones con algún espectáculo, pero no es el común teatralmente hablando. Las temporadas duran hasta dos meses, no más”.
“Marcos Casanova, que además de empresario, es director, versionista y actor, es todo un artista que tiene trabajando en el teatro desde los años 60, cuando en Miami no había sino un poco de inmigrantes cubanos . Es un hombre muy serio y un estudioso de las artes escénicas, ama las tablas como a su vida. Me recuerda mucho a mi amigo y profesor Gonzalo J.Camacho”, puntualiza el otrora office boy de El Mundo, quien ya contabiliza más de 60 telenovelas y otros tantos montajes teatrales. “Estaré en el medio hasta que me muera o hasta el día que Dios así lo quiera".
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