Ese héroe irredento del deporte venezolano, el boxeador Vicente Paúl Rondón, vuelve al cuadrilátero. Esta vez será un complejo personaje teatral, gracias al abogado Roberto Azuaje quien llegó tercero en el Primer Concurso Nacional de Creación Contemporánea y Dramaturgia Innovadora 2006, organizado por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura, con su pieza El más mejor.
Este dramaturgo y premiado autor teatral, nacido en Caracas hace 42 años, comenta que descubrió su vocación para la literatura y en especial para el teatro cuando tenía nueve años,”en ocasión de un trabajo de arte que asignó la maestra de 5° grado. Mi incapacidad para cualquier labor de artes plásticas me hizo buscar darle la vuelta a la asignación escribiendo un guión de cine, y disfruté horrores elaborando una loca historia de ciencia ficción en la que el hotel Macuto Sheraton era una base de alienígenas. Por supuesto que me pusieron un “20” en la evaluación. Luego, en el año 2002, decidí asumir la escritura como profesión y quise iniciar mi carrera con la composición de una obra sobre Francisco de Miranda. Quería abordar su etapa, poco conocida, como prisionero en La Carraca. Después de investigar por dos años, intenté escribir una novela, pero ante la pentalogía de Denzil Romero me desanimé. Traté luego con un guión de cine, pero ya por ahí circulaban varios proyectos y por más empeño que ponía, no salía nada bueno de aquel trabajo. Una madrugada del año 2004, cuando estaba a punto de desistir, la obra se representó en el teatro de mi mente. ¡Tenía que escribir una obra de teatro! Así nació José Amindra, título derivado del seudónimo utilizado por Miranda durante su último cautiverio. Pocos días después apareció la convocatoria del concurso de dramaturgia de Fundarte, y tomé aquel anuncio como una llamada del destino: escribí la obra en las peores condiciones posibles, me esforcé al máximo y el triunfo obtenido fue la llegada al punto de partida de una línea circular que se originó a los nueve años de edad, pues había cumplido con los dictados de mi vocación.”
-¿Qué trata su pieza premiada?
-El más mejor es una historia fisionada sobre Vicente Paúl Rondón (Río Chico, 27 de febrero de 1938-Caracas, 28 de diciembre de 1992), ese boxeador venezolano de trágica vida. Específicamente es un viaje, una verbena y una fiesta que ocurre en la mente de Rondón en los momentos previos a su pelea con Bob Foster, el suceso que marcó su vida para siempre. Él fue un hombre ingenuo, excelente atleta, pero con un defecto imperdonable para una persona negra (afrodescendiente) y pobre en este país: le gustaba vociferar su ignorancia, y por ello fue condenado a la muerte civil y a la eterna burla de sus compatriotas. Está escrita en 35 cuartillas y espera un director con su elenco dispuesto.
-¿Por qué el teatro?
-Otra razón que me impulsa a escribir teatro es que considero que la vanguardia de la literatura venezolana del siglo XXI se encuentra en la dramaturgia, y siento que pertenezco a este movimiento palpitante. Esta afirmación se demuestra con los resultados del Concurso Nacional de Creación Contemporánea y Dramaturgia Innovadora de 2006. He conversado con la gente del Instituto de Artes Escénicas y Musicales (IAEM), que es la institución que organizó el evento y me han manifestado que se presentaron alrededor de 25 obras de gran calidad. Tanto es así que están buscando la manera de publicarlas, pues sería un desperdicio para la cultura venezolana no divulgar trabajos tan importantes. Asistir a los cursos y talleres de dramaturgia que se hacen en Venezuela es asombrarse ante la diversidad de temas y formas de expresión que están manejando los dramaturgos criollos, tanto los nuevos como los consagrados.
Roberto Aguaje asevera que “estamos viviendo un momento histórico en el que se hace necesario escribir dramaturgia, en cualquiera de sus facetas. Por primera vez en la historia de la humanidad, Estados Unidos y Europa no tienen nada que contar. Ahogados en sus propios mitos, sus productos culturales se componen de refritos y secuelas que no llaman la atención. De allí el éxito de películas y telefilmes que antes se realizaban para un público selecto, así como la presencia ya habitual de autores latinoamericanos entre los galardonados de los premios más influyentes del cine, teatro y televisión mundial. Este es el momento de América Latina, y de Venezuela en particular, para mostrar al mundo sus historias y sus personajes. Según dice Gustavo Ott, los dramaturgos latinoamericanos tenemos la asignatura pendiente de crear nuestro gran personaje del teatro. La tarea no es sencilla, pero contamos con tantos personajes e historias maravillosas sin divulgar, pidiendo a gritos ser representadas, que escribir teatro se ha convertido en casi una obligación moral”.
