sábado, agosto 02, 2014

Escenas de democracias

Desde 1996 elgrupo Escena de Caracas sube la dura cuesta del teatro de calidad.
La agrupación teatral Escena de Caracas está en su quijotesca lucha desde 1996, cuando, nacida de un programa de formación de la Compañía Nacional de Teatro, decidió emprender la marcha con proyectos propios, como aquel inolvidable espectáculo Árbol que crece torcido, mágico poemario de Rafael Castillo Zapata que bien escenificó Miguel Issa, en  la sala Rajatabla.
Desde entonces tiene por bandera o brújula la búsqueda de tendencias y lenguajes para confrontar al público con problemáticas e inquietudes comunes. Y damos fe sobre  lo que desde entonces ha mostrado, siempre en vías de superación al anterior montaje, cual si fuese una positiva versión criolla del mito de Sísifo.
Ahora Escena de Caracas ha producido y presentado Contra la democracia, la segunda pieza de una trilogía del catalán Esteve Soler (Barcelona, 18/12/1976), después de haber montado Contra el progreso. Hacen temporada en la sala Rajatabla, bajo la óptima dirección de Juan José Martín y con las estupendas participaciones de Delbis Cardona, Nadeschda Makagonov y Rafael Gil, quienes tiene su lenguaje y su visión del arte teatral criollo, por lo cual han durado tanto tiempo juntos. Y como es lógico,  el público  agradecido los premia todas las noches por la globalidad del espectáculo.
La dramaturgia de Soler, según Jordi Duran, refleja las monstruosidades y siniestras contradicciones de los tiempos que vivimos. Es una visión, muy personal, del hombre actual y la civilización creada, aunque nos recuerda lo que ya denunciaron Kafka, Becket, Ionesco, Sartre y hasta Jarry, además de los críticos y ácidos guionistas de las películas fantásticas de Hollywood. Resumiendo: “nada nuevo bajo el sol”, como lo dijo el rey Salomón en su momento.
Contra la democracia, compuesta por siete minobras, le propone al espectador revisar exhaustivamente los conceptos de “república” y “democracia”, y tamizar las sociedades de ahí brotadas, donde por supuesto esta la petrolera Venezuela. No es politiquería barata, nada de eso, lo hace con alta teatralidad y por intermedio de personajes que resumen maldades y bondades republicanas y democráticas, que los ciudadanos tragan aunque nunca digieren, especialmente las europeas donde el confort y la seguridad social las agobia. En pocas palabras, Soler “refrita” lo que ya dijeron otros, aunque ahora tienen más vigencia o está mejor explicado.   
Lo mejor de este montaje de Escena de  Caracas es el performance de alta teatralidad  presente en cada  uno de los siete cuadros, especialmente el primero y el ultimo: la cosificación de las sociedad y el tragicómico juego del imperialismo, como ha sido siempre.

Esta agrupación y su valioso capital humano, así como su talento artístico, es para que busquen  otros textos que muestren al venezolano más alternativas y para ello nada mejor que un concurso de dramaturgia donde nuestros autores hagan conocer sus puntos de vista sobre esta sociedad tan convulsa y tan sainetera además.

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