El teatro venezolano ha sido, es y será revolucionario. Sus artistas, los dramaturgos y su oceánico público así lo han demostrado a lo largo de 200 años, aunque en ocasiones surgen detractores y enemigos encubiertos que tratan de asfixiarlo, de quitarle espacios, de desviarle los recursos del Tesoro Nacional que le pertenecen por ser una crítica manifestación cultural, y hasta han pretendido matar por hambre a sus hacedores. No es complaciente, ni frívolo, ni tampoco tarifado, ni servil; prefiere comerse las migajas del banquete antes que deshonrarse.
Hay que recordar, que Rómulo Betancourt liquidó a tres teatreros- el actor César Bustillos, Oswaldo Orsini y el hijo de María García- quienes participaron en aquellos revoltosos alzamientos contra su régimen, pero el teatro no feneció ni siquiera ante el plomo de las pistolas adecas y copeyanas, como lo dice el dramaturgo Gilberto Pinto.
Hasta ahora nadie ha podido hacerlo claudicar ni desaparecer de los escenarios y el boom del mal llamado teatro comercial es muestra de como sus creadores pueden sobrevivir gracias a la imaginación pero sin claudicar en su filosofía de denuncia contra las injusticias, contra los desatinos de los gobiernos y siempre en contra de las exclusiones. El teatro siempre ha estado en la acera del frente pero sin poner en tela de juicio su amor patrio.
En medio de ese sórdido panorama de incertidumbres y contradicciones para la sobrevivencia del arte escénico, en Fundarte, la mano cultural de la Alcaldía de Caracas y el Gobierno del Distrito Capital, se planificó y materializó una muestra del teatro contemporáneo, ese que estaba en cartelera o en despensas de los teatristas, y fue así que se puso en marcha, del 11 al 25 de noviembre, el Festival de Teatro Caracas 2011 (FTC 2011) con la intervención de 80 agrupaciones y sus 600 actores para realizar más de 160 funciones en 13 salas, ocho espacios públicos recuperados y 30 espacios comunitarios.
Comenzó el FTC 2011 con Seguimos o paramos, espectacular montaje de sainetes venezolanos, que dirigió Ibrahim Guerra, y culminó con La cantata del rey Miguel, creada por Tomás Jurado Zavala y Carlos Arroyo con el Teatro Negro de Barlovento. Y hasta sorprendió un homenaje al desaparecido transexual Esdras Parra con la presentación de nuestro monólogo Novia en rojo, en la Casa del Artista.
El FTC 2011 (cobró 5 bolívares por cada boleto) arroja, hasta ahora, cifras como 70 mil espectadores en salas, 18 mil en la calle y 10 mil en las comunidades, 1200 en Unearte y 80 mil en Ciudad Teatro. Gracias, pues, al funcionario Freddy Ñañez, el bálsamo teatral bajó la presión no solo a la ciudadanía al borde del colapso. A las agrupaciones les cancelaron sus honorarios y algunas fueron invitadas a exhibirse en una mini muestra que se hace con motivo del Celac, vital evento de geopolítica latinoamericana. Hay planes para el próximo año y los teatreros esperan que se los informen, a tiempo, para lucirse con sus montajes.
Hay que recordar, que Rómulo Betancourt liquidó a tres teatreros- el actor César Bustillos, Oswaldo Orsini y el hijo de María García- quienes participaron en aquellos revoltosos alzamientos contra su régimen, pero el teatro no feneció ni siquiera ante el plomo de las pistolas adecas y copeyanas, como lo dice el dramaturgo Gilberto Pinto.
Hasta ahora nadie ha podido hacerlo claudicar ni desaparecer de los escenarios y el boom del mal llamado teatro comercial es muestra de como sus creadores pueden sobrevivir gracias a la imaginación pero sin claudicar en su filosofía de denuncia contra las injusticias, contra los desatinos de los gobiernos y siempre en contra de las exclusiones. El teatro siempre ha estado en la acera del frente pero sin poner en tela de juicio su amor patrio.
En medio de ese sórdido panorama de incertidumbres y contradicciones para la sobrevivencia del arte escénico, en Fundarte, la mano cultural de la Alcaldía de Caracas y el Gobierno del Distrito Capital, se planificó y materializó una muestra del teatro contemporáneo, ese que estaba en cartelera o en despensas de los teatristas, y fue así que se puso en marcha, del 11 al 25 de noviembre, el Festival de Teatro Caracas 2011 (FTC 2011) con la intervención de 80 agrupaciones y sus 600 actores para realizar más de 160 funciones en 13 salas, ocho espacios públicos recuperados y 30 espacios comunitarios.
Comenzó el FTC 2011 con Seguimos o paramos, espectacular montaje de sainetes venezolanos, que dirigió Ibrahim Guerra, y culminó con La cantata del rey Miguel, creada por Tomás Jurado Zavala y Carlos Arroyo con el Teatro Negro de Barlovento. Y hasta sorprendió un homenaje al desaparecido transexual Esdras Parra con la presentación de nuestro monólogo Novia en rojo, en la Casa del Artista.
El FTC 2011 (cobró 5 bolívares por cada boleto) arroja, hasta ahora, cifras como 70 mil espectadores en salas, 18 mil en la calle y 10 mil en las comunidades, 1200 en Unearte y 80 mil en Ciudad Teatro. Gracias, pues, al funcionario Freddy Ñañez, el bálsamo teatral bajó la presión no solo a la ciudadanía al borde del colapso. A las agrupaciones les cancelaron sus honorarios y algunas fueron invitadas a exhibirse en una mini muestra que se hace con motivo del Celac, vital evento de geopolítica latinoamericana. Hay planes para el próximo año y los teatreros esperan que se los informen, a tiempo, para lucirse con sus montajes.
Hay,pues, teatro vivo en esta Venezuela que timidamente avanza en la centuria XXI!
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