-¿Cómo nació la idea que después teatralizó?
- Los ídolos deportivos de mi infancia fueron los Campeones del año ‘71, cuatro boxeadores venezolanos que reinaron al mismo tiempo en el deporte de fistiana: Betulio González, Antonio Gómez, Alfredo Marcano y el ya nombrado Rondón. La derrota de este pugilista ante Foster en 1972 me consternó. Aquella noche, el campeón venezolano no fue el mismo. ¿Se acobardó? ¿Arreglaron la pelea?... Posteriores investigaciones de un médico dominicano demostraron que algo oscuro se movió tras bastidores en aquel combate. Estas revelaciones tuvieron poca difusión en la prensa y aparecieron ¿casualmente? en los días que Rondón fallecía en Caracas, producto de un accidente doméstico. La responsabilidad de reivindicar el alma de ese pobre hombre del polvo coagulado del olvido, quedó sellada en mi corazón. Fue un compromiso que me persiguió hasta en sueños.
-¿Exigencias del montaje?
-El espacio ideal para representar la obra es el de escena abierta. Puede ser un escenario al aire libre o techado, que permita al espectador integrarse al espectáculo. Puede ser en la calle, bajo una carpa de circo, hasta en escenarios deportivos como gimnasios, galleras y estadios. Los factores plásticos que configuran el paisaje (escenografía, utilería, recursos técnicos) se muestran al espectador desde su acceso al espectáculo e, incluso, pueden formar parte del paisaje. Es el microcosmos de la mente de Rondón, donde el público puede recorrer el espacio escénico e incluso interactuar en algunos de los decorados, como por ejemplo comerse una arepa dulce en el puesto colocado a tal efecto, o adquirir una franela alusiva al espectáculo en otro espacio destinado a ello. También puede representarse en teatros convencionales, con las subsecuentes adaptaciones que considere el director.
-¿Cuál seria el director y elenco ideales?
-La pieza no fue escrita para ningún director en especial. Sin embargo, algunos directores amigos míos me la han pedido para representarla con su grupo. La única exigencia de esta obra es que la mayor parte del elenco debe ser de actores negros.
-¿Ha ganado otros premios?
Sí. Jamás olvido el primer concurso literario que gané en 1981, que fue uno de cuentos del instituto “Licenciado Aranda” de Maiquetía, donde estudié bachillerato. Luego, también en narrativa, resulté uno de los ganadores del concurso “Echa tu Cuento” del diario Últimas Noticias para su edición aniversaria del año 2003. En dramaturgia, fui galardonado por Fundarte en 2004 con José Amindra y ahora obtuve el tercer puesto, una medalla de bronce con sabor a oro por la calidad de los participantes, con El más mejor en el concurso del IAEM 2006.
-¿Cuál es su visión del teatro venezolano actual y cuál es tu opinión sobre lo que se hizo en el siglo XX?
- El teatro venezolano actual es como una criatura en gestación, un movimiento cuyo corazón está palpitando. Se está bombeando sangre, pero todavía falta por desarrollar el resto de los órganos y sistemas para considerarle un individuo con personalidad propia. Esto implica la conformación de una estructura para la formación, promoción y difusión de la obra del autor nacional. El gobierno venezolano ha contribuido en muchos aspectos: con los talleres y cursos que se han establecido en todo el territorio nacional, la mayoría de ellos gratuitos, dictados por los mejores exponentes del teatro venezolano y latinoamericano; así como con la publicación de obras inéditas y los concursos de dramaturgia, especialmente el reciente Concurso Nacional de Creación Contemporánea y Dramaturgia Innovadora, que es la iniciativa más importante del país en esta materia. El certamen no debería perderse y es nuestra responsabilidad mantenerlo con orgullo. El sector privado también ha contribuido con talleres, nuevos espacios, montajes y eventos como las lecturas dramatizadas, pero necesitamos más. Los autores venezolanos seguimos requiriendo que se monten nuestras obras. El teatro es representación; sin el montaje las obras quedan como un simple recetario de buenas intenciones, y sabemos de qué está pavimentado el camino al infierno... Además, ¿cómo se puede amar a alguien sin conocerlo? Si se le da la oportunidad al autor nacional, el público terminará respaldándolo como ha sucedido en la música popular, y para ello también se necesita abrir espacio en los medios radioeléctricos para dar a conocer nuestros trabajos. Habría que agregar también la promoción y difusión de las obras en el extranjero, a través de mecanismos como traductores, oficinas de representación, en fin, una organización que nos permita dar la pelea afuera. El arte y el deporte son los mejores vehículos de expresión de un país en el concierto internacional, y volviendo al boxeo, le aseguro que nuestro teatro, con el apoyo suficiente, traería al país reconocimientos tan importantes como las preseas olímpicas de “Morochito”, Gamarro, Piñango, Bolívar y Catarí. Con respecto al teatro del siglo XX, estoy de acuerdo con Gustavo Ott en que después de la plástica y la poesía, el teatro venezolano es la forma artística que más nos ha dado a conocer en todo el orbe. Hablan por sí solas las obras de Cabrujas, Chalbaud, Chocrón, Pinto y especialmente Rodolfo Santana, quien es mi maestro y figura a emular, dueño de una obra incontestable y una labor importante como docente y formador de nuevos talentos, cuyos frutos se están viendo en la actualidad. No es casual que los galardonados en el concurso del IAEM hayamos sido alumnos suyos.
