sábado, agosto 23, 2014

Cuarteto de actrices amantísimas

Valioso cuarteto de actrices
En Venezuela, donde de cada diez personas que acuden al teatro seis son visiblemente del sexo femenino, empresarios y  artistas hacen cálculos, consultan bibliotecas y al final presentan espectáculos donde la mujer es un factor trascendental, esté o no en la escena. Aplican una básica antropología teatral y por supuesto las botijas se llenan con recaudos de la  taquilla. ¿Por qué sucede eso?  ¡Los científicos tienen la palabra!
Mientras tanto los críticos dejamos información para que los doctos investigadores digan algo, si es que la intensidad de la sensibilidad femenina interesa. Y lo subrayamos, porque sería positivo para el teatro un informe científico, ya que el 14 de agosto lo apreciamos, no solo en el populoso patio de butacas sino también en el escenario del auditorio Gastón Parra Luzardo, en el piso 24 del BCV, a donde acudimos para ponderar el delicioso e instructivo espectáculo Amantísimas, cuya depurada produccion y excelente dirección general es del teatrero Antonio Cuevas, apuntalado en las desenfadadas  actuaciones de Daifra Blanco, Nury Prato, Andreína Contreras  y Josseliz Hernández. Un  cuarteto versátil que nos dejó  estupefactos por el despliegue de sus respectivos talentos histriónicos.
Amantísimas es una bien hilvanada sátira sobre las peripecias de unas féminas que son las antagonistas en las clásicas historias de amor,  es decir: las amantes, las antiheroínas.  Buscan sentirse vivas, más allá de conflictos y desencantos y por eso la soledad, la alegría, el atrevimiento, la provocación, la ceguera, el dolor y el humor desfilan por la escena para hacer un llamado a la reflexión sobre las complejas relaciones humanas y el peso de los estereotipos y atavismos sociales, y enseñarnos que ser mujer es un valor en sí mismo, sin necesidad de ir acompañado de nada ni de nadie.
Esta “colcha” de textos teatrales la integran fragmentos de piezas que escribieron Daifra Blanco, Gustavo Ott, Laly Armengol, Joaquín Ortega, Domingo Ortega, Lydia Falcón y Griselda Gambaro. Con ese guión, dividido en siete cuadros, una docena de mujeres, por intermedio de cuatro polifacéticas actrices, enseñan como son o fueron o serán los avatares existenciales con aquellos seres que aman y sufren, con los hombres que se les cruza en sus caminos y se los llevan a la cama o a la mesa o a la silla, esperando que las amen para toda una vida o un rato largo.
El espectáculo ambientado entre numerosas  cajas de cartón,  pintadas de rojo o negro, los colores de la vida y la muerte, del amor y el desamor, y en medio de  un sound track  con piezas de despecho y abandono, tiene el ritmo de “una licuadora” de sentimientos, sensaciones y cuerpos que claman amor y comprensión  a unos machos que no se dan cuenta de que sus roles no son solo sexuales y reproductivos  sino que los necesitan más como compañeros y amantes, porque son humanos incompletos, y siempre necesitados de afectos. Y así lo demuestran esos textos rotulados: Esta y la otra, Aquella, El balcón, Un abandono malicioso, Lo escuche llorar en mi boca,  Las joyas de la Lewinsky y El cafecito. Todo un prolijo trabajo de selección y edición hasta obtener un guión perfecto, que lo firma Antonio  Cuevas más que justificadamente, además director insigne de ese cuarteto de actrices.

¡Un espectáculo recomendable en su totalidad y el cual debe seguir en cartelera !

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