-¿El cine y la televisión están entre sus planes como dramaturgo o escritor de dramas?
-¡Por supuesto! Tal como dice Rodolfo Santana, la dramaturgia contemporánea incluye el cine, la televisión y la radio. Los guiones cinematográficos basados en José Amindra y El más mejor están adelantados. También estoy trabajando en un guión para una película sobre el Mariscal Sucre, en su etapa como Presidente de Bolivia, que ¿casualmente? coincide con un proyecto que anunció Carlos Azpúrua, un cineasta que admiro. Para televisión estoy desarrollando algunos proyectos con otros escritores: como una telenovela infantil-juvenil, una serie de dibujos animados, una telenovela épica-histórica y una serie de doce episodios sobre la vida de un sorprendente personaje venezolano, más conocido fuera de nuestras fronteras, cuyo nombre me reservo para evitar ser “canibalizado”, como diría el propio Santana. Hay algunas ofertas para trabajar en el medio televisivo, pero mientras se concretan sigo trabajando en mis proyectos. Además, hay dos obras de teatro que me gustaría terminar este año.
- ¿De qué vive y qué piensas hacer con el premio obtenido en el concurso?
-Me gano la vida trabajando como abogado asesor en materia de propiedad intelectual, derecho civil, mercantil y laboral. Con el premio pienso satisfacer algunas necesidades pendientes de mi familia, e invertir el resto para tener un poco de tranquilidad y seguir escribiendo.
Este dramaturgo y premiado autor teatral, nacido en Caracas hace 42 años, comenta que descubrió su vocación para la literatura y en especial para el teatro cuando tenía nueve años,”en ocasión de un trabajo de arte que asignó la maestra de 5° grado. Mi incapacidad para cualquier labor de artes plásticas me hizo buscar darle la vuelta a la asignación escribiendo un guión de cine, y disfruté horrores elaborando una loca historia de ciencia ficción en la que el hotel Macuto Sheraton era una base de alienígenas. Por supuesto que me pusieron un “20” en la evaluación. Luego, en el año 2002, decidí asumir la escritura como profesión y quise iniciar mi carrera con la composición de una obra sobre Francisco de Miranda. Quería abordar su etapa, poco conocida, como prisionero en La Carraca. Después de investigar por dos años, intenté escribir una novela, pero ante la pentalogía de Denzil Romero me desanimé. Traté luego con un guión de cine, pero ya por ahí circulaban varios proyectos y por más empeño que ponía, no salía nada bueno de aquel trabajo. Una madrugada del año 2004, cuando estaba a punto de desistir, la obra se representó en el teatro de mi mente. ¡Tenía que escribir una obra de teatro! Así nació José Amindra, título derivado del seudónimo utilizado por Miranda durante su último cautiverio. Pocos días después apareció la convocatoria del concurso de dramaturgia de Fundarte, y tomé aquel anuncio como una llamada del destino: escribí la obra en las peores condiciones posibles, me esforcé al máximo y el triunfo obtenido fue la llegada al punto de partida de una línea circular que se originó a los nueve años de edad, pues había cumplido con los dictados de mi vocación.”
-¿Qué trata su pieza premiada?
-El más mejor es una historia fisionada sobre Vicente Paúl Rondón (Río Chico, 27 de febrero de 1938-Caracas, 28 de diciembre de 1992), ese boxeador venezolano de trágica vida. Específicamente es un viaje, una verbena y una fiesta que ocurre en la mente de Rondón en los momentos previos a su pelea con Bob Foster, el suceso que marcó su vida para siempre. Él fue un hombre ingenuo, excelente atleta, pero con un defecto imperdonable para una persona negra (afrodescendiente) y pobre en este país: le gustaba vociferar su ignorancia, y por ello fue condenado a la muerte civil y a la eterna burla de sus compatriotas. Está escrita en 35 cuartillas y espera un director con su elenco dispuesto.
-¿Por qué el teatro?
-Otra razón que me impulsa a escribir teatro es que considero que la vanguardia de la literatura venezolana del siglo XXI se encuentra en la dramaturgia, y siento que pertenezco a este movimiento palpitante. Esta afirmación se demuestra con los resultados del Concurso Nacional de Creación Contemporánea y Dramaturgia Innovadora de 2006. He conversado con la gente del Instituto de Artes Escénicas y Musicales (IAEM), que es la institución que organizó el evento y me han manifestado que se presentaron alrededor de 25 obras de gran calidad. Tanto es así que están buscando la manera de publicarlas, pues sería un desperdicio para la cultura venezolana no divulgar trabajos tan importantes. Asistir a los cursos y talleres de dramaturgia que se hacen en Venezuela es asombrarse ante la diversidad de temas y formas de expresión que están manejando los dramaturgos criollos, tanto los nuevos como los consagrados.
Roberto Aguaje asevera que “estamos viviendo un momento histórico en el que se hace necesario escribir dramaturgia, en cualquiera de sus facetas. Por primera vez en la historia de la humanidad, Estados Unidos y Europa no tienen nada que contar. Ahogados en sus propios mitos, sus productos culturales se componen de refritos y secuelas que no llaman la atención. De allí el éxito de películas y telefilmes que antes se realizaban para un público selecto, así como la presencia ya habitual de autores latinoamericanos entre los galardonados de los premios más influyentes del cine, teatro y televisión mundial. Este es el momento de América Latina, y de Venezuela en particular, para mostrar al mundo sus historias y sus personajes. Según dice Gustavo Ott, los dramaturgos latinoamericanos tenemos la asignatura pendiente de crear nuestro gran personaje del teatro. La tarea no es sencilla, pero contamos con tantos personajes e historias maravillosas sin divulgar, pidiendo a gritos ser representadas, que escribir teatro se ha convertido en casi una obligación moral”.
-¿Cómo nació la idea que después teatralizó?
- Los ídolos deportivos de mi infancia fueron los Campeones del año ‘71, cuatro boxeadores venezolanos que reinaron al mismo tiempo en el deporte de fistiana: Betulio González, Antonio Gómez, Alfredo Marcano y el ya nombrado Rondón. La derrota de este pugilista ante Foster en 1972 me consternó. Aquella noche, el campeón venezolano no fue el mismo. ¿Se acobardó? ¿Arreglaron la pelea?... Posteriores investigaciones de un médico dominicano demostraron que algo oscuro se movió tras bastidores en aquel combate. Estas revelaciones tuvieron poca difusión en la prensa y aparecieron ¿casualmente? en los días que Rondón fallecía en Caracas, producto de un accidente doméstico. La responsabilidad de reivindicar el alma de ese pobre hombre del polvo coagulado del olvido, quedó sellada en mi corazón. Fue un compromiso que me persiguió hasta en sueños.
-¿Exigencias del montaje?
-El espacio ideal para representar la obra es el de escena abierta. Puede ser un escenario al aire libre o techado, que permita al espectador integrarse al espectáculo. Puede ser en la calle, bajo una carpa de circo, hasta en escenarios deportivos como gimnasios, galleras y estadios. Los factores plásticos que configuran el paisaje (escenografía, utilería, recursos técnicos) se muestran al espectador desde su acceso al espectáculo e, incluso, pueden formar parte del paisaje. Es el microcosmos de la mente de Rondón, donde el público puede recorrer el espacio escénico e incluso interactuar en algunos de los decorados, como por ejemplo comerse una arepa dulce en el puesto colocado a tal efecto, o adquirir una franela alusiva al espectáculo en otro espacio destinado a ello. También puede representarse en teatros convencionales, con las subsecuentes adaptaciones que considere el director.
-¿Cuál seria el director y elenco ideales?
-La pieza no fue escrita para ningún director en especial. Sin embargo, algunos directores amigos míos me la han pedido para representarla con su grupo. La única exigencia de esta obra es que la mayor parte del elenco debe ser de actores negros.
-¿Ha ganado otros premios?
Sí. Jamás olvido el primer concurso literario que gané en 1981, que fue uno de cuentos del instituto “Licenciado Aranda” de Maiquetía, donde estudié bachillerato. Luego, también en narrativa, resulté uno de los ganadores del concurso “Echa tu Cuento” del diario Últimas Noticias para su edición aniversaria del año 2003. En dramaturgia, fui galardonado por Fundarte en 2004 con José Amindra y ahora obtuve el tercer puesto, una medalla de bronce con sabor a oro por la calidad de los participantes, con El más mejor en el concurso del IAEM 2006.
-¿Cuál es su visión del teatro venezolano actual y cuál es tu opinión sobre lo que se hizo en el siglo XX?
- El teatro venezolano actual es como una criatura en gestación, un movimiento cuyo corazón está palpitando. Se está bombeando sangre, pero todavía falta por desarrollar el resto de los órganos y sistemas para considerarle un individuo con personalidad propia. Esto implica la conformación de una estructura para la formación, promoción y difusión de la obra del autor nacional. El gobierno venezolano ha contribuido en muchos aspectos: con los talleres y cursos que se han establecido en todo el territorio nacional, la mayoría de ellos gratuitos, dictados por los mejores exponentes del teatro venezolano y latinoamericano; así como con la publicación de obras inéditas y los concursos de dramaturgia, especialmente el reciente Concurso Nacional de Creación Contemporánea y Dramaturgia Innovadora, que es la iniciativa más importante del país en esta materia. El certamen no debería perderse y es nuestra responsabilidad mantenerlo con orgullo. El sector privado también ha contribuido con talleres, nuevos espacios, montajes y eventos como las lecturas dramatizadas, pero necesitamos más. Los autores venezolanos seguimos requiriendo que se monten nuestras obras. El teatro es representación; sin el montaje las obras quedan como un simple recetario de buenas intenciones, y sabemos de qué está pavimentado el camino al infierno... Además, ¿cómo se puede amar a alguien sin conocerlo? Si se le da la oportunidad al autor nacional, el público terminará respaldándolo como ha sucedido en la música popular, y para ello también se necesita abrir espacio en los medios radioeléctricos para dar a conocer nuestros trabajos. Habría que agregar también la promoción y difusión de las obras en el extranjero, a través de mecanismos como traductores, oficinas de representación, en fin, una organización que nos permita dar la pelea afuera. El arte y el deporte son los mejores vehículos de expresión de un país en el concierto internacional, y volviendo al boxeo, le aseguro que nuestro teatro, con el apoyo suficiente, traería al país reconocimientos tan importantes como las preseas olímpicas de “Morochito”, Gamarro, Piñango, Bolívar y Catarí. Con respecto al teatro del siglo XX, estoy de acuerdo con Gustavo Ott en que después de la plástica y la poesía, el teatro venezolano es la forma artística que más nos ha dado a conocer en todo el orbe. Hablan por sí solas las obras de Cabrujas, Chalbaud, Chocrón, Pinto y especialmente Rodolfo Santana, quien es mi maestro y figura a emular, dueño de una obra incontestable y una labor importante como docente y formador de nuevos talentos, cuyos frutos se están viendo en la actualidad. No es casual que los galardonados en el concurso del IAEM hayamos sido alumnos suyos.
-¿El cine y la televisión están entre sus planes como dramaturgo o escritor de dramas?
-¡Por supuesto! Tal como dice Rodolfo Santana, la dramaturgia contemporánea incluye el cine, la televisión y la radio. Los guiones cinematográficos basados en José Amindra y El más mejor están adelantados. También estoy trabajando en un guión para una película sobre el Mariscal Sucre, en su etapa como Presidente de Bolivia, que ¿casualmente? coincide con un proyecto que anunció Carlos Azpúrua, un cineasta que admiro. Para televisión estoy desarrollando algunos proyectos con otros escritores: como una telenovela infantil-juvenil, una serie de dibujos animados, una telenovela épica-histórica y una serie de doce episodios sobre la vida de un sorprendente personaje venezolano, más conocido fuera de nuestras fronteras, cuyo nombre me reservo para evitar ser “canibalizado”, como diría el propio Santana. Hay algunas ofertas para trabajar en el medio televisivo, pero mientras se concretan sigo trabajando en mis proyectos. Además, hay dos obras de teatro que me gustaría terminar este año.
- ¿De qué vive y qué piensas hacer con el premio obtenido en el concurso?
-Me gano la vida trabajando como abogado asesor en materia de propiedad intelectual, derecho civil, mercantil y laboral. Con el premio pienso satisfacer algunas necesidades pendientes de mi familia, e invertir el resto para tener un poco de tranquilidad y seguir escribiendo.
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